¿Cuándo se utilizó el calificativo de Prócer en Venezuela? Hemos venido observando en el artículo Principal (Sistema de Recompensas en Venezuela), el desarrollo de los diferentes decretos que establecieron las recompensas militares, por servicios distinguidos, prestados a la República en los tiempos del Ejército Libertador. Hemos afirmado que el Mariscal Juan Crisóstomo Falcón fue el primer Presidente en dedicarle atención específica a esta situación, en decreto del año 186. Este decreto también derogado por otro similar en el año 1867, pero esta vez se estableció en su reglamento, por primera vez en Venezuela, el calificativo de Prócer a los militares involucrados en dicho Decreto (Nro. 1625 del 25-05-1867). Para efectos de evaluar los requisitos exigidos en dicho Decreto, se creó una Junta Calificadora y por criterios del mismo Mariscal Falcón, estuvo formada por tres Generales de la época, para facilitar el trabajo. Cuatro días más tarde esta Junta quedó eliminada, aún cuando ya había iniciado su trabajo arduamente. Indudablemente, que esta Junta no terminó su labor, quedando en el ambiente mucho descontento. Habían pasado muchos años y no era fácil precisar algunos casos de fallecidos o simplemente que algunos militares no tenían documento alguno que avalara su actuación en el Ejército Libertador. Es por ello, que el General José Ruperto Monagas, después del triunfo de la Revolución Azul, emitió un nuevo Decreto en 1869, buscando con ello solventar las novedades existentes. Pero ahora se incluyen, en un acto de justicia, a los comisarios, cirujanos, médicos y capellanes que prestaron servicios en esa época. Se crea temporalmente una nueva Junta Calificadora y se establecen las fechas comprendidas entre el 19 de abril de 1810 y el 23 de enero de 1826, como el período a considerar de los servicios.
Pero las buenas intenciones de esos Decretos quedaron en eso. En el año 1870, el General Antonio Guzmán Blanco, Jefe de la Revolución de Abril, ya en posesión del Gobierno, eliminó todos los contratos, elecciones, leyes, decretos, expedidos desde el 28 de Junio de 1868 hasta el 27 de abril de 1870. Así es la política. Por consiguiente, hubo de esperar tres años más para continuar en el proceso de verificación de nombramiento de Próceres. En el año 1873 se emitió otro Decreto, el cual redujo el período a evaluar, comprendido entre el 3 de mayo de 1816 hasta el 10 de diciembre de 1824, pero aplicando la medida de servicios interrumpidos. En 1874, el General Guzmán decretó la Iglesia de la Santísima Trinidad de Caracas como Panteón Nacional, ordenando depositar allí los restos de varios Próceres, con la particularidad de que algunos ya estaban allí, mientras que otros fueron trasladados a los cementerios públicos por no ser considerados Próceres. Los Ciudadanos Civiles fueron reconocidos como Ciudadanos eminentes, ya que el calificativo de Próceres se aplicaba sólo a militares. En esta última categoría incluyeron a personajes de la Federación.
Cuando el General Francisco Linares Alcántara llega a la Presidencia de la República, emite un nuevo Decreto sobre la materia, restableciendo el período desde el 19 de abril de 1810 hasta el 23 de enero de 1826. De aquí en adelante hubo mayor estabilidad en la materia, hasta que 35 años más tarde, en 1913, el General Juan Vicente Gómez emitió una Ley, la cual trajo mejoras sustanciales en el tratamiento de los Próceres, indicando que tanto militares como civiles serían reconocidos como tales por servicios a la emancipación americana, hasta la fecha de la Batalla de Ayacucho, en 1824. Es decir, no establecía un período determinado, flexibilizando las pruebas de comprobación... De hecho, en Decreto del año 1912 y Resolución del año 1913, el General Gómez, con el fin de honrar a los fundadores de la República, decreta ejecutar varios retratos al óleo para ser colocados en el Salón Elíptico del Palacio Federal. En 1838, el General Gómez continuó rindiendo homenaje a nuestros Próceres civiles y militares, ordenando por medio de un Decreto, erigir bustos en bronce en la antigua Provincia de Mérida.
Determinar en su totalidad quiénes fueron estos servidores venezolanos, sean nacionales o extranjeros, es sumamente difícil en la actualidad. Muchos historiadores regionales han publicados numerosos libros destacando sus Próceres en cada región del País o a nivel nacional. El trabajo aún no concluye y siempre seguirán saliendo nuevos nombres, los cuales debemos recibir con orgullo y admiración. Es el reconocimiento de la Patria hacia sus servidores.
Nace la República de Venezuela: 1830
La República de Venezuela está legalmente constituida en el territorio formado en 1777, cuando se creó la capitanía General de Venezuela. Posteriormente, con los sucesos acaecidos el 19 de abril de 1810, consolidándose el 5 de julio de 1811, con la Declaración de Independencia, se separa del colonialismo español al cual estuvo sometida desde 1498. Durante el período 1810 hasta 1823, estuvo la República sometida a una cruenta guerra de emancipación. En 1819, por decreto del Congreso de Angostura, pasa a formar la República de Colombia, junto a Nueva Granada, como punto cumbre del sueño del Libertador Simón Bolívar. En el año 1830, Venezuela rompe con esta unión, separándose de la República de Colombia, formándose como república autónoma, como consecuencia de un movimiento revolucionario apoyado por el General José Antonio Páez, quien venía desempeñando la Jefatura Superior de Venezuela, dependiente del Gobierno de Colombia.
La República de Venezuela de 1830 nace como producto del Congreso Constituyente, convocado por el General Páez en Decreto del 13 de enero de ese año, y en el cual se convoca a los colegios electorales a proceder a las asambleas parroquiales, escoger sus representantes y reunirse en convención nacional para el día 30 de abril de 1830, en Valencia. Ese Congreso se instaló el 6 de mayo del mismo año, con asistencia de 33 diputados. Su presidente fue Francisco Javier Yánez y el vicepresidente fue Andrés Narvarte. Se leyó el mensaje del Gral. Páez, quien entregó el mando civil y militar. El Congreso decidió que continuara en funciones en forma provisional hasta que se tomase una decisión. El funcionamiento de esta Asamblea fue sutil y la discusión legislativa muy amplia, destacándose la proclamación de Venezuela de un régimen centro-federal, separación definitiva y oficial de Colombia, pese al esfuerzo de Bogotá para evitarla. El nuevo re ordenamiento territorial de la nueva República fue en doce Provincias:
1. PROVINCIA DE CARACAS: inicialmente erigida con el nombre de Venezuela por el emperador Carlos V, en 1527, y ahora formada por los cantones Caracas (la capital), La Guaira, Petare, Guarenas, Santa Lucía, Ocumare, Caucagua, Río Chico, Orituco, Chaguaramas, La Victoria, Turmero, Maracay, Villa de Cura, San Sebastián y Calabozo.
2. PROVINCIA DE CUMANÁ: creada en 1521 por el emperador Carlos V y erigida en 1568, y ahora formada por los Cantones Cumaná (la capital), Cumanacoa, Cariaco, Carúpano, Río Caribe, Aragua, Maturín y Barrancas.
