Anécdotas...


        Después de la capitulación en Maracaibo del Capitán General, Mariscal de Campo Francisco Tomás Morales, en fecha 03 de agosto de 1823,  los patriotas mantenían el sitio de Puerto Cabello, último bastión español en Venezuela, al mando del General Don Sebastián en La Calzada. El Gral. José Antonio Páez era el responsable de este sitio y el 17 de septiembre de 1823, le envió en forma secreta un mensaje a este Jefe español invitándolo a deponer las armas y así evitar un derramamiento de sangre inútil. La Calzada le respondió que su honor y responsabilidad militar no se lo permitían y defendería la plaza hasta el último extremo.
         Páez establece su plan de acción. Para evitar sospechas que iba a tomar el castillo por el manglar, parte trasera del mismo, ordenó cavar una zanja durante la noche por el frente del castillo y torcer el curso del río como estratagema para engañar a La Calzada. El día 07 de noviembre, a partir de las 5:00 a.m., ordenó Páez que todas sus unidades abrieran fuego hasta nueva orden y de esta manera llamar la atención del enemigo al frente y fatigarlos completamente para poder actuar en la noche. A las 10:30 p.m. ordenó desnudarse a la tropa, quedando únicamente con el arma respectiva en la mano. Movió 400 hombres del Batallón Anzoátegui y 100 lanceros a las órdenes del Mayor Manuel Calá y Teniente Coronel José Andrés Elorza, respectivamente, con órdenes precisas de ataque a los diferentes puntos de artillería, en forma coordinada.


Foto de satélite: Google Earth (2021)
Plano: Juan Vicente Pantín (2012) La Arquitectura del
Castillo San Felipe de Puerto Cabello
, 1720-1742 
Universidad Central de Venezuela 
         El Gral. La Calzada estaba escondido en una iglesia y envió dos sacerdotes para dialogar con el Gral. Páez, a fin de rendirse ante él. Al hacerlo lo felicitó por haber puesto sello a sus glorias con tan arriesgada operación. Un último intento de no rendirse lo hizo el Cnel. Don Manuel Carrera y Molina, Cmdte. del fuerte, quien hizo explotar la corbeta de guerra Bailén, lo cual hizo indignar a Páez, quien le reclamó a La Calzada el desconocimiento de su autoridad de este oficial. Después de algunas conversaciones, el Cnel. Carrera aceptó la rendición, invitando el Gral. La Calzada al Gral. Páez y al Cnel. Carrera a almorzar con él, siendo recibido Páez con honores militares. Las bajas realistas ascendieron a 156 muertos, 56 heridos. Fueron tomados prisioneros  56 oficiales y 539 soldados. El 10 de noviembre de 1823 se firmó la capitulación respectiva. El día 15 de noviembre se embarcaron los españoles en su totalidad para Puerto Rico y La Habana.

La actuación del Gral. José Antonio Páez puede medirse en estas dos consideraciones:
  • El Gral. Sebastián de La Calzada le escribe al Capitán de Navío Ángel Laborde el 22 de noviembre de 1823:

Corbeta similar a la Bailén (1815).jpg

“Sobre 300 bombas que dispararon igual número de granadas y un inmenso balerío afligían la plaza sobremanera. Todo el día 7 del corriente estuvieron haciendo un horroroso fuego de cañón y mortero sobre la plaza y línea exterior abriendo una esta una gran brecha; a las once de la noche cesaron sus fuegos que yo no contestaba por economizar municiones, y a las dos de la mañana del 8 atacan la brecha 400 infantes, seis flecheras y algunos botes llaman la atención por la derecha nuestra, dirigiendo sus fuegos sobre la línea y batería del Príncipe y 600 infantes con 100 lanceros pie a tierra y todos en cueros, dan el ataque verdadero por el mangle… Quedaron dueños de la plaza… Todo se concluyó a las cuatro de la mañana, la plaza fue saqueada, a las seis entró Páez y Bermúdez y me recibieron con la más apreciable conducta”

Revista EL DESAFÍO DE LA HISTORIA Nro. 37, Año 5. Caracas, 2012, pág. 10.






    
La Leyenda del Silbón es uno de los relatos populares con mayor difusión en Venezuela, perpetuándose en el tiempo pese al avance del desarrollo tecnológico y contando con fieles creyentes en los estados llaneros occidentales. La extensión de Barinas, Cojedes y Portuguesa constituye el escenario que da origen a este relato a mediados del Siglo XIX y que posee dos versiones, cosa inevitable en la tradición oral de los pueblos, pues esta se conforma de la adición u omisión de ciertos detalles en la historia a lo largo del tiempo. De forma sucinta, del Silbón se dice que es un alma en pena que vaga por los caminos del llano, por entre los bosques de galería y que llega a las afueras de los pueblos o hatos con la intención de castigar a los hombres, especialmente aquellos parranderos o borrachines, que se crucen en su camino. Este espanto quedó maldito cuando asesinó a su padre devorando sus entrañas; en las razones que le llevaron a cometer el atroz parricidio radica la diferencia entre ambas versiones.

    La primera versión, quizás la más difundida de las dos, es que el Silbón era un joven caprichoso y pendenciero, que gustaba de la vida fácil, los excesos y las mujeres. Sus padres estaban muy afectados por su desdeñoso comportamiento prolongado durante varios años. En una ocasión, padre e hijo fueron a cazar y al encontrarse con un tronco torcido que les impedía el paso, el joven le dijo al padre que despejara el camino al enderezar aquel tronco, a lo que el padre respondió que era imposible pues el árbol había crecido torcido. El joven montó en cólera y le espetó que eso mismo le había sucedido a él, pues había nacido torcido y sus padres pretendían enderezarlo, lanzándose inmediatamente contra su padre asesinándolo. La segunda versión relata que fue el deseo del joven de comer “asadura” lo que llevó a su padre a intentar cazar un venado para tal fin. Cuando el padre le dijo que no había logrado cazar al codiciado venado, el hijo enloquecido le atacó y evisceró, llevando las entrañas a su madre haciéndolas pasar por la asadura de un venado. Su madre, preocupada porque su marido no llegaba y ante el hedor de las entrañas, sospechó que su hijo había cometido un crimen. Al increpar a su hijo, este confesó y ella le maldijo; con odio se lanzó sobre ella y la asesinó también a sangre fría.



    
Desde entonces el espanto se ha aparecido en toda la zona que cubría el territorio del antiguo Estado Zamora (estados Barinas, Cojedes y Portuguesa), afianzando la creencia popular de que el Silbón nació en el caserío de El Vijao (Estado Barinas) y que se crió en Guanarito (Estado Portuguesa). Se dice que al moverse se escucha cómo arrastra el bolso con los restos de su padre y que en este también guarda los huesos de sus víctimas; en cuanto a su silbido, hay dudas sobre su origen, pero se comenta que en vida, antes de atacar a las víctimas en sus borracheras las asustaba con su agudo silbar.



    El Silbón está muy presente en la memoria colectiva, tanto hombres como mujeres y niños han reportado verlo en regiones tan lejanas de los llanos occidentales como los estados Bolívar, Monagas o Anzoátegui donde también existen grandes llanuras. En el libro Mitos y Leyendas del Estado Portuguesa de Carmen Pérez Montero editado por la Fundación Empresas Polar en 2014 se presenta una serie de entrevistas que han dado algunos habitantes de los pueblos de Portuguesa sobre sus encuentros con el “aparato”; allí describen que el Silbón puede escoger a cualquiera, desde un niño inocente, pasando por una joven que estaba sentada al porche, hasta el clásico parrandero y vividor de la leyenda original.

    Si bien la historia del Silbón era ya bastante conocida en todo el territorio nacional, se ha inmortalizado gracias a la obra del poeta Dámaso Delgado, nacido en Guanarito (1940). Delgado compilaría la leyenda del Silbón para ser representada como una obra teatral, con una aproximación similar a aquella de Florentino y el Diablo. Esta obra, escrita en 1966, se presentó por primera vez en el Ateneo de Guanare (Capital del Estado Portuguesa) con enorme éxito y posteriormente se llevó a un disco en 1967 (Blog Don Dámaso Delgado, 2011).

     Para esta grabación se reunió a varias promesas de la música tradicional y a exponentes de la radio venezolana, logrando gran éxito nacional e internacional, que se configura hoy como una de las producciones discográficas más importantes del Siglo XX en nuestro país. La leyenda del Silbón también ha sido fecunda en estudios de diversa índole y se han extraído referencias al pasado de nuestro país de sus líneas, por ejemplo, de “Turesco” o “Tudesco”, el agresivo can destinado a perseguir al Silbón, se dice que puede ser este una semblanza a los perros de caza que trajeron los conquistadores alemanes de la familia Welser a tierras venezolanas en la primera mitad del Siglo XVI. A la sazón explica Wilfredo Bolívar en un artículo publicado en 1993 en el diario “Última Hora” de Acarigua, estado Portuguesa, que “Tudesco” es una derivación de la palabra alemana “Thiudiska” que hace referencia a los nativos de una región de la Baja Sajonia; por extensión en Venezuela, se asoció con lo germano y la leyenda del silbón adoptó las memorias colectivas sobre ese episodio de la historia nacional.

     Del mismo modo, esta leyenda se ha trabajado ampliamente en el cine y la televisión. A principios de los años 2000 se presentó en un episodio del popular programa Archivos del más allá de Radio Caracas Televisión (RCTV) y en 2011 el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC) produjo un corto sobre el Silbón dirigido por David Cabrera y con la participación del primer actor Miguel Ángel Landa. En 2017 se produjo la película “El Silbón: orígenes”, que bajo la dirección de Gisberg Bermúdez trató la leyenda del Silbón desde una perspectiva más actual,  hilando cuidadosamente dos historias aparentemente asíncronas y disímiles, pero que en el momento del clímax encajan a la perfección, manteniendo al espectador a la expectativa en todo momento. La película recibió críticas muy positivas y se le considera como una pionera en este género de terror-suspenso que poco se ha trabajado en la cinematografía nacional.

     Es este relato es uno de los más famosos de nuestra tradición oral llanera, una historia atemporal de la que se ha valido la sociedad para elevar un mensaje o lección moral para quien no vive con templanza, alcanzando al mismo tiempo un lustre que trasciende fronteras, codeándose con muchas de esas historias que conforman el mundo de lo paranormal. En paráfrasis del discurso pronunciado por el periodista Rafael Roberto Gavidia en el ateneo de Guanare, en ocasión de la primera representación de la obra de Dámaso Delgado, la leyenda del Silbón, junto a otros pasajes, es hija del llano, es parte de la amalgama que el espíritu de su gente ha aportado a conformar el alma nacional y que interpreta a su manera.

Lo único que puede asegurarse, estimado lector, es que al transitar por esos solitarios caminos del llano y bajo la guarida del rayo en mayo, lo que se diga del Silbón no es juego…






Fondo: Fachada del Perímetro que rodeaba al Cementerio de Los Hijos de Dios

Por Miguel Alejandro
Martínez Vázquez
    Caracas a principios de los años 1880, las grises nubes cubren el cielo plomizo de una noche copiosa en aguaceros. La ciudad duerme embojotada de cobijas por el frío temporal y en las calles solo se advierte la presencia esporádica de los serenos que circulan los alrededores de la recién electrificada Plaza Bolívar. Al Norte de allí, en el sector de Sabana del Blanco, un caraqueño que va camino de su casa se detiene momentáneamente en el zaguán de una casa para tomar refugio del viento y los rayos. La oscuridad solo se interrumpe fugazmente con los fogonazos de las centellas al impactar la tierra, pero en ese momento ve algo que le hiela la sangre; por entre las ruinosas y pesadas rejas de hierro del ya abandonado Cementerio de Los Hijos de Dios, ve una figura fantasmal que flota trashumante por entre los nichos tomada del brazo con otra efigie alta y oscura que la conduce a la nada para desaparecer entre los viejos muros del camposanto.

       Esto parece sacado de una historia de terror, pero es que en la pequeña ciudad de Caracas, de entre todas sus leyendas de Espantos y Aparecidos, las que estaban relacionadas al adusto Cementerio de Los Hijos de Dios han perdurado con el paso del tiempo. Como explica el historiador Francisco González Guinán, esta necrópolis se fundó como una respuesta más o menos apresurada a una crisis que se vivió en Caracas a principios de la década de 1850. Para 1852, tanto el Cementerio del Este (Espacio que hoy ocupa el Liceo Andrés Bello) como el Cementerio del Norte (Espacio que ocuparían los terrenos del Hospital Vargas) estaban completamente copados y la población alarmada clamó la construcción de un nuevo camposanto. En principio, una iniciativa privada impulsó esta creación que fue difundida por la prensa como una necesidad para la salubridad en la ciudad capital. En septiembre de 1855 se produce en Caracas una epidemia de Cólera y esto precipitó al Gobierno de la Municipalidad de Caracas para otorgar los permisos de construcción en noviembre de ese año.

    Diseñado y construido por el Ingeniero Olegario Meneses, el Cementerio de los Hijos de Dios fue inaugurado y bendecido el 01 de noviembre de 1856 por el Arzobispo de Caracas Silvestre Guevara y Lira; la ceremonia fue muy concurrida y el nuevo cementerio se publicitó como la solución a los graves problemas sanitarios que vivía la ciudad. A esta necrópolis se llegaba saliendo de la esquina de Veroes, subiendo por la Avenida Norte cruzando el río Catuche sobre el Puente La Trinidad, hasta la Plaza de la Iglesia de la Santísima Trinidad (Panteón Nacional) y virando hacia la izquierda hasta la esquina de Dos Pilitas, luego se tomaba un camino de recuas hasta el cementerio. Rápidamente se convirtió en el Cementerio más importante de la ciudad y contribuyó al establecimiento de agencias funerarias y de coches, representando al mismo tiempo con una evolución importante en materia de salubridad pública.



     Los niveles superiores estaban destinados a los infantes, en la sección media descansaban los difuntos de las familias más pudientes, mientras que los niveles inferiores eran para militares. El procedimiento era que a los tres años del fallecimiento, se consultaba a los familiares para devolver los restos del difunto, si no los reclamaban, estos eran depositados en una gran fosa común. Además, en contra de la creencia popular, los fallecidos por Cólera no eran enterrados entre los difuntos por otras causas y a tal efecto había una inscripción en la  lápida del difunto por cólera que impedía su exhumación.


