CIVILISTAS CONTRA MILITARISTAS

      
         El 25 de enero de 1834 se instaló el cuarto Congreso Constitucional de Venezuela, eligiéndose como Presidente del Cuerpo al Sr. Ángel Quintero. Uno de los asuntos pendientes era el relacionado con el reconocimiento, por parte de España, de la República de Venezuela. El 29 de septiembre de 1833 había muerto el Rey Fernando VII y el Gral. José Antonio Páez, Presidente de la República, vio la oportunidad de enviar a un ministro público a Europa.

        Inicialmente comisionó al Dr. Alejo Fortique, quien se desempeñaba como agente fiscal en Londres, para lograr la influencia del Gobierno Británico sobre España. Posteriormente, en diciembre de 1833, designó al Gral. Mariano Montilla, con plenos poderes para negociar un tratado de amistad con España, usando inicialmente las garantías de Inglaterra, para facilitarle la vía a Montilla a través de legación  inglesa en Madrid, si las circunstancias eran propicias. En Londres, se le uniría el Gral. Daniel Florencio O’Leary. Por último, el Gral. Páez envió una comunicación formal a la Reina María Cristina, quien desempeñaba la Regencia del trono español, para iniciar los procedimientos diplomáticos.

        Estas gestiones diplomáticas dieron un buen impulso a la joven nación. Clausuradas las sesiones del Congreso y durante los últimos meses del año, la opinión pública se centró en el próximo período electoral, en el cual se escogería al segundo Presidente de la República de Venezuela, ya separada de Colombia desde el año 1830. Surgieron cinco candidatos: los generales Bartolomé Salom, Santiago Mariño, Carlos Soublette, y los doctores Diego Bautista Urbaneja y José María Vargas.


    Para la época, el militarismo constituía el sector principal de la nación. Había hecho la Independencia y por lo tanto el sucesor del Gral. Páez debía ser un militar, de los muchos virtuosos y brillantes existentes en la República. Además, ellos habían logrado la acción separatista de Colombia. Como adversarios del sector civil y especialmente del Dr. José María Vargas, de quien afirmaban que no pertenecía a nuestra revolución, y que mientras él consumía su tiempo aprendiendo ciencias en Europa, ellos peleaban para defender el suelo patrio y que sería escandaloso colocarlo en la Presidencia. Así pensaban muchos, incluyendo el Gral. Páez, quien veía en el Gral. Soublette su reemplazo, ya que su figura y prestigio bastaba para conjurar los males que amenazaban a la República, aguas agitadas por militares ambiciosos, contenidos por él. Oponerles una candidatura civil se veía con recelo y sin indiferencia.

Lewis Adams (1838)
Ministerio de RR.EE en Caracas
        A pesar de las presiones militares sobre el Gral. Páez, este actuó en forma discreta, prestando apoyo a todos, mientras la figura del Dr. José María Vargas crecía con luz propia debido a sus grandes virtudes. Al grito de “Poder Civil” y pregonando la necesidad de hombres nuevos en la escena pública, la figura del Dr. Vargas se alzaba enorme en el panorama político. Mientras, el Dr. Vargas se exhibía modesto, no buscando prosélitos y considerándose no preparado para conducir al país, ni tener la experiencia de la Guerra de Independencia. Así lo decía y así lo sostuvo en un manifiesto dirigido a los electores el 08 de agosto de 1834.

        El proceso electoral siguió, con aparición de algunos disturbios en diferentes provincias. Se hicieron las elecciones generales en todo el país y ningún candidato obtuvo la mayoría, quedando aplazado el proceso hasta que el Nuevo Congreso lo ejecutara, de acuerdo con la Ley, la cual estipulaba que el sistema electoral era de dos grados: Las Asambleas Parroquiales y los Colegios Electorales. Los primeros elegían a los colegios y estos, a su vez, elegían al Presidente de la República, Vicepresidente, Senadores y Diputados.