3. PROVINCIA DE MARGARITA: erigida el 11 de junio de 1811 por la Junta Suprema de Caracas y ahora formada por los Cantones La Asunción (la capital) y el Norte.
4. PROVINCIA DE CARABOBO: erigida por el Congreso de Colombia el 25 de junio de 1824, y ahora formada por los Cantones Valencia (la capital), Ocumare, Puerto Cabello, Nirgua, Montalbán, San Carlos, Pao de San Juan Bautista, Barquisimeto, San Felipe, Yaritagua, Carora, El Tocuyo y Quibor.
5. PROVINCIA DE CORO: erigida en 1815 por el Rey Fernando VII, y ahora formada por los Cantones Coro (la capital), Costa-Arriba, Cumarebo, Paraguaná, San Luis y Casigua.
6. PROVINCIA DE MARACAIBO: separada de la Provincia de Caracas en 1678 por el Rey Carlos II, y ahora formada por los Cantones Maracaibo (la capital), Perijá, San Carlos, Gibraltar y Altagracia.
7. PROVINCIA DE TRUJILLO: erigida el 11 de junio de 1810 por la Junta Suprema de Caracas, y ahora formada por los Cantones Trujillo (la capital), Carache, Boconó y Escuque.
8. PROVINCIA DE MÉRIDA: erigida en 1622 por el Rey Felipe IV, y ahora formada por los Cantones Mérida (la capital), Mucuchíes, Ejido, Bailadores, La Grita, San Cristóbal, Lobatera y San Antonio.
9. PROVINCIA DE BARINAS: erigida en 1786 por el Rey Carlos III, y ahora formada por los Cantones Barinas (la capital), Obispo, Guanare, Guanarito, Ospino, Nutrias, Araure y Pedroza.
10. PROVINCIA DE APURE: erigida el 17 de julio de 1823 por el Congreso de Colombia, y ahora formada por los Cantones San Fernando (la capital), Achaguas, Mantecal y Guadualito.
11. PROVINCIA DE BARCELONA: erigida el 11 de junio de 1810 por la Junta Suprema de Caracas, y ahora formada por los Cantones Barcelona (la capital), Píritu, Onoto, Aragua, San Mateo, San Diego, Pao y Soledad.
12. PROVINCIA DE GUAYANA: erigida en 1762 por el Rey Carlos III, y ahora formada por los Cantones Angostura (la capital), Upata, Piacoa, Caicara y San Fernando de Atabapo.
La nueva Constitución de la República de Venezuela fue aprobada por el Congreso Constituyente el 22 de septiembre de 1830, firmándola el General Páez al día siguiente y leída en la plaza principal de Valencia. El día 27 de septiembre de 1830, el Gral. José Antonio Páez y el Dr. Diego Bautista Urbaneja, Presidente y Vice-Presidente, juraron obedecer la nueva Constitución y hacerla obedecer. Pero, ¿cuál era la situación global de Venezuela para el año 1830?
-. El número de habitantes en estas doce Provincias se estimaba en un millón de habitantes.
-. Aguda rivalidad entre civiles y militares por el poder político, agravado por el privilegio que se arrogaban los militares por el hecho de ser héroes de la independencia.
-. Deuda pública de 3.049.782 pesos, además de la cuota que se debía pagar cuando Venezuela formaba parte de Colombia, cuyo monto global sumaba 102.948.737 pesos.
-. Imperaba aún en el país la esclavitud, a pesar de los Decretos y peticiones del Libertador. Los Congresos no habían decretado la absoluta liberación, sino que lo hacían gradualmente. Se calculaba un número de esclavos para 1830 de 50.000 y unos 12.000 sumisos.
-. Instrucción pública deplorable. La Universidad de Caracas, decretada por el Rey Felipe V e inaugurada el 11 de agosto de 1725, era el primer instituto superior. Existían otros en Mérida, Caracas, Guayana y Maracaibo. En Valencia se tenía un colegio para señoritas. 96 escuelas primarias en todo el territorio, elevado analfabetismo.
-. Estado en ruinas, especialmente en el campo agropecuario, el comercio, la vialidad terrestre, navegación mercante, como consecuencia de la prolongada guerra de independencia.
-. La participación popular en el Gobierno era nula, aunado a esto el descontento del pueblo por insatisfacción de sus necesidades.
-. El Estado se encontraba en proceso total de reestructuración: instituciones, organismos, clero, territorio, etc.
Así se iniciaba la nueva República de Venezuela en 1830
PARTIDOS POLÍTICOS 1810 - 1840
(I Parte)
Los partidos políticos han tenido una influencia decisiva en el acontecer nacional, desde el nacimiento de la República. Aunque en 1810-1811 no podemos hablar de partidos políticos organizados, la Sociedad Patriótica, organización revolucionaria pro independentista creada en 1810, agrupó a hombres notables de la época, como Francisco de Miranda, Simón Bolívar, López Méndez, Miguel Peña, entre otros, y de acuerdo con sus actuaciones, su comportamiento fue estrictamente político y de presión ante el Congreso Nacional para proclamar la Independencia. Llegó a tener, sólo en Caracas, unos 600 hombres, teniendo filiaciones en algunas ciudades del interior. Publicó su periódico, El Patriota de Venezuela, el cual circuló hasta 1812, fecha en la cual, con la caída de la Primera república, desaparece, al igual que la propia Sociedad Patriótica, incluyendo sus archivos. Durante el período de la guerra, las facciones armadas en pugna serán: realistas y republicanos o independientes.
A partir del año 1821, en virtud de las desavenencias políticas entre Caracas y Bogotá, se formó el Partido de Caracas, sin ninguna fuerza política, ya que los dominantes eran los grupos formados en torno a alguna figura predominante. Así tenemos los bolivarianos, los paecistas o los santanderistas. Como consecuencia del movimiento separatista La Cosiata, apareció el Partido Separatista y al estallido de la Revolución de las Reformas en 1835, surgieron dos grupos: los constitucionalistas y los reformistas, cuyas raíces las podemos encontrar en los denominados grupos militaristas y civilistas, aunque no se puede afirmar que son determinantes y exclusivas. Sin embargo, se enfatiza que todos estos grupos actuaban sin tener estructura política alguna ni doctrina partidista, con excepción de la Sociedad Patriótica. Así las cosas, llegamos al año 1840, crucial para los partidos políticos en la historia republicana.
Conforman este partido o son conservadores, todos aquellos hombres que acceden al poder en 1830 y permanecen fiel a un hombre: al General José Antonio Páez y su proyecto de modernizar la República. Algunos son descendientes de la aristocracia colonial, otros son letrados, burócratas, propietarios, mercaderes y conjuran sus intereses con los del General Páez en completa armonía. Sus dirigentes son los más altos funcionarios y sus agentes lo conforman los gobernadores, prefectos y alcaldes. Sus organismos de dirección se confunden con los órganos del Estado.
También son conocidos como constitucionalistas, legalistas, ministeriales, godos, oligárquicos, siento éste último bien representativo, porque habiendo nacido en el Gobierno fue también el primero en usar todas las ventajas que da el poder. Son defensores a ultranza del status quo. ¿Cómo se formó este partido? Si miramos un poco atrás, durante la época de la colonia, vemos que a los españoles monárquicos, los servidores del gobierno insular y a los partidarios del régimen colonial se les llamaba "godos".
