Realidades

Antonio Rodríguez del Villar Y El Monumento Escultórico de Carabobo

Por Gral. Brig. (Ej)
Eumenes Fuguet
Borregales
    
“El Altar de la Patria”, imponente obra escultórica ubicada al Oeste del Arco de Triunfo, en el glorioso Campo de Carabobo, fue inaugurado el 17 de diciembre de 1930, al cumplirse el primer centenario de la muerte del Libertador.
La monumental obra escultórica, es obra del sevillano Don Antonio Rodríguez del Villar, nacido el 24 de septiembre de 1880, cuyas importantes creaciones también pueden admirarse en obras dedicadas a la Virgen de la Coromoto en el Paraíso-Caracas; coronación de la Virgen de Coromoto en Guanare y el indio Mara; un busto del Cardenal José Humberto Quintero, quien posó especialmente para el brillante escultor, y al Dr. José Gregorio Hernández en la Ilustre Academia Nacional de Medicina en Caracas.

    El Congreso de Cúcuta, reunido el 23 de julio de 1821, decretó que en el lugar de la Batalla de Carabobo, se construyera una Columna Ática, disposición que fue cumplida en 1901 cuando el Presidente (Gobernador) de Carabobo, el Dr. merideño Jerónimo Maldonado, la encargara a la firma Roversi radicada en Valencia, de quienes, por cierto, el italiano Giuseppe Roversi trajo la primera bicicleta a Venezuela. Por iniciativa del abogado e historiador valenciano Francisco González Guinán, el Ejecutivo Nacional en la persona del general Hermógenes López, natural de Naguanagua, decreta erigir una Columna de Mármol en la Plaza Bolívar de Valencia en homenaje a la magna batalla, construida en Roma y Génova por Miguel Lucibabaza e inaugurada el 24 de junio de 1889; el diseño original contemplaba colocar una india en la cúspide de la columna, representando la libertad.

    El general Antonio Guzmán Blanco, cumpliendo funciones diplomáticas en París, recomienda eliminar la india y colocar en su lugar a Bolívar en actitud de hablarle al pueblo, tal como se encuentra actualmente. El 24 de junio, en la fecha centenaria de la batalla de Carabobo, el presidente provisional Victorino Bustillos, inaugura el Arco de Triunfo, colocado donde estaba la Columna Ática. Para conmemorar el centenario de la muerte del “Padre de la Patria”, en 1927 el presidente Juan Vicente Gómez decide con antelación, construir un gran monumento, convocando artistas de diferentes países. En Bogotá Antonio Rodríguez del Villar, escucha a nuestro embajador Andrés Eloy de la Rosa hablar sobre la idea, quien lo trae a presencia de Gómez en Maracay.

    El presidente se dirige a la sabana histórica con los aspirantes a realizar la obra y les manifiesta: “Quiero que la figura del Libertador, se perfile en el cielo azul de Carabobo, y que se destaquen las fases de la batalla”. Oídos los planteamientos de Rodríguez y del presidente, se realizan viajes al histórico escenario y ocurren visitas a talleres artísticos en Roma, Paris y Nueva York.

    Rodríguez, fiel admirador de Bolívar, se documenta ampliamente sobre aspectos históricos, presentando boceto a los ocho meses, que resulta aprobado sin objeciones; ante lo cual Gómez exclama: “esto es lo que quiero, me gusta”. Las fundiciones de bronce se realizan en Florencia (fundición Vignal), y en Barcelona-España. Gómez dispuso que las piedras a ser colocadas, fueran trasladadas desde el Sitio de La Puerta, cerca de San Juan de los Morros, lugar donde en tres ocasiones las fuerzas republicanas sufrieron reveses.


    Gómez deseaba que las piedras ensangrentadas, testigos mudos del infortunio permitieran honrar la causa republicana en Carabobo, donde por dos veces nuestros máximos próceres unidos, triunfaron en 1814 y 1821. El costo total de la obra fue de setecientos cincuenta mil bolívares (750.000 Bs), algunos detalles finales fueron donados por el autor, entusiasmado ante la majestuosidad nacida de su especial imaginación. Sabana de Carabobo, denominada el 24 de junio de 1936 por Andrés Eloy Blanco, “el poeta del pueblo” como “domicilio histórico del Ejército”, declarada “Monumento Histórico Nacional” el 3 de julio de 1961, y el 17 de diciembre de 1986, denominada ”Sitio de Patrimonio Histórico Campo de Carabobo”. Gracias a la obra del insigne artista sevillano, hoy Venezuela posee el monumento histórico más grande e importante de América.

El “Altar de la Patria” ubicado al Oeste de Campo Carabobo fue inaugurado el 19 de diciembre de 1930 con la presencia del General Juan Vicente Gómez y destacadas personalidades

Churuguarero777@gmail.com




Primera Batalla de Carabobo
(28 de mayo de 1814)


 
Por Gral. Brig. (Ej)
Eumenes Fuguet
Borregales
   El 28 de mayo de 1814, se ejecutó exitosamente la Primera Batalla de Carabobo; en el mismo campo inmortal, donde el 24 de junio de 1821 el ejército republicano al mando de nuestro Libertador, magistralmente derrotara al ejército español. Carabobo significa en lengua Aruaca: Karau (sabana), Bo, significa agua y repetido es una especie de superlativo, muchas aguas o quebradas, es decir Carabobo significa “Sabana de quebradas”. Retrocediendo las páginas de oro de nuestra ejemplar e incomparable historia, estudiamos que el año 1814, se presentaba como el más aciago y angustioso de la lucha por recobrar la independencia. El caudillo realista José Tomás Boves, había derrotado al Comandante Vicente Campo Elías el 03 de febrero en el funesto sitio de La Puerta-cerca de San Juan de los Morros.

    El 12 de febrero, el General José Félix Ribas se cubre de gloria, luchando con los jóvenes provenientes de Caracas, al vencer a Boves en la población de La Victoria. El capitán neogranadino Antonio Ricaurte se inmola el 28 de marzo en San Mateo, haciendo volar el depósito de municiones. El 05 de abril sucede en la población de La Victoria el encuentro amistoso, al aproximarse las fuerzas de Oriente al mando del general margariteño Santiago Mariño, acompañado de: José Francisco Bermúdez y el Teniente Coronel Antonio José de Sucre entre tantos jefes.



“Soldados, vosotros tenéis delante los mismos jefes y los mismos españoles de quienes habéis triunfado en más de cien combates, éste debe ser el último”.

Nota: Los próceres visten los uniformes de la más alta graduación alcanzada en su carrera militar. Litografías de los Próceres de la Independencia por los hermanos Thierry Tarvernier (mediados Siglo XIX).

    El ataque se inició a la una de la tarde y culminó cinco horas después, la maniobra ordenada por Bolívar utilizando la caballería para desarticular los flancos enemigos resultó exitosa, mientras que la infantería avanzó ordenadamente con bayoneta calada para destrozar las fuerzas oponentes que huyen, unos hacia El Pao, otros hacia Barquisimeto y otros a San Carlos. El enemigo dejó en el terreno mil muertos (1000), mil quinientos (1500) prisioneros, quinientos (500) fusiles, las siete (7) piezas de artillería, ocho (8) banderas y cuatrocientos (400) caballos, las bajas patriotas fueron apenas de veinte (20) muertos y cuarenta (40) heridos.
Zona de combate de la Primera Batalla de Carabobo y los comandantes de ese enfrentamiento
Grabado del General Simón Bolívar hacia 1814
Pintura del General Juan Manuel Cajigal con uniforme de Capitán General hacia 1819

    Bolívar persigue a las fueras en retirada hacia Tocuyito y Urdaneta hasta San Carlos, no fue una lucha decisiva, pero sirvió para mantener en alto el espíritu de lucha; en el encuentro del 24 de junio de 1821 las fuerzas se ubicaron en sentido contrario; antes de los dos enfrentamientos llovió, ¿sería acaso una bendición? 


churuguarero777@gmail.com







     Los ayuntamientos de Coro y Maracaibo negaron su apoyo al movimiento del 19 de abril de 1810. Los comisionados de la Junta Suprema, Vicente Tejera, Diego de Jugo y Andrés Moreno, fueron recibidos en Coro por el Gobernador Brigadier José Ceballos, quien los hizo presos y enviados a Maracaibo y de allí a Puerto Rico. La Junta Suprema, por consiguiente, organizó un ejército de milicianos, todos inexpertos, colocándolos a la orden del Brigadier Francisco Rodríguez del Toro (Marqués del Toro), quien no tenía experiencia militar alguna y estaba más bien acostumbrado a la vida elegante de Caracas.

Retrato de Francisco Rodríguez del 
Toro "Marqués del Toro"
Antonio Herrera Toro (1907)
Palacio Federal Legislativo
Caracas, Venezuela
    Hacia mediados del mes de octubre de 1810, llegó el Marqués del Toro con su ejército disminuido a Barquisimeto, después de haber marchado desde Caracas, siendo recibido con mucho entusiasmo por sus habitantes. El acontecimiento fue celebrado con toros coleados, bailes y banquetes en su honor. El Marqués aprovechó esta oportunidad y aumentó su ejército con 2000 hombres, al sumarse voluntarios de Barquisimeto, Carora, el Tocuyo, Quibor, Cabudare y Siquisique. El día 01 de noviembre de 1810 se encuentra el Marqués en la población de Siquisique, enterándose que las fuerzas realistas ocupaban los poblados de San Luis y Pedregal. 
Divide su ejército en tres columnas: la primera, al mando del Coronel Miguel Ustáriz, quien seguiría el camino de Agua Negra, Taratara, para luego tomar la población de San Luis; una segunda columna, al mando del Coronel Luis Santinelli, para seguir la vía de Algodones y Purucheche, para tomar la población de Pedregal. Por su parte, el Marqués del Toro permanecería con el personal de reserva, para luego tomar también la misma ruta del Cnel. Santinelli.
Lugar del combate de Aribanache en un
mapa actual de la zona (Estado Falcón)
     Mientras el Cnel. Miguel Ustáriz fracasa en su intento de tomar San Luis, el día 11 de noviembre de la vanguardia del Cnel. Luis Santinelli tomó el pueblo de Pedregal, el cual se encontraba desierto, ya que el Comandante José Millares, a cargo de la defensa del poblado, lo había abandonando durante la noche del día 13, al igual que las familias, las cuales andaban deambulando por las montañas. Mientras tanto, el Brigadier Fernando Miyares, gobernador de Maracaibo, intentó detener el avance del Cnel. Santinelli, siendo derrotado. El día 15 de noviembre, el Cnel. Santinelli inicia la persecución del enemigo, dándoles alcance en el Paso del Puerco, en Aribanache, a unos 14 Kilómetros al Sur de la población de Urumaco. Las tropas del Brig. Miyares estaban protegidas por el bosque y contaba además, con apoyo de artillería. El Cnel. Santinelli ordenó el ataque, el cual se mantuvo durante dos horas, con resultados victoriosos para los republicanos. Mirayes escapó hacia Casicure, dejando en el campo unos 22 muertos y muchos heridos. Por el bando republicano, solo tuvieron dos fallecidos y tres heridos. Santinelli efectuó la persecución, tomando posesión de Urumaco y Mitare, continuando hasta Sabaneta y La Laja, destruyendo las fortificaciones enemigas, llegando finalmente a Agua Clara, donde esperó al Marqués del Toro, para continuar a Coro, objetivo primario de la expedición.


El combate de Aribanache está considerando como el primer derramamiento de sangre durante la Guerra de Independencia de Venezuela.

     El Marqués del Toro en fecha 22 de noviembre de 1810, salió de Pedregal hacia Sabaneta, donde reunió sus hombres, siguiendo su marcha hacia Casigua, donde dividió su ejército en: vanguardia, retaguardia y reserva, aunque las instrucciones por escrito que se le dieron, eran que la marcha que realizaría constituiría una presión de carácter militar, puramente aparente, como una amenaza con la cual volvería la tranquilidad a la Provincia de Coro. Tenía órdenes precisas de no atacar la plaza. El día 28 de noviembre, continuó el Marqués su marcha hacia Coro, llegando a dicha ciudad a las 09:00 hrs., encontrando a la vanguardia de su ejército siendo atacada con fuego de artillería. La ciudad estaba siendo defendida por unos 1.000 hombres al mando del Brigadier José Ceballos. Durante el asedio a la ciudad, el Marqués recibió información de que una escuadrilla que debía venir por mar con municiones, se había trasladado a Curazao. Ya la logística apretaba: sin comida, sin agua y la situación empeorando. En Tales circunstancias, la Junta Suprema le aprobó su solicitud de atacar la plaza, la cual había realizado con anterioridad viendo el panorama que se le estaba presentando.

Lugar del combate de Coro en un
mapa actual de la zona (Estado Falcón)
    El Marqués del Toro contaba con fuerzas entre 3.000 a 5.000 hombres (no hay certeza del número exacto de hombres y los historiadores difieren en tal sentido). Inició el ataque por columnas: una columna principal por la derecha del enemigo al mando del Cnel. Luis Santinelli; otra columna por el centro, al mando del Coronel Miguel Ustáriz; y una tercera de retaguardia, al mando del Coronel Luis Montilla, mientras la artillería y las piezas pequeñas al mando del Coronel Diego Jalón. Las fuerzas realistas contaban en Coro con unos 600 hombres de infantería, 200 a caballo y mula y unos mil indígenas con arcos y flechas.
    
     El ataque simultáneo tuvo un éxito parcial, en especial la columna principal, al ocupar una importante posición enemiga, mientras un batallón penetraba hasta las mismas fortificaciones, haciendo retroceder dos veces a las fuerzas realistas, las cuales salían de la ciudad. Hasta el momento, las bajas realistas eran considerables, entre muertos y heridos, mientras que por la parte republicana sumaban 23 muertos y 31 heridos. En ese momento el Marqués fue informado de la aproximación de una columna enemiga, al mando del Comandante José Miyares, con refuerzos venidos de Maracaibo, con intenciones de atacarlo por la retaguardia. Consciente del peligro que ello significaba, aunado al hecho de observa dos líneas de caballería e infantería, en forma inmóvil durante todo el día en los extremos del campo, el Marqués suspendió el ataque, retirándose del lugar con sus hombres hacia Sabaneta, al caer la noche, distante unos 40 Km. de Coro, pernoctando ese día 28 en Cuigimá y al día siguiente en el sitio Brasil.

Vista aérea de la zona de combate que actualmente se circunscribe en la zona metropolitana de Coro (1998)

     En este sitio fue interceptado por el Brigadier Mirayes el día 30 de noviembre, en una colina en las inmediaciones del poblado, con una fuerza de 800 hombres, dominando la cresta con infantería y la parte baja con caballería, a fuego intenso de artillería y fusilería. Con toda esa fuerza atacándolos, el Marqués repelió el ataque con apoyo de artillería, derrotando a Mirayes, tomándole 48 prisioneros, mientras el resto huía por los bosques. Las bajas enemigas fueron considerables, mientras que por los republicanos fueron pocas.

     El Marqués del Toro realizó su retirada por el sitio La Laja, Cuibita, siendo emboscada allí la vanguardia por indios flecheros, sin mayores consecuencias, continuando la marcha hasta Dividivi. El día 03 de diciembre abandona dicho poblado, siendo atacada nuevamente su vanguardia por unos 300 hombres emboscados, los cuales fueron repelidos. Acamparon en unos desfiladeros de una montaña denominada Güedegue, siendo atacados el día 20 de diciembre por un grueso cuerpo, siendo rechazados por dos divisiones a la bayoneta, al mando de Cnel. Luis Santinelli. Continúan la retirada, siendo atacada la retaguardia el día 06 de diciembre, ya en las proximidades de Siquisique.

    A este asedio constante se suman las penurias por hambre y sed, deserciones, pueblos abandonados, sin víveres ni agua, cortadas las comunicaciones. Continúa el Marqués la retirada y el día 17 llegan a Carora, siguiendo a Barquisimeto, temiendo un ataque del Brigadier Ceballos con fuerzas mejor organizadas.

Este fue el fin de la campaña, regresando el Marqués del Toro a Caracas derrotado y maltrecho.

Hasta aquí las consecuencias del 19 de abril de 1810. El resto de las acciones corresponden a sucesos cercanos al 05 de julio de 1811, los cuales se presentarán en próximas actualizaciones de este Blog.