Dr. Andrés Narvarte
Martín Tovar y Tovar
Ministerio de RR.EE en Caracas
       El Congreso se instaló el 20 de enero de 1935, nombrándose Presidente del cuerpo al Dr. José Antonio Pérez de Velezco. Ese mismo día, el Gral. José Antonio Páez entregó el Poder al Vicepresidente, Dr. Andrés Narvarte, de acuerdo con el canon constitucional. Fueron muchos los agasajos de los distintos gremios políticos y sociales que recibiera el Gral. Páez, especialmente por el respeto de la Ley, al retirarse a la vida privada. En su alocución de despedida dijo que había pasado veinticuatro años consagrado al servicio público como soldado y finalmente como magistrado y que en la vida privada disfrutaría de la dicha común.

    El Dr. José María Vargas envió una comunicación al Congreso con fecha 18 de enero de 1835, pidiéndoles que lo excluyeran de la lista de candidatos a la Presidencia de la República, solicitud que fue denegada. Con ello, el Dr. Vargas se adelantaba a los sucesos por venir y quería evitarle males a la nación. Ya las fuerzas públicas estaban divididas en dos: El partido militar y el partido civilista (ambos completamente legales para la época). Este último veía con mucho recelo la presencia militar y su ambición de poder en todos los sectores, en especial en la administración pública. Ante esta gran ambición de poder de los militares, los intelectuales antepusieron la regia personalidad del Dr. Vargas, como exponente civil.

      El 06 de febrero de 1835, se reunió el Congreso para decidir la cuestión electoral. Fueron necesarias tres votaciones para llegar a una decisión, resultando electo el Dr. José María Vargas, para el período 1835-1839. El día 09 de febrero prestó el Dr. Vargas juramento de Ley. Ese día fue de júbilo en la población. Mientras tanto, el Gral. José Antonio Paéz se retiró a su hacienda San Pablo, en el Guárico.

Pero… los temores del Dr. José María Vargas pronto se harían realidad…

Dr. José María Vargas Presidente de la República
Martín Tovar y Tovar
Despacho de la Secretaría de la Presidencia de la República
Palacio de Miraflores, Caracas

Bastón-Estoque del Dr. Vargas
Museo Bolivariano, Caracas


Creación del Ejército Profesional Venezolano


          Finalizada la Guerra de Independencia y Venezuela separada de la Gran Colombia, lo que pudo llamarse Ejército Nacional quedó en el pasado. Surgen las milicias al mando de los caudillos, quienes tomarán el control militar en sus regiones, debilitándose el aparato militar del Estado, sin renovación de armamentos, sin organización y sin programas de instrucción profesional. La Guerra Federal ocurrida entre los años 1859-1863 vino a completar este cuadro de desorganización militar, desapareciendo a los llamados independentistas, cuya actuación abarcó hasta el triunfo de los federales. De allí en adelante, los intentos de modernizar el componente militar fueron tímidos, en cuanto al envío de jóvenes a cursar estudios en academias militares del exterior y en cuanto a la modernización de equipos.

Alejandro Chataing
Arquitecto de la
Academia Militar
          
        Indudablemente que con el triunfo de la Revolución  Restauradora al mando de los Generales Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, una nueva montonera invade la ciudad de Caracas: la de los andinos, con sus costumbres totalmente diferentes a aquellas de las regiones centrales del país. Sin embargo, el Gral. Cipriano Castro, una vez eliminado el caudillismo en Venezuela, es quien asienta las bases para la creación de un Ejército Nacional profesional, obediente y disciplinado. En base a ello, se reactiva la Academia Militar y en 1903, el Gral. Castro ordena la construcción de la nueva sede en la Planicie Cajigal de Caracas, diseñada por el arquitecto Alejandro Chataing, que es inaugurada en 1907. 

     En su pensamiento está preparar a los cuadros militares y la modernización de armas y equipos. Pero es el Gral. Juan Vicente Gómez, al asumir la Presidencia de la República en 1908, quien va a hacer realidad los esfuerzos del Gral. Cipriano Castro iniciando en 1910 el proceso de Reforma Militar.