Posteriormente, fueron llamados así los enemigos de la Independencia, los ex realistas y todo aquel contrario a la libertad y progreso del país. Por afinidad, este grupo se refundió con el Partido Separatista, confundiéndose ex realistas y anti bolivarianos en un solo frente.
Al llegar el General Páez a la Presidencia de la República, los godos pasan a ser gobierno.
En la segunda Presidencia del caudillo llanero, es mucho más marcada la política de del pater-nalismo oligár-quico y el privilegio para un conjunto de personas. Así surge el partido, emergiendo desde el poder y sustentándolo hasta 1848. Entre sus defensores tenemos a Santos Michelena, Ángel Quintero, quien se destaca como parlamentario enfático y ministro recalcitrante, Juan Vicente González, Cecilio -Acosta, Rafael María Baralt, Fermín Toro, entre otros. Este partido no tenía ninguna estructura organizativa. Usaron el color rojo en sus enseñas.
En Venezuela, los ciudadanos querían la paz y llevar una verdadera vida republicana, con alternabilidad en el poder, pero hasta 1839, esto no era posible y ya se notaban manifestaciones de cambio, de renovación y cansancio de aplaudir a los mismos hombres que habían ostentado el poder, por medio de un sistema político anclado y sin posibilidades de cambio, con un gran desequilibrio social y un aparato administrativo ineficiente. Así como los conservadores tienen sus antecedentes en el Partido de Caracas y Partido Separatista, los liberales tienen sus antecedentes en la Sociedad Patriótica, con sus postulados republicanos de libertad individual, igualdad jurídica y libertades económicas y políticas. Al igual que antes, parte del mantuanaje feudal, dueños de la tierra, se integran en el nuevo partido con el objetivo de desplazar al grupo oligarca que ostenta el poder. Este grupo es el que ha venido levantando su voz en solicitud de cambios y que, unidos, deciden fundar una asociación para participar en el debate público.
Son mayormente civiles, notables, militares no separatistas y reformistas, quienes amparados en la iniciativa de Tomás Lander, fundan la Sociedad Liberal de Caracas, a mediados de 1840, y que después se llamará Partido Liberal. Tuvo este partido repercusiones en varias ciudades del interior, fundándose Sociedades Liberales, convirtiéndose en pocos años en un gran movimiento político a nivel nacional. Usarán el color amarillo como distintivo, color que posteriormente sería adoptado por los federalistas. Es el primer partido organizado en Venezuela y entre sus fundadores tenemos a Tomás Lander, Antonio Leocadio Guzmán, Tomás José Sanabria, Coronel José Austria, Jacinto Gutiérrez, Valentín espinal, entre otros. Fundan un periódico, El Venezolano", redactado por Antonio Leocadio Guzmán, cuyo primer número salió publicado el 24 de agosto de 1840, con la consigna: "Hombres nuevos, principio alternativo", convirtiéndose en la primera oposición sistematizada al Gobierno, hecho desconocido hasta entonces. Esta aparición fue saludada por el país con emoción y será fuente de luchas venideras.
ENTRE LA CRUZ Y LA ESPADA
(II Parte)
El clero venezolano no aceptaba la Independencia, ya que de acuerdo con la Constitución de 1811, el nuevo régimen lo despojaba de los fueros personales y prominencias que, hasta ese entonces, había gozado. En el Congreso de 1811, de los nueve clérigos que formaban parte del Cuerpo, sólo tres fueron patriotas, mientras que los seis restantes eran proclives a España. Los sacerdotes, en el orden político, aceptaban a regañadientes la independencia, por temor a ser extrañados del país como enemigos de las nuevas instituciones. Declarada la Guerra, la gran mayoría de los curas se fueron con los realistas, excitando en sus prédicas al pueblo a levantarse contra la República, a favor de España, y se incorporaron a las filas realistas, llevando sus cruces e imágenes de la Virgen y Santos oficios a las banderas españolas. Imagínense el impacto de esto en la población sumisa, asustadiza de la época. Era pelear contra Dios.
En las Provincias de Maracaibo y Coro fueron los sitios donde más se sintió esta conducta de los clérigos en contra de la emancipación, ya que éstas se mantuvieron fieles a España y es por ello que no asisten al Congreso Nacional de 1811, ni firmaron la Declaración de Independencia. Con la Provincia de Guayana pasó algo parecido, cuando inicialmente, en los sucesos de abril de 1810, se adhirieron al movimiento separatista, nombrándose una Junta, pero inmediatamente después hubo una reacción adversa. La Junta fue depuesta, presos los patriotas y reconocieron al Gobierno de España. Esta reacción fue fomentada por el clero, los misioneros capuchinos, igual que lo habían hecho en Valencia, cuando se alzaron contra las nuevas autoridades en 1811 y recibieron victoriosos al Capitán de Fragata Domingo de Monteverde, en 1812, durante su triunfante campaña reconquistadora.
Al producirse el terremoto del 26 de marzo de 1812, el cual destruyó la principales ciudades de Venezuela, fue aprovechado este fenómeno natural por los clérigos, para justificarlo como un castigo divino, por haberse el pueblo levantado en contra del Rey, por lo cual se produjo una reacción favorable para la monarquía. Fue tanta la prédica de los curas de este castigo divino de Dios para el pueblo, que el General Francisco de Miranda ordenó el fusilamiento del Padre Felipe de la Mota y del Presbítero Salvador García Ortigosa, lo cual no se llevó a cabo por súplicas de la población a favor de estos sacerdotes, ya que temían mayores represalias de Dios.
En contra de esto se peleaba en esa época. Muchos sacerdotes realistas dejaron su huella en la población venezolana. Vamos a ver dos casos emblemáticos y un caso general de actuación del clero venezolano a favor del Rey.
FRAY JOAQUIN MÁRQUEZ: Este sacerdote dio su grito en contra de la independencia en la Provincia de Barcelona, en 1810. Se une al sargento de tropa Francisco Tomás Morales, y se van al monte, comenzando a ejercitar tareas de guerrillas, cometiendo crímenes y otras atrocidades. Posteriormente, Márquez se une al Teniente Francisco Javier Cervériz, sirviéndole en ocasiones como Secretario. Una carta de su jefe, dirigida al Comandante General Monteverde, nos da una idea de su influencia sobre Cervériz, donde en una de sus partes expresaba que había “que pasar a todos esos pícaros por las armas y yo le aseguro a Ud. que ninguno de los que caigan en nuestras manos se nos escapará” (Blanco y Azpúrua: Documentos para la vida Pública del Libertador. Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas, 1979. Tomo XV. P. 625-626).
La campaña de reconquista del poder, realizada por Domingo de Monteverde había subyugado al Padre Márquez, quien quería figurar en la Provincia de Barcelona y seduciendo a una porción considerable de indios, sobre los que tenía una gran influencia, se auto nombró General, se puso a la cabeza de ellos y comenzó sus correrías sangrientas en la región (Gaceta de Caracas. Vol. XVII. Lunes 22 de noviembre de 1813).