Por Miguel Alejandro
Martínez Vázquez
    
Corren los primeros días de agosto de 1812 y en el Puerto de La Guaira se encuentra la Goleta británica HMS Sapphire. El buque tiene planeada su salida de una Venezuela en guerra rumbo a Curazao y en sus bodegas reposan seis baúles con distintos objetos personales propiedad de pasajero de talla universal. En tres de ellos se guardaron 63 volúmenes que constituyen una obra monumental para Venezuela y el mundo: Colombeia, el Archivo del Precursor Generalísimo Francisco de Miranda. Explica el Profesor David Chacón que en una misiva escrita el 26 de agosto de 1812, el propio Miranda desde su cautiverio narra que sus baúles y documentos están a bordo del Sapphire bajo el mando del Capitán Henry Haynes y que para protegerlos ordenó que se pusieran a nombre de los
señores Robertson & Belt, negociantes ingleses residenciados en Scharloo, Willemstad, Isla de Curazao (Entrevista de Mercedes Aguilar, El monumental acervo del Generalísimo estuvo en manos extranjeras por más de 100 años, Correo del Orinoco, 2015).

    El nombre dado por Miranda a estos volúmenes fue el de Colombeia, (que en griego se refiere a lo relativo a Colombia o Continente de Colón) un archivo con 18.112 folios y 110 páginas de índice que recogen las impresiones, vivencias y la actividad político y social que Sebastián Francisco de Miranda Rodríguez Ravelo y Espinosa recogió con agudo sentido del detalle durante casi 50 años. El Generalísimo agrupó los papeles en tres secciones: Viajes, 26 tomos (1764-1793); Revolución Francesa, 18 tomos (1792-1808); y Negociaciones, 19 tomos (1770-1810). La información recogida allí constituye una Enciclopedia del mundo de finales del Siglo XVIII y principios del Siglo XIX, pues Miranda describió en sus viajes las naciones que visitó en Europa, África y América, habló de su cultura e hizo observaciones de carácter histórico, folklórico y costumbrista, así como también de su Geografía, recursos hidrográficos y agropecuarios; habló también de las personalidades que conoció y de las características de la alta política, de los actos culturales y sobre la actividad económica y comercial de estas naciones.

    El importante registro documental de la vida de Miranda fue muy atesorado por el prócer, ya en 1805 cuando se dispuso a dirigir su expedición a las costas venezolanas, en su testamento (estipuló que el material de su archivo debía reposar en Caracas, cuando Venezuela fuera independiente. Luego del fracaso de la expedición en 1806 y al regresar a Londres, Miranda organizó sus documentos y los encuadernó en 63 tomos. Cuando se embarcó para Venezuela en 1810 desde Inglaterra, había enviado sus archivos con antelación y bajo la custodia de Simón Bolívar. Con el caos reinante en el ocaso de la Primera República se perdió el rastro de Colombeia durante unos 114 años hasta que los esfuerzos de historiadores y diplomáticos venezolanos dieron con ella en 1926.
Disposición Testamentaria N°1 de Miranda (1805)
Folio N°2 y N°3 del Testamento firmado en Londres antes
de partir a la Expedición de Venezuela. Fuente: AGN (2018)

    Cabe destacar que hasta ese entonces, el único registro de la memoria documental del Generalísimo fue la obra publicada en Londres en 1810 y que Miranda trabajó con José María Antepara, oriundo de Guayaquil, Ecuador y que consistió en la selección de las mejores piezas de su archivo. Aquella fue una obra que retrataba la gesta de independencia venezolana y buscaba influir en la opinión pública europea con el fin de encontrar apoyos que justificaran la independencia.

    
Los baúles a bordo del Sapphire llegaron finalmente a Curazao, sin embargo, al ser considerados documentos sensibles políticamente para el gobierno inglés quedaron en resguardo en la Aduana, ya que en ese momento el territorio estaba bajo jurisdicción británica. De Curazao pasaron a Londres donde arribaron en 1814 al despacho de Henry Bathurst, 3er. Conde de Bathurst, quien se desempeñaba como Secretario de Estado para la Guerra y las Colonias
. Al terminar sus funciones administrativas en 1827, Lord Bathurst trasladó el archivo a la biblioteca de su residencia en Cirencester, Gloucestershire. Quedaron los documentos en el anonimato hasta principios del Siglo XX; sería el profesor escocés William Spence Robertson, historiador de la Universidad de Yale y de la Universidad de Urbana en EE.UU, que llevaba desde 1901 investigando con gran interés la vida de Miranda el que encontraría indicios sobre la existencia del archivo para 1902, pero no lograría comprobar su existencia entonces. Prosiguió su búsqueda e incluso estuvo en Venezuela; como se explica en Un apasionado por la vida de Miranda fue el primero en identificar su archivo, publicado en el Blog Papeles Históricos de Venezuela (2017), el profesor Robertson visitó Venezuela en 1917 y fue apoyado en sus investigaciones por historiadores como Vicente Lecuna y Manuel Segundo Sánchez, nombrado desde ese año Miembro Correspondiente Extranjero de la Academia Nacional de la Historia.

Pintura: Henry Bathurst, William Salter. Colección: Galería Nacional
de Retratos, Londres, Reino Unido. Foto: Seymour Bathurst años 1920
    
En 1922, Alfred Edward Stamp, oficial de la Public Record Office PRO (Hoy Archivos Nacionales del Reino Unido) se encontraba revisando la biblioteca de Seymour Henry Bathurst, 7mo. Conde de Bathurst, cuando se topó con un catálogo de 1862 con la descripción de los volúmenes de Colombeia. Stamp pudo comprobar allí que eran documentos de Francisco de Miranda pero no se percató que era su archivo personal y da parte oficial a su oficina en 1923. Enterado el profesor Robertson del hallazgo, pidió permiso al Conde de Bathurst para revisar el archivo y constató que se trataba del archivo del propio Generalísimo. Sin embargo, en ese momento no se hizo público el descubrimiento.

    A finales de 1925 se encontraba realizando labores de investigación histórica en Londres el Dr. Caracciolo Parra Pérez, cuando el entonces Deputy Keeper (Director) del PRO, Alfred Edward Stamp le comunicó de la identificación de los documentos mirandinos en la residencia del Conde de Bathurst en 1922. Parra Pérez, era un devoto estudioso de la figura del General Miranda y había seguido la estela del Precursor Universal por los repositorios y archivos europeos buscando indicios de su vida y actividad. En ese momento  Parra Pérez se desempeñaba como diplomático de la Legación venezolana en Berna (Suiza) y debía regresar a su despacho, por lo que le pidió al Dr. Alberto Adriani, quien se encontraba cursando estudios de Economía en Londres para que visitara al Conde en Cirencester y constatara las características del archivo. Adriani, quien se desempeñó como Secretario de la Legación venezolana ante la Sociedad de Naciones, detalló a Parra Pérez en diciembre de 1925 lo solicitado.

    Según el Derecho Sucesorio y las disposiciones del Testamento de Francisco de Miranda de 1805 (ratificado en 1810), los documentos pertenecían legítimamente a la nación venezolana, sin embargo y siguiendo las formas británicas, Mr. Stamp recomendó a Parra Pérez que como la familia Bathurst había tenido posesión de los mismos durante largos años, era más acertado que se ofreciera comprar la colección al noble inglés. También el Dr. Parra Pérez  sabía que el profesor Robertson estaba muy interesado en estos materiales y que como representante de importantes universidades estadounidenses, podía hacer una oferta por los documentos. En las gestiones se interesan el Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela Dr. Pedro Itriago Chacín también y el Dr. Diógenes Escalante, Embajador de Venezuela ante el Reino Unido, quien expone en misiva dirigida al General Juan Vicente Gómez y fechada el 09 de abril de 1926, la importancia de adquirir este material para la nación venezolana:

“Por el honor de nuestro país, cuna del Generalísimo, no es posible que el archivo de Miranda continúe en el olvido actual o que vaya a para a extrañas manos que lo exploten con fines particulares, según me ha informado el Doctor Parra Pérez, Lord Bathurst, propietario del archivo, parece dispuesto a venderlo por un precio que puede ser de 2.000 a 3.000 libras esterlinas. Hay un competidor muy peligroso en la persona del profesor norteamericano Robertson (autor de un libro sobre Miranda) quien tuvo ocasión de estudiar el archivo y encontrará fácilmente en cualquier Universidad de los Estados Unidos los fondos necesarios para adquirirlo”.

Fuente: Blog Papeles Históricos de Venezuela. ¡Por Fin! El Archivo de Miranda vuelve a Venezuela, como él lo dispuso (2017) 

    Finalmente se ejecuta la compra el 07 de julio de 1926 a un monto de 3000
£, y tras una breve estadía en París, el archivo de Miranda llega a Venezuela el 16 de noviembre de 1926. Se resguarda entonces en la sede Academia Nacional de la Historia en Caracas y en enero de 1927 el Ministerio de Instrucción Pública hace una emisión del índice del archivo. El 24 de julio de ese año el Gobierno Nacional decreta la publicación y divulgación del archivo completo, siguiendo la catalogación del propio Miranda y en los idiomas en que fueron escritos: español, inglés, holandés, alemán y portugués, con citas en griego y latín. Esta edición fue publicada entre 1929 y 1950 y se ordenó publicarse en 24 tomos de 400 páginas cada uno; los preámbulos fueron escritos por José Nucete Sardi y el índice alfabético de nombres propios lo realizó Mariano Sánchez Roca, gerente general de la Editorial Lex en La Habana, Cuba (David Chacón, 2015). Sin embargo en el año 2007 intempestivamente se suspendió la edición de los volúmenes, desde entonces no se han publicado más documentos del archivo.

     En cuanto al archivo del General Miranda, desde el 2013 fue trasladado al Archivo General de la Nación (AGN) por Decreto Presidencial N° 7375 y en el cual se estipulaba también el traslado del Archivo del Libertador Simón Bolívar. Esa decisión se fundamentó en la Ley de Archivos Nacionales de 1945, aún vigente, la cual sostiene que el AGN, es el espacio para conservar los documentos históricos de Venezuela. Con la supervisión y recomendaciones de personal del Centro Nacional de Historia, la Biblioteca Nacional y el Instituto de Patrimonio Cultural se realizó el traslado en junio de ese año.
Primeras ediciones del
Archivo de Miranda (años 1930)

Editorial Suramericana y
Tipografía Americana (Caracas)
Fuente: Abebooks.com
   Colombeia constituye una de las mejores Enciclopedias de su tiempo, es el retrato de un ilustre luchador de la Libertad universal y un venezolano con una visión de futuro ejemplar para su Patria. Incluso, desde el 2007 está inscrita en el registro del Programa para la Memoria del Mundo de la UNESCO, que tiene por misión preservar la herencia cultural e histórica del mundo. Cuando se logre concretar el proyecto de divulgar plenamente el archivo mirandino se enaltecerá el homenaje al hombre que legó a su Patria memorias y anécdotas con palabras que resuenan a través del tiempo:

El amor sincero de un fiel ciudadano y los esfuerzos constantes que tengo practicados por el bien público de mis amados compatriotas"

Francisco de Miranda (Disposición testamentaria N°1)






LA VOCACIÓN MARIANA DEL 
HERMANO NECTARIO MARÍA

Por Prof. David
Chacón Rodríguez
    
Cuando aún me encontraba en las aulas del Colegio La Salle de Tienda Honda, cursando primaria, tuve la oportunidad de estudiar historia de Venezuela y de América, Geografía y moral y cívica por unos libros escritos por HNM. Siendo aún pequeño, me preguntaba por el significado de esas siglas que indicaban la existencia de un prolífico y magnífico educador. Este fue mi primer encuentro con quien, al pasar el tiempo, sería uno de mis maestros formadores: El Hermano Nectario María. Poco tiempo después, en uno de esos recreos escolares donde salíamos al patio de la institución, vi con extrañeza que se me acercó un cariñoso y bondadoso Hermano, quien después de preguntarme mi nombre y el grado que cursaba, me obsequió una hermosa y fulgurante imagen de Nuestra Señora de Coromoto, explicándome brevemente como fue su Aparición y su significado para los venezolanos. Este encuentro provocó en  mí, una impresión fascinante,  y desde ese momento, quedaron vinculados, la figura de Nuestra Señora de Coromoto con el Hermano Nectario María, que nos mostró el camino para transitar esa laberíntica y apasionante historia que después tuve la oportunidad de profundizar.

    Después vino lo consabido, su influencia marcó mi vida, mi vocación y mi destino. Creo oportuno señalar que el Hermano Nectario fue un Maestro en toda la extensión de la palabra. Constituía el paradigma de la insaciable sed de conocimiento, lo que hacía de él un polifacético y prolífico investigador en diversas áreas del conocimiento. Trasmisor de una envidiable erudición, poseedor de una admirable memoria, todo un magnífico guía para penetrar las diferentes facetas donde se destacó: Archivística, Arqueología, Cartografía, Historia, Geografía, Mineralogía, Paleontología, Paleografía, Química, Religión…

Detalle cuadro
Hermano Nectario María
    El Hermano Nectario María fue un ejemplo inagotable de bondad, humildad, templanza, honestidad y sabiduría. Su relación con la Virgen María se inicia desde su nacimiento. María fue la primera palabra que pronunció siendo apenas un bebé y cuando sintió el llamado del Creador, suspiró pronunciando su última palabra “Momi”, nombre con el que solía llamar a la Virgen.

    Después de recibir un pequeño retiro, preparado por su hermana Silvia, en abril de 1898, a los 9 años de edad, recibe su primera comunión, desde ese momento decidió tomar algunas notas espirituales, apuntando sus deseos y resoluciones que en ellos tomara. En su casa solariega ubicada en Hyelzas, Distrito La Parade, al sur de Francia, conservaba todos los apuntes de sus grandes ejercicios o retiros, desde 1898 y los posteriores, pertenecientes al aspirantado, noviciado, escolasticado y comunidad hasta 1965, para gloria de Dios y el bien de su alma. En ellos encontramos que en el de 1911 expresaba su resolución de: Amar mucho a la Santísima Virgen María, y ser su Apóstol. (p. 19).

   En noviembre de 1922, puso ese retiro bajo la protección inmediata de Nuestra Señora de Coromoto, para alcanzar de ellas gracias importantes. Poder llevar a cabo la obra principiada de levantar un trono de amor, gloria y de triunfo en Venezuela, con la publicación de la Historia de Nuestra Señora de Coromoto, y salvar así a legiones de almas (p. 45). En el de 1926, en sus peticiones decía: pongo este retiro, bajo la protección de la Divina Pastora y de Nuestra Señora de Coromoto. Bajo estas advocaciones, pido a la Santísima Virgen. 1) ser su perro espiritual, que en esta calidad, obra conmigo maravillas de gracias en las almas, trayéndolas al redil de la gracia.; 2) ser mítico estiércol para que el culto divino de la Virgen Santísima germine, y sea general.; 3) Que el Santuario de Nuestra Señora de Coromoto y su culto se hagan nacionales. (p. 50).

     En el del 2 al 11 de agosto de 1936, pidió: Procuraré hacer más intensa, constante y completa mi vida Mariana, actuando en una unión perfecta con la Santísima Virgen: amar, sufrir, trabajar con María. Ofrecerlo todo. En unión con ella cumplir la Santa Voluntad de Dios. Quiero llegar a amarla por su puro deleite, como nadie la ha amado sobre la tierra; y esto únicamente para deleitarla en el grado más alto. Quiero que no tenga sobre la tierra lugar más grato a sus ojos que mi alma. Barquisimeto, 8 de agosto de 1936. (p. 83). En el de 1939: Pedir siempre a la Santísima Virgen de Coromoto me haga algo digno de ella, es decir, que me conceda llegar a ser de su gusto y querer. (p. 89).

    Cuando analizamos el proceso histórico venezolano, nos encontramos que Venezuela nace bajo la influencia que ejerció la Madre de Dios en los fundadores de la  provincia de Venezuela, quienes, en distintas formas, propagaron  su culto bajo la protección de su manto protector.

    La ciudad de Guanare es una población privilegiada. Ella es la única ciudad de Venezuela que conserva su Acta fundacional realizada por el capitán portugués Juan Fernández  de León cuando  establece la ciudad del “Espíritu Santo del Valle de San Juan de Guanaguanare”, el 3 de noviembre de 1591, en un sitio inmediato al río que lleva este nombre. Ella fue encontrada por el Hno. Nectario María en el Archivo General de Indias, en Sevilla y en la entrada al Despacho del Gobernador del Estado, se conserva una copia certificada, enmarcada en un hermoso marco de madera labrada. Y es una ciudad bendita, por ser la primera del Continente Americano que recibió las primicias de la preciosísima sangre redentora de Cristo, por intermedio  de la Augusta Madre del Salvador, quien a través de Aparición, nos legó los testimonios de su indefectible amor.

    El inmenso deseo del Hno. Nectario María, del Instituto La Salle de Barquisimeto, por glorificar a la Madre de Dios,  lo llevó en 1915, a realizar unas investigaciones con el fin de esclarecer y escribir de manera documentada la historia de la Virgen en Venezuela, es decir, la relación histórica de los santuarios que le son dedicados y las advocaciones, bajo las cuales es honrada en Venezuela.