          El Gral. Juan Vicente Gómez necesita de un ejército fuerte como base de sustentación de su poder. Es la única forma de impedir el surgimiento de caudillos en la provincia y con ellos la creación de montoneras como ejércitos particulares. A principios del Siglo XX, había más generales que oficiales medios. Todo personaje influyente o que hubiera participado, aún en minúscula forma, en la Revolución Restauradora, tenía el grado de General o por lo menos de Coronel. Había que regular al personal que se encontraba bajo las armas ya que muchas tropas habían sido licenciadas, es por esto que se reordena la estructura organizativa de las unidades; se norman los ascensos militares, que están sujetos a exámenes de conocimiento para optar al grado superior;  también se mejora en conjunto la intendencia y el aspecto social del soldado.

      Los jefes andinos fueron colocados en la mayoría de los estados como gobernadores, de esta manera se podía neutralizar a los caudillos locales que pudieran surgir. Y en la cabeza del estamento militar, colocó el Gral. Gómez al Gral. Félix Galavís, su amigo incondicional, como Inspector General del Ejército para el período 1910-1916. Galavís se ocuparía de la conducción del Ejército, mientras que el Gral. Régulo Olivares, como Ministro de Guerra y Marina, se ocuparía de los asuntos administrativos.

Oficiales Superiores y Subalternos de Ejército y
Armada con el nuevo uniforme año de 1910.
El Cnel. McGill está sentado de quinto 
de izquierda a derecha
          Para reorganizar el aparato militar, el Gral. Félix Galavís requiere de los servicios del Coronel chileno Samuel McGill, sugerencia hecha por el Gral. Francisco Linares Alcántara, asesor de la organización de la nueva Academia Militar desde 1904. Alcántara tenía otra visión de la estructura de un ejército basado en su experiencia al graduarse en el año de 1897 de la Academia Militar de West Point en Estados Unidos; al recomendar al Coronel Samuel McGill, lo hace en reconocimiento a que dicho oficial tenía en su haber el ejercicio en cargos militares en Chile y otros países latinoamericanos, donde desempeñó labores como instructor militar.

    El Coronel Samuel McGill es nombrado Comandante del Cuerpo de Cadetes de la recién instalada Academia Militar de Venezuela, además de encargarse de la transformación del aparato militar venezolano. El esquema del Cnel. McGill comprendía los siguientes objetivos: Organizar y reformar el Ejército Nacional, modernizar los equipos y armamentos, aumentar el número de efectivos y fortalecer la Armada Nacional. El Gral. Félix Galavís fue su principal soporte en todas sus ideas y ambos hicieron varias presentaciones al Gral. Gómez con el contenido de estos planes. En cuanto a la estructura operativa del Ejército, el Cnel. McGill sostenía que se debía tener un Estado Mayor que planifique, dirija, coordine y supervise; y una Inspectoría General, que maneje los comandos subalternos, su adiestramiento y promoción. Propone también crear nueve Brigadas de cuatro Batallones cada una; estas tendrían un manejo centralizado, pero con la capacidad de desplazamiento rápido a fin de atender cualquier eventualidad. Para el Gral. Gómez, su prioridad era controlar los Andes, Maracaibo y el Centro. Quien domine esos puntos domina el país, así se lo enseñó el Gral. Cipriano Castro. En consecuencia, las Brigadas estarían estacionadas así: 1 en Caracas; 2 en Maracay; 1 en Táchira; 1 en Maracaibo; 1 en Trujillo; 1 en Valencia; 1 en Villa de Cura y 1 en Cumaná.

Grupo de integrantes del 1er. Curso de Cadetes
de la Escuela Militar de Venezuela (1911).
Nótese el casco (Pickelhaube) con penachos
         Pero el Gral. Gómez quería ir un poco más allá. Su idea era crear un ejército tachirense (había rivalidades entre tachirenses, merideños y trujillanos). Es un hecho que todos los cargos de Comandantes de Brigada estarían en manos de sus condicionales tachirenses y de allí, siguiendo el escalafón hasta los cargos subalternos. La Academia Militar fue el centro de esta transformación. Los jóvenes tachirenses de clase media eran los privilegiados para ingresar a ella, con poca participación de los andinos merideños y trujillanos. Los jóvenes de Caracas, debían pertenecer a las clases altas de la sociedad. El uniforme de los cadetes era de corte francés, luego americano y posteriormente alemán. 