En una comunicación de fecha 12 de Julio de 1813, el Presbítero Manuel Antonio Arveláiz, cura de Chaguaramas, le comunicaba el Comandante General Domingo de Monteverde "de las tropelías cometidas por el malvado sacerdotal, (por desgracia) R.P. Fr. Joaquín Márquez en estos pueblos del sur de Barcelona. Últimamente se ha unido al Teniente Cervériz para cometer las más espantosas iniquidades, sin respetar el carácter sagrado que inviste ni su sagrada misión sobre la tierra. Se apoderaron del pacífico labrador Manuel Garmendia, vecino de este poblado, y bajo pretexto de que era espía de los insurgentes, y no les daba el dinero que suponían llevaba o había ocultado, le colgaron de un árbol llamado "Totuma" y después de castrarlo, y cometer con él mil abominaciones más, le obligaron a arrastrarse hasta una sabana donde fue rematado a bayonetazos. No es este el menor de sus faltas, pues es el verdadero mentor del Cervériz no menos malo que él…” (Monteverde: Cuatro años de Historia Patria. Gabriel E. Muñoz. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Caracas, 1987. Tomo I. p. 459).
Cuando el General Santiago Mariño recupera la Provincia de Barcelona a mediados del año 1813, fueron fusilados todos los que cometieron crueldades contra el pueblo, entre ellos Fray Joaquín Márquez, quien había sido apresado al esconderse dentro de un pantano, huyendo de los patriotas.
FRAY EUSEBIO DEL CORONIL: De las correrías de este sacerdote, las conocemos gracias a un historiador realista: José Francisco Heredia, quien nos dice: “Trajo Monteverde en su compañía sirviéndole de capellán y mayordomo a fray Eusebio del Coronil, capuchino degenerado de las misiones del Apure, que en sus modales y palabras parecía más bien capitán de bandoleros que religioso de San Francisco. Se le agregó desde Barcelona cuando huyó D. Antonio Gómez, para que no faltara en la compañía y familiaridad del Jefe quien escandalizara con sus amenazas y deseos de venganza contra los hijos del país. El padre Coronil, a más de lo que echaba por aquella boca sobre este punto cuando se presentaba ocasión, en Valencia al partir una compañía para San Carlos exhortó en alta voz a los soldados que de siete años para arriba no dejasen vivo a nadie”. (Memorias para las Revoluciones de Venezuela. París. Librería Garnier Hermanos. 1895. p. 158).
CLERO CONTRA CLERO: Ahora vamos a ver la reacción del clero contra aquellos sacerdotes que simpatizaron con la emancipación. En el año 1814, año nefasto para la República, el Gobernador realista de Caracas Sargento Mayor don Juan Nepomuceno Quero, había llevado con verdadera saña la venganza contra aquellos venezolanos que habían regresado a la capital, confiados en los indultos ofrecidos, para luego morir en manos de estos aventureros. Pero el Gobernador Quero quería más y pensó en el clero. Para ello contaba con la complicidad de dos sacerdotes infames: el Pbro. Santiago González de Escandón y el Padre Juan José García, quienes no vacilaron en delatar a sus hermanos y comenzar una cacería de brujas contra aquellos sacerdotes “enemigos” de la Corona, anotándolos en listas, como en la Inquisición, para que asistieran al Tribunal Superior de Justicia, organismo creado por orden de José Tomás Boves.
Con la aquiescencia del Arzobispo de Caracas, Narciso Coll y Prat, se elaboró la lista de lo sacerdotes emigrados con los jefes patriotas en la marcha al Oriente de la República, así como también de otros que se encontraban en la capital y de otros sacerdotes sospechosos. La lista sumaba 59 sacerdotes. Los clérigos delatores sumaban unos 18. El Padre Santiago González de Escandón declaró en el Tribunal, bajo juramento, de la conducta opuesta a la causa del Rey de 14 prelados, enfatizando que eran enemigos declarados del Rey y de la Nación, y por lo tanto los considera perjudiciales al bien público, a la debida subordinación al Soberano y al bien espiritual de estos habitantes. El Padre Juan José García fue más explícito en su declaración, empujando al patíbulo a 30 sacerdotes, con detalles precisos de los pasos de ellos. Otros clérigos acusadores fueron: Fray José Anselmo Peña, Fray Miguel Olaizola, Fray Miguel Espinoza, don José Ignacio Ocampo y don José Ignacio de Las Casas, ambos seculares. Otros sacerdotes denunciantes fueron un poco vagos en la información señalada.
Algunos sacerdotes fueron hecho prisioneros, con sentencias de ser deportados a España. La sociedad caraqueña, consternada ante esta situación, sólo los vio salir de la prisión, donde estuvieron incomunicados, en estado físico deplorable y en un mayor estado de miseria. Otros sacerdotes estaban prisioneros en las bóvedas de La Guaira. Así, enfermos o no, fueron trasladados a España en el bergantín Palomo. Fray Francisco González, enfermo desde su sitio de reclusión en La Guaira, no aguantó el viaje muriendo 48 horas después del embarque. Otros sacerdotes considerados patriotas, llegaron de diferentes ciudades de la República, detenidos para ser también deportados a España. De ellos, 14 fueron enviados a España, 36 escaparon a Trinidad y Tobago y 20 se escondieron en el país.
Cuando los religiosos llegaron a España, produjo un efecto adverso, debido al lamentable estado físico en el cual se encontraban. En comunicación del 18 de marzo de 1815, el Ministro Universal de Indias le envió una nota al Capitán General Interino en Venezuela sobre lo improcedente del acto con estos sacerdotes por faltar documentos del acto administrativo, con el fin de procesarlos. Pero cuando llegó esa comunicación en diciembre de 1815, ya el Sargento Mayor Quero no era Gobernador y estaba al mando el Capitán General don Salvador Moxó. No hubo repuesta, pero el mismo General Pablo Morillo justificó estas medidas, con el fin de evitar la sedición en tierra venezolana.
¿Qué pasó con estos sacerdotes? Eso ocurrió en el año 1814. Algunos de ellos pagaron prisión en el Castillo de Santa Catalina, en Cádiz, mientras otros tuvieron la ciudad por cárcel. Pues, bien, aún en el año 1820 no se habían procesado a estos sacerdotes por carecer de la documentación requerida, la cual nunca fue enviada desde Caracas. En 1817 hubo un intento por parte del Consejo de Indias de resolver estos casos, pero el Capitán General Moxó, con la clara intención de no resolverlo, remitió el caso a la Real Audiencia de Caracas, la cual no pudo hacer nada, ya que requería que los sacerdotes regresaran a Venezuela para que rindiesen declaraciones. El asunto fue archivado.
En 1820 recobraron la libertad, como consecuencia de la nueva Constitución promulgada ese año en España, a excepción de dos de ellos quienes murieron en prisión. Sus nombres fueron olvidados en Venezuela por el trajinar de los acontecimientos.
ENTRE LA CRUZ Y LA ESPADA
(I Parte)
Durante la guerra de independencia se observó un hecho muy curioso: el caso de sacerdotes que se sumaron a la causa independentista en el campo de batalla, sin menoscabo de sus funciones eclesiásticas o que al final del período regresaban a sus actividades clericales. No por ello vamos a dejar por fuera a aquellos sacerdotes quienes desde el púlpito sagrado alzaron sus voces a favor de los republicanos y que muchos de ellos fueron encarcelados, torturados, muertos, y otros fueron enviados a España, pagando con su sangre la valentía de ser patriotas. En esta ocasión nos referiremos a los primeros, o sea, aquellos sacerdotes que se desempeñaron en ambos roles: como sacerdotes y combatientes. Al efecto tomaremos cuatro casos de los tantos que existen.