    El 3 de mayo de 1922, el Hno. Nectario María, publica en la revista Excelsior, órgano de la Sociedad literaria La Salle, de Barquisimeto, sus primeras investigaciones marianas, bajo el título “La Maravillosa Historia de Nuestra Señora de Coromoto de Guanare”, y en junio de ese mismo año, da a la luz otro artículo con el título “María Santísima de Coromoto, Protectora e iniciadora de las misiones  de indios en Venezuela, con una  ilustración a color de la imagen de Nuestra Señora de Coromoto”. Todos estos trabajos fueron firmados con el seudónimo de H. Chonei Mereigua, que en lengua indígena significaba “Hijo de María”. El resultado  de sus investigaciones las da a conocer el Hno. Nectario María, el 8 de diciembre de 1924, cuando publica “La Maravillosa Historia de Nuestra Señora de Coromoto de Guanare (Venezuela) y Orígenes Portugueseños”,  donde expone de una manera amena e interesante, el trabajo realizado en los archivos de Caracas y de los pueblos del Estado Portuguesa, en especial los de la curia de Guanare.

El autor, Profesor David Chacón en compañía del Hermano Nectario María
(Principios de los años 1980)

     Por lo antes expuesto, podemos afirmar que el Hermano Nectario María, de las Escuelas Cristianas “La Salle”, es por antonomasia, el Apóstol de Nuestra Señora de Coromoto en Venezuela. A él le debemos el maravilloso despertar y florecimiento de su devoción y culto, por el cual es conocida, admirada, popularizada e invocada en nuestro pueblo, la Augusta Patrona de Venezuela.

    Es nuestro deber continuar su obra, uniendo nuestros vigorosos corazones para fomentar su conocimiento, el triunfo de su devoción y así, lograr el tan anhelado renacer de Venezuela.





    ¿Quién fue este insigne oficial colombiano? ¿Ya la población venezolana lo relegó al olvido? ¿Igual el Gobierno venezolano? ¿Y qué ha pasado con el Decreto del Libertador Simón Bolívar? Son muchas interrogantes que nos hacemos al repasar la vida de nuestros insignes Próceres de la Independencia y que por desidia oficial se van relegando al olvido y he allí nuestra misión: evitar que ello suceda, porque al contrario, debemos tener presente por siempre la acción heroica de hombres y mujeres que salieron desde sus tierras para morir en suelo venezolano, con el único fin de legarnos la Libertad. Es suficiente mérito para mantener nuestra bandera de justicia en alto.

Cnel. Atanasio Girardot
Iván Belsky (1962)
Casa de la Guerra a Muerte, Trujillo

    Primero repasemos quién fue este personaje. Había nacido Atanasio Girardot en San Jerónimo, Colombia, el 02 de mayo de 1791. Desde muy joven se dedicó al estudio de las armas, en compañía de sus hermanos. Ya en 1809 era Teniente del Batallón Auxiliar de la guarnición de Bogotá. En 1810 prestaba servicios en el Batallón de Voluntarios de la Guardia Nacional. Participó en la Batalla del Bajo Palacé el 28 de agosto de 1811, contra las tropas realistas del gobernador de Popayán. Posteriormente intervino en la guerra civil en Nueva Granada, entre centralistas y federalistas, combatiendo en Poloblanco y Alto de la Virgen, en el año 1813. Posteriormente, fue asignado a las fuerzas del Brigadier Simón Bolívar, antes de iniciarse la Campaña Admirable. Ya para entonces ostentaba el grado de Teniente Coronel.

    Su primera acción fue en el combate de Angostura de La Grita, en vísperas de la campaña. Al iniciarse la misma, El Brigadier Bolívar lo nombró Comandante de la Vanguardia, la cual formó en dos columnas, al mando de los capitanes Hermógenes Maza y Luciano D’Elhuyar. Una vez en Mérida, El Brigadier Bolívar le ordena salir al frente de 500 hombres para limpiar de realistas las vertientes de la Provincia de Trujillo y Boconó, lo cual ejecuta brillantemente, derrotando en “Betijoque o Ponemesa” al Coronel Ramón Correa, el 04 de junio de 1813, y al Capitán Manuel Cañas en la Batalla de Agua de Obispos el 18 de junio de 1813. Posteriormente, combatió en la batalla de Taguanes, a las órdenes de Bolívar, el 31 de julio de 1813, asegurando el triunfo de la Campaña. Bolívar sigue hacia Caracas, dejando en Valencia al grueso del ejército combatiendo al Capitán General Domingo de Monteverde en Puerto Cabello y sus alrededores.

Monumento a la
Batalla de Betijoque

Comisión Bicentenaria (1984)

Museo Nacional de Bogotá, Colombia

    Ante la avanzada realista desde varios puntos del país, Bolívar inicia la Campaña del Centro, Occidente y Sur de Caracas y se regresa a Valencia, analizando con sus oficiales las estrategias para ejecutar un enfrentamiento definitivo con Domingo de Monteverde, lo cual sucede el 30 de septiembre de 1813, en el área de Bárbula, hoy estado Carabobo. Para esta batalla, Bolívar dividió sus fuerzas de infantería en tres columnas, al mando de los comandantes Rafael Urdaneta, Atanasio Girardot y Luciano D’Elhuyar. Después de un fuego vivo, las tropas realistas fueron desalojadas.

Cristóbal Rojas (1883)
Museo Bolivariano, Caracas

    Concluida la batalla, el comandante Atanasio Girardot se encontraba con el comandante Rafael Urdaneta, en lo alto de una colina, cuando súbitamente, una bala fría dio en la frente de Girardot, matándolo al instante. En sus manos enarbolaba la bandera tricolor. Tal situación produjo un gran sentimiento de impotencia en el ejército patriota, pidiendo venganza. Esa misma noche, durante el velatorio de Atanasio Girardot, el Brigadier Simón Bolívar ordenó al comandante Luciano D’Elhuyar que tomara el mando del ejército con tropas neogranadinas, vengara la muerte de su compañero y destruyera a Domingo de Monteverde en Las Trincheras, sitio donde se encontraban las tropas realistas, lo cual se ejecutó exitosamente en la Batalla de Las Trincheras, el 03 de octubre de 1813.

    Con fecha 30 de septiembre de 1813, el Brigadier Simón Bolívar emite un Decreto (Ver Documentos para la Historia de la Vida Pública del Libertador, Blanco y Azpúrua, Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas, 1978. Tomo IV, p.738), elogiando las virtudes que en vida tuvo el Comandante Atanasio Girardot, ascendido Post Mortem a Coronel, resolviendo, entre varios artículos lo siguiente:

1. El 30 de septiembre será una fecha aciaga para la República, a pesar de las glorias de que se han cubierto sus armas en este mismo día, y se hará siempre un aniversario fúnebre, que será un día de luto para los venezolanos.

2. Su corazón será llevado en triunfo a la capital de Caracas, donde se le hará la recepción de los libertadores y se depositará en un mausoleo que se erigirá en la Catedral Metropolitana.

3. Sus huesos serán transportados a su país nativo, la ciudad de Antioquia en la Nueva Granada.

4. El cuarto Batallón de línea, instrumento de sus glorias, se titulará en el futuro “Batallón Girardot”.

5. El nombre de este benemérito ciudadano, se inscribirá en todos los registros públicos de las Municipalidades de Venezuela, como primer bienhechor de la patria.

6. La familia Girardot disfrutará por toda su posterioridad de los sueldos que gozaba este mártir de la Libertad de Venezuela, y de las demás gracias y preeminencias que debe exigir del reconocimiento de este gobierno.

7. Se tendrá una ley general, que se cumplirá inviolablemente en todas las provincias de Venezuela.

    En cumplimiento del Decreto emitido por el Brigadier Simón Bolívar, se llevó el corazón de Atanasio Girardot en procesión hasta Caracas, encabezada por el mismo Bolívar, siendo aclamado por todos los pueblos por donde pasaba el cortejo y sumándose ciudadanos a su paso hasta llegar a la capital y realizar el cometido. Igualmente el Congreso de la Provincias Unidas de la Nueva Granada decretó honores al Coronel Atanasio Girardot, quien apenas contaba con 22 años de edad.

    Estos son los hechos. Entonces, ¿cuáles son las respuestas a las interrogantes iniciales? ¿Este Decreto del Libertador Simón Bolívar ya no tiene vigencia? Así como se han estado sacando decretos del Libertador relacionados a hechos políticos, ¿qué pasa con este? En varias oportunidades hemos alertado a las autoridades competentes de desempolvar este Decreto del Libertador, no encontrando eco en ninguna de las esferas gubernamentales, incluyendo la Presidencia de la República. Sin embargo, debemos admitir que en algunas regiones se le rinde culto a Girardot.

    En el sitio de la batalla, en Bárbula, se encuentra un monumento espectacular de Girardot sobre un cerro (Colocado allí por conveniencia visual, aunque el verdadero sitio de muerte está al frente, en un sitio menos visible), lado izquierdo de la autopista hacia Puerto Cabello, a 1,5 Km. antes de llegar al peaje.
Izquierda: Inauguración Monumento a Atanasio Girardot (1929), Fuente: Academia de Historia de Carabobo

    Igualmente, en el estado Aragua, cuando se entra a Maracay por el peaje de Palo Negro, lo primero que encontramos es una estatua de Girardot, antes de llegar a la Plaza de los Aviadores (Redoma del Avión). Igualmente, en Maracay tenemos al Municipio Girardot, uno de los más importantes del estado, con una formidable plaza en el centro de Maracay denominada Girardot, al frente de la iglesia Metropolitana, con una estatua del prócer. El estado Cojedes también tiene un municipio Girardot y en varias ciudades de Venezuela existen avenidas y calles con su nombre, al igual que unidades educativas, organizaciones civiles y unidades militares.

    Pero, no debemos caer en el olvido ni en la desidia oficial. Son nuestros héroes, próceres, y por lo menos debemos darle las gracias al Coronel Atanasio Girardot por su empeño, tesón y sacrificio, por haber dejado su vida en esta tierra, para que nosotros pudiéramos disfrutar la nuestra.






Por Gral. Brig. (Ej)
Eumenes Fuguet
Borregales
LA “PARTIDA DE NACIMIENTO GEOGRÁFICA DE VENEZUELA”

8 DE SEPTIEMBRE DE 1777


    Importante fecha de nuestra evolución histórica, desapercibida para la mayoría de los venezolanos, cuando el rey español Carlos III, emitió su “Real Cédula”, asignándole a Venezuela: el territorio, autoridad administrativa y política y cuyo texto se indica a continuación: “He tenido a bien, resolver la absoluta separación de las provincias de Cumaná, Guayana, Maracaibo e islas de Margarita y Trinidad del Virreinato de la Nueva Granada y agregarlas en lo gubernativa y militar a la Capitanía General de Venezuela, en lo respectivo al manejo de la Hacienda Real cuyo apoyo se enviará a la capital, Caracas”.

Mariano Salvador Maella (1783)
Palacio Real, Madrid
    Este fundamental documento deslinda a Venezuela de su dependencia de la Nueva Granada (hoy Colombia) y dependería a partir de esa fecha de la Real Audiencia de Santo Domingo; subordinación que permaneció hasta el 19 de abril de 1810, memorable fecha del movimiento revolucionario, que permitió el destierro a Filadelfia del capitán general Vicente de Emparan y Orbe; con esa gloriosa actividad por primera vez tuvimos un gobierno de criollos, amparados en la fachada de “Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII”, cuya duración concluyó con la designación de nuestro primer Congreso instalado el 2 de marzo de 1811.

    La provincia de Maracaibo la formaban los actuales estados: Táchira, Mérida, Zulia, Barinas y Apure; la provincia de Guayana la integraban los actuales estados: Bolívar, Amazonas y Delta Amacuro; la provincia de Cumaná abarcaba los estados: Anzoátegui, Monagas y Sucre; los estados actuales no mencionados, dependían de la provincia de Venezuela. Nuestro insigne historiador, el trujillano Mario Briceño Iragorry, en 1936, escribió una de sus principales obras, “Tapices de historia Patria”, donde mencionaba que sin la Real Cédula de Carlos III de 1777, no se hubiera llegado al 19 de abril de 1810, es decir un Antediem. La población de las provincias mencionadas en la Real Cédula estaba en el orden de los ochocientos mil habitantes.

    La isla de Trinidad fue ocupada sin pelear por los ingleses, al mando del general Abercromby con 59 buques de guerra y 6.700 soldados el 16 de febrero de 1797, precariamente defendida por el gobernador José María Chacón y apenas 500 soldados; España firmaría el 27 de marzo de 1802 el Tratado de Amiens (al norte de Francia), donde cedía la propiedad y soberanía de Trinidad a Inglaterra. El rey Carlos III, para el momento de emitir su Real Cédula, tenía como Primer Ministro al letrado Pedro Pablo Abarca Bolea Ximenez, mejor conocido como “El Conde de Aranda”, quien posiblemente redactó este documento, basado en sus profundos estudios sobre el continente americano, él mismo recomendó reconocer la independencia de los Estados Unidos en 1783, (mediante el tratado de paz entre España, Inglaterra y Francia), visualizaba también para ese año, natalicio de nuestro Libertador, que las colonias hispanoamericanas tarde o temprano buscarían su independencia.

    El 31 de julio de 1786, se crea la Real Audiencia de Caracas dirigida por un Capitán General, con atribuciones político-administrativas-judiciales, que para esa fecha desempeñaba la Real Audiencia de Santo Domingo; con el triunfo del Libertador en la magistral Batalla de Carabobo, el 24 de junio de 1821, permite que en agosto de ese año, finalizaran las funciones de la Real Audiencia de Caracas. El 8 de septiembre de 1777, es el nacimiento de la Capitanía General de Venezuela, es buena oportunidad para recordar que nuestras constituciones en el Capítulo sobre el territorio y la división política, estipula que nuestro territorio es aquél que correspondía a la Capitanía General de Venezuela desde antes del 19 de abril de 1810, es lo que jurídicamente conocemos como el principio del Utis Posidetis Juris.



Contacto: churuguarero777@gmail.com






LA PENA DE MUERTE EN VENEZUELA

La pena de muerte ha existido en el mundo desde sus inicios, siempre considerando que una acción o posteriormente, un delito, fuera en contra del orden natural o sagrado establecido. En Venezuela se aplicaba de acuerdo a los cánones establecidos en países europeos: con mutilación, azotes, galeras, la horca, el fuego, decapitación, uso de bestias, fusilamientos, etc. Estas expresiones llegaron a estas tierras con los conquistadores españoles y se entrelazaron a la justicia aplicada en nuestras tribus aborígenes. El conquistador español, con su equipamiento, animales feroces, el caballo y armamento, impusieron una pena de muerte en la práctica, en su política de genocidio y saqueo de las tierras recién descubiertas y ahora en período de colonización. Esto está ampliamente documentado en libros, revistas e informes de la época dirigidos a las autoridades españolas.


Bandera de Guerra a Muerte 
Los delitos contemplados en las leyes españolas, tales como rebelión contra el soberano, la herejía, etc., establecían la pena de muerte con severo rigor. En Venezuela el derecho aplicable era el castellano y se seguía el mismo patrón. Se hacía en espacios públicos, el cadáver era desmembrado y se exponían las partes en carreteras o entradas a las ciudades, como medida de escarmiento. Tenemos casos sumamente elocuentes de ello, como el de José María España, cuya condena contemplaba ser arrastrado de la cola de una bestia, ahorcado, exhibición de su cabeza en una jaula y sus miembros expuestos en la entrada de La Guaira; el caso del Gral. José Félix Ribas, expuesta su cabeza frita en aceite en la Puerta de Caracas; el del Cnel.  Justo Nicolás Briceño, expuestas sus partes en carreteras de la región llanera, etc.


Nuestra Constitución de 1811 establece la disminución de leyes sanguinarias y que no se condenarían a los hombres a castigos crueles, ridículos o desusados, y especialmente que una pena no debía alcanzar a los descendientes del reo, tal cual se hacía en la justicia española. Pero entonces vino la guerra de independencia, en la cual ambos bandos comenzaron a aplicar la pena de muerte indiscriminadamente. Con la llegada al país de Don Domingo de Monteverde y sus oficiales, se comenzó a aplicar la pena de muerte, como una forma de exterminio de la población, y también como respuesta a la Regencia de España, en 1813, a la real orden  de pasar a cuchillo a todos los insurgentes. La respuesta patriota fue el Decreto de Guerra a Muerte en 1813, firmado por el Libertador Simón Bolívar, quien le puso tinte oficial a la ejecución del enemigo, aun siendo inocente.  Esta situación duró hasta la firma del Tratado de Regularización de la Guerra, en 1820,  entre el Libertador Simón Bolívar y el General Don Pablo Morillo.