      En 1876 el Gobierno Nacional emitió un decreto por el cual se declaraban clausurados todos los pequeños cementerios de Caracas, en favor de la creación del nuevo cementerio en la zona de El Valle, hoy Cementerio General del Sur. Sin embargo, los caraqueños pidieron al gobierno reabrir el cementerio de los Hijos de Dios para no tener que ir tan lejos a enterrar a sus difuntos. En 1877 se reabrió el cementerio, siendo definitivamente clausurado en 1878, acción refrendada en 1879 con un decreto que establecía al Cementerio General del Sur como principal de la ciudad. En sus tierras descansaron personajes ilustres de nuestra historia como los generales Juan Antonio Muñoz Tébar, Miguel Arismendi, José Austria, Esteban Herrera Toro, el Dr. Manuel Cala, el Dr. Pedro Villapol o el periodista Juan Vicente González. Incluso el General Carlos Soublette, fallecido en 1870, fue enterrado allí brevemente y exhumado para ser trasladado al Cementerio General del Sur en 1876. Los restos de muchos ilustres venezolanos enterrados allí fueron exhumados y trasladados a otros cementerios o al Panteón Nacional, aunque algunos se perdieron como el caso de Juan Vicente González.

Nota: las fotos de de las instalaciones del Cementerio de Los Hijos de Dios y del Puente La Trinidad fueron tomadas del perfil Gran Ferrocarril de Venezuela en Twitter, hilo publicado en julio de 2020.



       Con el avance del Siglo XX, las leyendas fueron desapareciendo conforme la ciudad crecía con los ingresos percibidos por la bonanza petrolera. Para 1939, había una preocupación por preservar el lugar como asentamiento histórico ante la construcción de nuevos edificios, pero el proyecto fue abandonado. Finalmente para noviembre de 1951, bajo aprobación del Concejo Municipal de Caracas, el gobierno de la Junta de Gobierno inicia la demolición del cementerio de Los Hijos de Dios para la construcción de bloques de viviendas y del complejo de vialidad de la Avenida Baralt y Avenida Boyacá. En el terreno que ocupaba el cementerio se erige hoy la Urbanización Diego de Losada, frente a la sede de la Universidad Católica Santa Rosa, antiguo Seminario Interdiocesano Santa Rosa de Lima, edificio que data de 1919.

Fuente: Google Maps (2021)  




¿Ponche Crema o Ron?
De Bebidas Alcohólicas Venezolanas


Por Miguel Alejandro 
Martínez Vázquez
    Comenta el académico gastronómico Miro Popic que en la edición de septiembre de 1890 de El Lápiz, editado por el merideño Tulio Febres Cordero, apareció un listado con 64 términos diferentes para referirse a aquel que se ha embriagado; entre ellos se encuentran los familiares “rascado”, “paloteado” o “aguardientoso”. Y es que Venezuela es un país de una amplia “cultura etílica”, entendida esta, como el conjunto de tradiciones y comportamientos que rodean el consumo de bebidas alcohólicas. Este recorrido llevará al lector por las costumbres y leyendas que suscitan los fermentados y destilados que marcan el buen beber de la vida nacional.




    El Cocuy, por su parte, proviene de la fermentación del Agave cocui, planta nativa que era consumida en ceremonias religiosas por los indígenas Caquetíos, Jirajaras y Ayamanes que poblaron la zona centro occidental del país. Los indígenas preparaban un horno natural en un agujero, allí encendían una fogata con madera del Cují o de Vera y sobre esta se colocaban unas rocas que sostenían los cogollos de la planta y se cubría todo con tierra. Al cabo de siete días se les extraía el jugo a los cogollos con un trapiche; el jugo reposaba por una semana y media e iba fermentando hasta producir una bebida alcohólica suave. Con la introducción del alambique se obtuvo un alcohol más puro, con una graduación de entre 50 y 70 grados alcohólicos, lo que significa que por cada 100 centímetros cúbicos (cc) 50 cc corresponden a alcohol (Etanol) puro. Tradicionalmente se le agregaba jarabe de caña, melaza o papelón en función de incorporar azúcares a la fermentación. Su comercio fue regular hasta bien entrado el Siglo XX pero en 1950 se promulgó la Ley de Impuestos sobre Alcoholes que prohibía la fabricación, distribución y consumo de bebidas con un grado alcohólico superior a 50°, con ello apareció una industria clandestina al mejor estilo de la Prohibición.

Nótese los cogollos del Agave Cocui
en el centro de la figura
  Solo de forma reciente ha surgido un movimiento por el rescate de la tradición del Cocuy. En 2001 el Servicio Autónomo de Protección Intelectual (SAPI) otorgó la Denominación de Origen Controlada (DOC) al Cocuy Pecayero, autóctono de la Parroquia Pecaya en el estado Falcón. El Agave Cocui es una planta nativa que requiere de entre 8 y 10 años en alcanzar su maduración y que por su rigurosa elaboración hace que este sea un destilado con limitada producción y distribución.

    Ya para el Siglo XVIII y con la presencia de la caña de azúcar (Saccharum officinarum) en el territorio nacional, quedará esta para siempre relacionada al vocablo utilizado para referirse a cualquier licor. Luego de la zafra de la caña, se toman largos trozos de esta y se pasan por un trapiche obteniéndose un jugo que suele combinarse con limón para elaborar una bebida refrescante, pero si se deja reposar por suficiente tiempo se obtendrá el Guarapo, una bebida alcohólica sumamente popular en la Venezuela decimonónica por su facilidad de preparación y bajo costo. De este guarapo se hace la Guarapita, preparación a la que se le añaden hierbas y frutas para disminuir el sabor del alcohol y que usualmente se sirve con hielo.

Fuente imagen pulpería: Blog Las Pulperías
en Venezuela (diciembre 2019)
    
Si se somete al guarapo a destilación, se obtiene el Aguardiente de Caña, una bebida de elevado grado alcohólico y que también se utilizaba en la cocina y en Medicina. Para las autoridades coloniales, su fabricación y comercialización representaba una importante renta, sin embargo, las destilerías estaban fuertemente vigiladas por los desórdenes que producía la ingesta de esta bebida; en ciertas regiones incluso llegaron a ocurrir rebeliones por la carga fiscal sobre la fabricación y expendio de aguardiente; a pesar de estas situaciones las autoridades coloniales lo consideraban un recurso importante.

    En el artículo La Industria del Aguardiente en Venezuela Durante el Siglo XVIII: Producción, Control y Represión, publicado en la Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales (Vol. 16, N°3, septiembre-diciembre de 2010, pp.165-175) con autoría de Yelitza Riva, se explican dos casos que ilustran la importancia de esta renta para el fisco colonial. Rivas citando a Morazzani (1998), indica que en 1759 se estableció una renta por elaboración de guarapo suave (menor tiempo de fermentación), cubriendo con las ganancias el mantenimiento de los hospitales San Lázaro y San Pablo en Caracas. Señala también Rivas que este ejercicio era tan rentable que en 1781 se estableció un estanco al aguardiente en el que se alquilaba los derechos de fabricación a particulares en exclusividad por un elevado monto y en un período fijo. Luego de la Guerra de Independencia y durante todo el Siglo XIX, a pesar de las revoluciones que desolaban los campos, estos gravámenes continuaron aplicándose pues eran muy lucrativos; dicha situación se prolongará hasta principios del Siglo XX cuando se ejecuta la reforma del sistema fiscal venezolano (1914-1922).

   
 Otro derivado de la caña de azúcar es el Ron, esta bebida que tiene su origen en las Antillas y su etimología responde a la expresión inglesa Rumbullion (tumulto o multitud). Se obtiene de la fermentación del jugo de caña, y de diferentes etapas de refinación de la melaza, posibilitando diferentes tipos de rones. Tiene la particularidad de que debe reposar en barricas de Roble, generalmente entre 3 y 12 años dependiendo del añejamiento estimado por el fabricante. La porosidad de la madera y su procedencia (generalmente son barricas de Whisky, Vino o Brandy) permite complejos intercambios fisicoquímicos que dotan al Ron de características de aroma y sabor muy particulares.

     Durante el Siglo XIX la industria del Ron se irá perfeccionando y ampliando hasta convertirse en el Siglo XX en una de las bebidas alcohólicas más importantes en Venezuela. Actualmente se comercializan en el país rones nacionales e internacionales que van desde el Ron Blanco más suave a los rones Gran Reserva, con más de 10 años de añejamiento en barrica. Una de las presentaciones más populares para servir el Ron es la Cuba Libre, que lo combina con un refresco de Cola, hielo y limón. También recientemente se está produciendo en el país el Licor de Ron Añejo que se sirve como aperitivo o pousse café. Tal es la afición por el Ron que desde 2003 se estableció la DOC “Ron de Venezuela” que exige como mínimo dos años de envejecimiento en barrica de Roble Blanco y 40° de alcohol. Hoy las casas roneras de Venezuela son parte de conglomerados internacionales como Pernod Ricard o Diageo aunque también existen grupos nacionales como Destilerías Unidas S.A. (DUSA) que han logrado múltiples premios internacionales que catalogan al Ron venezolano como el mejor del mundo.
   Hoy día en Venezuela se producen diferentes variedades de cerveza que van desde la tipo Pilsen, pasando por la Altbier, Märzen o Dunken y también en presentaciones ligeras (Light). Cabe destacar que desde el 2000 han surgido una gran cantidad de cervecerías artesanales que buscan su nicho en el mercado ofreciendo tipos de cervezas menos comunes como IPA o Hefeweizen, entre ellas Tovar, Destilo o Yaracuy. Estas cervezas han recibido numerosos premios internacionales y luchan contra la falta de un marco legal adaptado a su esquema de mercado reducido.

   
Por otro lado a principios del Siglo XIX aparece el Amargo de Angostura, un producto considerado en principio como complemento medicinal. Para 1817, el médico alemán Johann Gottlieb Benjamin Siegert al servicio del Libertador Simón Bolívar en calidad de Cirujano General del Ejército, luchaba contra el Cólera que asolaba a la Ciudad de Angostura (hoy Ciudad Bolívar). Siegert investigó un conjunto de hierbas, plantas y cortezas de la zona para crear un paliativo, resultando un medicamento de sabor amargo que pareció surtir efecto. Como Angostura era un importante puerto comercial, se corrió la voz de los efectos de estos remedios por el globo siendo reconocido también como aditamento para salsas y comidas. A mediados del Siglo XIX la familia Siegert se instala en Trinidad, desde donde la producción del famoso Amargo o Bitter, crece a gran escala. La receta es un secreto bien guardado, pero se dice que la componen dos docenas de frutas, hierbas y ramas de la región tropical. Hoy día el Amargo de Angostura es elemento fundamental en cócteles tan famosos como el Manhattan o el Tuxedo.

    Otro producto, que no nació como medicina para el Ejército, pero que igualmente conquistó las tradiciones venezolanas fue el Ponche Crema, inventado en 1900 por Eliodoro González Poleo. En su licorería en Caracas, Eliodoro González combinó leche, azúcar, huevos y aguardiente de uva para crear un producto único. El Gobierno Nacional le otorga la Patente de Fabricación en 1904 y desde entonces no ha podido ser duplicado, aunque este ponche es similar a la tradicional Leche de Burra decembrina. El Ponche además de haber recibido múltiples premios, tiene la particularidad de que se conserva largo tiempo a temperatura ambiente. Hoy Ponche Crema pertenece a Diageo y se comercializa internacionalmente.
Nota: Pósteres, publicidades y etiquetas tomadas de Internet.

Fuente diploma: Rubén Rojas, Ponche Crema: 
hace 120 años se creó la fórmula de la Navidad. El Estímulo (2020).
Fuente publicidad: El Cojo Ilustrado (1913)
    Cabe destacar que las tendencias de consumo venezolano respecto a las bebidas alcohólicas varían con el tiempo; en referencia a ello se expone la siguiente cita de El Alcohol y las Políticas Públicas en Venezuela, editado por la Organización Panamericana de la Salud y bajo la autoría de Natasha Herrera et al. (2009)

"Es de hacer notar que el consumidor venezolano es, en lo que se refiere a las bebidas alcohólicas, ecléctico, es decir puede tomar tanto cerveza como whisky y vino, lo que significa que, el consumo de bebidas alcohólicas siempre es creciente, aunque la composición cambie, sea en el tiempo como de acuerdo a variables sociales y económicas".

    Durante la segunda mitad del Siglo XX se incorporaron al mercado nacional otras bebidas espirituosas como el Vodka, bebida originaria de naciones escandinavas y que resulta del fermento destilado de tubérculos o verduras. La vodka, como la Ginebra, caracterizada por el sabor a Nebrinas (fruto del Enebro), puede alcanzar un grado alcohólico de entre 35° y 60°. 
Digestivo predilecto
Sambuca flameada

Estos Spirits se utilizan en la preparación de cócteles como el Destornillador o el Martini; este último también lleva Vermut (bebida que se sirve como aperitivo y que se compone de vino blanco, hierba de ajenjo y extractos de flores, raíces, especias y frutas). Otros licores populares en Venezuela famosos para cocteles son el Campari (bitter que proviene de la infusión de diversas plantas, hierbas aromáticas y ralladuras de fruta) o el triple seco Cointreau (licor a base de cáscaras de naranja fabricado en la región francesa del río Loira). La presencia de estas bebidas en el escaparate del bar tender era indispensable pues las fiestas de cócteles han sido históricamente muy populares en Venezuela.









     Las Bodegas Pomar son los primeros viñedos en el trópico y con éxito se han posicionado en el mercado nacional con vendimias que producen en marzo y septiembre vides para tintos, rosados, blancos y espumosos. En cuanto a los vinos espumosos, tradicionalmente se consumía Champagne (DOC francesa), pero también se venden otros espumosos como los españoles (Cava), portugueses (Espumante) o italianos (Prosecco y Franciacorta) según la DOC de cada país. De forma similar al vino se presentó un cambio en los patrones de consumo mirando hacia los espumosos argentinos o chilenos.






















Por Miguel Alejandro
Martínez Vázquez

TRADICIONES DECEMBRINAS EN VENEZUELA


    Las celebraciones de Navidad y Año Nuevo están entre las más especiales para los venezolanos; son fechas para reunirse entre familia y amigos a celebrar la vida y para realizar proyecciones de cara al año que está por iniciar. En Venezuela, como en el resto de las colonias españolas, las celebraciones de Navidad son heredad de las tradiciones de la península, sin embargo, la confluencia de credos y tradiciones fue modificando las formas en las que se conmemora. Hoy día configura un abanico de expresiones gastronómicas, musicales y festivas en constante evolución que simbolizan el sincretismo cultural de la nacionalidad venezolana. A continuación, algunas de las manifestaciones de la Navidad y Año Nuevo en nuestro país:

La Feria de La Chinita (Virgen de Chiquinquirá) en Maracaibo, Zulia:

   
Las celebraciones se inauguran el 17 de noviembre cuando se espera el arribo de la virgen en los alrededores de la Plaza del Rosario en la capital zuliana. El “amanecer gaitero” con su música da la bienvenida al día 18, al caer la tarde se realiza la celebración eucarística solemne acompañada de una gran procesión por el Paseo del Lago. El clima de alegría y de fiesta se prolonga durante todo diciembre aunque la feria cierra oficialmente el día 04 de ese mes. La Feria de la Chinita comienza a tomar relevancia nacional desde principios de los años 1960 y al día de hoy tiene proyección internacional; una de sus principales expresiones musicales, la gaita zuliana se ha convertido en referente de lo popular y bullanguero.