ARZOBISPO RAMÓN IGNACIO MÉNDEZ:
Es uno de los máximos exponentes en el tema en referencia. Nacido en Barinas en 1773, se une a la Iglesia en el Seminario de Santa Rosa de Lima, en Caracas, completando sus estudios de derecho civil en la Universidad de Caracas. En 1779 recibió las órdenes sacerdotales en Mérida, siendo también teniente de vicarios y cura de Barinas. Pero en 1810 se suma a la causa republicana, siendo en 1811 diputado al Congreso Constituyente, por Guasdualito, firmando el Acta de Independencia. A la caída de la Primera República, es enviado a prisión en el castillo de Puerto Cabello, liberado posteriormente por Domingo de Monteverde.
En 1813 recibe al General Simón Bolívar en Barinas. A finales de ese año se convierte en emisario patriota a caballo, entregándole a Bolívar una solicitud de armas y pertrechos, solicitados por el gobernador de Barinas. A raíz de la pérdida de la Segunda República se interna en los llanos de Casanare. Allí convive con los llaneros y en su labor sacerdotal se acostumbra al modo de vivir en los llanos, convirtiéndose en habilidoso con el lazo y con la lanza. En 1816 se une al General José Antonio Páez, y con este Jefe manejó la cruz como sacerdote y la lanza como combatiente. Actuó en los combates de Trinidad de Arichuna, toma de Achaguas, sitio de San Fernando de Apure y en la batalla de El Yagual. Es precisamente ante Méndez que Páez jura obediencia al Libertador en 1818.
Pero las actividades políticas no fueron descuidadas por Méndez. Participó como Diputado en los Congresos de Angostura, en 1819, y de Cúcuta, en 1821. Como Senador estuvo en los Congresos de Colombia de 1823, 1825 y 1826. En este último año se hizo respetar como hombre al abofetear públicamente a un senador por haberlo ofendido. De igual manera, no descuidó sus labores eclesiásticas, siendo nombrado en 1824 arcadio de la Catedral de Caracas. En 1827 Bolívar le recomienda al Congreso para ocupar la silla arzobispal de Caracas, expidiendo el Papa León XII las bulas respectivas, convirtiéndose en el primer arzobispo de la República.
Murió Méndez en Villeta, Colombia, en 1839. Había sido expulsado de Venezuela dos veces, una de ellas por el General José Antonio Páez, en 1830 y 1836, al negarse a jurar la Constitución de Valencia y la Ley de Patronato, respectivamente. La Patria lo honró al trasladar sus restos al Panteón Nacional en 1942.
CORONEL JOSÉ FÉLIX BLANCO: El presente caso del sacerdote Blanco es bastante emblemático. Nacido en Caracas en 1782, realizó sus estudios eclesiásticos en el Seminario de Caracas, en 1795, y en 1809 recibió las sagradas órdenes, viéndose obstaculizado en su carrera y en los estudios universitarios seguidos, por su condición de hijo expósito, o sea, un abandonado, sin pasado, y criado por una negra libre, adoptando el apellido de su padrino de confirmación.
Se une a la causa independentista en 1810, pero decide participar más activamente, y forma parte en 1810 y 1811, como capellán del ejército, en las campañas de Coro y Valencia, a las órdenes del Marqués del Toro y del General Francisco de Miranda, respectivamente. Combatió contra Domingo de Monteverde en la Batalla de Los Colorados, en 1812, y sirvió bajo las órdenes del Coronel Miguel Carabaño. Al caer la Primera República se marcha a Trinidad, pero en 1813 se une al Libertador, combatiendo en las batallas de Bárbula, Las Trincheras, Barquisimeto, Vigirima y Araure. En 1814 actúa bajo el mando del General José Félix Ribas, en Ocumare del Tuy; en Bocachica, bajo las órdenes del General Santiago Mariño; y en Carabobo, a las órdenes del Libertador. Al caer la Segunda República se retira a Nueva Granada, bajo el mando del General Rafael Urdaneta. En dicha provincia sirvió con el Libertador en 1815, y en 1816 bajo las órdenes del General Manuel de Serviez, acompañándolo hasta los llanos de Casanare. En el Apure sirvió con el General José Antonio Páez, en 1816, interviniendo en diversos combates y en la batalla de El Yagual. En 1817 sirve en Guayana, bajo el mando del General Manuel Piar y el Almirante Luis Brión.
Como se observará, el sacerdote Blanco sirvió con numerosos jefes patriotas. Igualmente desempeñó actividades políticas y militares, como Diputado al Congreso de Cúcuta en 1821; Gobernador de Barinas, en 1817; Comandante Militar de los valles de Cúcuta, en 1830; Comandante de Armas de Maracaibo, en 1815; Secretario de Guerra y Marina, en 1837; Secretario de Hacienda y Relaciones Exteriores, en 1847; y Consejero de Estado, en 1862. Blanco se había desvinculado totalmente de la carrera eclesiástica e inclusive se había afiliado a la masonería, alcanzando el grado 33. Después del año 1830, había solicitado a la Santa Sede su secularización, siéndole concedida por el Papa Gregorio XVI en 1833, prohibiéndole contraer matrimonio. En 1847 se separa de la vida pública, habiendo competido por la vicepresidencia y presidencia de la República, y solicitó ante la Santa Sede en 1848, 1850, 1852 y 1855, la rehabilitación como sacerdote, siéndole negada continuamente.
En 1862, por intermediación del Arzobispo de Caracas, Guevara y Lira, el Papa Pío IX le concedió la rehabilitación plena, teniendo que abjurar públicamente la masonería. Posteriormente se dedicó a su ministerio religioso y a continuar como escritor-historiador en la recopilación, junto a Ramón Azpúrua, de la obra “Documentos Públicos para la historia de la vida pública del Libertador”, en 14 volúmenes. Murió Blanco en Caracas en 1782 y sus restos reposan en el Panteón Nacional desde 1896. Había alcanzado el grado de Coronel.
CORONEL ANDRÉS TORRELLAS: El caso de este sacerdote guarda mucha relevancia, porque sirvió primero en las filas realistas y después en las patriotas. Era Torrellas nativo de Bureche, hoy estado Lara, y nacido en 1785. Egresó como sacerdote en 1805 del Seminario Tridentino de Caracas. En 1812 se encontraba de cura párroco de Siquisique, Estado Lara, desde donde incitaba a los feligreses a favor del Rey. Fue factor decisivo en el alzamiento del indio Reyes Vargas a favor de los realistas y cuando el Capitán de Fragata Domingo de Monteverde salió de Coro en su famosa expedición, Torrellas formaba parte de la misma como capellán. Posteriormente lo encontramos combatiendo a favor de los realistas en el Apure, en 1816, y al mismo tiempo manteniendo sus actividades sacerdotales, tanto así que en 1817 se encontraba comisionado para fijar el sitio de la construcción de la iglesia de Cabudare, cerca de Barquisimeto.