Las banderas del "Urogallo" José Tomás Boves
La Constitución de 1830 declara abolidas las penas crueles y señala que el Código Criminal limitará en cuanto sea posible la imposición de la pena capital. Pero en la práctica, esto no fue así. La historia siguió su curso y las penas de muerte se seguían aplicando en una sociedad convulsionada por tantas revoluciones e intentos de subvertir el orden constitucional. Hubo fusilamientos y otros tipos de ejecución. Fue en el año 1863, terminada la Guerra Federal, cuando surge el Decreto de Garantías, expedido en Caracas el 18 de agosto, por el Presidente de la República, General Juan Crisóstomo Falcón. Era su objeto regir la conducta del Gobierno y de los particulares, hasta que se aprobara una nueva Constitución. Estos principios doctrinarios dieron un gran salto en esta materia: el derecho a la vida, eliminándose la pena de muerte y las leyes que la impusieron en 1830; el derecho a la propiedad, qué sólo podía vulnerarse en virtud de una sentencia judicial; el respeto al hogar doméstico; el respeto de la correspondencia y documentos privados; la libre expresión del pensamiento; libertad de sufragio; libertad natural de tránsito, de desarrollar actividades industriales lícitas; la seguridad individual, etc. Y así las cosas llegamos a la Constitución de 1864, aprobada por la Asamblea Constituyente de ese año, en la cual en el capítulo II establecía las Garantía de los venezolanos, en la cual se incluyó lo establecido en el Decreto de Garantías, del año 1863.


General Juan Crisóstomo Falcón
Pero… ¿tuvo aplicación en la práctica? A pesar del interés del gobierno federal de hacer cumplir tales disposiciones, Venezuela vivía una época de convulsiones, nacidas desde 1830 y que acompañaron al país hasta mediados  del siglo veinte. Todas nuestras constituciones mantienen el mismo espíritu del año 1864; sin embargo, en 1872, el propio Presidente de la República, General Antonio Guzmán Blanco, sometió a juicio al General Matías Salazar, siendo condenado por una Junta de Generales al fusilamiento. Y la historia siguió su curso hasta los actuales momentos. La pena de muerte no existe oficialmente, pero en todo los períodos gubernamentales, desde 1864 hasta el 2013, se habla en prensa, radio, y posteriormente en televisión y otros medios sociales, de desaparecidos, ajusticiados, “suicidios”, enfrentamientos armados, etc. ¿Son ordenadas tales acciones? ¿Está el aparato gubernamental detrás de estas decisiones? La pena de muerte no existe en nuestras leyes.

El Estado debe velar por la seguridad de sus conciudadanos y por la aplicación correcta de  justicia. Ese es el camino señalado por nuestros antecesores y el que nosotros debemos buscar. Mientras eso no ocurra seguiremos viviendo esta vorágine incontrolable difícil de frenar.









LA GRAN MEDALLA DE BOLIVIA




De la colección de monedas y medallas del Libertador Simón Bolívar, destaca de forma sobresaliente la medalla que le obsequió la República de Bolivia en señal de agradecimiento a su excelso fundador. El 11 de agosto de 1825, la Asamblea del Alto Perú, reunida en la ciudad de Chuquisaca, decretó:

“El Gran Mariscal de Ayacucho como encargado inmediatamente del mando de los Departamentos de la República, mandará forjar y presentará a S.E. El Libertador, una medalla de oro, tachonada de brillantes, del diámetro que juzgue más adecuado, para que en el anverso de ella se figure el Cerro del Potosí y al Libertador colocado al término de una escala, formada de fusiles, espada, cañones y banderas, en actitud de fijar sobre la cima de dicho cerro, la gorra de la Libertad, y en el reverso, entre guirnaldas de oliva y laurel, la siguiente inscripción: La República Bolívar agradecida al Héroe cuyo nombre lleva”.

El Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre se puso en contacto con los célebres batidores de Potosí y meses después esta hermosa joya estaba realizada. El 24 de junio de 1826, el Mariscal Sucre, desde Chuquisaca, escribía al Libertador presentándole la Medalla por encargo de la Asamblea General de Bolivia. Casi tres semanas después Sucre se la envió al Libertador, quien la recibió en la ciudad de Lima. Posteriormente, en 1826, el Libertador le prometió al Mariscal Sucre de donar la preciosa alhaja a Bolivia, una vez muerto. Precisamente, en su testamento rezaba: “Es mi voluntad que la Medalla que me presentó el Congreso de Bolivia, a nombre de aquel Pueblo, se le devuelva como se lo ofrecí, en prueba del verdadero afecto que aún en mis últimos momentos conservo a aquella República”. El albacea que tenía la Medalla en Jamaica la devolvió a Bolivia y luego el Congreso Nacional decidió otorgársela al Presidente Andrés de Santa Cruz, en carácter vitalicio, en reconocimiento a sus méritos. Muerto éste, la República de Bolivia la reclamó como propia y por decreto del 28 de octubre de 1839 se dispuso “Que la referida Medalla sería una de las insignias del Presidente de la República de Bolivia”. 

Son 65 los Presidentes que han llevado dicha Medalla en su pecho, aunque algunos no pudieron lucirla por distintas razones. El Presidente de facto Celso Torrelio Villa tildó la Medalla de mala suerte y no la usó. La joya está guardada en el Banco Central de Bolivia. La última tasación de la medalla se hizo el 23 de enero del 2002, por encargo del Presidente Jorge Quiroga Ramírez. En ese entonces se denunció que varias de las piedras habían sido cambiadas o se habían perdido en el transcurso de los años. Fue restaurada y tasada en 284.815 dólares, aunque su valor real es incalculable. Se encomendó ampliar la cadena, ya que la original era más corta, pues estaba diseñada para el cuello. Se le añadió 34 centímetros y ahora cuelga del pecho. Su peso actual es de 66 gramos.

Venezuela no guarda ni siquiera una réplica de esta histórica Medalla.





 


¿Qué significan los colores de la Bandera Nacional?



Lic. David R. Chacón Rodríguez

El 3 de agosto de cada año, de acuerdo a Decreto Presidencial de fecha 3 de agosto del 2006, se celebra el día de La Bandera Nacional, y ante la proximidad de esta fecha considero que es una nueva oportunidad para recordar a los venezolanos, el significado de uno de los símbolos más preciados de la patria, pues es lamentable ver como en los textos que se utilizan para instruir a los alumnos de educación primaria, todavía se repite sin ningún tipo de análisis que el significado de los colores son: el amarillo: por la riqueza de nuestra patria; el azul: el mar que nos separa de España; y el rojo, la sangre derramada por los héroes que lucharon por nuestra libertad si aún no había habido guerra. Esta situación nos obliga a explicar algunos detalles poco conocidos del origen de nuestra bandera.
Un cronista y testigo de la expedición de Miranda describe el momento solemne, en que a bordo de la nave libertadora "Leander", se iza el famoso tricolor, convertido más tarde, en bandera venezolana, la cual según una leyenda, Francisco de Miranda dedicó sus colores a una hermosa sueca que lo cautivó en su peregrinaje por la región nórdica y en cuyo homenaje estructuró la enseña del ejército libertador: El amarillo por el color oro de su radiante pelo, el azul por sus lindos ojos y el rojo por sus ardientes y fogosos labios (Esa mujer fue Cathrina (Cristina) Hall de Gotemburgo, casada con el inglés John Hall, el hombre más rico de Suecia para esa época). La mayoría de los historiadores afirman que fue dedicada a Catalina de Rusia, pero nosotros creemos que por su fisonomía los colores citados no pueden ser de ella. El historiador gotemburgués Stig Ryden, consigna esta leyenda en el apéndice para el lector de lengua española de la traducción sueca del diario de Miranda que lleva por título Miranda i sverige och norge. 1787. Nordiska Huseet. Stockholm. 1950. p. 326-327.

A pesar de ser esta una romántica interpretación, podemos afirmar, sin temor a dudas, que actualmente, no hay ninguna explicación real sobre la procedencia de los colores de nuestro pabellón nacional. En tal sentido, expondremos brevemente algunos comentarios que nos sirven para corroborar nuestra afirmación: Fray Mateo de Espinosa y Martel, en carta que dirige a su hermano Sebastián, al describir los sucesos acaecidos en la ciudad por la expedición Mirandina en agosto de 1806, expresa: El mismo día 4º se posesionó Miranda en Coro, lo quemaban aquí en la plaza pública: se levantó un tablado pequeño a donde subió el verdugo, junto con el escribano, quien publicó la sentencia, que se había dado contra su persona, y muebles aprehendidos; el verdugo tomó la proclama impresa y habiéndola manifestado al pueblo congregado, que era inmenso, pasándola a los cuatro vientos o partes del mundo, la arrojó a la hoguera; hizo lo mismo con una de las patentes concedidas; sucesivamente siguió la bandera compuesta de tres colores, amarillo, rosado y morado... (Archivo del General Miranda. Tomo XX, Negociaciones y Diversos. 1950. p. 214. Carta que dirige Fray Mateo de Espinosa y Martel a su hermano Sebastián de Espinoza, capitán de infantería veterana de la plaza de Cumaná. Fechada en Caracas, el 16 de agosto de 1806).

Por esta narración, podemos inferir que Miranda influenciado por la historia de los Incas, tomó de ellos los colores para su bandera. La predilección de Miranda por esa tricromía queda demostrada cuando estando en la vieja Prusia, el 19 de abril de 1788, registra en su diario: Tuve el gusto de ver pasar la guardia de Burgueses, bandera desplegada, y tambor batiente... que todos los días a una hora semejante pasa a encargarse de los puertos, y murallas de la ciudad, que en el día sólo se confían a sus tropas (Estas son 1.600 hombres de infantería, y artillería; y 75 dragones montados bien entretenidos, y tal cual disciplinados -la infantería es encarnado, y divida amarilla, y la artillería, azul y divisa, encarnada.... Luego, encontrándose en Londres, el 24 de mayo de 1801, en la copia de una Memoria que envía Míster Martín (seudónimo utilizado por Miranda) a Monsieur Vansittart, cuando precisa los elementos de tropa y guerra que necesita, expresa en el renglón de banderas: 10 drapeaux. Les couleurs de la divise rouge, jaune, bleu en trois zones (10 banderas, los colores de la divisa son rojo, amarillo y azul, en tres franjas) (Archivo del General Miranda. Negociaciones 1800-1804. Tomo XVI. Prolegómenos de la Independencia. p. 167. El original se encuentra en el Tomo III. fol. 116).

Su compañero en la expedición de 1806, James Biggs (Historia del intento de Francisco de Miranda para efectuar una revolución en Suramérica. Publicación de la Academia Nacional de la Historia. Caracas: Ávila Gráfica. 1950. p. 31), al hablar del despliegue de la bandera colombiana dice: En este día los colores colombianos fueron desplegados a bordo por primera vez. Esta enseña está formada por los tres colores primarios que predominan en el arco iris. Hicimos una fiesta en esta ocasión. Se disparó un cañón e hicimos brindis por los auspicios de un pendón que se espera nos lleve al triunfo de la Libertad y humanidad en un país largamente oprimido.

Cuando Miranda fue nombrado Generalísimo en 1811, se dio una Real Orden mandando a destruir los documentos y papeles en que se denigraba contra la benemérita y distinguida persona del Excelentísimo Teniente General Don Francisco de Miranda en 1811, es decir, se ordenó destruir todos los expedientes correspondientes a su actuación en 1806, sin embargo, a pesar de esta restricción, en el Archivo del Registro Principal del Distrito Federal (Sección Cajas Negras. 1806. Autos sobre averiguar la entrada del General Miranda y sus tropas en la ciudad de Coro) existe un expediente que describe su estadía en Coro, proporcionando algunos datos interesantes sobre la bandera de Miranda. Don Antonio Navarrete, uno de los testigos que allí declara por habitar en la casa donde se alojó Miranda durante su residencia en esa ciudad, expresa al respecto: Inmediatamente que llegó Miranda a esta ciudad mandó a echar y fijó en la torre una bandera de tafetán encarnado, azul y amarillo, que el declarante para información preguntó a Rico y Cañero con indiferencia si aquella bandera era de nación holandesa, y le contestaron que no pues tenía sus significados, hasta que al fin le dijeron que quería decir Libertad, Patria, Carasioli (Sic). (Entiéndase Carior. La traducción completa de la frase es: La Patria es más preciada que la Libertad).

El otro testificante es don Francisco Labastida, quien relata sus noticias sobre la divisa diciendo: que el lunes cuatro del corriente, como a las siete de la mañana, se fijó en la asta que está colocada en la torre de la parroquia una bandera de lanilla de tres colores en fajas o barras, uno azul superior, en el medio, amarillo, y abajo encarnado, a semejanza de la holandesa, la cual estuvo sujetada todo el día. Al siguiente martes se fijó en el lugar una bandera con los mismos colores, de tafetanes, la cual permaneció hasta la tarde de su salida.

Otra de las cosas interesantes que contiene la declaración de Labastida, es la descripción del sello de plata que usaba Miranda para lacrar sus cartas, el cual contenía en medio una figura de hombre con una lámpara en la mano derecha, y en la punta un gorro de la Libertad, en la otra (izquierda) haciendo arco el brazo una tarjeta y en el centro una F y una M, por la orla estas palabras: Patria, Carior, Libertas, en el pie de la estatua tenía otro letrero que con el susto y tribulación no puedo comprehender.... Y como cosa curiosa, también nos describe el tipo de comida que ingería Miranda cuando vivía en casa de sus progenitores diciendo: Un día al tiempo de almorzar, hablando de las comidas del país dijo que su ordinario almuerzo en la casa de su padre era hallaca, olleta, mondongo y hallaquita, con diversidad de días, que hacía treinta años que no lo probaba.

Como se puede observar, a pesar de las múltiples investigaciones hechas, no se sabe a ciencia cierta, el origen de los colores de nuestro pabellón, prueba de ello que corrobora nuestra tesis es la carta que Bolívar dirige a Santander, manifestándole su preocupación al respecto cuando afirma: También confieso con sinceridad, que aunque gozo de una popularidad general, yo no sé cómo contestar a cada uno de los colores de que se compone nuestro pabellón. Esto me desespera hasta el último punto.... (Archivo de Santander: Carta que dirige Bolívar a Santander desde Paita, el 14 de octubre de 1826. p. 269).



 


AÑO 1952: 

Cuando se desconoció la voluntad popular


La elección popular de presidentes y legisladores es una de las consecuencias políticas directas de la independencia. Pero éste fue un proceso continuo, con sus altibajos, inclusive hasta nuestros días. En el inicio, este proceso distaba de ser democrático y estuvo envuelto en episodios violentos y en los llamados fraudes electorales, los cuales alejaban el espíritu puro de selección y relevo de gobernantes. Precisamente, en este artículo vamos a tratar sobre un fraude electoral acaecido en Venezuela en el año 1952.

En el año 1948 es derrocado el Presidente Constitucional de Venezuela, Sr. Rómulo Gallegos y como consecuencia de ello, el Poder Legislativo cae en un limbo, perdiendo su autonomía. La Junta de Gobierno, presidida por el Comandante Carlos Delgado Chalbaud, emite una serie de decretos, uno de ellos disolviendo el Congreso Nacional, asambleas legislativas de los estados, concejos municipales y el Consejo Supremo Electoral. En el año 1951, la Junta de Gobierno, ahora presidida por el Sr. Germán Suárez Flamerich (el Comandante Delgado Chalbaud había sido asesinado el 13-11-1950), decide realizar un proceso electoral destinado a la formación de un Congreso Constituyente, para darle una cierta institucionalidad al régimen. Pero, la oposición, formada por los partidos Acción Democrática, Unión Republicana Democrática, COPEI, Partido Comunista ven estas elecciones como una farsa destinada a legitimar un régimen inconstitucional; sin embargo aceptan concurrir a las elecciones. 

El 18 de abril de 1951 se promulga un nuevo estatuto electoral, el cual establecía el voto universal, directo y secreto de los ciudadanos mayores de 21 años, incluyendo a los analfabetos. Se convocaba a los electores para elegir a los Diputados a la Asamblea Nacional Constituyente, la cual tendría la atribución, entre otras,  de dictar una nueva Constitución Nacional. En representación del Gobierno participa el Frente Electoral Independiente (FEI) y por la oposición, los partidos URD y COPEI. Acción Democrática y el Partido Comunista estaban ilegalizados, pero los adecos llaman inicialmente a la abstención, aunque a última hora llaman a apoyar a los candidatos de la oposición. Los comicios se realizaron el 30 de noviembre de 1952, luego de una campaña violenta, enrarecida por una fuerte represión política. Inicialmente, el Consejo Supremo Electoral le dio la victoria en los primeros resultados al partido URD, pero los resultados reales nunca se conocieron. La asistencia del pueblo fue masiva y se cree, extraoficialmente, que URD ganó con un porcentaje mayor al 60% en contra de 20% del partido oficialista.
¿Iba el Gobierno a reconocer y aceptar los resultados de esta elección popular? No, de ninguna manera. La Junta de Gobierno desconoció los resultados electorales y favoreció fraudulentamente al oficialista FEI, a pesar de haber prometido públicamente de reconocer los resultados electorales.  Las Fuerzas Armadas apoyaron esta decisión. En consecuencia, la Junta de Gobierno renunció para darles a los militares la oportunidad de constituir el gobierno que mejor le conviniera al país. El 2 de diciembre de 1953, fue designado el Coronel Marcos Pérez Jiménez como Presidente Provisional de la República.
  