         Los directores serán tachirenses y la primera promoción de oficiales egresa en el año de 1912. Cabe destacar que en la 2da. Promoción de año 1914, egresa el Subteniente Isaías medina Angarita, futuro presidente de la República.

Oficiales del Ejército luciendo
el nuevo uniforme estilo prusiano (1914)
        El Cnel. McGill escribió sus Memorial (McGill, Samuel: Poliantea, ediciones de la Presidencia de la República, Caracas, 1978), las cuales nos permiten entender un poco más de este incipiente proceso organizativo a principios del Siglo XX. McGill comenta que sus funciones se circunscribieron desde el año 1910 al 1915, y que ya para el año 1913, el Ejército se consolida como una fuerza moderna.

        Sin embargo, a partir del año 1915, las Fuerzas Armadas sufrieron un marcado retroceso en su organización e instrucción; existían dos mentalidades diametralmente opuestas: los viejos militares que entendían la lealtad al Gral. Gómez y su Gobierno, mientras que los jóvenes oficiales graduados de la Academia Militar que entendían la lealtad a la Patria y sus instituciones, a los Gobiernos legalmente constituidos y que actuasen dentro del marco de la Ley.

Se considera que el Gral. Gómez mostró poco o ningún interés por la Reforma Militar del país, teniendo en cuenta que una oficialidad instruida y consciente de sus deberes representaba una creciente amenaza para la dictadura, situación que se comprobará con los sucesos del año 1913. El Cnel. McGill expone las trabas que tuvo que soportar por la resistencia de los viejos militares pertenecientes a esa Fuerza Armada en estado de atraso y abandono, que casi le obligan a renunciar, pero siempre contó con el apoyo entusiasta del Gral. Félix Galavís, Inspector General del Ejército y también de los jóvenes cadetes. Incluso, los integrantes del 1er. Año del Curso de la Academia Militar firmaron una solicitud formal para que continuara en el cargo de Jefe de Grupo de Cadetes.

        Otros logros alcanzados por el Cnel. Samuel McGill fueron: Instructor General del Ejército; miembro de la Redacción de Reglamentos Militares, por los cuales  se regirían las Fuerzas Armadas; creación en 1911 de la Escuela de Aplicación, por indicación suya. Por esta Escuela debían pasar todos los Jefes y Oficiales en servicio activo, con el objeto de seguir un curso especial de nivelación de conocimientos con una duración de seis meses. Quien no aprobara este curso era separado del servicio; creación de la Escuela de Clases; creación en 1913, de la Comisión Superior de Instrucción, la cual desempeñaría las funciones de Estado Mayor General, siendo nombrado Presidente de la misma. Varios oficiales que habían realizado cursos en Perú, Colombia y Chile, al volver al país, nutrían las reformas que se estaban llevando a cabo.


      El Cnel. McGill introduce en nuestras Fuerzas Armadas la Escuela Prusiana, el pensamiento militar germano. Prusia era una potencia militar a nivel mundial. Copiar este modelo era lo más deseado para cualquier país subdesarrollado. McGill trae este modelo usado en el Ejército de Chile y su ilusión era establecer una misión chilena en Venezuela, lo cual no se logró. Ni Estados Unidos ni Inglaterra tenían ejércitos desarrollados y Francia no estaba muy bien en el plano militar. Por ende, el prestigioso modelo alemán era el indicado. Esta escuela prusiana aún perdura en nuestros días.

         En consecuencia, desaparecen las montoneras, con ellas se van los Generales nacidos en fincas y sus armamentos son recogidos por el Gobierno. Solo el batallón apostado en cada estado, a las órdenes del Estado Mayor y del Ministerio de Guerra y Marina, manejarán los elementos bélicos. Todos ellos dependen de forma vertical de los altos mandos.

En el futuro se verá la influencia de los oficiales egresados de la Academia Militar de Venezuela en la política nacional.

General Juan Vicente Gómez junto al General Félix Galavís en la Gran Revista Militar celebrada en conmemoración de 05 de julio en el año 1913, esta parada militar tuvo lugar en los terrenos del hoy desaparecido Hipódromo del Paraíso