    La gaita, expresión derivada del vocablo árabe Al-Gaida, se refiere a un antiguo instrumento de viento que pasó a la península ibérica con la invasión musulmana y que evolucionó en el centro-sur de España. Se fusiona en un conjunto musical de  instrumento de viento y otro de percusión que es traído a América por los misioneros, constituyendo su nicho en la región del Sur del Lago de Maracaibo. La gaita se fue fundiendo con las costumbres indígenas y africanas bajo la creencia católica para configurar sus diferentes estilos. La tradición fue transformando a la gaita en una expresión de lo cotidiano y en su evolución pasó a incorporar instrumentos como la batería, bajos o trompetas.


Fotografía Pastores de San Joaquín:
Marvelia Alpizar, Hispanos Press (2020)
   
Entre el primer domingo de diciembre y Nochebuena se celebra en algunos pueblos de Aragua y Carabobo la Danza de los Pastores. Esta colorida celebración data del Siglo XVIII y conmemora la ida de los pastores a Belén, como reza el Evangelio de Lucas en la Biblia (2:8-20). Esta fiesta conjuga música, disfraces y una procesión de “pastorcillos”. Hombres y mujeres se visten como pastores del sexo opuesto y tras “el cachero”, un hombre ataviado de vistosos colores y con un par de cuernos en mano, se dirigen bailando hacia la iglesia donde hacen dádivas simbólicas al niño Jesús. En Nochebuena, tras la misa de gallo aparece un infante vestido como el Ángel Gabriel que recita al pueblo las palabras del Evangelio sobre el nacimiento de Jesús.


El ambiente antes de Navidad

    Los días que preceden a Nochebuena están cargados de alegría y se escuchan aguinaldos y parrandas. Esta música deriva de los villancicos y en su sencillez transmiten un mensaje de amistad y alegría que contagia a quien lo escucha. Tradicionalmente los aguinaldos amenizan los días decembrinos y solo tan recientemente como los años 70, las gaitas comenzaron a cosechar gustos fuera de Zulia sin desplazar del todo a los aguinaldos. De la misma forma, los parranderos con sus instrumentos tradicionales van por las calles formando algarabía y asisten a las “misas de aguinaldo”; estas misas van del 16 de diciembre y cierran el 24 con la “misa de gallo”. Iniciando en la madrugada, las misas se extienden hasta el amanecer, luego la gente se reunía en tertulias donde se acostumbraba a degustar arepitas dulces y empanadas con la salida del sol. En ese ambiente se sucedían las “patinatas” donde niños y jóvenes salían a recorrer las calles en patines, en muchos casos por varias avenidas y urbanizaciones que eran cerradas para tal fin. Al llegar el alba, una pequeña travesura para calmar el hambre de estos grupos de patinadores era llevarse el pan y una botella de leche que se dejaba en los portales de las casas.

Nochebuena y Navidad:

   En primer lugar, las decoraciones navideñas en Venezuela son una mezcla armonizada de tradiciones; brillantes luces de colores se conjugan con los nacimientos, botas y muñecos de nieve. Una de las decoraciones navideñas más populares, el Árbol de Navidad, se fue incorporando en Venezuela hacia los años 50 con la decoración de ramas cortadas que la gente buscaba y que se cubrían con espuma de jabón, algodón e incluso que pintaban con cal para dar la ilusión de nieve. Luego se colocaban en una maceta y se decoraba con guirnaldas, bambalinas de cristal o con muñecos tejidos por las abuelas. Cabe destacar que el Niño Jesús dejaba sus regalos bajo las camas de los niños y que posteriormente, cuando los pinos se hicieron populares en los años 70 a raíz de su importación, se comenzaron a dejar al pie del árbol.

    El Nacimiento representa la natividad de Jesús en Belén y su origen se remonta al siglo XIII cuando San Francisco de Asís montó el primer Belén en la población de Greccio, en la región del Lazio en Italia. Esta práctica se popularizó por Europa hasta llegar a América con los misioneros en el Siglo XVI. En Venezuela, la costumbre de los pueblos y ciudades era salir por las tardes a pasear y admirar a través de las ventanas abiertas los nacimientos de los vecinos ubicados en la sala, también eran muy populares los nacimientos de las iglesias o tiendas como Sears por su vistosidad y tamaño.

    El pan de jamón, por su parte, es tan venezolano que podría hacerse una “denominación de origen”. Indica Miro Popic en su obra “El Nuevo Libro del Pan de Jamón” (2014) que esta receta se inventó en 1905 en la Panadería Ramella ubicada en la esquina de Gradillas en Caracas y que en un principio solo llevaba “jamón de coleto” (Pernil con su piel, pasado por salmuera y cocido en un caldo). Este jamón se planchaba y se remojaba en preparaciones de vino, frutas, especias y papelón. También afirma Popic que posteriormente, la panadería Solís incorporó a su preparación “jamón Ferrys” (jamón ahumado importado de Estados Unidos) y uvas pasas. Hoy se puede encontrar recetas que incluyen aceitunas, masa de hojaldre, queso crema y pavo.

En torno al Año Nuevo:

    El 28 de diciembre se conmemora el Día de los Inocentes por el asesinato de todos los niños menores de dos años ordenado por rey Herodes al enterarse del nacimiento del mesías en Belén. En la actualidad, aparte de las bromas pesadas y chistes de ese día, en muchos pueblos de la región Centro-Occidental se hacen las fiestas de “Locos o Locainas”. Por ejemplo, en Coro estado Falcón, se celebra la Fiesta de los Locos de la Vela, allí la gente viste coloridos trajes y va en procesión festiva por la ciudad. En Mérida, Trujillo y Lara la gente intercambia roles, es decir, los hombres visten de mujer, los ancianos de niños y viceversa, todo en un ambiente de burla y confusión. En ese mismo tenor, en La Zaragoza celebrada en Sanare estado Lara, participan exclusivamente hombres con máscaras y trajes vistosos pidiendo por la salud de los niños del pueblo. Otra celebración es la Fiesta del Mono en Caicara de Maturín, Monagas; esta fiesta consiste en comparsas dirigidas por los bufos movimientos del personaje principal quien viste como un mono.

    
El 29 de diciembre también se celebra en los andes y el Zulia las fiestas de San Benito. En Mucuchíes, Mérida, se realiza una fiesta en honor a este santo que tiene su origen durante la Guerra de Independencia. Los campesinos hicieron una promesa a San Benito para que les diera valor en combate en la Batalla de Niquitao que resultó en una victoria para el Ejército de Bolívar. Desde entonces, viejos y jóvenes uniformados de rojo, con la cara pintada de negro, descalzos y armados con un trabuco marchan a la iglesia donde se oficia una misa que culmina con bailes y una descarga de pólvora.

Fotografías en blanco y negro:
Alberto Veloz, El Estímulo (2020)

Año Viejo y Año Nuevo: 

    Sin duda que una de las más populares y recordadas tradiciones es el cañonazo de año nuevo: En todas las ciudades importantes una pieza de artillería hacía una salva de 21 cañonazos y las iglesias tañían sus campanas, la gente salía ampliamente a las calles para darse el abrazo de “feliz año”, para luego asistir a las plazas a compartir con los vecinos. Lamentablemente muchas de estas y otras hermosas tradiciones como las patinatas han desaparecido a causa de la inseguridad.

    El Año Nuevo en Venezuela tiene muchas formas particulares de celebrarse, pero de entre todas estas, quizás una de las más arraigadas, inmortalizada en el Poema de Andrés Eloy Blanco es aquella de tomar las “12 uvas del tiempo”, precedidas por la canción “Faltan cinco pa’ las doce” en la voz de Néstor Zavarce. A finales del Siglo XIX en Madrid un grupo de personas se reunió en la Puerta del Sol donde tomaron las uvas con las campanadas de año nuevo, desde entonces se popularizó la tradición y hoy se toma una uva por cada campanada mientras se pide un deseo. Hay otra tradición que es particular de los estados Táchira y Mérida aunque se realiza también en otros estados centrales, que es la “Quema del Año Viejo”, esta consiste en quemar un muñeco, que en son de burla representa al año que se va.

Cierre de las Fiestas Decembrinas:

    Entrado el mes de enero continúan las fiestas por el niño recién nacido. Entre el 01 y 02 de enero se celebra La Paradura del Niño, festividad popular en los estados andinos, esta consiste en una reunión frente al nacimiento mientras se cantan aguinaldos, luego de ello el niño se posa sobre un pañuelo sujeto por las cuatro puntas mientras se hace una procesión, al regresar, los presentes besan al niño y lo ponen de pie en el pesebre para demostrar que el bebé ya camina. En otros pueblos, se añade a la paradura la tradición del Robo del Niño, que consiste en esconder al niño en una casa, el ladrón dice que él tiene al niño y fija una fecha para que los fieles vayan a buscarlo, ese día el resto de las personas le buscan en procesión. Luego el dueño de la casa donde estaba el niño ofrece un banquete a los fieles.

Derecha: Cabalgata de Reyes en una calle de La Guaira
    Con excepción de los estados andinos, donde las celebraciones se extienden hasta el 02 de febrero, día de la Virgen de la Candelaria, en la mayoría de las regiones del país las tradiciones decembrinas terminan el 06 de enero. Esta fecha celebra la epifanía de Jesús recién nacido revelándose ante los Tres Reyes Magos y en Venezuela es festivo nacional, se hacen procesiones donde los Reyes reparten dulces a grandes y chicos, se comparte en familia y se hace un intercambio de regalos similar al realizado el 24 de diciembre.

    Cuando amanece el 07 de enero, muchos venezolanos deben despertar del sueño de las fiestas y asistir a sus trabajos. Comienzan las resoluciones de año nuevo y la preocupación por los “kilos de más” ganados durante las cenas y almuerzos, se inicia un nuevo año y se presentan nuevas oportunidades para seguir construyendo país.


Feliz año nuevo y próspero 2021.






Por Miguel Alejandro
Martínez Vázquez
Un especial agradecimiento al Sr. Félix Martínez, mi padre, por su acertado asesoramiento en la realización de este artículo.

    Qué es el Folklore sino el alma misma de los pueblos, el conjunto de sus creencias, costumbres, formas de pensamiento y acción que modelan su entendimiento del mundo. Es un acervo multifactorial e inexplicable en toda su extensión, pues comparte elementos primigenios con influencias de la contemporaneidad que lo van transformando; en el olvido quedan ciertos elementos y otros se adaptan al paso de las eras. Sin embargo, tiene un profundo sentido imperturbable que anida en el corazón de los connacionales en un país y que va pasando de generación en generación. 

    En Venezuela, una nación que como República independiente no alcanza los 200 años de existencia, aún se están configurando los rasgos identificativos de eso que puede llamarse Folklore; en ese devenir socio cultural que configura nuestras creencias como venezolanos, confluye la herencia prehispánica, colonial y las lecciones dolorosas de las guerras civiles.

    Sin embargo, algunas expresiones culturales han trascendido al altar de la venezolanidad y se configuran como bases de nuestro Folklore nacional. Sin duda, uno de los ejemplos más representativos de ello es el famoso contrapunteo de Florentino y el Diablo; una épica de la lucha eterna entre la  luz y oscuridad que tiene por telón de fondo los extensos llanos de Barinas y Apure. El propósito de este artículo es presentar al lector la importancia de esta creación literaria para la nacionalidad venezolana, despertar su curiosidad por la riqueza cultural que posee el relato y avivar su imaginación al trasladarlo de forma audiovisual al llano inmenso.

    Esta leyenda es quizás más conocida por la versión musical, la famosa Cantata Criolla, que hiciera el compositor venezolano Antonio Estévez en 1954 como pieza para orquesta con coro y dos solistas. Posteriormente, en 1965, la primera grabación de la obra inmortalizó las voces de José Romero Bello como Florentino y de Juan de los Santos Contreras “El Carrao de Palmarito” como El Diablo. Desde entonces es una de las piezas más populares en el registro musical venezolano. Sin embargo, Florentino y el Diablo es la obra cumbre del escritor, abogado y político barinés Alberto Arvelo Torrealba, quien hacia el año 1940 publica en el libro Glosas al Cancionero, el relato del llanero bravío y cantor Florentino, que se batió con el mismísimo Diablo en un contrapunteo.

    
La historia, que tendría modificaciones y ampliaciones en 1950 y 1957, tuvo dos antecedentes inmediatos: En 1924, en palabras de José Eustaquio Machado y en 1925 como un verso de Manuel Mirabal Ponce publicado en la revista
Fantoches. Pero es que este relato es más antiguo y proviene de la tradición oral de la zona centro occidental del país, más específicamente de los llanos de Barinas. La región llanera es quizás una de las más prolíficas del país en cuanto a las leyendas, supersticiones y relatos que conforman el mito del llano con una extensa simbología de lo fantástico.

    Arvelo Torrealba supo transcribir los pensamientos del llanero, sus costumbres, su toponimia, sus misterios y sus realidades en una obra que es fundamental para entender la idiosincrasia de esta región que se transforma también en el sentir del venezolano. Las leyendas del llano exponen de forma magistral los rasgos propios de su tradición; el mítico asombro por lo desconocido y el recelo a lo fantástico se configuran en superstición, que a su vez, se vuelve creencia atemporal. 

    
El llanero acepta este escenario como parte de su realidad y trata de sobreponer la luz a las tinieblas. Considérese entonces a Florentino como el llanero modelo  que debe enfrentarse a la sombra que hay en todo, representada por el Diablo en persona, amenazando con perturbar su normalidad y bienestar.

  Entendido el trasfondo socio cultural de la pieza, es preciso identificar la estructura de la misma. Florentino y el Diablo está escrito en verso octosílabo, con gran ritmo y abundancia de simbología regional, utilizando un lenguaje culto mezclado con expresiones del habla popular de la región llanera. Se divide fundamentalmente en dos partes “El Reto” y “La Porfía”, pero para efectos didácticos, el contrapunteo que se incluye en la segunda parte, se tratará por separado en este texto. Desde el punto de vista musical, la obra posee cambios rítmicos bien diferenciados y el joropo y sus instrumentos son definitivos protagonistas.