Esta situación produjo de inmediato manifestaciones en contra del régimen y convocatoria a una huelga general. Jóvito Villalba y los principales dirigentes de su partido fueron embarcados hacia Panamá, por órdenes directas del Coronel Pérez Jiménez. Ese mismo día, Mario Briceño Iragorry, en su "Manifiesto al pueblo de Venezuela", denuncia un golpe de Estado contra el Poder Constituyente, manipulación de las actas electorales y pide asilo político en la embajada de Brasil. El 17 de diciembre, URD fija posición pública contra el régimen perezjimenista y el día 18, Germán Suárez F., viaja a Italia para pasar unas vacaciones de descanso...

El 9 de enero de 1953, se instala la Asamblea Nacional Constituyente, formada por una mayoría oficialista y uno que otro diputado de oposición, quienes se pasaron al oficialismo, con ausencia de los diputados de URD y COPEI. El Coronel Pérez Jiménez fue ratificado como Presidente Provisional. El 11 de abril de 1953 fue sancionada la nueva Constitución Nacional, en la cual se cambiaba el nombre de Estados Unidos de Venezuela a República de Venezuela.  Era una constitución hecha a la medida para la dictadura. El 17 de abril, el Coronel Marcos Pérez Jiménez es nombrado Presidente Constitucional de la República. El resto es historia...

Fraudes electorales como éste se han cometido en nuestro país en varias oportunidades. El pueblo organizado, a través de los partidos políticos, organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil en sí, es responsable de velar por la buena marcha de los procesos electorales y mantenerse firme en sus reclamos, cuando así lo consideren, hasta ver satisfechas sus luchas.






¿CUÁNDO SE INICIÓ EN VENEZUELA EL SENDERO HACIA LA DEMOCRACIA?


¿Podemos afirmar que las bases de la democracia en Venezuela se dieron durante el Gobierno del General Eleazar López Contreras, en los años 1936-1941? Podemos afirmar que sí. Durante 27 años Venezuela vivió un régimen dictatorial, de represión, bajo el Gobierno del General Juan Vicente Gómez. Saliendo de esta dictadura, el país se encontraba en un contexto social y político muy complejo: los gomecistas, divididos entre los que quieren volver al pasado y por otro lado, los renovadores; surgen nuevos grupos, a raíz de los cambios sociales, como consecuencia del impacto petrolero; los nuevos líderes políticos surgidos después de los sucesos del año 1828, con sus demandas de participación política y democracia; los cambios políticos en materia internacional, a consecuencia de la Primera Guerra Mundial. Todo ello mueve al país en expectativas políticas, refrenadas en el anterior régimen. Todas estas situaciones y otras, desembocan en el pensamiento del Gral. López Contreras. Es por ello que veremos dos hechos trascendentales en nuestra historia republicana. López Contreras proclamó un régimen de libertades públicas y aplicó el principio básico de alternabilidad republicana, al entregar la Presidencia de la República al electo General Isaías Medina Angarita.


El Gral. López Contreras recibió un país que pedía un cambio de rumbo y por ende, condujo al mismo por ese camino de transición hacia la democracia. Contó con el brazo decisivo del Ejército. Fue famosa su frase "calma y cordura", dicha al pueblo venezolano, actuando como conciliador ante los difíciles momentos, productos de manifestaciones públicas, algunas violentas, saqueos de propiedades de antiguos funcionarios gomecistas, disturbios que se sucedían en todo el país. Inclusive, tuvo que tomar medidas represivas fuertes. En su programa de Gobierno del año 1936, el Gral. López dictaba las guías de acción que reclamaba la población venezolana y que permitirían andar hacia el sendero de la democracia. Establecía los cambios políticos en materia de régimen legal, educación nacional, agricultura y cría, higiene pública y asistencia social, política fiscal, nuevo rumbo en política comercial, reforma de la Ley del Trabajo, entre tantas medidas. La reforma de la Administración de Justicia en el País se propuso como reforma urgente, reafirmando que la libertad y la justicia son fundamentos bases en una democracia contemporánea. Se requieren, en consecuencia, jueces imparciales, honestos y capaces.


Un aspecto muy importante en esta transición hacia la democracia, fue la autorización de libertad de prensa y de palabra, la organización de partidos políticos y sindicatos obreros. Apoyó procesos eleccionarios, saliendo la oposición airosa en la mayoría de ellos. Concedió amnistía general a los presos políticos, aunque gran parte de ellos salieron al exilio, entre ellos Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Gonzalo Barrios y Jóvito Villalba.

Es indudable que los cambios surgidos y previstos no eran fáciles de alcanzar. Las exigencias de cambios venían de todos los sectores de la Nación: políticos, obreros, estudiantiles, profesionales, militares y trabajadores en general. Era un Gobierno de transición y poco a poco el Gral. López Contreras logró su cometido, en  la vía de una liberación política y completa disolución del sistema autoritario del régimen gomecista. Fue López Contreras enemigo de la reelección presidencial y redujo el período de gobierno de 7 a 5 años. En resumen, sí podemos afirmar que durante su Gobierno se sentaron las bases de la democracia en Venezuela. De allí en adelante, se continuará el proceso de adecuación hacia una democracia en nuestro País.





Correo del Orinoco: 

27 de Junio de 1818


El próximo 27 de junio del 2011 se cumplen 193 años de la aparición del periódico patriota el "Correo del Orinoco". La historia es así: En el mes de septiembre de 1817,  el Libertador Simón Bolívar ha enviado de comisión a Trinidad a Fernando Peñalver, con la intención de adquirir una imprenta. Para Bolívar esto es de vital importancia, tan igual como los pertrechos, Bolívar conocía muy bien lo indispensable de disponer de un taller tipográfico que le permitiera una rápida y amplia comunicación con todos los ciudadanos, en su propósito de independencia y libertad. Un mes después, Peñalver adquiere una imprenta a un costo de 2.200 pesos y ese mismo mes de octubre, la imprenta ya se encuentra en Angostura, cuartel general del Libertador.

El primer editor de este órgano fue Andrés Roderick, con el título de "Impresor del Gobierno", quien de inmediato inició sus labores con una cantidad de impresos que van desde documentos administrativos, papel timbrado, nombramientos para ascensos, patentes, registros, Leyes, Decretos, Declaraciones, Proclamas, Boletines, etc. Sin embargo, el hecho más trascendental ocurrió el 27 de junio de 1818, cuando hace su aparición el primer número del "Correo del Orinoco", periódico semanal, impreso en una máquina movida a brazo, con cuatro páginas impresas, que en su presentación se proclama "como una Gaceta, cuya solo existencia en el centro de estas inmensas soledades del Orinoco es ya un hecho señalado en la historia del talento humano". El Libertador fundaba no un periódico común, sino el amanecer de verdaderas letras al servicio de la justicia. En su primer enunciado Bolívar decía: "Somos libres, escribimos en un país libre y no nos proponemos engañar al público". El "Correo del Orinoco" fue la gran tribuna del Libertador, apareciendo allí sus famosos documentos, discursos, artículos, cartas, proclamas, la vida y obra de los héroes de la Patria. También incluyó extracto de periódicos extranjeros y  tenía secciones dedicadas a las artes. Igualmente se informaba de las operaciones del Ejército Libertador, a través de sus diferentes campañas. La dirección de los primeros 12 números estuvo a cargo de Francisco Antonio Zea, siendo su primer redactor. Posteriormente estuvieron a cargo Juan Germán Roscio, Carlos Soublette, José Rafael Revenga, entre otros.

Durante tres años y nueve meses, el "Correo del Orinoco" contrarrestó las informaciones realistas divulgadas en la "Gaceta de Caracas", favoreciendo la consolidación del Gobierno. Traía artículos en francés e inglés e informaba de los logros militares y políticos. Una vez creada la República de Colombia, el centro del Gobierno se traslada a Cúcuta y en enero de 1821, Roderick recibe orden de trasladarse a dicha ciudad. Desembarca en Maracaibo con la nueva imprenta llegada de Estados Unidos, radicándose inicialmente allí. iniciando en dicha ciudad "El Correo Nacional" en junio de 1821, pero en 1828 se encuentra en Bogotá. Mientras tanto, en Angostura queda encargado de la imprenta Tomás Bradshaw y es incorporada al establecimiento tipográfico de Pedro Cristiano Vicentini. Posteriormente, es relegada como trasto viejo.

La última edición del "Correo del Orinoco" fue la Nro. 128, del 23 de marzo de 1822. En total se editaron 133 números: 128 numerados y 05 extraordinarios, correspondiendo los últimos números a importantes acciones militares como las de Boyacá y Carabobo. Se considera que este periódico fue el iniciador de la tradición periodística en Venezuela.

En el año 2009, el Presidente de la República Hugo Chávez, relanzó el periódico "Correo del Orinoco", retomando el ideal del Libertador al decir "debemos dejarnos guiar por el principio que expresara el Libertador Simón Bolívar en la primera edición del Correo del Orinoco, al decir: somos libres, escribimos en un país libre y no nos proponemos engañar al público". Otros funcionarios afirmaron que "el nuevo medio, del que forma parte, trabajará por un periodismo apegado a la verdad". Tiene una edición diaria de 50 mil ejemplares. La coordinación general está a cargo de la periodista Vanessa Davies y desde el año 2010 cuenta con una edición en inglés a cargo de Eva Golinger. Si este nuevo "Correo del Orinoco" ha llegado al corazón del pueblo y si se ha colocado líder en al ámbito noticiero del país, el lector sabrá si es cierto o no.






El Procerato


¿Cuándo se utilizó el calificativo de Prócer en Venezuela? Hemos venido observando en el artículo Principal (Sistema de Recompensas en Venezuela), el desarrollo de los diferentes decretos que establecieron las recompensas militares, por servicios distinguidos, prestados a la República en los tiempos del Ejército Libertador. Hemos afirmado que el Mariscal Juan Crisóstomo Falcón fue el primer Presidente en dedicarle atención específica a esta situación, en decreto del año 186. Este decreto  también derogado por otro similar en el año 1867, pero esta vez se estableció en su reglamento, por primera vez en Venezuela, el calificativo de Prócer a los militares involucrados en dicho Decreto (Nro. 1625 del 25-05-1867). Para efectos de evaluar los requisitos exigidos en dicho Decreto, se creó una Junta Calificadora y por criterios del mismo Mariscal Falcón, estuvo formada por tres Generales de la época, para facilitar el trabajo. Cuatro días más tarde esta Junta quedó eliminada, aún cuando ya había iniciado su trabajo arduamente. Indudablemente, que esta Junta no terminó su labor, quedando en el ambiente mucho descontento. Habían pasado muchos años y no era fácil precisar algunos casos de fallecidos o simplemente que algunos militares no tenían documento alguno que avalara su actuación en el Ejército Libertador. Es por ello, que el General José Ruperto Monagas, después del triunfo de la Revolución Azul, emitió un nuevo Decreto en 1869, buscando con ello solventar las novedades existentes. Pero ahora se incluyen, en un acto de justicia, a los comisarios, cirujanos, médicos y capellanes que prestaron servicios en esa época. Se crea temporalmente una nueva Junta Calificadora y se establecen las fechas comprendidas entre el 19 de abril de 1810 y el 23 de enero de 1826, como el período a considerar de los servicios.

Pero las buenas intenciones de esos Decretos quedaron en eso. En el año 1870, el General Antonio Guzmán Blanco, Jefe de la Revolución de Abril, ya en posesión del Gobierno, eliminó todos los contratos, elecciones, leyes, decretos, expedidos desde el 28 de Junio de 1868 hasta el 27 de abril de 1870. Así es la política. Por consiguiente, hubo de esperar tres años más para continuar en el proceso de verificación de nombramiento de Próceres.  En el año 1873 se emitió otro Decreto, el cual redujo el período a evaluar, comprendido entre el 3 de mayo de 1816 hasta el 10 de diciembre de 1824, pero aplicando la medida de servicios interrumpidos. En 1874, el General Guzmán decretó la Iglesia de la Santísima Trinidad de Caracas como Panteón Nacional, ordenando depositar allí los restos de varios Próceres, con la particularidad de que algunos ya estaban allí, mientras que otros fueron trasladados a los cementerios públicos por no ser considerados Próceres. Los Ciudadanos Civiles fueron reconocidos como Ciudadanos eminentes, ya que el calificativo de Próceres se aplicaba sólo a militares. En esta última categoría incluyeron a personajes de la Federación.

Cuando el General Francisco Linares Alcántara llega a la Presidencia de la República, emite un nuevo Decreto sobre la materia, restableciendo el período desde el 19 de abril de 1810 hasta el 23 de enero de 1826. De aquí en adelante hubo mayor estabilidad en la materia, hasta que 35 años más tarde, en 1913, el General Juan Vicente Gómez emitió una Ley, la cual trajo mejoras sustanciales en el tratamiento de los Próceres, indicando que tanto militares como civiles serían reconocidos como tales por servicios a la emancipación americana, hasta la fecha de la Batalla de Ayacucho, en 1824. Es decir, no establecía un período determinado, flexibilizando las pruebas de comprobación... De hecho, en Decreto del año 1912 y Resolución del año 1913, el General Gómez, con el fin de honrar a los fundadores de la República, decreta ejecutar varios retratos al óleo para ser colocados en el Salón Elíptico del Palacio Federal. En 1838, el General Gómez continuó rindiendo homenaje a nuestros Próceres civiles y militares, ordenando por medio de un Decreto,  erigir bustos en bronce en la antigua Provincia de Mérida.

Determinar en su totalidad quiénes fueron estos servidores venezolanos, sean nacionales o extranjeros, es sumamente difícil en la actualidad. Muchos historiadores regionales han publicados numerosos libros destacando sus Próceres en cada región del País o a nivel nacional. El trabajo aún no concluye y siempre seguirán saliendo nuevos nombres, los cuales debemos recibir con orgullo y admiración. Es el reconocimiento de la Patria hacia sus servidores.




Nace la República de Venezuela: 1830


La República de Venezuela está legalmente constituida en el territorio formado en 1777, cuando se creó la capitanía General de Venezuela. Posteriormente, con los sucesos acaecidos el 19 de abril de 1810, consolidándose el 5 de julio de 1811, con la Declaración de Independencia, se separa del colonialismo español al cual estuvo sometida desde 1498. Durante el período 1810 hasta 1823, estuvo la República sometida a una cruenta guerra de emancipación. En 1819, por decreto del Congreso de Angostura,  pasa a formar la República de Colombia, junto a Nueva Granada, como punto cumbre del sueño del Libertador Simón Bolívar. En el año 1830, Venezuela rompe con esta unión, separándose de la República de Colombia, formándose como república autónoma, como consecuencia de un movimiento revolucionario apoyado por el General José Antonio Páez, quien venía desempeñando la Jefatura Superior de Venezuela, dependiente del Gobierno de Colombia.


La República de Venezuela de 1830 nace como producto del Congreso Constituyente, convocado por el General Páez en Decreto del 13 de enero de ese año, y en el cual se convoca a los colegios electorales a proceder a las asambleas parroquiales, escoger sus representantes y reunirse en convención nacional para el día 30 de abril de 1830, en Valencia. Ese Congreso se instaló el 6 de mayo del mismo año, con asistencia de 33 diputados. Su presidente fue Francisco Javier Yánez y el vicepresidente fue Andrés Narvarte. Se leyó el mensaje del Gral. Páez, quien entregó el mando civil y militar. El Congreso decidió que continuara en funciones en forma provisional hasta que se tomase una decisión. El funcionamiento de esta Asamblea fue sutil y la discusión legislativa muy amplia, destacándose la proclamación de Venezuela de un régimen centro-federal, separación definitiva y oficial de Colombia, pese al esfuerzo de Bogotá para evitarla. El nuevo re ordenamiento territorial de la nueva República fue en doce Provincias:

1. PROVINCIA DE CARACAS: inicialmente erigida con el nombre de Venezuela por el emperador Carlos V, en 1527, y ahora formada por los cantones Caracas (la capital), La Guaira, Petare, Guarenas, Santa Lucía, Ocumare, Caucagua, Río Chico, Orituco, Chaguaramas, La Victoria, Turmero, Maracay, Villa de Cura, San Sebastián y Calabozo.