En el año 1820, Torrellas se pasa a las filas patriotas, combatiendo activamente en la Campaña de Coro, en 1822, derrotando en Curimagua a su antiguo jefe, el General realista Francisco Tomás Morales. Ese mismo año de 1822 recibe la Comandancia de Armas de Occidente y Gobernador y Comandante de Armas de la Provincia de Coro. En 1823 es ascendido a Coronel, dedicándose plenamente a la carrera militar, renunciando a los privilegios eclesiásticos. En 1826 fue nombrado Comandante de Armas del tercer distrito de la Provincia de Carabobo. Se adhiere al movimiento separatista del General Páez y es nombrado Inspector General de Milicias de la zona de Barquisimeto. Fue electo Senador por Carabobo, en 1831. En 1835 combatió la Revolución de las Reformas, permaneciendo fiel al Presidente José María Vargas. Sin embargo, muchos años después, Torrellas fue rehabilitado como sacerdote y se retira de la vida pública, perdiéndose en la historia. No se sabe con certeza sobre sus pasos posteriores ni el lugar y fecha de fallecimiento. Se cree que fue en Barquisimeto, en el año 1864.
PRESBÍTERO FRANCISCO ANTONIO ROSARIO ROSARIO:
Es uno de los casos en el cual su labor sacerdotal se mantuvo paralela a su labor revolucionaria no militar. Nació el Padre Rosario en la Villa o Hacienda "La Rosariera o del Apamate", en la Parroquia Chiquinquirá de Trujillo, el 13 de junio de 1761. Era hijo de Juan Evangelista Rosario y Ana Catalina Rosario. Estudió para el sacerdocio en Maracaibo y Mérida, sitio éste donde se ordenó entre 1786-87. A los 25 años fue Vicario de Monay, Escuque, y en 1793 llega a Mendoza. En 1810 interviene en los sucesos independentistas en Trujillo. El 9 de octubre de ese año presenta un Proyecto de Provincia Confederada, con toda su organización política, recibiendo el reconocimiento de la Junta Revolucionaria de Trujillo. Perteneció a la Sociedad Secreta Comuna "Hermanos", junto a la élite ciudadana de la Provincia, entre ellos el Coronel Antonio Nicolás Briceño, el Dr. Cristóbal Mendoza, el General José de La Cruz Carrillo y el Dr. Miguel Ignacio Briceño. Fue electo Representante a la Constituyente de Trujillo, firmando la Primera Constitución de esa Provincia y elaborando La Proclama de La Libertad, documento fundamental para entender el Pensamiento Político de la época. En 1813 era Jefe de la Junta de Guerra de Trujillo. Ese mismo año se une al ejército Libertador, durante la Campaña Admirable, siendo su Capellán.
En Biscucuy, el Libertador le asignó la tarea de organizar los sectores patriotas de Trujillo. Fue coautor y corredactor de la Proclama de Guerra a Muerte, firmada por el Libertador el 15 de Junio de 1813. Entre sus quehaceres, dotó al Ejército Libertador de armas, avituallamiento, parque, y cediendo su hacienda "El Cucharito o Carmania", en el sector Agua Clara, con todo el ganado y bienes. El Padre Rosario dedicó gran parte de su tiempo a las labores agrícolas, siendo dueño de varias haciendas de café, cacao y caña, sin descuidar sus obligaciones sacerdotales. En 1818 dio libertad a sus esclavos y fundó asociaciones piadosas para fomentar la fe, repartiendo la mayoría de su inmensa fortuna entre los pobres. Con la Sociedad Secreta escondió muchas municiones y pertrechos, ofreciéndoselas al Libertador en 1820, para cualquier eventualidad con las tropas del General Pablo Morillo. Construyó capillas y ayudó al Coronel Agustín Codazzi en sus trabajos geográficos en la región, entre los años 1837-38.
La única falla del Padre Rosario es que era muy mujeriego, recibiendo muchas críticas por ello. Convivió con muchas mujeres, entre ellas María Lobo, María Gracia y María González, a quienes llamaban "Las Tres Marías". El Padre Rosario murió el 31 de agosto de 1847, a la edad de 86 años, en pleno ejercicio de sus funciones sacerdotales.
En próxima entrega veremos el caso de sacerdotes actuando en el bando realista
DISOLUCIÓN DE LA GRAN COLOMBIA
Antecedentes:
El 17 de diciembre de 1820 fue sancionada la Ley Fundamental de la República de Colombia en el Congreso de Angostura, quedando así constituida la República de Colombia, siendo electo presidente el Libertador Simón Bolívar y como Vice-Presidente Francisco Antonio Zea. Como Vice-Presidentes de los Departamentos de Venezuela y Cundinamarca (Nueva Granada), fueron electos Juan Germán Roscio y Francisco de Paula Santander, respectivamente. Fue convocado un nuevo Congreso Nacional, a llevarse a cabo en la ciudad de Cúcuta, capital provisional de la República, en 1821. En dicho congreso fue proclamada la Constitución de Colombia, concretándose finalmente el sueño unificador de Simón Bolívar, quién fue elegido Presidente de la naciente República, conformada por Venezuela y Cundinamarca, siendo elegido Vice-Presidente el General Francisco de Paula Santander. El nombre de Gran Colombia se le da para diferenciarla de la actual Colombia, pero la República creada fue sencillamente Colombia.
En las provincias del sur, los territorios de Quito y Guayaquil se habían separado de España desde 1820, manteniendo gobiernos propios. El 24 de mayo de 1822, el General Antonio José de Sucre define con el triunfo en la Batalla de Pichincha la independencia de Quito, la cual se anexa a Colombia el 16 de junio de ese año, durante los actos de la entrada triunfal del Libertador Simón Bolívar a esa ciudad. Posteriormente, Guayaquil se anexa a Colombia el 13 de julio de ese mismo año.
Con respecto a Panamá, el 28 de noviembre de 1821, se separa de España, siendo un movimiento totalmente ajeno a la revolución bolivariana. Sin embargo, la naciente independencia peligraba por la falta de presupuesto, carencia de armamento militar y la inseguridad de que España tratara de reconquistar el istmo. Por tanto, se vieron obligados a buscar la unión con alguna de las nuevas naciones. Tomando en cuenta el liderazgo y visión del Libertador Simón Bolívar y al hecho de haber pertenecido al Virreinato de la Nueva Granada, en la misma carta separatista toman la decisión de unirse a la Gran Colombia.
En la disolución de la Gran Colombia influyó de manera determinante el hecho de que los territorios originales estuvieron muy poco integrados durante la Colonia. Aunque el virreinato de Nueva Granada tenía jurisdicción sobre Venezuela y Quito, la Capitanía General de Venezuela funcionaba como un ente administrativo aparte, al igual que la Audiencia de Quito. La unión de estas provincias bajo el nombre de Colombia no significó en modo alguno un cambio en sus tradiciones. Siendo Bogotá la capital de la República, dificultaba, por su distancia, que en el gobierno central existiera una representación significativa de Caracas o Quito. Los sentimientos regionalistas emergían con mucha fuerza y que unido a ello, la mayoría de los representantes del gobierno central eran neogranadinos. Las diferencias entre venezolanos, neogranadinos y quiteños se hicieron más evidentes. Los intereses regionales estaban por encima de la integración y que el sueño de Bolívar en tiempo de guerra funcionó, pero en tiempo de paz otros fueron los intereses en juego. Las diversas necesidades no podían resolverse con leyes idénticas para todas las regiones. Los enemigos de Bolívar aprovecharon estas coyunturas para socavar su reputación, haciéndole ver como impopular, tiránico y con deseos de convertirse en emperador. Las regiones comenzaron a pedir cambios constitucionales y surgieron movimientos separatistas, haciendo ver la unión con Colombia como insostenible.