Grabado de bailarines de joropo
Eloy Palacios (1912)
    
Antes de ahondar en la obra propiamente, es relevante remarcar la trascendencia que ha tenido esta para el Folklore de Venezuela. En primera instancia, el personaje de Florentino experimentó un desarrollo literario en las páginas de “Doña Bárbara” y “Cantaclaro” del autor Don Rómulo Gallegos. Estas apariciones han otorgado al personaje una trascendencia internacional como representativo del llano y por ende de Venezuela. En segunda instancia, la música ha sido vehículo fundamental para divulgar la obra de Florentino y el Diablo. De hecho, la magistral Cantata Criolla de Antonio Estévez posee una gran resonancia en el repertorio orquestal venezolano y es muy popular dentro y fuera del país. Diversas grabaciones a lo largo de los años, mantienen la leyenda viva en el imaginario colectivo y renuevan el deseo del público de conocerla más.

    
Estos factores conjugados han convertido la Magnus Opus de Arvelo Torrealba en una representante de la venezolanidad alrededor del mundo, pero también las gentes de nuestro país, quienes pueden sentir empatía con el “catire”, y han adoptado la leyenda como eminente símbolo de su gentilicio y su idiosincrasia. Más allá de ser un referente del Folklore nacional, la leyenda de Florentino y el Diablo se mantiene fuerte y se nutre en la modernidad.

    Es momento propicio para que usted, estimado lector, despierte su imaginación para trasladarse a los caminos polvorientos de Barinas mientras busca cobijo en un apeadero. En la noche oscura busca protegerse ante el avance inexorable del chubasco y nubarrón que traen el rayo y el trueno; al entrar en una cantina poco iluminada en el pueblo de Santa Inés, se sienta junto a los presentes cuando se convierte en espectador del duelo cantado mientras describimos las tres secciones de esta leyenda escrita.

El Reto: Este es el primer movimiento de la obra, Florentino va corriendo la sabana cuando se detiene a beber agua en un caño y bajo la tenue luz de la Luna comienzan a ocurrir cosas extrañas… El “Catire” Florentino ha aceptado el reto de un extraño jinete de negra montura que se pierde tras la humareda de sus cascos. Sin recuperarse del extraño suceso pero con altivez, echa a andar a Santa Inés para enfrentar el destino como llanero gallardo que defiende su honor ante la dificultad más apremiante.


La Porfía: Como su nombre lo indica, este segundo movimiento corresponde al enfrentamiento tenaz y obstinado entre los cantores. El Diablo, errante por los caminos del llano, desafía a los copleros a enfrentársele para llevar sus almas cuando pierdan ante el imponente corrío que él despliega. El escenario es un pequeño rancho donde se reúnen algunos pobladores que se refugian del temporal; de modo sobrenatural entra un personaje hosco, tenebroso pero altivo.


El Contrapunteo: Esta es una de las más entrañables expresiones culturales de la región llanera, el contrapunteo se fundamenta en el reto que un cantor le hace a otro. Generalmente, el retador formula una pregunta que debe responder el contrincante. Ambos deben ser hábiles para responder con sagacidad, siempre manteniendo  la rima y buscando que el otro cometa un error con los ardides del verso. El llanero debe vencer en el contrapunteo pues de lo contrario se ve afectada su reputación y su honor. En este caso, es el alma de Florentino lo que está en juego, por lo que es preciso vencer. Hay ciertas referencias y simbolismos que el lector debe considerar para comprender la extensión del tercer movimiento de esta leyenda.


    El lector se ha paseado por los variados recursos literarios que Arvelo Torrealba utilizó para ensamblar su épica. Ya conocidas algunas de las referencias al llano y sus gentes, puede ponerse usted en el papel de los llaneros de Santa Inés, tomar las maracas y empezar el contrapunteo.





MONUMENTO AL ZANCUDO CAÍDO
“ÚNICO EN EL MUNDO”

Por Gral. Brig (Ej)
Eumenes Fuguet
Borregales

    
En Venezuela se realizaron dos grandes guerras, la de independencia y contra el paludismo que diezmaba a la población, el héroe de esta última fue el distinguido doctor Arnoldo Gabaldón, nacido el 1 ero. de marzo de 1909 en la ciudad de Trujillo, capital del estado del mismo nombre. Recibió una esmerada educación, completada en la Universidad Central de Venezuela en 1924, y en 1930 obtuvo el doctorado en Ciencias Médicas. Bajo la tutela del eminente doctor valenciano Enrique Tejera, se desempeñó en el Laboratorio de Bacteriología y Parasitología adscrito a la Dirección General de Sanidad Nacional.

   Preocupado por el alto número de muertes a causa del paludismo, y su preocupación en combatirlo, logró una beca por dos años para estudiar en Alemania y en Italia. Al regresar es designado médico sanitarista en el estado Apure, donde pudo palpar la triste realidad sanitaria del campo. Su aval profesional le permitió obtener en 1935 una beca sobre Medicina Higienista en Baltimore - Estados Unidos por parte de la Fundación Rockefeller. En 1936 fue designado Director Especial de Mariología. Durante su gestión le dio un importante impulso a los estudios sanitaristas; fundó la Escuela de Mariología y Saneamiento Ambiental con sede en Maracay, la cual tuvo carácter internacional desde 1944. Se debe a este insigne científico, que el Congreso Nacional sancionara en 1936 la Ley de Defensa contra el Paludismo.

    Durante la realización de la V Conferencia Panamericana de Directores Nacionales de Sanidad realizada en Washington en 1944, se relacionó con el general James Simmons, quien le informó de un polvillo blanco denominado Dicloro-Difenil-Tricloetano (DDT), empleado con fines bélicos, que ligado con kerosene ofrecía un buen efecto sobre el transmisor del paludismo. Entusiasmado por la información, el Dr. Gabaldón, y con la finalidad de traer a Venezuela el polvillo, consiguió el apoyo de los doctores Enrique Tejera, Gobernador del estado Carabobo y Rafael Guerra Méndez médico higienista y escritor, conocedores a fondo y autores de obras sobre el flagelo de la malaria. Es así como el 02 de diciembre de 1945, se inició en forma experimental en Morón, lugar que conocía el Dr. Gabaldón por haber trabajado en Puerto Cabello el empleo del DDT en una humilde vivienda propiedad de Melecio Castillo.


    A partir de ese momento histórico, Gabaldón organizó un pequeño ejército de rociadores o “Dedetizadores” con su característico uniforme gris y casco de aluminio en forma de hongo, que desplazándose en mulas, vehículos rústicos o a pie, recorrieron gran parte del territorio nacional fumigando las viviendas rurales en la titánica lucha contra el zancudo Anopheles, cuya hembra es el transmisor de este flagelo. Muchos de estos anónimos servidores murieron cumpliendo la afanosa tarea. La experiencia del doctor Gabaldón y su equipo de trabajo, sirvió de modelo para muchos países ansiosos de eliminar la malaria.

    El Dr. Gabaldón se mantuvo al frente de la División de Malariología hasta 1950. Ocupó la cartera de Sanidad desde 1959 hasta 1964. Sus obras científicas (más de doscientas), sirven de permanente referencia en los estudios sobre la especialidad sanitarista y científica, ingresó como Individuo de Número en la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, y de la Academia Nacional de Medicina. Recibió innumerables condecoraciones y reconocimientos nacionales y extranjeros. Falleció el ilustre paisano en Caracas el 1 ero. de septiembre de 1990. Gracias a la labor de tantos héroes anónimos dirigidos por el Dr. Gabaldón, se pudo elevar el promedio de vida del venezolano. Una Parroquia del Municipio Candelaria del estado Trujillo se enorgullece de llevar su nombre, cuyo norte, enseñanza y legado es: “ser más útil que importante”.

Monumento al zancudo caído, “único en el mundo”

    En la población de Morón, capital del municipio Juan José Mora del estado Carabobo, se encuentra el “Monumento al zancudo caído”, construido en 1955 por iniciativa del Club de Leones de Valencia.

Plaza del zancudo (Intersección de Av. Falcón con Av. Carabobo, Morón, estado Carabobo)



Contacto: Churuguarero777@gmail.com







  
Por Miguel Alejandro
Martínez Vázquez
    
Con un título que parece extraído de un periódico de época, el relato que se narra a continuación podría  incluirse en esa larga lista de historias que se catalogan popularmente en el “Solo pasa en Venezuela”... Una hazaña increíble con un final tragicómico que merece ser recordada por la importancia que reviste.  Debemos remontarnos a la cálida mañana aragüeña del día 02 de enero de 1937. El campo de aviación de Maracay rebosa de actividad y los jóvenes oficiales pilotos están llenos de expectativas por las celebraciones que se tienen pautadas para ese día. Se conmemora el día de las Fuerzas Armadas Venezolanas y la Aviación Militar ha preparado un gran desfile aéreo que pasará a la historia como la “Fiesta del Aire”.

Hangares del Campo de Aviación de Maracay
Actual sede del Museo Aeronáutico de la
Fuerza Aérea Venezolana Cnel. Luis Hernán Paredes

    Desde su creación en 1920 la Escuela de Aviación Militar (EAM) no ha cesado en su empeño por tecnificar y organizar la nueva arma aérea, con el paso de los años se ha adquirido material volante y se han graduado varias promociones de oficiales pilotos y mecánicos. Una de las prioridades del nuevo gobierno del General Eleazar López Contreras es establecer una base orgánica para la Aviación Militar, por lo que en 30 de enero de 1936 se crea el Regimiento de Aviación Militar N°1, unidad superior dependiente del Ministerio de Guerra y Marina. Este Regimiento, comandado por el Coronel del Ejército Franco Conde García, estaba encargado de todo el personal y recursos materiales de la incipiente aviación, por lo que la EAM y el recién creado Grupo de Aviación Venezuela, le eran dependientes. A su vez, el personal militar de pilotos y mecánicos egresados de la Escuela de Aviación se distribuía en cuatro escuadrillas que conformaban el Grupo de Aviación Venezuela: Escuadrilla de Caza, Bombardeo, Reconocimiento y Vigilancia de Costera.

    Un año después y en horas de la mañana del 02 de enero comienza a llegar la comitiva de altas personalidades que se disponen a presenciar las operaciones aéreas. Entre los presentes asiste el Presidente de la República General Eleazar López Contreras, miembros del Gabinete Ejecutivo, representantes de los Poderes Públicos, Cuerpo Diplomático y los componentes del Alto Mando Militar. Rodeados por un numeroso y entusiasta público maracayero, toman asiento frente a los hangares y comenzar la revista de las tropas reunidas en el histórico campo, hoy asiento del Museo Aeronáutico de la Fuerza Aérea. Para inmortalizar el momento también se dieron cita los periodistas y las cámaras del noticiario, y muy bien que así lo hicieron.

    En las filas de la Escuadrilla de Reconocimiento, comandada por el Capitán Víctor Sandoval, se dispone a abordar una de las aeronaves el Mecánico Manuel Murillo, un joven que ingresó a la Escuela de Aviación Militar en el año 1933 como Alumno Mecánico; para el año 1935 había obtenido la jerarquía de Distinguido y poco después obtuvo su graduación como Sargento Mecánico de Tercera. Una vez entregado el parte del desfile y terminadas las palabras de apertura, inicia la parada militar y los pilotos con sus mecánicos suben a sus aviones para alzar el vuelo de demostración. En aquella época los aviones eran máquinas endebles y sus pilotos eran considerados hombres temerarios que desafiaban la muerte, solo recientemente se había incorporado un dispositivo que le daba al piloto una posibilidad de sobrevivir, el paracaídas; el detalle era que la tripulación debía salir por sus propios medios y saltar del avión sin golpear las superficies del mismo, una tarea considerablemente difícil por lo que se requería instrucción especial en dicho asunto.

Fuente fotografía: Grupo de Facebook FAVVEN
    
Despegaron unos 30 aeroplanos, aviones franceses Breguet 19, 270 y 273; Morane Saulnier 147 y Dewotime 500 así como los aparatos Waco fabricados en Estados Unidos. En el asiento trasero de uno de los Waco pilotado por el Subteniente Pablo Croce Orozco iba el Mecánico Murillo disfrutando del paisaje y de las peripecias acrobáticas de sus compañeros pilotos. En uno de los pasajes sobre la tribuna presidencial, la concurrencia vislumbra que se desprende un punto negro del avión del Subteniente Orozco, cae rápidamente y en un instante aparece una masa blanca sobre este, el punto comienza a delimitarse en la forma de un hombre, el público grita impresionado, hay un paracaidista que cae grácilmente como un ave que planea hacia tierra. Entre vítores de la gente y confusión entre los organizadores del evento toca tierra sano y salvo el Mecánico Manuel Murillo.

    Las personalidades también celebran y el presidente López Contreras, con su característica voz de bajo profundo, pregunta a sus ayudantes sobre el joven, quienes le indican que el acto no estaba planificado y que Murillo no tenía preparación alguna. Manuel Murillo se convertía entonces en el primer venezolano en lanzarse en paracaídas desde una aeronave en vuelo. Como si se tratara de una estrella internacional el público lo aclama por su hazaña y el General López Contreras lo hace llamar para felicitarlo personalmente. Estrechando su mano le felicita el buen término del lanzamiento, pero en un extraño giro de los acontecimientos, le dice que pudo haberse matado y que no debía violar la ordenanza militar. Para cerrar con broche de oro la “Fiesta del Aire” y como un padre que regaña a su hijo por una travesura, López Contreras manda a detener a Murillo por 90 días como medida disciplinaria.

El General Eleazar López Contreras felicita a Murillo por su hazaña
Fuente fotografía: Grupo de Facebook FAVVEN
    Luego de salir de prisión Manuel Murillo continuó sus labores como Mecánico en la Aviación Militar y en 1943 se presentó como candidato a pilotaje, siendo descartado por no tener aptitudes para el vuelo. Para qué quería volar un avión si ya había volado como un ave. En el año 1945 fue ascendido a Subteniente luego de los sucesos del 18 de octubre de ese año, luego se convirtió en el primer jefe del Servicio de Intendencia de la Fuerza Aérea y en 1961 pasó a retiro con el grado de Mayor por límite de edad (Luis Ochoa Vargas, 2020). Este episodio fue el primer antecedente del paracaidismo en Venezuela, posteriormente, a finales de los años 40 se organizaría el primer escuadrón de paracaidistas de la aviación y así se germinó la idea para los numerosos clubes que practican hoy día este deporte también en el mundo civil. También sirvió para reforzar la disciplina dentro de la institución aérea, pues un caso similar se presentó en 1943 cuando el también Mecánico Antonio Márquez Bello, fue suspendido durante seis meses por lanzarse en paracaídas sin permiso del piloto.