2. PROVINCIA DE CUMANÁ: creada en 1521 por el emperador Carlos V y erigida en 1568, y ahora formada por los Cantones Cumaná (la capital), Cumanacoa, Cariaco, Carúpano, Río Caribe, Aragua, Maturín y Barrancas.

3. PROVINCIA DE MARGARITA: erigida el 11 de junio de 1811 por la Junta Suprema de Caracas y ahora formada por los Cantones La Asunción (la capital) y el Norte.

4. PROVINCIA DE CARABOBO: erigida por el Congreso de Colombia el 25 de junio de 1824, y ahora formada por los Cantones Valencia (la capital), Ocumare, Puerto Cabello, Nirgua, Montalbán, San Carlos, Pao de San Juan Bautista, Barquisimeto, San Felipe, Yaritagua, Carora, El Tocuyo y Quibor.

5. PROVINCIA DE CORO: erigida en 1815 por el Rey Fernando VII, y ahora formada por los Cantones Coro (la capital), Costa-Arriba, Cumarebo, Paraguaná, San Luis y Casigua.

6. PROVINCIA DE MARACAIBO: separada de la Provincia de Caracas en 1678 por el Rey Carlos II, y ahora formada por los Cantones Maracaibo (la capital), Perijá, San Carlos, Gibraltar y Altagracia.

7. PROVINCIA DE TRUJILLO: erigida el 11 de junio de 1810 por la Junta Suprema de Caracas, y ahora formada por los Cantones Trujillo (la capital), Carache, Boconó y Escuque.

8. PROVINCIA DE MÉRIDA: erigida en 1622 por el Rey Felipe IV, y ahora formada por los Cantones Mérida (la capital), Mucuchíes, Ejido, Bailadores, La Grita, San Cristóbal, Lobatera y San Antonio.

9. PROVINCIA DE BARINAS: erigida en 1786 por el Rey Carlos III, y ahora formada por los Cantones Barinas (la capital), Obispo, Guanare, Guanarito, Ospino, Nutrias, Araure y Pedroza.

10. PROVINCIA DE APURE: erigida el 17 de julio de 1823 por el Congreso de Colombia, y ahora formada por los Cantones San Fernando (la capital), Achaguas, Mantecal y Guadualito.

11. PROVINCIA DE BARCELONA: erigida el 11 de junio de 1810 por la Junta Suprema de Caracas, y ahora formada por los Cantones Barcelona (la capital), Píritu, Onoto, Aragua, San Mateo, San Diego, Pao y Soledad.

12. PROVINCIA DE GUAYANA: erigida en 1762 por el Rey Carlos III, y ahora formada por los Cantones Angostura (la capital), Upata, Piacoa, Caicara y San Fernando de Atabapo.

La nueva Constitución de la República de Venezuela fue aprobada por el Congreso Constituyente el 22 de septiembre de 1830, firmándola el General Páez al día siguiente y leída en la plaza principal de Valencia. El día 27 de septiembre de 1830, el Gral. José Antonio Páez y el Dr. Diego Bautista Urbaneja, Presidente y Vice-Presidente, juraron obedecer la nueva Constitución y hacerla obedecer. Pero, ¿cuál era la situación global de Venezuela para el año 1830?

-. El número de habitantes en estas doce Provincias se estimaba en un millón de habitantes.

-. Aguda rivalidad entre civiles y militares por el poder político, agravado por el privilegio que se arrogaban los militares por el hecho de ser héroes de la independencia.

-. Deuda pública de 3.049.782 pesos, además de la cuota que se debía pagar cuando Venezuela formaba parte de Colombia, cuyo monto global sumaba 102.948.737 pesos.

-. Imperaba aún en el país la esclavitud, a pesar de los Decretos y peticiones del Libertador. Los Congresos no habían decretado la absoluta liberación, sino que lo hacían gradualmente. Se calculaba un número de esclavos para 1830 de 50.000 y unos 12.000 sumisos.

-. Instrucción pública deplorable. La Universidad de Caracas, decretada por el Rey Felipe V e inaugurada el 11 de agosto de 1725, era el primer instituto superior. Existían otros en Mérida, Caracas, Guayana y Maracaibo. En Valencia se tenía un colegio para señoritas. 96 escuelas primarias en todo el territorio, elevado analfabetismo.

-. Estado en ruinas, especialmente en el campo agropecuario, el comercio, la vialidad terrestre, navegación mercante, como consecuencia de la prolongada guerra de independencia.

-. La participación popular en el Gobierno era nula, aunado a esto el descontento del pueblo por insatisfacción de sus necesidades.

-. El Estado se encontraba en proceso total de reestructuración: instituciones, organismos, clero, territorio, etc.

  Así se iniciaba la nueva República de Venezuela en 1830







PARTIDOS POLÍTICOS 1810 - 1840 

(I Parte)


ANTECEDENTES


Los partidos políticos han tenido una influencia decisiva en el acontecer nacional, desde el nacimiento de la República. Aunque en 1810-1811 no podemos hablar de partidos políticos organizados, la Sociedad Patriótica, organización revolucionaria pro independentista creada en 1810, agrupó a hombres notables de la época, como Francisco de Miranda, Simón Bolívar, López Méndez, Miguel Peña, entre otros, y de acuerdo con sus actuaciones, su comportamiento fue estrictamente político y de presión ante el Congreso Nacional para proclamar la Independencia. Llegó a tener, sólo en Caracas, unos 600 hombres, teniendo filiaciones en algunas ciudades del interior. Publicó su periódico, El Patriota de Venezuela, el cual circuló hasta 1812, fecha en la cual, con la caída de la Primera república, desaparece, al igual que la propia Sociedad Patriótica, incluyendo sus archivos. Durante el período de la guerra, las facciones armadas en pugna serán: realistas y republicanos o independientes.


A partir del año 1821, en virtud de las desavenencias políticas entre Caracas y Bogotá, se formó el Partido de Caracas, sin ninguna fuerza política, ya que los dominantes eran los grupos formados en torno a alguna figura predominante. Así tenemos los bolivarianos, los paecistas o los santanderistas. Como consecuencia del movimiento separatista La Cosiata, apareció el Partido Separatista y al estallido de la Revolución de las Reformas en 1835, surgieron dos grupos: los constitucionalistas y los reformistas, cuyas raíces las podemos encontrar en los denominados grupos militaristas y civilistas, aunque no se puede afirmar que son determinantes y exclusivas. Sin embargo, se enfatiza que todos estos grupos actuaban sin tener estructura política alguna ni doctrina partidista, con excepción de la Sociedad Patriótica. Así las cosas, llegamos al año 1840, crucial para los partidos políticos en la historia republicana.


PARTIDO CONSERVADOR

Conforman este partido o son conservadores, todos aquellos hombres que acceden al poder en 1830 y permanecen fiel a un hombre: al General José Antonio Páez y su proyecto de modernizar la República. Algunos son descendientes de la aristocracia colonial, otros son letrados, burócratas, propietarios, mercaderes y conjuran sus intereses con los del General Páez en completa armonía.  Sus dirigentes son los más altos funcionarios y sus agentes lo conforman los gobernadores, prefectos y alcaldes. Sus organismos de dirección se confunden con los órganos del Estado. 

También son conocidos como constitucionalistas, legalistas, ministeriales, godos, oligárquicos, siento éste último bien representativo, porque habiendo nacido en el Gobierno fue también el primero en usar todas las ventajas que da el poder. Son defensores a ultranza del status quo. ¿Cómo se formó este partido? Si miramos un poco atrás, durante la época de la colonia, vemos que a los españoles monárquicos,  los servidores del gobierno insular y a los partidarios del régimen colonial se les llamaba "godos".


Posteriormente, fueron llamados así los enemigos de la Independencia, los ex realistas y todo aquel contrario a la libertad y progreso del país. Por afinidad, este grupo se refundió con el Partido Separatista, confundiéndose ex realistas y anti bolivarianos en un solo frente. 

Al llegar el General Páez a la Presidencia de la República, los godos pasan a ser gobierno.


En la segunda Presidencia del caudillo llanero, es mucho más marcada la política de del 
pater-nalismo oligár-quico y el privilegio para un conjunto de personas. Así surge el partido, emergiendo desde el poder y sustentándolo hasta 1848. Entre sus defensores tenemos a Santos Michelena, Ángel Quintero, quien se destaca como parlamentario enfático y ministro recalcitrante, Juan Vicente González, Cecilio -Acosta, Rafael María Baralt, Fermín Toro, entre otros. Este partido no tenía ninguna estructura organizativa. Usaron el color rojo en sus enseñas.

PARTIDO LIBERAL

En Venezuela, los ciudadanos querían la paz y llevar una verdadera vida republicana, con alternabilidad en el poder, pero hasta 1839, esto no era posible y ya se notaban manifestaciones de cambio, de renovación y cansancio de aplaudir a los mismos hombres que habían ostentado el poder, por medio de un sistema político anclado y sin posibilidades de cambio, con un gran desequilibrio social y un aparato administrativo ineficiente. Así como los conservadores tienen sus antecedentes en el Partido de Caracas y Partido Separatista, los liberales tienen sus antecedentes en la Sociedad Patriótica, con sus postulados republicanos de libertad individual, igualdad jurídica y libertades económicas y políticas. Al igual que antes, parte del mantuanaje feudal, dueños de la tierra, se integran en el nuevo partido con el objetivo de desplazar al grupo oligarca que ostenta el poder. Este grupo es el que ha venido levantando su voz en solicitud de cambios y que, unidos, deciden fundar una asociación para participar en el debate público. 

Son mayormente civiles, notables, militares no separatistas y reformistas, quienes amparados en la iniciativa de Tomás Lander, fundan la Sociedad Liberal de Caracas, a mediados de 1840, y que después se llamará Partido Liberal. Tuvo este partido repercusiones en varias ciudades del interior, fundándose Sociedades Liberales, convirtiéndose en pocos años en un gran movimiento político a nivel nacional. Usarán el color amarillo como distintivo, color que posteriormente sería adoptado por los federalistas. Es el primer partido organizado en Venezuela y entre sus fundadores tenemos a Tomás Lander, Antonio Leocadio Guzmán, Tomás José Sanabria, Coronel José Austria, Jacinto Gutiérrez, Valentín espinal, entre otros. Fundan un periódico, El Venezolano", redactado por Antonio Leocadio Guzmán, cuyo primer número salió publicado el 24 de agosto de 1840, con la consigna: "Hombres nuevos, principio alternativo", convirtiéndose en la primera oposición sistematizada al Gobierno, hecho desconocido hasta entonces. Esta aparición fue saludada por el país con emoción y será fuente de luchas venideras. 





ENTRE LA CRUZ Y LA ESPADA 

(II Parte)


El clero venezolano no aceptaba la Independencia, ya que de acuerdo con la Constitución de 1811, el nuevo régimen lo despojaba de los fueros personales y prominencias que, hasta ese entonces, había gozado. En el Congreso de 1811, de los nueve clérigos que formaban parte del Cuerpo, sólo tres fueron patriotas, mientras que los seis restantes eran proclives a España. Los sacerdotes, en el orden político, aceptaban a regañadientes la independencia, por temor a ser extrañados del país como enemigos de las nuevas instituciones. Declarada la Guerra, la gran mayoría de los curas se fueron con los realistas, excitando en sus prédicas al pueblo a levantarse contra la República, a favor de España, y se incorporaron a las filas realistas, llevando sus cruces e imágenes de la Virgen y Santos oficios a las banderas españolas. Imagínense el impacto de esto en la población sumisa, asustadiza de la época. Era pelear contra Dios.

En las Provincias de Maracaibo y Coro fueron los sitios donde más se sintió esta conducta de los clérigos en contra de la emancipación, ya que éstas se mantuvieron fieles a España y es por ello que no asisten al Congreso Nacional de 1811, ni firmaron la Declaración de Independencia. Con la Provincia de Guayana pasó algo parecido, cuando inicialmente, en los sucesos de abril de 1810, se adhirieron al movimiento separatista, nombrándose una Junta, pero inmediatamente después hubo una reacción adversa. La Junta fue depuesta, presos los patriotas y reconocieron al Gobierno de España. Esta reacción fue fomentada por el clero, los misioneros capuchinos, igual que lo habían hecho en Valencia, cuando se alzaron contra las nuevas autoridades en 1811 y recibieron victoriosos al Capitán de Fragata Domingo de Monteverde, en 1812, durante su triunfante campaña reconquistadora.
Al producirse el terremoto del 26 de marzo de 1812, el cual destruyó la principales ciudades de Venezuela, fue aprovechado este fenómeno natural por los clérigos, para justificarlo como un castigo divino, por haberse el pueblo levantado en contra del Rey, por lo cual se produjo una reacción favorable para la monarquía. Fue tanta la prédica de los curas de este castigo divino de Dios para el pueblo, que el General Francisco de Miranda ordenó el fusilamiento del Padre Felipe de la Mota y del Presbítero Salvador García Ortigosa, lo cual no se llevó a cabo por súplicas de la población a favor de estos sacerdotes, ya que temían mayores represalias de Dios. 
En contra de esto se peleaba en esa época. Muchos sacerdotes realistas dejaron su huella en la población venezolana. Vamos a ver dos casos emblemáticos y un caso general de actuación del clero venezolano a favor del Rey.

FRAY JOAQUIN MÁRQUEZ: Este sacerdote dio su grito en contra de la independencia en la Provincia de Barcelona, en 1810. Se une al sargento de tropa Francisco Tomás Morales, y se van al monte, comenzando a ejercitar tareas de guerrillas, cometiendo crímenes y otras atrocidades. Posteriormente, Márquez se une al Teniente Francisco Javier Cervériz, sirviéndole en ocasiones como Secretario. Una carta de su jefe, dirigida al Comandante General Monteverde, nos da una idea de su influencia sobre Cervériz, donde en una de sus partes expresaba que había “que pasar a todos esos pícaros por las armas y yo le aseguro a Ud. que ninguno de los que caigan en nuestras manos se nos escapará” (Blanco y Azpúrua: Documentos para la vida Pública del Libertador. Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas, 1979. Tomo XV. P. 625-626).

La campaña de reconquista del poder, realizada por Domingo de Monteverde había subyugado al Padre Márquez, quien quería figurar en la Provincia de Barcelona y seduciendo a una porción considerable de indios, sobre los que tenía una gran influencia, se auto nombró General, se puso a la cabeza de ellos y comenzó sus correrías sangrientas en la región (Gaceta de Caracas. Vol. XVII. Lunes 22 de noviembre de 1813).

En una comunicación de fecha 12 de Julio de 1813, el Presbítero Manuel Antonio Arveláiz, cura de Chaguaramas, le comunicaba el Comandante General Domingo de Monteverde "de las tropelías cometidas por el malvado sacerdotal, (por desgracia) R.P. Fr. Joaquín Márquez en estos pueblos del sur de Barcelona. Últimamente se ha unido al Teniente Cervériz para cometer las más espantosas iniquidades, sin respetar el carácter sagrado que inviste ni su sagrada misión sobre la tierra. Se apoderaron del pacífico labrador Manuel Garmendia, vecino de este poblado, y bajo pretexto de que era espía de los insurgentes, y no les daba el dinero que suponían llevaba o había ocultado, le colgaron de un árbol llamado "Totuma" y después de castrarlo, y cometer con él mil abominaciones más, le obligaron a arrastrarse hasta una sabana donde fue rematado a bayonetazos. No es este el menor de sus faltas, pues es el verdadero mentor del Cervériz no menos malo que él…” (Monteverde: Cuatro años de Historia Patria. Gabriel E. Muñoz. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, 1987. Tomo I. p. 459).

Cuando el General Santiago Mariño recupera la Provincia de Barcelona a mediados del año 1813, fueron fusilados todos los que cometieron crueldades contra el pueblo, entre ellos Fray Joaquín Márquez, quien había sido apresado al esconderse dentro de un pantano, huyendo de los patriotas.

FRAY EUSEBIO DEL CORONIL: De las correrías de este sacerdote, las conocemos gracias a un historiador realista: José Francisco Heredia, quien nos dice: “Trajo Monteverde en su compañía sirviéndole de capellán y mayordomo a fray Eusebio del Coronil, capuchino degenerado de las misiones del Apure, que en sus modales y palabras parecía más bien capitán de bandoleros que religioso de San Francisco. Se le agregó desde Barcelona cuando huyó D. Antonio Gómez, para que no faltara en la compañía y familiaridad del Jefe quien escandalizara con sus amenazas y deseos de venganza contra los hijos del país. El padre Coronil, a más de lo que echaba por aquella boca sobre este punto cuando se presentaba ocasión, en Valencia al partir una compañía para San Carlos exhortó en alta voz a los soldados que de siete años para arriba no dejasen vivo a nadie”. (Memorias para las Revoluciones de Venezuela. París. Librería Garnier Hermanos. 1895. p. 158).