VENEZUELA: Desde el año 1826 comenzó la desintegración de la unión venezolana con Colombia, con el surgimiento del movimiento separatista La Cosiata. Con fecha 31 de enero de 1830, el Gral. Páez, Jefe Civil y Militar de Venezuela, firmó un decreto separatista en el cual reestructuraba el Gobierno y celebraba la recuperación de la soberanía venezolana. Igualmente convocaba a un Congreso Constituyente. El 6 de mayo de 1830 se instaló en Valencia la Convención Nacional, con asistencia de 33 diputados. Páez entrego el mando militar y civil, decidiendo el Congreso que continuara en el mando hasta que ellos tomaran una decisión. El 22 de septiembre de 1830, los Diputados firmaron la nueva Constitución que debía regir la nueva República, ya separada oficialmente de Colombia. El 23 de septiembre, el Gral. Páez la firmó y el día 27 juró obedecerla, en su condición de Presidente Encargado. El 11 de abril de 1831, el General Páez juró nuevamente obedecer la Carta Magna, pero como primer Presidente Constitucional de Venezuela.
QUITO: Los mismos problemas internos y conspiraciones locales en contra de la unión reinaban en Quito. Al tener estrecha relación con los hechos sucedidos en Caracas, igualmente tomaron las mismas medidas y el 13 de mayo de 1830, el Departamento del Sur (Quito) se separa e Colombia, conformándose la República del Ecuador. Fue el venezolano General Juan José Flores su primer Presidente Constitucional, siendo reelecto en dos períodos posteriores.
NUEVA GRANADA: El Estado de Nueva Granada surgió como estado independiente después de la desintegración de la República de Colombia en 1830, siendo el General Rafael Urdaneta el último Presidente de esta República, entregándole el mando a Domingo Caicedo el 3 de mayo de 1831. El país legitimó su condición de República con la Constitución sancionada el 29 de febrero de 1832, creándose la República de Nueva Granada, siendo su primer Presidente el General Francisco de Paula Santander. Al aprobarse la Constitución de 1858, la República de Nueva Granada se convirtió en Confederación Granadina. En 1863 adoptó el nombre de Estados Unidos de Colombia y en 1886 se constituyó definitivamente en República de Colombia. Esta designación fue protestada por los Congresos de Venezuela y Ecuador, por considerarlo una usurpación unilateral del patrimonio histórico común, sin embargo no paso de allí. Todos esos cambios de nombre se dieron como consecuencia de las constantes guerras civiles en las cuales se vio envuelto el país.
PANAMÁ: Este sí es un caso interesante. Panamá tuvo 17 intentos de separación y cuatro separaciones oficialmente declaradas. El 26 de septiembre de 1830 se produce la primera separación de Panamá de Colombia, como consecuencia de los sucesos de Venezuela y Ecuador, el asesinato del Mariscal de Ayacucho y la separación del gobierno del Libertador Simón Bolívar, a quien le ofrecen el gobierno del istmo. Bolívar declina el ofrecimiento y pide la reintegración de Panamá a Colombia, lo cual se produce el 11 de diciembre de 1830.
La segunda separación ocurre el 9 de julio de 1831, debido a problemas internos de poder. A los pocos meses vuelve Panamá a Colombia. La tercera separación se produjo el 18 de noviembre de 1840, como consecuencia de las constantes guerras civiles en Nueva Granada, siendo los panameños ajenos a estos conflictos. A los tres meses, el Gobierno de Bogotá convence a las autoridades panameñas de la reintegración. La cuarta separación ocurre durante una revolución iniciada el 29 de septiembre de 1850 y es el 27 de febrero de 1855, cuando finalmente se incorpora a la constitución la creación del Estado Federal Panamá.
Esta fue, a grandes rasgos, la secuencia de la disolución de la República de Colombia, o mejor conocida como la Gran Colombia.
GUERRA DE EXTERMINIO
(II parte)
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Hermógenes Mazza |
Hemos visto a grandes rasgos, la situación planteada con la política seguida en Venezuela en cuanto al trato que se le debía dar a los venezolanos que insurgieran contra el sistema, cayeran prisioneros o fueran colaboradores a favor de los insurgentes, tal como eran llamados los patriotas por los jefes españoles. La política de exterminio puesta en práctica fue seguida por los siguientes jefes: Domingo de Monteverde, Eusebio de Antoñanzas, Francisco Javier Cervériz, Antonio Zuazola, Pascual Martínez, José Ñañez, Antonio Puig o Puy, José Tomás Boves, Francisco Rosete y Francisco Tomás Morales. No significa que ellos fueron los únicos, sino que fueron los comandantes directos y responsables de sus propias actuaciones y de los desmanes de sus subalternos.
Simón Bolívar vivió en carne propia la cantidad de crueldades que se venían cometiendo en Venezuela desde la llegada al país de Domingo de Monteverde. Después de la pérdida de la Primera República, desde Cartagena, lo expresaba en su alocuión general del 12 de noviembre de 1812 cuando en su ultimo párrafo decía: “¿Pero podrá existir un Americano que merezca este glorioso nombre que no prorrumpa en un grito de muerte contra todo español, al contemplar el sacrificio de tantas víctimas inmoladas en toda la extensión de Venezuela?. No, no, no!”. (Guerra de Exterminio. Gustavo Machado Guzmán. Tecnocolor, Caracas, 2003. P. 64).
Los jefes patriotas, ante la guerra de exterminio declarada por los españoles, no se quedaron atrás e igualmente compensaron a actuar en represalia a dichas actuaciones. Uno de los casos más notorios fue el del Coronel Doctor Antonio Nicolás Briceño, profesional ilustrado, apacible, moderado, pero viendo lo que estaba sucediendo en Venezuela, alteró en sumo grado su carácter, animado de un sentimiento de venganza, decidiendo realizar la guerra a muerte contra los españoles por su cuenta. Formó una expedición con algunos hombres, declarando grados militares y recompensas de acuerdo al número de cabezas de españoles e isleños canarios que presentasen. Este proyecto se lo presentó al Libertador, quien lo desaprueba, pero él siguió adelante con sus planes, llevándolos a la realidad. Huyendo de Bolívar, se interna en Guasdalito donde es hecho prisionero por los realistas, junto a algunos de sus hombres. Todos fueron fusilados. Al Cnel. Briceño lo ejecutan el 15 de junio de 1813 y su cabeza y manos colocadas extramuros a fin sirvieran de escarmiento.