    Este evento se puede emparejar entre otros primeros lanzamientos de venezolanos que buscaron conquistar el aire, el primero ocurrió en 1868 en el pueblo de El Naranjito en la sierra falconiana cuando el Sr. Carlos Rivero Solar, inventor y soñador, se ató unas alas y lanzándose desde una colina intentó planear hasta dar contra un bucare de donde fue rescatado por los lugareños. Años más tarde en 1883 en la colina de El Calvario en Caracas, el ingeniero e inventor Pedro Coll Font se lanzó con su invención de máquina voladora cayendo estrepitosamente frente a una multitud en donde se encontraba el General Antonio Guzmán Blanco quien lo felicitó por su peripecia. Ellos junto con Murillo son parte de esa legión de pioneros que no vacilaron por lanzarse a la conquista del aire y ver el mundo desde otra perspectiva, hoy vivimos lo que ellos impulsaron y por ello son personajes inmarcesibles en nuestra memoria.




LAS AVENTURAS DE FRANCISCO MARTÍN
O
FRANCISCO MARTÍNEZ VEGASO 


        Antes de continuar con la narrativa, veamos quién era Francisco Martín o Martínez Vegaso, Conquistador español, nacido en 1514 en Trujillo, Castilla. Era hijo de Francisco Martín Vegaso y de Francisca de Valencia. Siendo muy joven llegó a la población de Santa Ana de Coro, como miembro de la expedición de Ambrosio Alfinger, quien fue nombrado primer gobernador y capitán general de la Provincia de Venezuela, de acuerdo al contrato concedido por el Rey Carlos I a los Welser, unos banqueros alemanes de Augsburgo. Ya en contexto con el personaje, pasemos a la segunda parte de la historia vista en la anécdota anteriormente publicada.

        Existen varias versiones de este hecho narradas por los cronistas de la época, entre ellos José de Oviedo y Baños, Pedro de Aguado, Juan de Castellanos, Fray Pedro Simón y Fernández de Oviedo, siendo este último quien dio la versión más exacta, según Miguel Acosta Saignes, quien escribió un estudio titulado Fernández de Oviedo y el caso de Francisco Martín, publicado en la Revistas de Historia, N°1, Caracas, 1960. pp. 49-60, y que coincide con la declaración que Francisco Martín dio de este suceso en fecha 28 de julio de 1533, al capitán Juan de Villegas, con copia existente en la Academia Nacional de la Historia en Caracas. Esta narrativa se adapta a esa historia.

        Hemos apuntado que Francisco Martín no pudo seguir a sus compañeros por encontrarse lesionado con una llaga en una de sus piernas, impidiéndole caminar de forma apresurada. Su estado era lamentable, cubierto de andrajos, descalzo, con el pelo largo y la barba crecida, muerto de hambre. Comenzó a caminar con dificultades por aquellos parajes selváticos siguiendo el curso del río, esperando encontrar alguna población indígena. Se montó sobre un gran tronco en el río y se dejó llevar por la corriente caudalosa. Casi desfallecido le encontraron un grupo de indios, quienes lo llevaron ante su cacique, quien se sorprendió al ver su color de piel, cabellos largos y barba, brindándole atención y socorro. Martín pasó tres meses con esta tribu y ya restablecido de salud, pudo huir en canoa con unos indios que habían llegado desde la Laguna de Maracaibo. Llegó a un poblado de palafitos de una tribu Quiriquire, pasando con ellos otro mes. Luego fue vendido a un indio de tierra firme y llevado a una tribu de indios Pemones, llamados también de Maracaibo.

        Allí convivió con ellos durante un año, amoldándose a sus costumbres. Andaba desnudo, al igual que el resto de la población, aprendió a comer todo tipo de alimentos, aplicándose a ser una especie de brujo y curandero. Se convirtió en un hechicero y adquirió mucho respeto por sus habilidades, dejando atrás las burlas a las cuales estuvo expuesto. Tuvo mucho acercamiento con la hija del Cacique Babur, quien al observar dicha cercanía, los casó y esto le dio más poder a Martín en la tribu. Aunque había adquirido considerable poder sobre el resto de la comunidad, había recelo entre algunos indígenas que pensaban en matarle, pero siempre logró adelantarse a cualquier situación ayudado por su esposa. El Cacique lo nombró capitán con el fin de que los ayudara en las guerras entre tribus vecinas, logrando éxito en su nueva designación.

        Mientras tanto, el gobernador Ambrosio Alfinger ha continuado su marcha hasta llegar a las inmediaciones de Pamplona, en los territorios de lo que será el Nuevo Reino de Granada. En esta zona denominada el Valle de los Chinácotas, fueron violentamente atacados por estas tribus indígenas, defendiéndose briosamente. Alfinger es herido mortalmente por flechas envenenadas, logrando refugiarse con sus hombres en el valle de esas serranías, muriendo al cuarto día. Muerto el gobernador Ambrosio Alfinger, sus hombres en consejo de guerra eligieron como su capitán a Pedro de San Martín y continuaron su travesía abandonando el Valle de Chinácota, saliendo a las campiñas de Cúcuta y continuando su marcha para llegar a los pocos días a la Laguna de Maracaibo, provincia donde se encontraba Francisco Martín.

        El Cacique Babur recibió noticias de la proximidad de unos forasteros a su pueblo, reunió a sus guerreros y los puso al mando de Francisco Martín para combatirlos. Martín comprendió que los que se acercaban tenían que ser españoles al mando de Ambrosio Alfinger. Dispuso a los guerreros indios en la espesura en función de tender emboscadas a la comitiva. Al ver que los españoles se aproximaban, les salió en solitario. Iba a la usanza india, desnudo, con el cuerpo pintado, coronado de penachos de plumas la cabeza, con su arco y flechas. Se puso al frente del paso de los españoles quienes ni por un instante lo reconocieron, sorprendiéndolos al hablar español e identificarse. Allí les contó todo lo sucedido con Vasconia y su experiencia. Le dieron algo de ropa para cubrir sus partes íntimas y caminaron al sitio donde estaban los indios emboscados, dirigiéndose a ellos en su lengua para que dejaran las armas, les indicó que esta gente era amiga, que los reconocía como hermanos y que ofreciesen la paz al capitán Pedro de San Martín. Todos se fueron al pueblo siendo recibidos por Babur y atendidos con esmero por la tribu indígena. A los pocos días partieron, dejando sembrada la amistad entre españoles e indígenas, al igual que por los pueblos por donde pasaban, y sirviendo de intérprete Francisco Martín. Finalmente llegan el 02 de noviembre de 1533 a Coro, después de haber estado ausentes durante tres años.

        Una vez en Coro, el gobernador interino de la Provincia de Venezuela, Juan Alemán, decidió enviar una expedición formada por unos 60 hombres, al mando del teniente Venegas y guiados por Francisco Martín, para buscar el oro enterrado por Vasconia. Dieron vuelta por la ranchería de Maracaibo, siguiendo por Tamalameque, pero no pudo Martín determinar el lugar, debido a la confusión con tan espesas montañas, después de haber pasado por manglares, sitios anegadizos, no teniendo Venegas otro recurso que regresarse a Coro. Mientras tanto, Francisco Martín se debatía entre los recuerdos de su vida con los indígenas, su mujer y la descendencia que tuvo con ella, que en dos oportunidades se fugó al pueblo indígena, siendo en ambas oportunidades  traído de nuevo a la civilización por una escuadra de soldados, siendo enviado al Nuevo Reino de Granada, para que con  la distancia se le quitara tal obsesión, y poco a poco se le fue pasando tal ansiedad… pero aparentemente esa no es el fin del caso…

Federico de Madrazo (1860)
Municipalidad de Santiago de Chile

        Todos los historiadores de la época colonial han concluido que los 110 Kg. de oro enterrado por Vasconia se perdieron y nunca se podrán recuperar; sin embargo, crónicas y hechos posteriores han salido a la luz y evidencian datos, los cuales pueden considerarse valederos. Aparece en escena el capitán Pedro de Valdivia, personaje español con experiencia en campos de batalla como Villalar, Flandes y Pavía. Igualmente ha hecho amistad y ha peleado junto a otro conquistador: Jerónimo de Alderete. En 1535 forma parte de la expedición de Jerónimo de Ortal para la conquista de El Dorado y llega a Tierra Firme.

        Ya en nuestras tierras, Valdivia y Alderete abandonan a Ortal junto con otros 40 hombres, y al separarse llegaron al territorio de los Welser, siendo detenidos y los cabecillas enviados a Santo Domingo para ser juzgados. Valdivia, como no es cabecilla de la rebelión, se quedará en Coro y hará fuerte amistad con Francisco Martín o Martínez Vegaso y es indudable que en ese tiempo hablaron sobre el oro enterrado por Vasconia y sobre futuras conquistas por su cuenta, así como del respaldo económico requerido para dichas expediciones. Poco tiempo después, Alderete y Valdivia marchan al Perú, pero en 1538 el trío formando por estos dos, más Francisco Martín o Martínez Vegaso, aparecen proyectando la conquista del territorio de Chile.

"Fundación de Santiago de Chile"
Pedro de Lira (1888)
Museo Nacional de bellas Artes, Santiago de Chile

La pregunta es: ¿De Dónde sacaron el dinero para financiar tan grande empresa? En Venezuela, los gobernadores alemanes no permitían a nadie sacar oro ni nada de valor de la Provincia. Entonces, las sospechas radican en las constantes visitas que Francisco Martín hacía al pueblo indígena para ver su esposa e hijo, ¿eran estas visitas para sacar el oro enterrado de forma encubierta y sacarlo en algún barco a España? De allí surge la teoría del financiamiento de la expedición chilena, cuestión que es desmentida por historiadores chilenos, afirmando que el financista de Pedro de Valdivia fue el español Francisco Martínez de Vergara, pero hay datos que se contradicen:

El conquistador Pedro de Valdivia nunca más regresó a España luego de estar en Venezuela.

- Francisco Martínez de Vergara contrae matrimonio en 1537 con una joven llamada María de Vergara, hija de Alonso de la Barrera, negociante de la isla de Cubagua, Coro, Cabo de la Vela y otros puertos del litoral venezolano.

- Dado que Barrera financia la expedición de Jerónimo de Ortal y que ha debido conocer a Alderete, Valdivia y a Martínez, da la sospecha que él fuera quien transportara el oro entregado por Martínez.

- Es probable que Francisco Martínez Vegaso se casara con la hija de Alonso Barrera, y para evitar sospechas ocultara su identidad, al igual que su cuantiosa riqueza repentina y adoptara el apellido Vergara en algún momento en Sevilla o al llegar a territorio Chileno.

- Dos historiadores chilenos, Tomás Thayer Ojeda y Crescente Errázuri, han reconocido que Martínez Vegaso fue el socio de Valdivia, relacionando la colaboración de Lucas Martínez Vegaso, hermano de Francisco, y residente en el Perú, quien ha formado una compañía para mercadurías como apoderado de Francisco Martínez Vegaso con Diego García de Villalón, residente en la Provincia de Chile.

- Estas consideraciones permiten apuntar que Francisco Martínez si sacó el oro enterrado por Vasconia, ya que en Venezuela, mientras estuvo al servicio de los Welser, no obtuvo ningún dinero, debido al rígido sistema fiscalizador alemán.

- Pedro de Valdivia funda la ciudad de Santiago en el territorio de Nueva Extremadura en 1541. Fue el primer gobernador y capitán general de Chile. Igualmente fundó las ciudades de Concepción (1550), La Imperial, Valdivia y Villarrica en 1552 y Los Confines (1553). Murió en la batalla de Tucapel, en 1553. En su testamento, nombraba gobernador de Chile, en primer lugar, a Jerónimo de Alderete.

- Francisco Martínez Vegaso se estableció en el Nuevo Reino de Granada, donde se supone murió ya anciano.






¿FUERON ÚNICAMENTE NUESTROS ABORÍGENES ANTROPÓFAGOS...?


      Se dice que una mentira dicha cientos de veces se convierte en verdad. ¿Será este el caso del asunto de la antropofagia de nuestros aborígenes? Estos relatos pueden remontarse a los inicios de la conquista europea, cuando las inmensas fuentes de oro y otras riquezas existentes en el Nuevo Mundo fueron imán para codiciosos aventureros. Entonces, una forma de actuar con propiedad sobre las tribus originarias estaba en el hecho de afirmar y mantener que los indios eran salvajes, infieles y que comían carne humana como alimento, incluso que la preferían a cualquier otra. Algunas tribus Caribes si practicaban estas costumbres; pero una excepción no hace una globalidad.

     Este mito fue creciendo y expandiéndose por toda Europa, involucrando a todas las tribus indígenas del Nuevo Mundo. Bajo esta falsa premisa, los conquistadores invadieron estas tierras, reduciendo a cautiverio, esclavitud o muerte a nuestros indígenas, pretendiendo justificar estos hechos bajo una conducta civilizadora. La siguiente narrativa lleva el propósito de cuestionar tal procedimiento en tierra venezolana y dejar una huella de incredulidad en el lector.

Fuente: Raúl Díaz Legorburu. Libro: La Aventura Pobladora
Blasón de la Casa Welser

     
Carlos I Rey de España, quien también ostentaba el título de Carlos V, por ser Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, había dado a unos banqueros alemanes, los Welser, un contrato de arrendamiento de la Provincia de Venezuela con fecha 27 de marzo de 1528, el cual se extendía desde el Promontorio de Paria hasta el Cabo de la Vela, en la Península de la Guajira. Se obligaba a los Welser a fundar dos ciudades, colonizar, poblar, edificar tres fortalezas para defender las costas, mantener y defender la religión cristiana, protegiendo igualmente las misiones evangelizadoras de los indios. Los Gobernadores se llamarían  “Adelantados”, llevando la administración de la Provincia bajo la jurisdicción de las Leyes de Indias, Órdenes y Cédulas Reales. Los Gobernadores fueron: Ambrosio Alfinger, Jorge Spira, Nicolás Federmann, Hans Seissehoffer y Felipe Von Hotten.

    Ambrosio Alfinger fue el primer “Adelantado” de los alemanes y primer Capitán General de la Provincia de Venezuela en llegar a las costas de Coro en el año 1529 al frente de una gran expedición. La empresa la componían 400 hombres españoles, caballos, armas, municiones y cuanto consideró necesario para sus proyectos colonizadores. Alfinger fundó nuevamente la ciudad de Coro bajo, en el mismo asentamiento donde lo había hecho Juan de Ampíes en 1527. Alfinger incumplió las cláusulas del contrato celebrado con el Rey, ya que no se ocupó en absoluto de fomentar la colonización y progreso de la ciudad. Por el contrario, estableció un permanente tráfico de indios esclavos entre Coro y Santo Domingo en la isla La Española.