CLERO CONTRA CLERO: Ahora vamos a ver la reacción del clero contra aquellos sacerdotes que simpatizaron con la emancipación. En el año 1814, año nefasto para la República, el Gobernador realista de Caracas Sargento Mayor don Juan Nepomuceno Quero, había llevado con verdadera saña la venganza contra aquellos venezolanos que habían regresado a la capital, confiados en los indultos ofrecidos, para luego morir en manos de estos aventureros. Pero el Gobernador Quero quería más y pensó en el clero. Para ello contaba con la complicidad de dos sacerdotes infames: el Pbro. Santiago González de Escandón y el Padre Juan José García, quienes no vacilaron en delatar a sus hermanos y comenzar una cacería de brujas contra aquellos sacerdotes “enemigos” de la Corona, anotándolos en listas, como en la Inquisición, para que asistieran al Tribunal Superior de Justicia, organismo creado por orden de José Tomás Boves.

Con la aquiescencia del Arzobispo de Caracas, Narciso Coll y Prat, se elaboró la lista de lo sacerdotes emigrados con los jefes patriotas en la marcha al Oriente de la República, así como también de otros que se encontraban en la capital y de otros sacerdotes sospechosos. La lista sumaba 59 sacerdotes. Los clérigos delatores sumaban unos 18. El Padre Santiago González de Escandón declaró en el Tribunal, bajo juramento, de la conducta opuesta a la causa del Rey de 14 prelados, enfatizando que eran enemigos declarados del Rey y de la Nación, y por lo tanto los considera perjudiciales al bien público, a la debida subordinación al Soberano y al bien espiritual de estos habitantes. El Padre Juan José García fue más explícito en su declaración, empujando al patíbulo a 30 sacerdotes, con detalles precisos de los pasos de ellos. Otros clérigos acusadores fueron: Fray José Anselmo Peña, Fray Miguel Olaizola, Fray Miguel Espinoza, don José Ignacio Ocampo y don José Ignacio de Las Casas, ambos seculares. Otros sacerdotes denunciantes fueron un poco vagos en la información señalada.

Algunos sacerdotes fueron hecho prisioneros, con sentencias de ser deportados a España. La sociedad caraqueña, consternada ante esta situación, sólo los vio salir de la prisión, donde estuvieron incomunicados, en estado físico deplorable y en un mayor estado de miseria. Otros sacerdotes estaban prisioneros en las bóvedas de La Guaira. Así, enfermos o no, fueron trasladados a España en el bergantín Palomo. Fray Francisco González, enfermo desde su sitio de reclusión en La Guaira, no aguantó el viaje muriendo 48 horas después del embarque. Otros sacerdotes considerados patriotas, llegaron de diferentes ciudades de la República, detenidos para ser también deportados a España. De ellos, 14 fueron enviados a España, 36 escaparon a Trinidad y Tobago y 20 se escondieron en el país.

Cuando los religiosos llegaron a España, produjo un efecto adverso, debido al lamentable estado físico en el cual se encontraban. En comunicación del 18 de marzo de 1815, el Ministro Universal de Indias le envió una nota al Capitán General Interino en Venezuela sobre lo improcedente del acto con estos sacerdotes por faltar documentos del acto administrativo, con el fin de procesarlos. Pero cuando llegó esa comunicación en diciembre de 1815, ya el Sargento Mayor Quero no era Gobernador y estaba al mando el Capitán General don Salvador Moxó. No hubo repuesta, pero el mismo General Pablo Morillo justificó estas medidas, con el fin de evitar la sedición en tierra venezolana.
¿Qué pasó con estos sacerdotes? Eso ocurrió en el año 1814. Algunos de ellos pagaron prisión en el Castillo de Santa Catalina, en Cádiz, mientras otros tuvieron la ciudad por cárcel. Pues, bien, aún en el año 1820 no se habían procesado a estos sacerdotes por carecer de la documentación requerida, la cual nunca fue enviada desde Caracas. En 1817 hubo un intento por parte del Consejo de Indias de resolver estos casos, pero el Capitán General Moxó, con la clara intención de no resolverlo, remitió el caso a la Real Audiencia de Caracas, la cual no pudo hacer nada, ya que requería que los sacerdotes regresaran a Venezuela para que rindiesen declaraciones. El asunto fue archivado.

En 1820 recobraron la libertad, como consecuencia de la nueva Constitución promulgada ese año en España, a excepción de dos de ellos quienes murieron en prisión. Sus nombres fueron olvidados en Venezuela por el trajinar de los acontecimientos.





ENTRE LA CRUZ Y LA ESPADA 

(I Parte)


Durante la guerra de independencia se observó un hecho muy curioso: el caso de sacerdotes que se sumaron a la causa independentista en el campo de batalla, sin menoscabo de sus funciones eclesiásticas o que al final del período regresaban a sus actividades clericales. No por ello vamos a dejar por fuera a aquellos sacerdotes quienes desde el púlpito sagrado alzaron sus voces a favor de los republicanos y que muchos de ellos fueron encarcelados, torturados, muertos, y otros fueron enviados a España, pagando con su sangre la valentía de ser patriotas. En esta ocasión nos referiremos a los primeros, o sea, aquellos sacerdotes que se desempeñaron en ambos roles: como sacerdotes y combatientes. Al efecto tomaremos cuatro casos de los tantos que existen.

ARZOBISPO RAMÓN IGNACIO MÉNDEZ

Es uno de los máximos exponentes en el tema en referencia. Nacido en Barinas en 1773, se une a la Iglesia en el Seminario de Santa Rosa de Lima, en Caracas, completando sus estudios de derecho civil en la Universidad de Caracas. En 1779 recibió las órdenes sacerdotales en Mérida, siendo también teniente de vicarios y cura de Barinas. Pero en 1810 se suma a la causa republicana, siendo en 1811 diputado al Congreso Constituyente, por Guasdualito, firmando el Acta de Independencia. A la caída de la Primera República, es enviado a prisión en el castillo de Puerto Cabello, liberado posteriormente por Domingo de Monteverde.

En 1813 recibe al General Simón Bolívar en Barinas. A finales de ese año se convierte en emisario patriota a caballo, entregándole a Bolívar una solicitud de armas y pertrechos, solicitados por el gobernador de Barinas. A raíz de la pérdida de la Segunda República se interna en los llanos de Casanare. Allí convive con los llaneros y en su labor sacerdotal se acostumbra al modo de vivir en los llanos, convirtiéndose en habilidoso con el lazo y con la lanza. En 1816 se une al General José Antonio Páez, y con este Jefe manejó la cruz como sacerdote y la lanza como combatiente. Actuó en los combates de Trinidad de Arichuna, toma de Achaguas, sitio de San Fernando de Apure y en la batalla de El Yagual. Es precisamente ante Méndez que Páez jura obediencia al Libertador en 1818.

Pero las actividades políticas no fueron descuidadas por Méndez. Participó como Diputado en los Congresos de Angostura, en 1819, y de Cúcuta, en 1821. Como Senador estuvo en los Congresos de Colombia de 1823, 1825 y 1826. En este último año se hizo respetar como hombre al abofetear públicamente a un senador por haberlo ofendido. De igual manera, no descuidó sus labores eclesiásticas, siendo nombrado en 1824 arcadio de la Catedral de Caracas. En 1827 Bolívar le recomienda al Congreso para ocupar la silla arzobispal de Caracas, expidiendo el Papa León XII las bulas respectivas, convirtiéndose en el primer arzobispo de la República.

Murió Méndez en Villeta, Colombia, en 1839. Había sido expulsado de Venezuela dos veces, una de ellas por el General José Antonio Páez, en 1830 y 1836, al negarse a jurar la Constitución de Valencia y la Ley de Patronato, respectivamente. La Patria lo honró al trasladar sus restos al Panteón Nacional en 1942.

CORONEL JOSÉ FÉLIX BLANCO: El presente caso del sacerdote Blanco es bastante emblemático. Nacido en Caracas en 1782, realizó sus estudios eclesiásticos en el Seminario de Caracas, en 1795, y en 1809 recibió las sagradas órdenes, viéndose obstaculizado en su carrera y en los estudios universitarios seguidos, por su condición de hijo expósito, o sea, un abandonado, sin pasado, y criado por una negra libre, adoptando el apellido de su padrino de confirmación.

Se une a la causa independentista en 1810, pero decide participar más activamente, y forma parte en 1810 y 1811, como capellán del ejército, en las campañas de Coro y Valencia, a las órdenes del Marqués del Toro y del General Francisco de Miranda, respectivamente. Combatió contra Domingo de Monteverde en la Batalla de Los Colorados, en 1812, y sirvió bajo las órdenes del Coronel Miguel Carabaño. Al caer la Primera República se marcha a Trinidad, pero en 1813 se une al Libertador, combatiendo en las batallas de Bárbula, Las Trincheras, Barquisimeto, Vigirima y Araure. En 1814 actúa bajo el mando del General José Félix Ribas, en Ocumare del Tuy; en Bocachica, bajo las órdenes del General Santiago Mariño; y en Carabobo, a las órdenes del Libertador. Al caer la Segunda República se retira a Nueva Granada, bajo el mando del General Rafael Urdaneta. En dicha provincia sirvió con el Libertador en 1815, y en 1816 bajo las órdenes del General Manuel de Serviez, acompañándolo hasta los llanos de Casanare. En el Apure sirvió con el General José Antonio Páez, en 1816, interviniendo en diversos combates y en la batalla de El Yagual. En 1817 sirve en Guayana, bajo el mando del General Manuel Piar y el Almirante Luis Brión.

Como se observará, el sacerdote Blanco sirvió con numerosos jefes patriotas. Igualmente desempeñó actividades políticas y militares, como Diputado al Congreso de Cúcuta en 1821; Gobernador de Barinas, en 1817; Comandante Militar de los valles de Cúcuta, en 1830; Comandante de Armas de Maracaibo, en 1815; Secretario de Guerra y Marina, en 1837; Secretario de Hacienda y Relaciones Exteriores, en 1847; y Consejero de Estado, en 1862. Blanco se había desvinculado totalmente de la carrera eclesiástica e inclusive se había afiliado a la masonería, alcanzando el grado 33. Después del año 1830, había solicitado a la Santa Sede su secularización, siéndole concedida por el Papa Gregorio XVI en 1833, prohibiéndole contraer matrimonio. En 1847 se separa de la vida pública, habiendo competido por la vicepresidencia y presidencia de la República, y solicitó ante la Santa Sede en 1848, 1850, 1852 y 1855, la rehabilitación como sacerdote, siéndole negada continuamente.

    En 1862, por intermediación del Arzobispo de Caracas, Guevara y Lira, el Papa Pío IX le concedió la rehabilitación plena, teniendo que abjurar públicamente la masonería. Posteriormente se dedicó a su ministerio religioso y a continuar como escritor-historiador en la recopilación, junto a Ramón Azpúrua, de la obra “Documentos Públicos para la historia de la vida pública del Libertador”, en 14 volúmenes. Murió Blanco en Caracas en 1782 y sus restos reposan en el Panteón Nacional desde 1896. Había alcanzado el grado de Coronel.

CORONEL ANDRÉS TORRELLAS: El caso de este sacerdote guarda mucha relevancia, porque sirvió primero en las filas realistas y después en las patriotas. Era Torrellas nativo de Bureche, hoy estado Lara, y nacido en 1785. Egresó como sacerdote en 1805 del Seminario Tridentino de Caracas. En 1812 se encontraba de cura párroco de Siquisique, Estado Lara, desde donde incitaba a los feligreses a favor del Rey. Fue factor decisivo en el alzamiento del indio Reyes Vargas a favor de los realistas y cuando el Capitán de Fragata Domingo de Monteverde salió de Coro en su famosa expedición, Torrellas formaba parte de la misma como capellán. Posteriormente lo encontramos combatiendo a favor de los realistas en el Apure, en 1816, y al mismo tiempo manteniendo sus actividades sacerdotales, tanto así que en 1817 se encontraba comisionado para fijar el sitio de la construcción de la iglesia de Cabudare, cerca de Barquisimeto.

En el año 1820, Torrellas se pasa a las filas patriotas, combatiendo activamente en la Campaña de Coro, en 1822, derrotando en Curimagua a su antiguo jefe, el General realista Francisco Tomás Morales. Ese mismo año de 1822 recibe la Comandancia de Armas de Occidente y Gobernador y Comandante de Armas de la Provincia de Coro. En 1823 es ascendido a Coronel, dedicándose plenamente a la carrera militar, renunciando a los privilegios eclesiásticos. En 1826 fue nombrado Comandante de Armas del tercer distrito de la Provincia de Carabobo. Se adhiere al movimiento separatista del General Páez y es nombrado Inspector General de Milicias de la zona de Barquisimeto. Fue electo Senador por Carabobo, en 1831. En 1835 combatió la Revolución de las Reformas, permaneciendo fiel al Presidente José María Vargas. Sin embargo, muchos años después, Torrellas fue rehabilitado como sacerdote y se retira de la vida pública, perdiéndose en la historia. No se sabe con certeza sobre sus pasos posteriores ni el lugar y fecha de fallecimiento. Se cree que fue en Barquisimeto, en el año 1864.

PRESBÍTERO FRANCISCO ANTONIO ROSARIO ROSARIO

Es uno de los casos en el cual su labor sacerdotal se mantuvo paralela a su labor revolucionaria no militar. Nació el Padre Rosario en la Villa o Hacienda "La Rosariera o del Apamate", en la Parroquia Chiquinquirá de Trujillo, el 13 de junio de 1761. Era hijo de Juan Evangelista Rosario y Ana Catalina Rosario. Estudió para el sacerdocio en Maracaibo y Mérida, sitio éste donde se ordenó entre 1786-87. A los 25 años fue Vicario de Monay, Escuque, y en 1793 llega a Mendoza. En 1810 interviene en los sucesos independentistas en Trujillo. El 9 de octubre de ese año presenta un Proyecto de Provincia Confederada, con toda su organización política, recibiendo el reconocimiento de la Junta Revolucionaria de Trujillo. Perteneció a la Sociedad Secreta Comuna "Hermanos", junto a la élite ciudadana de la Provincia, entre ellos el Coronel Antonio Nicolás Briceño, el Dr. Cristóbal Mendoza, el General José de La Cruz Carrillo y el Dr. Miguel Ignacio Briceño. Fue electo Representante a la Constituyente de Trujillo, firmando la Primera Constitución de esa Provincia y elaborando La Proclama de La Libertad, documento fundamental para entender el Pensamiento Político de la época. En 1813 era Jefe de la Junta de Guerra de Trujillo. Ese mismo año se une al ejército Libertador, durante la Campaña Admirable, siendo su Capellán.

En Biscucuy, el Libertador le asignó la tarea de organizar los sectores patriotas de Trujillo. Fue coautor y corredactor de la Proclama de Guerra a Muerte, firmada por el Libertador el 15 de Junio de 1813. Entre sus quehaceres, dotó al Ejército Libertador de armas, avituallamiento, parque, y cediendo su hacienda "El Cucharito o Carmania", en el sector Agua Clara, con todo el ganado y bienes. El Padre Rosario dedicó gran parte de su tiempo a las labores agrícolas, siendo dueño de varias haciendas de café, cacao y caña, sin descuidar sus obligaciones sacerdotales. En 1818 dio libertad a sus esclavos y fundó asociaciones piadosas para fomentar la fe, repartiendo la mayoría de su inmensa fortuna entre los pobres. Con la Sociedad Secreta escondió muchas municiones y pertrechos, ofreciéndoselas al Libertador en 1820, para cualquier eventualidad con las tropas del General Pablo Morillo. Construyó capillas y ayudó al Coronel Agustín Codazzi en sus trabajos geográficos en la región, entre los años 1837-38.

La única falla del Padre Rosario es que era muy mujeriego, recibiendo muchas críticas por ello. Convivió con muchas mujeres, entre ellas María Lobo, María Gracia y María González, a quienes llamaban "Las Tres Marías". El Padre Rosario murió el 31 de agosto de 1847, a la edad de 86 años, en pleno ejercicio de sus funciones sacerdotales.