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Bandera de la Guerra a Muerte |
Durante la Campaña Admirable, el Libertador es enterado en Mérida el 20 de mayo de 1813 de la captura del Coronel Antonio Nicolás Briceño y su personal. No le cabe duda de la suerte que sufrirán esos compatriotas. El 8 de junio expelió una proclama a los merideños, finalizando la misma con la siguiente expresión: “…Nuestro odio será implacable y la guerra a muerte”. Es la antesala del Decreto de Guerra a Muerte. En el tránsito hacia Trujillo, una de las columnas al mando del Capitán Hermógenes Maza, ejecutó a varios españoles a su paso por Mucuchíes, en cumplimiento de la proclama antes citada. Era el inicio de una matanza por parte de ambos bandos de resultados impredecibles.
El 15 de junio de 1813, en la ciudad de Trujillo, Simón Bolívar dictó su proclama de Guerra a Muerte, la cual finaliza con la expresión más dramática del caso: “Españoles y Canarios, contad con la muerte, aún siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpable”. Esta proclama ha sido objeto de muchos análisis y estudios: tanto a favor como en contra; sin embargo esta proclama es producto de lo que se estaba viviendo. Esta es una declaración oficial de guerra a muerte de una similar, no decretada, pero llevada a cabo por los españoles desde el año 1812. Uno de los oficiales más brillantes que tuvo Venezuela en esa época, el General Rafael Urdaneta, fue testigo del proceso que llevó a Bolívar a declarar la guerra a muerte. Él comenta que dos razones llevaron a Bolívar a actuar así: que los españoles supieran que si ellos mataban a todos los patriotas, como lo estaban haciendo, él usaría una represalia abierta; la otra razón era hacer conocer a todos los criollos venezolanos que ninguno era criminal ante el Ejército Libertador, sino aquel que no abandonase a los españoles y que, aún, ese obtendría perdón. De esta manera los criollos engrosarían las filas de Bolívar. (Memorias. Rafael Urdaneta. Editorial América, Madrid. 1916. Maracaibo, 1945. p. 6).
Firma del Decreto de Guerra a Muerte. Trujillo
Pero Bolívar no fue inflexible y rígido con este decreto. A tan sólo 13 días de su emisión, desde San Carlos, emite una proclama en la cual previene a los españoles de cesar con la guerra a muerte por ellos iniciada y les presenta las opciones de perdón o de morir. Posteriormente, el 28 de enero de 1814, Bolívar emite otra proclama desde Puerto Cabello, flexibilizando radicalmente la pena de muerte. Sin embargo, la guerra a muerte se continuó llevando a cabo por ambos bandos de una manera inimaginable. No habían prisioneros durante los enfrentamientos y las represalias tomadas por ambas partes se pueden considerar como bárbaras. Esta situación se mantuvo así hasta que el Libertador Simón Bolívar y el General Don Pablo Morillo firmaron el 25 de noviembre de 1820, el Tratado sobre la Regularización de la Guerra, en la aldea de Santa Ana. Con ello se daba fin a la guerra de exterminio y se regulariza la Guerra, conforme a las leyes de las naciones cultas y a los principios liberales y filantrópicos. Dijo Bolívar sobre dicho tratado: “Este tratado es digo del alma del General Sucre, es el más hermoso monumento de piedad aplicado a la guerra”. (Guerra de Exterminio. Gustavo Machado Guzmán. Tecnocolor. Caracas,2003. p. 263).
GUERRA DE EXTERMINIO
(I PARTE)
Venezuela vivió durante la guerra de independencia una confrontación que bien pudiera llamarse “de exterminio”. Fue una guerra generalizada y aún en los más recónditos lugares llegaba la mano exterminadora con su principal sello: la muerte. Ciudades, pueblos, aldeas, fueron arrasados, quemados, saqueados, corriendo la sangre de sus habitantes como río por las calles, producto de lo que se estaba viviendo. Es posible que no haya existido tal guerra de exterminio en ningún país del mundo con la vehemencia y duración que se vivió en Venezuela. No es posible precisar cuántas personas murieron. Aquí se confunden españoles, europeos en general, americanos y venezolanos. ¿Cómo empezó esta guerra de exterminio?. Todos los movimientos independentistas que se sucedieron en Venezuela fueron acompañados por el pensamiento español de la eliminación física de sus participantes. Y ese pensamiento español de eliminación siempre estuvo presente durante toda la guerra. Era la idea generalizada que sacrificando a la presente generación, se cortaba de raíz el problema.
El historiador realista José Francisco Heredia (Memorias sobre las revoluciones de Venezuela. París, Librería de Garnier Hermanos, 1895. p. 158) dice que oyó a varios individuos europeos, decir que convendría destruir la población criolla y traer nuevos colonos de España. Y la orden de exhorto a la tropa realista era que no dejasen vivo a nadie de siete años para arriba (p. 107,108 mismo libro). ¿Suena irreal?. El ex-Gobernador de Caracas, Brigadier Don Manuel Fierro escribía a un compatriota español en el año 1814 (Blanco y Azpúrua. Documentos para la historia de la vida pública del Libertador.
Ediciones Presidencia de la República. Caracas, 1979. tomo IV. p. 202), dándole gracias a Dios por la masacre acaecida en Maturín en 1814, manifestando que de esa canallada no debía quedar ni uno solo vivo y que en las últimas acciones habían perecido más de 12 mil hombres y que menos mal que eran criollos. Que si fuera posible, lo mejor era arrasar con todo americano, ya que el caso era extinguir a la generación presente por ser enemiga. Decía que si encontraran varios Boves en la América, se lograrían esos deseos.
Y aunque la idea parezca descabellada, los documentos nos dan luz sobre esos conceptos. Y es que el mismo Consejo de Regencia establecía que los rebeldes que siguieran el ejemplo de Caracas serían exterminados (Francisco Javier Yánez. Compendio de la Historia de Venezuela. Tomo I. Editorial Élite, Caracas, 1944. p. 153). Inclusive, el Capitán General Juan Manuel Cajigal expresó en sus memorias (Juan Manuel Cajigal. Memorias sobre las Revoluciones de Venezuela. Ministerio de Justicia, Caracas, 1960. p. 161) haber escuchado de boca del propio General Pablo Morillo, General en Jefe del Ejército, que el sistema de Boves era el que convenía y era el único con que se debía tratar a esta gente. Inclusive, la prensa realista también así lo expresaba (Gaceta de Caracas, Nro. 1. 01 de febrero de 1815. p. 2 y 3), cuando exaltaban las victorias realistas hasta el exterminio y que el enemigo debía ser exterminado del orden social de estos pueblos.
Y unido al exterminio de las poblaciones, se le suma el de las propiedades. Los campos eran arrasados, los cultivos destruidos, el ganado muerto o sustraído, las haciendas saqueadas e incendiadas, los casas y pueblos enteros saqueados, incendiados. Esto era un apocalipsis. El militar español Don Antonio Vegas, en comunicación al Capitán General en octubre de 1814, (Rufino Blanco Fombona. Bolívar. Ediciones de la Gran Pulpería del Libro Venezolano. Tomo 3. Caracas, 1984. p. 122) le decía que le daba compasión el ver el estado horrible en que se encontraban los pueblos desde Cojedes hasta Guanare, donde los infelices vecinos se hayan en los montes buscando auxilio debido a la rara política y despotismo de la autoridad española.
Esta era Venezuela. Ardía por los cuatro costados. Próximamente hablaremos de la reacción de las fuerzas patriotas ante esta situación de exterminio.