     Alfinger, seducido por los informes de cuantiosas riquezas en el interior, decide preparar una expedición. Envió por mar una avanzada para dirigirse a la Laguna de Maracaibo, entrando por la Barra y que allí sus hombres lo esperasen, mientras él seguía por tierra. A principios de agosto de 1529 salió de Coro, frente a 180 hombres, rumbo al Sur del Golfo. Después de muchas vueltas en dicha región, con fecha 30 de mayo de 1530 regresó a Coro con solo 70 hombres, 7.000 pesos de oro, y con un grupo de indios de Coquivacoa. Encontró a su compatriota, Hans Seissehoffer (Juan Alemán), quien había sido enviado por los Welser para que tomase el mando de la colonia, en creencia de que Alfinger había muerto en su expedición. Asume nuevamente el mando, pero por encontrarse enfermo de fiebres palúdicas, zarpa para Santo Domingo, mientras se restablecía su salud. Regresa hacia finales de 1530 o principios de 1531, retomando sus funciones y prepara otra expedición a Maracaibo. Los indios Caquetíos, al saber de esta nueva expedición, comenzaron a huir hacia la Península de Paraguaná, pues habían sufrido muchas privaciones y martirios en la expedición anterior de Alfinger. Igual situación también la vivieron los soldados españoles, quienes preferían quedarse en las poblaciones creadas por el gobernador.

     Alfinger emprende marcha el 09 de julio de 1531, al frente de 130 hombres a pie y 40 a caballo. Al llegar al poblado que había fundado en las orillas del Lago de Coquivacoa, se encontró que su gente casi toda había perecido y apenas sobrevivían unos pocos enfermos, físicamente destruidos. Con algunas embarcaciones cruzó el lago, internándose en la cordillera de Perijá, para caer en el valle de Upar. Atacó y robó sin piedad a todas las tribus indígenas que encontró a su paso, quemando sus casas y sembrados, recogiendo buena cantidad de oro, procediendo entonces a capturar indios para venderlos como esclavos y sacar ganancia de ello. Igualmente, su avanzada hizo estragos con los indígenas en el área de Tamalameque, muriendo tanto indígenas masculinos, como sus mujeres y niños, haciendo también varios prisioneros, entre ellos al cacique Tamalameque, esperando a que pagaran un buen rescate por él. Al efecto, envió una avanzada a los pueblos indígenas cercanos con la intención de saquearlos, mientras esperaba el rescate en oro por los prisioneros que tenía en cautiverio.

     Alfinger había perdido más de la mitad de sus hombres, decidiendo enviar a Coro a su capitán, Íñigo de Vasconia con 25 hombres, algunos indios y 60.000 pesos de oro, con la misión de solicitar más hombres, armas, municiones, medicinas y otras provisiones. Si al regreso no se encontraban en Tamalameque, lo encontrarían por un rastro convenido que iría dejando en su marcha. Vasconia sufrió un retorno agónico, pues tomó diferentes caminos sin lograr encontrar la ruta. Se perdieron en lo intrincado de la selva. Agotadas sus provisiones se estuvieron alimentando de hierbas, hojas y tallos silvestres. Como ya habían pasado varios días y previendo males peores, Vasconia decidió enterrar el oro con la esperanza de volver por él si salían con vida.

     Ya sin fuerzas para seguir caminando y desfallecidos, decidió Vasconia, apoyado por su gente, ir matando a los indios e írselos comiendo diariamente. Una vez que terminaron de comerse a todos los indios, comenzaron a verse unos con otros preocupados de que entre ellos se organizara una matanza. Vasconia decidió entonces dividir la tropa en grupos y que siguieran por cursos diferentes. De Vasconia y algunos grupos nunca más se supo.

     Uno de esos grupos, formados por cuatro hombres, llegó a la orilla de un río caudaloso, se sentaron allí a esperar que pasara una canoa indígena, ya que el hambre no les permitía continuar. Así sucedió cuando apareció una canoa y llamando a los indios a voces, haciendo que se acercaran a tierra y con señas les hicieron saber que necesitaban alimentos. Ya sus intenciones eran matar a los indios para comérselos. Los indios fueron a su pueblo y regresaron con comida, distribuyéndola a los extenuados españoles. Estos brincaron sobre los  indios, con intenciones de matarlos para comérselos, pero por su debilidad se les escapaban. Finalmente cayeron tres españoles sobre uno de los indios,  matándolo y devorándolo, excepto Francisco Martín, quien no quiso participar en tal escandalosa maniobra. Tres de ellos siguieron su camino, quedándose en el lugar Francisco Martín. De los tres que se fueron, tampoco se supo más de ellos.

     De lo sucedido con Francisco Martín, lo veremos en una segunda anécdota. Pero, ahora surge una pregunta: ¿Fueron los indios antropófagos como lo afirmaron los españoles?, ¿fueron los españoles antropófagos también?






Por Gral. Brig (Ej)
Eumenes Fuguet 
Borregales

Bolívar: El Loco de Casacoima


El 4 de julio de 1817, el Libertador vivió uno de sus momentos más difíciles, cuando casi rodeado por las fuerzas realistas, su integridad física corrió inminente peligro. Liberada parte de la vasta e importante región de Guayana el 11 de abril de 1817, gracias a la exitosa actividad del general Manuel Piar en la batalla de San Félix, donde funcionó exitosamente el binomio soldado-indio; los primeros con la caballería e infantería y los segundos con lanzas y flechas. 
En la población oriental de El Chaparro, Bolívar recibe la fausta noticia del triunfo, procediendo a apurar su marcha hacia Angostura. Luego de su llegada el 27 de abril, el 2 de mayo felicita a los bravos soldados y asciende a Piar a general en jefe, siendo uno de los once oficiales que ostentaron el máximo grado militar en la Venezuela heroica. Con la finalidad de lograr el total dominio de la región y la libre navegación por el Orinoco, el Libertador se dedica a organizar las fuerzas para eliminar la poderosa flota realista y completar el asalto a las fortificaciones de Angostura y Guayana la Vieja. El sacerdote y general caraqueño José Félix Blanco comandante de la Misiones del Caroní, las cuales comprendían veintinueve comarcas con una población de veinte mil habitantes, proporcionaba mulas, caballos y alimentos para el apoyo de las operaciones. 

Por disposiciones del máximo jefe, el almirante Luis Brión fundador de la Infantería de Marina y del Almirantazgo, zarpa el 31 de mayo de 1817 de Pampatar en dirección desembocadura del Orinoco, con su flota integrada por ocho buques, entre bergantines, goletas y cinco flecheras bien armadas y tripuladas, se encontraba como segundo jefe el margariteño Antonio Díaz. Bolívar había ordenado al general Arismendi, construir flecheras en Boca de Tablas del Caroní sector San Miguel, para reforzar la flota de Brión, supervisados por el porteño Agustín Armario, utilizando los indios caribes expertos navegantes en el "río Padre", y fortificar la ensenada del Cabrián. El cuartel general republicano se encontraba cerca de Guayana la Vieja en un trapiche ubicado en el sector de Casacoima (hoy municipio con dicha denominación). 

Calculando la aproximación de Brión, el Libertador dispone que cuatro flecheras se movilicen desde el apostadero de San Miguel hacia las bocas del Orinoco; en esas embarcaciones se trasladan: Bolívar, Carlos Soublette, Jacinto Lara, Juan Bautista Arismendi y su hijo Miguel, Pedro Briceño Méndez, miembros del estado mayor y pocos soldados. Desde las fortificaciones enemigas en Guayana la Vieja, observan el movimiento procediendo a dispararles y perseguirlos con seis lanchas cañoneras; estas fuerzas superiores obligan al Libertador dirigirse velozmente hacia el caño Boca Negra en la orilla derecha del Orinoco. Casi rodeados por los atacantes, para salvar sus vidas optan por lanzarse al estero lleno de lodo y matorrales para esconderse. Los realistas capturan las flecheras y pasan a cuchillo a los tripulantes. El bravo oficial caroreño Pedro León Torres con dos oficiales, logra evadirse de la zona y con refuerzos permite la retirada de los atacantes.

En horas de la noche milagrosamente salvados y enlodados llegan al Trapiche de Casacoima. Bolívar quien se había desprendido de las ropas para poder movilizarse en el pantanal presentando un estado febril, recibe una bata y luego de consumir bebidas calientes, pronuncia unas palabras en forma incoherentes; entre otras cosas dijo: "Perdí mi uniforme, pero estoy a gusto con esta bata que ustedes me han regalado. Sin embargo más complacido estaré mañana cuando me estrene la hermosa camisa de corteza marina que me regaló un cacique. Debemos estar felices, porque el almirante Luis Brión está cerca y todo este territorio en que estamos va a ser liberado, y entonces se salvará Venezuela y la Nueva Granada, y yo los conduciré a todos ustedes a libertar también a Quito, Perú y a todo el Continente Americano, allí llevaremos nuestros pendones victoriosos, el Perú será libre". 

Los oficiales presentes, mirándose unos a otros pensaban que es el delirio febril que lo hizo hablar de esta manera y que no estaba en sus cabales. Dionisio asistente de Bolívar, último en llegar al campamento, no soltaba un enorme cuchillo, explicaba que: "Era para matar a su excelencia el Libertador, antes que verle prisionero por los realistas". Un oficial llamó aparte al coronel Briceño Méndez y le dijo llorando: "Todo está perdido, amigo lo que era toda nuestra confianza, helo aquí loco, está delirando". 

El capitán de navío Antonio Díaz, triunfa contra una flotilla española en Pagallos el 7 de julio; por tierra el general José Francisco Bermúdez sitia las fortalezas de Angostura donde se encuentra el general Miguel de La Torre, quien al verse sin alimentos, sin refuerzos y con demasiadas bajas a causa de las epidemias, se moviliza el 17 de julio hacia los castillos de Guayana La Vieja, permitiendo que Bermúdez ocupe Angostura ese día, a la vez que Brión organiza su flota reforzada con flecheras e indios caribes. Ante la presión y la falta de logística De La Torre procede a evacuar en treinta navíos al personal militar y civil que se encuentra en las fortificaciones de Guayana la Vieja, zarpando el 3 de agosto con resultados adversos por la maniobra y experiencia del almirante Luís Brión en el combate de El Cabrián, apoyado por los batallones Barlovento y Guardia de Honor, colocados a la orilla del río.

Las perdidas españolas fueron de: catorce embarcaciones con setenta y tres cañones, 1.700 prisioneros, cuantiosas municiones, trescientos treinta fusiles, 160.000 pesos de plata y 300.000 pesos en cobre; las naves que pudieron escapar con De La Torre se dirigieron a Trinidad. Con estas importantes acciones, se logra el libre tránsito por el Orinoco hacia el Apure y la Nueva Granada, la salida al mar, y una extensa zona preparada para el soporte logístico. El Libertador le escribe a Páez sobre este suceso, expresándole eufóricamente: "Este golpe nos da una preponderancia eterna, y fija el destino irrevocablemente el destino de Guayana, Barinas y aún de la Nueva Granada". Bolívar en Casacoima deliró sobre el futuro de la América hispana, era el desarrollo de su Juramento de Monte Sacro. 


Contacto: churuguarero777@gmail.com





¡Rompa Esa Carta General!


  El Gral. Joaquín Crespo regresa a Venezuela, adhiriéndose públicamente al Gobierno del Dr. Rojas Paúl. No quiso intervenir en la vida política, dedicándose a la actividad privada. En 1890, el Gral. Crespo se retira a su hato El Totumo, en el Edo. Guárico, siguiendo el curso de los acontecimientos políticos. El Dr. Raimundo Andueza Palacio es elegido Presidente de la República desde 07 de marzo de 1890 hasta el 20 de febrero de 1982. Al finalizar su mandato, el Presidente Andueza no entregó el mando al Presidente de la Corte Federal de acuerdo con la Constitución, y en una maniobra política se aferraba al poder de manera inconstitucional. Desde su hato El Totumo, el Gral. Crespo expide un manifiesto, advirtiendo al Presidente Andueza que no rompiera el hilo constitucional, so pena de llevar al país a una nueva guerra que él mismo le haría.

   El Gral. Crespo es excitado por los legisladores legalistas, que se han retirado del Congreso, a levantar la bandera de la Revolución en reivindicación de los derechos de los pueblos. El 11 de marzo de 1892, el Gral. Crespo inicia su Revolución Legalista, acompañado de varios generales, entre ellos el Gral. Juan Pietri. La Revolución ha ganado adeptos en diferentes regiones del país, siendo aceptada a nivel nacional, porque buscaba el restablecimiento de la legalidad constitucional y por el prestigio del Gral. Joaquín Crespo. La guerra se extiende y se suceden varios enfrentamientos armados. 
          
        El 17 de junio de 1892, un triunvirato militar formado por los Generales Julio F. Sarría, Domingo Monagas y Luciano Mendoza, convence al Presidente Andueza de que abandone el país, por lo que Andueza se embarca ese mismo día en La Guaira. Para evitar violaciones de la Ley, reúnen al Consejo Federal y designan al Dr. Guillermo Tell Villegas para ejercer la Presidencia de la República. Pero, la Revolución avanza y el Gral. Crespo se encuentra en el centro del país con un ejército de 7.000 hombres, que combatiendo, marchan hacia Caracas. 

      Mientras se le suman más partidarios, se entera de la intención del Presidente Villegas de llegar a un entendimiento con él mediante un cruce de notas y propuestas. Pero el Gral. Crespo no reconoce otro Poder Nacional más que su ejército, ya que considera que los individuos que pretenden representar la legalidad, ya han pisoteado todas las leyes al haber derrocado la Constitución.

     El 30 de junio de 1892, se enfrenta el ejército del Gobierno comandado por el Gral. Luciano Mendoza con las fuerzas revolucionarias de Crespo en Boquerón y en la Cortada del Guayabo. El combate fue férreo y se extendió durante todo el día mientras se peleaba en diferentes puntos. A las nueve de las noche cae una incesante lluvia y se suspenden las acciones para continuar los combates al amanecer. Al día siguiente, ambos ejércitos se mantienen en actitud pasiva y con reserva. El Gral. Crespo se sentía desmoralizado al ver a su ejército en tan malas condiciones. Se dispone a escribir al Gobierno de Villegas, prácticamente entregándose y pidiendo garantías. Es aquí cuando el Gral. Juan Pietri, Jefe de Estado Mayor, lo increpa fuertemente y le ordena que “Rompa esa Carta”, lo cual ejecuta el Gral. Crespo en forma sumisa, destruyendo en sus manos el papel de la entrega. Además, el Gral. Pietri, en su condición de médico, tuvo que atender al Gral. Crespo, afectado fuertemente por una enfermedad bronquial, producto del frío y de la fuerte lluvia durante todo el combate.