En próxima entrega veremos el caso de sacerdotes actuando en el bando realista






DISOLUCIÓN DE LA GRAN COLOMBIA


Antecedentes:

El 17 de diciembre de 1820 fue sancionada la Ley Fundamental de la República de Colombia en el Congreso de Angostura, quedando así constituida la República de Colombia, siendo electo presidente el Libertador Simón Bolívar y como Vice-Presidente Francisco Antonio Zea. Como Vice-Presidentes de los Departamentos de Venezuela y Cundinamarca (Nueva Granada), fueron electos Juan Germán Roscio y Francisco de Paula Santander, respectivamente. Fue convocado un nuevo Congreso Nacional, a llevarse a cabo en la ciudad de Cúcuta, capital provisional de la República, en 1821. En dicho congreso fue proclamada la Constitución de Colombia, concretándose finalmente el sueño unificador de Simón Bolívar, quién fue elegido Presidente de la naciente República, conformada por Venezuela y Cundinamarca, siendo elegido Vice-Presidente el General Francisco de Paula Santander. El nombre de Gran Colombia se le da para diferenciarla de la actual Colombia, pero la República creada fue sencillamente Colombia.

En las provincias del sur, los territorios de Quito y Guayaquil se habían separado de España desde 1820, manteniendo gobiernos propios. El 24 de mayo de 1822, el General Antonio José de Sucre define con el triunfo en la Batalla de Pichincha la independencia de Quito, la cual se anexa a Colombia el 16 de junio de ese año, durante los actos de la entrada triunfal del Libertador Simón Bolívar a esa ciudad. Posteriormente, Guayaquil se anexa a Colombia el 13 de julio de ese mismo año.

Con respecto a Panamá, el 28 de noviembre de 1821, se separa de España, siendo un movimiento totalmente ajeno a la revolución bolivariana. Sin embargo, la naciente independencia peligraba por la falta de presupuesto, carencia de armamento militar y la inseguridad de que España tratara de reconquistar el istmo. Por tanto, se vieron obligados a buscar la unión con alguna de las nuevas naciones. Tomando en cuenta el liderazgo y visión del Libertador Simón Bolívar y al hecho de haber pertenecido al Virreinato de la Nueva Granada, en la misma carta separatista toman la decisión de unirse a la Gran Colombia.

Disolución:

En la disolución de la Gran Colombia influyó de manera determinante el hecho de que los territorios originales estuvieron muy poco integrados durante la Colonia. Aunque el virreinato de Nueva Granada tenía jurisdicción sobre Venezuela y Quito, la Capitanía General de Venezuela funcionaba como un ente administrativo aparte, al igual que la Audiencia de Quito. La unión de estas provincias bajo el nombre de Colombia no significó en modo alguno un cambio en sus tradiciones. Siendo Bogotá la capital de la República, dificultaba, por su distancia, que en el gobierno central existiera una representación significativa de Caracas o Quito. Los sentimientos regionalistas emergían con mucha fuerza y que unido a ello, la mayoría de los representantes del gobierno central eran neogranadinos. Las diferencias entre venezolanos, neogranadinos y quiteños se hicieron más evidentes. Los intereses regionales estaban por encima de la integración y que el sueño de Bolívar en tiempo de guerra funcionó, pero en tiempo de paz otros fueron los intereses en juego. Las diversas necesidades no podían resolverse con leyes idénticas para todas las regiones. Los enemigos de Bolívar aprovecharon estas coyunturas para socavar su reputación, haciéndole ver como impopular, tiránico y con deseos de convertirse en emperador. Las regiones comenzaron a pedir cambios constitucionales y surgieron movimientos separatistas, haciendo ver la unión con Colombia como insostenible.

VENEZUELA: Desde el año 1826 comenzó la desintegración de la unión venezolana con Colombia, con el surgimiento del movimiento separatista La Cosiata. Con fecha 31 de enero de 1830, el Gral. Páez, Jefe Civil y Militar de Venezuela, firmó un decreto separatista en el cual reestructuraba el Gobierno y celebraba la recuperación de la soberanía venezolana. Igualmente convocaba a un Congreso Constituyente. El 6 de mayo de 1830 se instaló en Valencia la Convención Nacional, con asistencia de 33 diputados. Páez entrego el mando militar y civil, decidiendo el Congreso que continuara en el mando hasta que ellos tomaran una decisión. El 22 de septiembre de 1830, los Diputados firmaron la nueva Constitución que debía regir la nueva República, ya separada oficialmente de Colombia. El 23 de septiembre, el Gral. Páez la firmó y el día 27 juró obedecerla, en su condición de Presidente Encargado. El 11 de abril de 1831, el General Páez juró nuevamente obedecer la Carta Magna, pero como primer Presidente Constitucional de Venezuela.

QUITO: Los mismos problemas internos y conspiraciones locales en contra de la unión reinaban en Quito. Al tener estrecha relación con los hechos sucedidos en Caracas, igualmente tomaron las mismas medidas y el 13 de mayo de 1830, el Departamento del Sur (Quito) se separa e Colombia, conformándose la República del Ecuador. Fue el venezolano General Juan José Flores su primer Presidente Constitucional, siendo reelecto en dos períodos posteriores.

NUEVA GRANADA: El Estado de Nueva Granada surgió como estado independiente después de la desintegración de la República de Colombia en 1830, siendo el General Rafael Urdaneta el último Presidente de esta República, entregándole el mando a Domingo Caicedo el 3 de mayo de 1831. El país legitimó su condición de República con la Constitución sancionada el 29 de febrero de 1832, creándose la República de Nueva Granada, siendo su primer Presidente el General Francisco de Paula Santander. Al aprobarse la Constitución de 1858, la República de Nueva Granada se convirtió en Confederación Granadina. En 1863 adoptó el nombre de Estados Unidos de Colombia y en 1886 se constituyó definitivamente en República de Colombia. Esta designación fue protestada por los Congresos de Venezuela y Ecuador, por considerarlo una usurpación unilateral del patrimonio histórico común, sin embargo no paso de allí. Todos esos cambios de nombre se dieron como consecuencia de las constantes guerras civiles en las cuales se vio envuelto el país.

PANAMÁ: Este sí es un caso interesante. Panamá tuvo 17 intentos de separación y cuatro separaciones oficialmente declaradas. El 26 de septiembre de 1830 se produce la primera separación de Panamá de Colombia, como consecuencia de los sucesos de Venezuela y Ecuador, el asesinato del Mariscal de Ayacucho y la separación del gobierno del Libertador Simón Bolívar, a quien le ofrecen el gobierno del istmo. Bolívar declina el ofrecimiento y pide la reintegración de Panamá a Colombia, lo cual se produce el 11 de diciembre de 1830.

La segunda separación ocurre el 9 de julio de 1831, debido a problemas internos de poder. A los pocos meses vuelve Panamá a Colombia. La tercera separación se produjo el 18 de noviembre de 1840, como consecuencia de las constantes guerras civiles en Nueva Granada, siendo los panameños ajenos a estos conflictos. A los tres meses, el Gobierno de Bogotá convence a las autoridades panameñas de la reintegración. La cuarta separación ocurre durante una revolución iniciada el 29 de septiembre de 1850 y es el 27 de febrero de 1855, cuando finalmente se incorpora a la constitución la creación del Estado Federal Panamá.

Esta fue, a grandes rasgos, la secuencia de la disolución de la República de Colombia, o mejor conocida como la Gran Colombia.





GUERRA DE EXTERMINIO 

(II parte)


Hermógenes Mazza
Hemos visto a grandes rasgos, la situación planteada con la política seguida en Venezuela en cuanto al trato que se le debía dar a los venezolanos que insurgieran contra el sistema, cayeran prisioneros o fueran colaboradores a favor de los insurgentes, tal como eran llamados los patriotas por los jefes españoles. La política de exterminio puesta en práctica fue seguida por los siguientes jefes: Domingo de Monteverde, Eusebio de Antoñanzas, Francisco Javier Cervériz, Antonio Zuazola, Pascual Martínez, José Ñañez, Antonio Puig o Puy, José Tomás Boves, Francisco Rosete y Francisco Tomás Morales. No significa que ellos fueron los únicos, sino que fueron los comandantes directos y responsables de sus propias actuaciones y de los desmanes de sus subalternos.

Simón Bolívar vivió en carne propia la cantidad de crueldades que se venían cometiendo en Venezuela desde la llegada al país de Domingo de Monteverde. Después de la pérdida de la Primera República, desde Cartagena, lo expresaba en su alocuión general del 12 de noviembre de 1812 cuando en su ultimo párrafo decía: “¿Pero podrá existir un Americano que merezca este glorioso nombre que no prorrumpa en un grito de muerte contra todo español, al contemplar el sacrificio de tantas víctimas inmoladas en toda la extensión de Venezuela?. No, no, no!”. (Guerra de Exterminio. Gustavo Machado Guzmán. Tecnocolor, Caracas, 2003. P. 64).


Los jefes patriotas, ante la guerra de exterminio declarada por los españoles, no se quedaron atrás e igualmente compensaron a actuar en represalia a dichas actuaciones. Uno de los casos más notorios fue el del Coronel Doctor Antonio Nicolás Briceño, profesional ilustrado, apacible, moderado, pero viendo lo que estaba sucediendo en Venezuela, alteró en sumo grado su carácter, animado de un sentimiento de venganza, decidiendo realizar la guerra a muerte contra los españoles por su cuenta. Formó una expedición con algunos hombres, declarando grados militares y recompensas de acuerdo al número de cabezas de españoles e isleños canarios que presentasen. Este proyecto se lo presentó al Libertador, quien lo desaprueba, pero él siguió adelante con sus planes, llevándolos a la realidad. Huyendo de Bolívar, se interna en Guasdalito donde es hecho prisionero por los realistas, junto a algunos de sus hombres. Todos fueron fusilados. Al Cnel. Briceño lo ejecutan el 15 de junio de 1813 y su cabeza y manos colocadas extramuros a fin sirvieran de escarmiento.


Bandera de la Guerra a Muerte
Durante la Campaña Admirable, el Libertador es enterado en Mérida el 20 de mayo de 1813 de la captura del Coronel Antonio Nicolás Briceño y su personal. No le cabe duda de la suerte que sufrirán esos compatriotas. El 8 de junio expelió una proclama a los merideños, finalizando la misma con la siguiente expresión: “…Nuestro odio será implacable y la guerra a muerte”. Es la antesala del Decreto de Guerra a Muerte. En el tránsito hacia Trujillo, una de las columnas al mando del Capitán Hermógenes Maza, ejecutó a varios españoles a su paso por Mucuchíes, en cumplimiento de la proclama antes citada. Era el inicio de una matanza por parte de ambos bandos de resultados impredecibles.

El 15 de junio de 1813, en la ciudad de Trujillo, Simón Bolívar dictó su proclama de Guerra a Muerte, la cual finaliza con la expresión más dramática del caso: “Españoles y Canarios, contad con la muerte, aún siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de América.  Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpable”. Esta proclama ha sido objeto de muchos análisis y estudios: tanto a favor como en contra; sin embargo esta proclama es producto de lo que se estaba viviendo. Esta es una declaración oficial de guerra a muerte de una similar, no decretada, pero llevada a cabo por los españoles desde el año 1812. Uno de los oficiales más brillantes que tuvo Venezuela en esa época, el General Rafael Urdaneta, fue testigo del proceso que llevó a Bolívar a declarar la guerra a muerte. Él comenta que dos razones llevaron a Bolívar a actuar así: que los españoles supieran que si ellos mataban a todos los patriotas, como lo estaban haciendo, él usaría una represalia abierta; la otra razón era hacer conocer a todos los criollos venezolanos que ninguno era criminal ante el Ejército Libertador, sino aquel que no abandonase a los españoles y que, aún, ese obtendría perdón. De esta manera los criollos engrosarían las filas de Bolívar. (Memorias. Rafael Urdaneta. Editorial América, Madrid. 1916. Maracaibo, 1945. p. 6).


Firma del Decreto de Guerra a Muerte. Trujillo


Pero Bolívar no fue inflexible y rígido con este decreto. A tan sólo 13 días de su emisión, desde San Carlos, emite una proclama en la cual previene a los españoles de cesar con la guerra a muerte por ellos iniciada y les presenta las opciones de perdón o de morir. Posteriormente, el 28 de enero de 1814, Bolívar emite otra proclama desde Puerto Cabello, flexibilizando radicalmente la pena de muerte. Sin embargo, la guerra a muerte se continuó llevando a cabo por ambos bandos de una manera inimaginable. No habían prisioneros durante los enfrentamientos y las represalias tomadas por ambas partes se pueden considerar como bárbaras. Esta situación se mantuvo así hasta que el Libertador Simón Bolívar y el General Don Pablo Morillo firmaron el 25 de noviembre de 1820, el Tratado sobre la Regularización de la Guerra, en la aldea de Santa Ana. Con ello se daba fin a la guerra de exterminio y se regulariza la Guerra, conforme a las leyes de las naciones cultas y a los principios liberales y filantrópicos. Dijo Bolívar sobre dicho tratado: “Este tratado es digo del alma del General Sucre, es el más hermoso monumento de piedad aplicado a la guerra”. (Guerra de Exterminio. Gustavo Machado Guzmán. Tecnocolor. Caracas,2003. p. 263).




GUERRA DE EXTERMINIO 

(I PARTE)


Venezuela vivió durante la guerra de independencia una confrontación que bien pudiera llamarse “de exterminio”. Fue una guerra generalizada y aún en los más recónditos lugares llegaba la mano exterminadora con su principal sello: la muerte. Ciudades, pueblos, aldeas, fueron arrasados, quemados, saqueados, corriendo la sangre de sus habitantes como río por las calles, producto de lo que se estaba viviendo. Es posible que no haya existido tal guerra de exterminio en ningún país del mundo con la vehemencia y duración que se vivió en Venezuela. No es posible precisar cuántas personas murieron. Aquí se confunden españoles, europeos en general, americanos y venezolanos. ¿Cómo empezó esta guerra de exterminio?. Todos los movimientos independentistas que se sucedieron en Venezuela fueron acompañados por el pensamiento español de la eliminación física de sus participantes. Y ese pensamiento español de eliminación siempre estuvo presente durante toda la guerra. Era la idea generalizada que sacrificando a la presente generación, se cortaba de raíz el problema.


El historiador realista José Francisco Heredia (Memorias sobre las revoluciones de Venezuela. París, Librería de Garnier Hermanos, 1895. p. 158) dice que oyó a varios individuos europeos, decir que convendría destruir la población criolla y traer nuevos colonos de España. Y la orden de exhorto a la tropa realista era que no dejasen vivo a nadie de siete años para arriba (p. 107,108 mismo libro). ¿Suena irreal?. El ex-Gobernador de Caracas, Brigadier Don Manuel Fierro escribía a un compatriota español en el año 1814 (Blanco y Azpúrua. Documentos para la historia de la vida pública del Libertador. 


Ediciones Presidencia de la República. Caracas, 1979. tomo IV. p. 202), dándole gracias a Dios por la masacre acaecida en Maturín en 1814, manifestando que de esa canallada no debía quedar ni uno solo vivo y que en las últimas acciones habían perecido más de 12 mil hombres y que menos mal que eran criollos. Que si fuera posible, lo mejor era arrasar con todo americano, ya que el caso era extinguir a la generación presente por ser enemiga. Decía que si encontraran varios Boves en la América, se lograrían esos deseos.

Y aunque la idea parezca descabellada, los documentos nos dan luz sobre esos conceptos. Y es que el mismo Consejo de Regencia establecía que los rebeldes que siguieran el ejemplo de Caracas serían exterminados (Francisco Javier Yánez. Compendio de la Historia de Venezuela. Tomo I. Editorial Élite, Caracas, 1944. p. 153). Inclusive, el Capitán General Juan Manuel Cajigal expresó en sus memorias (Juan Manuel Cajigal. Memorias sobre las Revoluciones de Venezuela. Ministerio de Justicia, Caracas, 1960. p. 161) haber escuchado de boca del propio General Pablo Morillo, General en Jefe del Ejército, que el sistema de Boves era el que convenía y era el único con que se debía tratar a esta gente. Inclusive, la prensa realista también así lo expresaba (Gaceta de Caracas, Nro. 1. 01 de febrero de 1815. p. 2 y 3), cuando exaltaban las victorias realistas hasta el exterminio y que el enemigo debía ser exterminado del orden social de estos pueblos.

Y unido al exterminio de las poblaciones, se le suma el de las propiedades. Los campos eran arrasados, los cultivos destruidos, el ganado muerto o sustraído, las haciendas saqueadas e incendiadas, los casas y pueblos enteros saqueados, incendiados. Esto era un apocalipsis. El militar español Don Antonio Vegas, en comunicación al Capitán General en octubre de 1814, (Rufino Blanco Fombona. Bolívar. Ediciones de la Gran Pulpería del Libro Venezolano. Tomo 3. Caracas, 1984. p. 122) le decía que le daba compasión el ver el estado horrible en que se encontraban los pueblos desde Cojedes hasta Guanare, donde los infelices vecinos se hayan en los montes buscando auxilio debido a la rara política y despotismo de la autoridad española.

Esta era Venezuela. Ardía por los cuatro costados. Próximamente hablaremos de la reacción de las fuerzas patriotas ante esta situación de exterminio.