         Ese momento de debilidad del Gral. Crespo lo pagará el Gral. Pietri una vez que el Gral. Crespo retoma la lucha y entra triunfante a Caracas el 05 de octubre de 1892. Todo el Gobierno del Presidente Villegas y sus generales, han huido a La Guaira y se han embarcado, dejando la ciudad de Caracas abandonada. Testigo de las flaquezas del Gral. Crespo, no pasará mucho tiempo en el Gobierno hasta que sea enviado bien lejos del país. Inicialmente, el Gral. Pietri fue nombrado en 1892 Ministro de Hacienda y luego Ministro de Guerra y Marina y Relaciones Exteriores simultáneamente. Igualmente fue encargado de la Presidencia en 1893. Renuncia a la vida pública hasta 1895, cuando es enviado en funciones diplomáticas a Europa.






¡Envaine, General! ... 


¡Estamos envainados!


Corría el año 1888. El General Joaquín Crespo, expresidente de Venezuela en el período 1884-1886, había roto relaciones con su gran amigo, el General Antonio Guzmán Blanco, debido a que éste no aceptó su propuesta de turnarse la Presidencia de la República cada dos años. Guzmán sostenía que ese había sido el error de los Generales José Antonio Páez, Carlos Soublette y los hermanos José Tadeo y José Gregorio Monagas. Sin embargo, Crespo le había entregado la Presidencia al Gral. Guzmán y ahora él esperaba la contraparte. Guzmán había renunciado a la Presidencia a mediados del año 1887, dejando encargado al General Hermógenes López,  miembro No. 1 de la Corte Federal, marchándose a Europa, al igual que lo hacía el Gral. Joaquín Crespo.

El Gral. Guzmán había tratado en vano de lograr el apoyo del Gral. Crespo para la candidatura del Dr. Juan Pablo Rojas Paúl. Como resultado de estas desavenencias, el 19 de junio estalló en el Estado Guárico una revolución en apoyo al Gral. Joaquín Crespo, la cual se va incrementando con el apoyo de varios estados. El General Hermógenes López, encargado del Ejecutivo, tomó sus medidas, arrestando a varios Senadores y Diputados, involucrados en la revolución, y declarando insubsistente la pensión de 60.000 pesos que devengaba el Gral. Joaquín Crespo. En este raro ambiente de tensiones y revolución, se aproxima el proceso eleccionario, y el Partido Liberal, con apoyo del Gral. Guzmán Blanco, propicia la candidatura del Dr. Juan P. Rojas Paúl. El 27 de junio de 1888 se instala el Congreso Nacional y se nombró al Consejo Federal. El 2 de julio, este cuerpo seleccionó a Rojas Paúl como Presidente de Venezuela para el período 1888-1890.

Presidente Dr. Juan Pablo Rojas Paúl
El General Joaquín Crespo se encontraba en la Isla de Trinidad para el momento de la ascensión a la Presidencia del Dr. Rojas Paúl y actuaba vivamente propiciando alzamientos en el interior de la República venezolana, los cuales fueron dominados por las fuerzas leales del Gobierno del Dr. Rojas Paul. En Trinidad, las autoridades británicas le oponían obstáculos a sus planes, pero aún así, Crespo decidió invadir Venezuela. Contaba para ello con un vapor y algunas goletas compradas meses atrás y un parque adquirido en Estados Unidos y Bélgica. Tuvo que mover su Cuartel General a la isla de Saint Thomas, en un viaje de emergencia, acompañado de su Estado Mayor, mientras las autoridades de la isla enjuiciaban a muchos revolucionarios quienes no pudieron abordar el vapor BolívarDesde su nueva ubicación, Crespo decide continuar con sus planes de invasión, contando con sus cuatro buques, dos de ellos se encontraban en las costas venezolanas de la ciudad de Coro, esperando enlace con los revolucionarios de tierra, quienes nunca se presentaron. En conocimiento el Gobierno de estos movimientos, envió una fuerza al mando del General Francisco de Paula Paéz, hijo del Gral. José Antonio Páez, Prócer de la Independencia, a bordo del vapor Libertador, zarpando de La Guaira el 28 de noviembre de 1888. 

El Gral. Joaquín Crespo, sin conocimiento de la situación actual, zarpó en la goleta Ana Jacinta, acompañado por su Estado Mayor. En la mañana del 2 de diciembre de 1888, se avistaron en alta mar la Ana Jacinta y  el vapor Libertador, que de inmediato la persiguió, efectuándole varios disparos de cañón, sin lograr alcanzarla ni detenerla.  En un momento dado, el vapor Libertador embistió a la Ana Jacinta, mientras Crespo blandía en su mano el sable en señal de desafío. A todas estas, el Gral. José Antonio Velutini agitó un pañuelo blanco, en señal de rendición.

El Gral. Páez abordó la nave Ana Jacinta al frente de 185 hombres armados, conminando al Gral. Velutini a que envainara su espada, a la voz de “¡Envaine, General!, respondiéndole Velutini “¡Estamos envainados!”, arrojando su espada al mar. Luego dirigiéndose al Gral. Crespo le dijo: “Esta Patria, General, presidida por el Dr. Rojas Paúl, por mi órgano, le otorga a Ud. toda clase de garantías y consideraciones en la cubierta de este barco”, a lo que le respondió Crespo: “Desde que supe que era Ud. el jefe, sabíamos que estábamos en manos de un caballero”. El Gral. Crespo fue trasladado al puerto de La Guaira y conducido por tren al día siguiente a Caracas y recluido en la cárcel La Rotunda. El resto de las naves revolucionarias las goletas Washington, Jenny Lind y la Columbita, se habían escapado hacia Santo Domingo, pero posteriormente,  el día 7 de diciembre, el vapor Libertador capturó a la goleta Washington, con gran parte del armamento y pertrechos.

Para el Presidente Rojas Paúl, tener al Gral. Joaquín Crespo preso, era un gran problema. Resolvió visitarlo en la cárcel y llegaron a varios acuerdos: libertad del Gral. Crespo a cambio de que abandonara sus planes revolucionarios, un decreto de indulto general a todos los involucrados en la rebelión, venta al gobierno de todo el parque revolucionario existente en Bélgica y retiro del parlamento de los miembros congresantes revolucionarios. 

Así terminó la revolución del Gral. Joaquín Crespo… por los momentos





EL ARCO DE LA PUERTA



En fecha 22 de diciembre de 1926 se inauguró en La Puerta, Edo. Guárico, el famoso Arco conmemorativo de la Batalla de La Puerta, levantado por el Gobierno del Estado Aragua en aquel sitio histórico. Pero, ¿a cuál batalla de La Puerta nos estamos refiriendo?. No a la librada por nuestros libertadores, como en algunas placas colocadas allí parecieran referirse. No. Nos referimos a la Batalla de La Puerta librada por el Gral. Juan Vicente Gómez contra el Gral. Luciano Mendoza, en 1901. Era el primer triunfo del Gral. Gómez de su ardua campaña llevada a cabo desde el año 1901 hasta 1908, hasta desbaratar todos los planes revolucionarios de la época en contra del Presidente Gral. Cipriano Castro. El mismo Gral. Gómez le escribía mediante un telegrama al Gral. Castro: “El veintiuno de diciembre de mil novecientos uno salí de esa capital a someter al General Luciano Mendoza, primer alzado contra las Instituciones de la República. Hoy, después de cincuenta horas de ruda y sangrienta batalla, tengo el honor de poner a su disposición esta plaza, último baluarte de la rebelión”.
 
El orador de orden en este acto inaugural fue el sacerdote y poeta Carlos Borges. En su alocución no se cansa de dar loas al Benemérito General Gómez. Dice en una de sus partes que “fue aquí que el Rehabilitador de Venezuela recibió por primera vez la completa revelación de su destino: fue aquí donde pudo decir como San Pablo a los corintios: “Se me ha abierto una Puerta grande y espaciosa” y comprender como esa Puerta era la aurora de los nuevos tiempos por donde el Hombre Predestinado, entraba el sol de la Paz y de la gloria que no había de ponerse más en el horizonte de la Patria”.

Igualmente, el padre Borges hace un análisis de las derrotas sufridas en La Puerta por el Libertador, el Gral. Mariño y el Coronel Campo Elías, durante la guerra de Independencia. Dice que los formidables hombres que lucharon durante catorce años, que recorrieron la América derrotando los más aguerridos ejércitos y clavando la bandera de a Libertad en todos los baluartes del dominio español, no pudieron sin embargo, vencer en La Puerta. Estaba escrito que entrar por esa Puerta sería en una Patria adulta, dueña de su destino, apoyada en el brazo invencible y en el corazón inmaculado del que realizó para ella el sueño de los Libertadores. Por supuesto, el Gral. Juan Vicente Gómez.

El final de su discurso es apoteósico: “Señores! Empecé con la Biblia y con la Biblia voy a terminar. Ya no es un profeta sino Cristo mismo quien habla. Oíd lo que dice el Señor: “Yo soy la Puerta! Y el que por Mí entrare será salvo y gozará de la abundancia de todos los bienes”. Ahora bien, lo que Jesús dice refiriéndose a nuestra Patria del cielo, nos lo repite Gómez, refiriéndose a nuestra patria de la tierra: “Yo soy la Puerta y mis brazos estarán siempre abiertos para todos los venezolanos”.

Posteriormente,  el 24 de julio 1929, en la celebración del cumpleaños del Gral. Gómez, no del Libertador Simón Bolívar, el Dictador hace iluminar el Arco de La Puerta con un faro de 24 m, colocado en la parte más alta del morro, el cual iluminaba hasta el llano. Hasta hace pocos años la carretera nacional atravesaba dicho Arco en el recorrido desde el centro hacia los llanos venezolanos. Ahora hay un pequeño  desvío, pudiéndose observar el Arco desde arriba.

El lector dirá.


                               


Frases Célebres


A lo largo de nuestra historia, algunas frases pronunciadas por algún personaje de la política venezolana o sencillamente por algún participante de la vida pública del país, han quedado en el hablar del venezolano y pudieran considerarse como “históricas”, pero que indudablemente han marcado el hablar de las personas. Algunas de ellas llevan en sí una gran connotación emocional y otras han quedado por siempre como muestra de coraje, templanza y de actuar.

Muchas frases o expresiones históricas se han quedado en el pasado. Otras han emergido con suficiente fuerza para mantenerse dentro de nosotros. Tiene que ver el contexto en el cual fueron pronunciadas estas frases y la motivaron que impulsaron las mismas. Existen algunas oraciones con un texto muy largo que también han dejado huellas, como por ejemplo el juramento de Simón Bolívar en el Monte Sacro. Las siguientes expresiones son una pequeña muestra de las mismas:

-La Tierra de Gracia: Cristóbal Colón, 1498, durante el viaje de descubrimiento de Venezuela.
-Aquí en Trujillo sólo sabemos leer el Ave María y el Padre Nuestro: Diego de la Peña, 1561.
-De Caracas no quiero ni el polvo, ahí se lo dejo: fray Mauro de Tovar, 1653.
-No pasará mucho tiempo sin que mis cenizas sean honradas: José María España, 1799.
-Si se opone la naturaleza, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca: Coronel Simón Bolívar, 1812.
-Pues yo tampoco quiero mando: Capitán General Vicente Emparan, 1810.
-Bochinche, bochinche. Esta gente no es capaz sino de bochinche: General Francisco de Miranda, 1812.


-Si con dos hombres basta para emancipar a la Patria, pronto estoy en acompañar a Usted: General Rafael Urdaneta, 1813.
-Sin Patria no quiero esposa: General Juan Bautista Arismendi, 1815.-Moral y luces son nuestras primeras necesidades: General Simón Bolívar, 1819.
-Vuelvan caras: General José Antonio Páez, 1819.
-No saldré de aquí hasta que la Patria sea libre: Josefa Palacios Blanco, viuda del Gral. José Félix Ribas.
-Mi General: vengo a decirle adiós porque estoy muerto: Teniente Pedro Camejo, 1821.
-¡Compadre! ¡Delante de mí, la cabeza de mi caballo!: Teniente Coronel Julián Mellado, 1821.
-¡Triunfar!: General Simón Bolívar, 1824.
-Es preciso prever el porvenir: General Antonio José de Sucre, 1827.
-En las guerras civiles no se conquistan glorias ni se ganan ascensos: General José de La Cruz Carillo.

-El mundo es de los valientes: General Pedro Carujo, 1835.
-El mundo es del hombre justo: Presidente Dr. José María Vargas, 1835.
-Venezuela no se ha perdido, ni se perderá nunca, porque un ciudadano se burle del Presidente. Venezuela se perderá cuando el Presidente se burle de los ciudadanos: General Carlos Soublette, aproximadamente en 1837.
-O inventamos o erramos: Maestro Simón Rodríguez, 1842.
-Mi cadáver podrán llevarlo, pero Fermín Toro no se prostituye: Fermín Toro, 1848.
-La Constitución sirve para todo: Presidente General José Tadeo Monagas.


-Tan Joven y tan traidor: Presidente Pedro Gual, 1860.
-Caerse, señores, no es caer: Pedro José Rojas, 1862.
-Si los contrarios hubieran dicho Federación, nosotros hubiéramos dicho Centralismo: Antonio Leocadio Guzmán, aprox. En 1867.
-Venezuela es como un cuero seco, que se pisa por un lado y se levanta por el otro: Presidente General Antonio Guzmán Blanco, aprox. En 1870.
-¡Este muerto es mío!: Presidente General Antonio Guzmán Blanco, aprox. En 1875.
-La planta insolente del extranjero ha profanado el suelo sagrado de la Patria: Presidente General Cipriano Castro, 1902.


-¡Chito!: Presidente General Juan Vicente Gómez: siempre la usaba.
-Calma y cordura: Presidente General Eleazar López Contreras, 1936.
-Sembrar el petróleo: Arturo Uslar Pietri, 1936.
-Ni renuncio ni me renuncian: Presidente Rómulo Betancourt, 1962.
-No es ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario: Presidente Carlos Andrés Pérez, años 1970.
-We will come back: Rómulo Betancourt, 1978.


-Recibo un país hipotecado: Dr. Luis Herrera Campins, 1979.
-Por ahora: Tcnel. Hugo Chávez, 1992.
-Estamos mal pero vamos bien: Ministro Teodoro Petkoff, 2do. Gobierno del Dr. Caldera, 1994 – 1997.
-La cual aceptó: General Lucas Rincón, 2002.
-Todo está excesivamente normal: Dr. José Vicente Rangel, 2003.
-¡Por qué no te callas!: Rey Juan Carlos al Presidente Hugo Chávez, 2007.

Existen innumerables frases populares que han pasado al hablar del venezolano, sea por tradición, costumbres en algunos pueblos, programas de radio y televisión, etc. Son tantas que sería muy difícil escribirlas todas. Entre ellas tenemos:
Se sufre pero se goza; donde manda capitán no manda marinero; borracho no come dulce; cada loco con su tema; ¡mosca!; por si las moscas; lávate ese paltó; anda a ver si el gallo puso; a lo hecho, pecho; amor con hambre no dura; como vaya viniendo vamos viendo; buscarle las cinco patas al gato; a llorar al valle; cachicamo trabaja lapa; cada loco con su tema; hacerse el musiú o paisa; como culo de foca; como gallina que mira sal; guerra avisada no mata soldado; hijo de gato caza ratón; hasta aquí te trajo el río; latir en la cueva; pájaro de mar por tierra; hierba mala nunca muere; perro macho se capa una sola vez; crea fama y acuéstate a dormir; más limpio que talón de lavandera; más perdido que el hijo de Lindbergh; tirar la piedra y esconder la mano; a quien madruga Dios lo ayuda; el pez muere por la boca; ojos que no ven, corazón que no siente; ni lava ni presta la batea; ahora si se montó la gata en la batea; se cree la última Pepsi Cola del desierto; se quedó como la guayabera; se te cayó la cédula; cuando tu vas, ya yo vengo; volverse un ocho; bajarse de la mula; a ponerse las alpargatas que lo que viene es joropo; concha e´mango; etc., etc., etc.









“EL AMOR A LA PATRIA ES PRIMERO...”




El caso que se va a presentar ocurrió durante el desarrollo de la Campaña Admirable, en el año 1813. A su paso por Mérida, el General Simón Bolívar recibe todo el apoyo del pueblo merideño, tanto en el aspecto logístico como en hombres que se suman a la campaña. Pero tenemos un caso sumamente dramático, cuando el Sr. Don Antonio Rodríguez de Picón, le entrega al futuro Libertador sus tres hijos como contribución para el desarrollo de la guerra: Francisco Javier, Jaime Antonio y Gabriel, éste último de sólo 14 años de edad, encomendándolo especialmente a Simón Bolívar para que lo guiara. 



A su vez, todos los hermanos se incorporaron con su cuñado, el Cap. Vicente Campo Elías, para cerrar filas en el ejército de Bolívar. En fecha 22 de julio de 1813, en la Batalla de Los Horcones, comandada por el Coronel José Félix Ribas, el joven Subteniente Gabriel Picón González, quien ya se había probado en combate en la Batalla de Niquitao tres semanas antes, mostró un valor inquebrantable al precipitarse y tomar unos cañones enemigos. En esta acción fue herido por metralla, destrozándole la pierna derecha, la cual quedó inutilizada. Al saber Bolívar la desgracia del Subteniente Gabriel Picón, le escribió rápidamente al padre, Sr. Antonio Rodríguez de Picón esta carta constituye un valioso documento de patriotismo, lealtad y honor. Veamos:

“Ciudadano Comandante de Mérida.
Tengo el honor de dirigir a U. el adjunto Boletín, por el cual se informará U. de la gloriosa acción de Barquisimeto, dada por el Coronel Ribas, que a la cabeza de los valerosos meridanos, ha ganado a los tiranos. El joven héroe que tan gloriosamente ha derramado su sangre en el campo de batalla, no ha muerto, ni se teme que muera; pero si dejase de existir, vivirá siempre en los corazones de sus reconocidos conciudadanos, y será eterno en los fastos de Venezuela, cubriendo de honor el nombre de Picón.

Y tu padre, que exhalas suspiros
al perder el objeto más tierno,
interrumpe tu llanto y recuerda
que el amor a la Patria es primero"

Estos son los sentimientos que debe animar a todo republicano, que no tiene más padres, ni más hijos, que su libertad y su país.

Yo congratulo a U. por la honra que refluye sobre su familia con las acciones de su ilustre hijo.

Dios guarde etc. Cuartel General de Araure, julio 23 de 1813.

Simón Bolívar".

Y... ¿qué pasó con el joven oficial Gabriel Picón? No murió, efectivamente. Fue conducido a Valencia y luego a Caracas. Fue protegido por la familia Bolívar, emigrando con ellos cuando Boves ocupó la capital. En 1815, aún con sus heridas abiertas, lo encontramos defendiendo la plaza de Cartagena ante el ataque del General Pablo Morillo.. Va al exilio, regresando 7 años más tarde, continuando con sus labores comerciales y patrióticas. En 1831 fue electo Senador por Mérida al Congreso Constituyente de Venezuela. En 1830 fue nombrado Gobernador de Mérida y durante su mandato levantó en esa ciudad, en 1842, La Columna, primer monumento erigido al Libertador en el mundo. Nuevamente Senador en 1848, se retiró a la vida privada después de los sucesos sangrientos llevados a cabo en el asalto el Congreso Nacional ese año y reseñados en este blog. Murió en 1866 y sus restos reposan en el Panteón Nacional desde 1975.






¡A CORRER SE HA DICHO!


Este es un pasaje ocurrido durante la Revolución Restauradora, al mando del General Cipriano Castro, en el año 1899. Durante la marcha del ejército revolucionario desde el Táchira hacia el Centro del país, el 16 de agosto de 1899, el General Castro ocupó la ciudad de Valera, sin resistencia, ya que el General Leopoldo Baptista había abandonado la ciudad, al frente de 1200 hombres, situándose en Carvajal. 

El General Castro no presentó combate, ya que tarde o temprano iba a necesitar esos cuerpos, para anexarlos a su ejército. Por ejemplo, ya se la habían incorporado los cuerpos defensores de la ciudad de Tovar, entre ellos el General Rafael González Pacheco. Siguiendo su marcha hacia el Estado Lara, eran molestados por la retaguardia por los hombres del General Baptista. La falta de agua y escasa vegetación fueron de efecto muy negativo para los revolucionarios durante dicho recorrido. El día 22 de agosto, el Gral. Castro ocupaba Carora, ciudad abandonada por sus defensores. El día 24 de agosto, acampaba el ejército en el caserío Parapara, no pudiendo cruzar el río Tocuyo, por lo crecido del mismo, permaneciendo en el sitio un día más.

El General Castro desplegó su ejército estratégicamente en el área y sorpresivamente fueron atacados el día 26 de agosto a las seis de la mañana, por unos 800 hombres, al mando de los Generales Elías Torres Aular, Presidente del Estado Lara, y otros generales. Sin embargo, el efecto de sorpresa fue al contrario, ya que como zorro viejo, el Gral. Castro, además de que tenía un buen despliegue de sus hombres, había ocultado varias tropas en forma de guerrilla, escondidas en los mogotes, al mando de los Coroneles Emilio Fernández y Andrés Amaya. 


Todos estos hombres usaban armas blancas, en especial los filosos machetes, quienes sorprendieron a los atacantes, sembrando el pánico entre ellos al ver a estos hombres surgidos de los mogotes blandiendo sus machetes. Presas de pánico, soltaban sus armas al suelo, rindiéndose o corriendo como alma que lleva el diablo. Todos los Jefes fueron capturados, más de 200 hombres, 500 máuseres, 30.000 cartuchos y un cañón con todo su equipo. Esta acción duró veinte minutos y el resultado de este triunfo sorprendió a los mismos revolucionarios.. El Coronel Emilio Fernández fue ascendido a General en el mismo campo.





LA NOVIA NORTEAMERICANA DEL LIBERTADOR


Jeannette Hart fue llamada "la novia norteamericana del Libertador". Simón Bolívar conoció a Jeannette en Lima, en el año 1824. Era Jeannette nativa de Connecticut, USA, y era hija del Capitán Elisha Hart y Jeannette Mac Curdy. Tenía seis hermanas y eran conocidas como "Las Siete Bellezas Hart" y también como "Las Pléyades de Nueva Inglaterra". Se encontraba en el Perú acompañando a su cuñado, el comodoro Isaac Hull, en la fragata "United States". Desde el primer momento que Bolívar y Jeannette se conocieron, surgió un flechazo entre ambos, continuando este romance en las diferentes oportunidades que tuvieron de platicar a solas. Pero el episodio que vamos a narrar es un poco fuerte y el mismo es extraído del diario de la propia Jeannette Hart, siendo por lo tanto creíble tal versión.

En plena Semana Santa, Jeannete Hart se encontró en su carruaje en medio de una procesión. La multitud esperaba por la salida del Libertador Simón Bolívar de la Catedral y al abrirse paso la comitiva presidencial, ella aprovechó la oportunidad para seguir la caravana hasta la residencia del Libertador. Se hizo anunciar e inmediatamente fue conducida hasta una sala de recibo. 

Al poco rato, el Libertador se apareció en dicha sala y comenzaron una tertulia, dándole ella sus impresiones de un viaje reciente a Chile. Jeannette si notó que Bolívar estaba un poco nervioso, lo cual le causó extrañeza. El se acercó a ella dándole un beso en la boca, al tiempo que le decía que ese sitio no era seguro para ella. Al tiempo que le decía tales palabras, emergió una mujer de entre las armaduras y mamparas, dándose cuenta que era la misma atractiva mujer que había visto cabalgando fuera de la catedral: era Manuelita Sáenz, quien con voz fuerte y cara arrugada por la rabia le dijo a Jeannette: -"Váyase y no regrese si usted aprecia su vida". Jeannette le contestó: "¿Quién es usted para decirme a mí lo que tengo que hacer? ¿Qué está haciendo usted en esta casa?".

Bolívar interviene y le dijo a Manuela en voz alta que saliera del salón. Manuela enfurecida le pregunta a Jeannette:

"¿Qué hace usted en esta casa?. Esta es mi casa... ! Mía y de mi Simón! y no tolero que ninguna mujer entre aquí! ¡Váyase!"

Por la autoridad con la que habló Manuela, Jeannette comprendió que eran cierto los rumores que había escuchado sobre Manuela Sáenz. El Libertador, lleno de coraje le ordenó a Manuela que se retirase del salón y que no le obligara a llamar a la guardia. Ello le retó a que la llamara, lo cual hizo de inmediato, dejándola a un lado del salón, mientras terminaba de discutir asuntos con la señorita Jeannette,. Y se sentaron nuevamente a hablar. Manuela salió como una tromba de la sala, mientras Bolívar se disculpaba muy amablemente. Jeannette se encontraba muy sorprendida. Bolívar le explicaba la relación con Manuela a su manera, mientras Jeannette trataba de entender tal situación. Remata la explicación diciéndole que sólo ella, Jeannette, será su esposa y compartirá con él los honores y su época de esplendor y comenzó a besarla apasionadamente.

Pero, Manuela Sáenz no se había retirado. Se encontraba escondida y al contemplar aquellas escenas de amor, en un arrebato de celos, tomó un viejo estilete toledano y sigilosamente se dirigió hacia la pareja. Cuando Bolívar vio la sombra que se abalanzaba sobre ellos, dio un fuerte empujón a Jeannette, quien fue a parar a las armaduras que estaban en la sala, mientras su brazo detenía el brazo de Manuela, y que durante el forcejeo, el estilete cayó al suelo. La guardia se había retirado del salón y entonces, Jeannette, tomó el arma y lo colocó sobre una mesa y diciendo "Buenas noches", se marchó del lugar.

Esa noche, Jeannette Hart comprendió que su noviazgo con el Libertador no era posible.






EL COMPADRE DIONISIO CISNEROS


Durante su primera Presidencia, el General José Antonio Páez tuvo que sortear numerosas dificultades, siendo la más fuerte la Revolución de Oriente, acaudillada, en 1831, por el General José Tadeo Monagas y aunque terminó exitosamente, las secuelas de ella se veían en el mismo Oriente y Occidente del país. Poco a poco estos focos de insurrección fueron dominados por el Gobierno. Pero los sucesos que vamos a narrar corresponden a los realizados por el indio José Dionisio Cisneros, quien había impuesto durante doce años un sistema de terror impunemente en los Valles del Tuy, sin que las fuerzas del Gobierno pudiera dar con él. Era terrible cómo saqueaba pueblos, haciendas y sembraba el miedo entre los parroquianos. ¿Quién era Cisneros? Era un guerrillero, de origen indígena, nacido en Baruta (Edo. Miranda), alrededor del año 1793. Podemos considerarlo como el último insurgente contra la República, en defensa de la causa del rey de España. Había obtenido la jerarquía de Sargento en el ejército realista y después de la Batalla de Carabobo, actuaba como jefe guerrillero, con la esperanza de ver restaurado el sistema monárquico y su área de operaciones giraba en los valles del Tuy, Barlovento, norte del Estado Guárico y parte de Anzoátegui. Los moradores de estas zonas, en su mayoría, con el fin de preservar sus bienes, optaron por granjearse la amistad de Cisneros y su gente, lo cual aumentó el poder de éste sobre la región. En el año 1827, el mismo Libertador Simón Bolívar expidió un decreto de indulto en favor de Cisneros, reconociéndole su grado militar, pero el jefe guerrillero rechazó la oferta y continuó con sus desmanes.

Batallones enteros, jefes militares encumbrados, fracasaron ante Cisneros, por lo cual su fama crecía cada vez más. En una ocasión, el General Felipe Macero lo sorprendió y lo puso en fuga, capturando al hijo de Cisneros, de pocos años de edad. Fue llevado ante el Gral. Páez, quien lo acogió, le dio educación, lo bautizó, haciéndose compadre de Cisneros, con el fin de lograr atraerlo a la pacificación. Páez lo incita a dejar de pelear por el Rey, pero Cisneros le contestaba que "era Oficial del Rey, que sabía lo que era honor y que nunca faltaría a su palabra".

El Gral. Páez insiste en establecer amistad con el bandolero. Se separa del Gobierno y deja encargado al Vicepresidente y se va a pasar unos días en una hacienda de Súcuta, situada en uno de los territorios asolados por Cisneros, ganándose la confianza de campestres, con obsequios de comida y diversiones populares. Logra finalmente concertar una entrevista con Cisneros, ante el temor del Consejo de Gobierno, por el riesgo que corría el Presidente. La entrevista se llevó a cabo en la montaña Lagartijo, Provincia de Caracas (hoy Edo. Miranda), a mediados de noviembre de 1831. Imprudentemente, Páez se presentó solo a la entrevista y soportó con entereza la pruebas a las cuales le sometió Cisneros, incluyendo su propio fusilamiento, ante doscientos hombres, dando Páez las órdenes para abrir fuego, pero que en el momento adecuado, Cisneros, impresionado por la valentía de Páez,  dio una señal y las balas pasan por encima de la cabeza de Páez, quien estaba convencido que lo iban a fusilar. 
Cisneros se rindió y aceptó la autoridad de Páez, quien el 22 de noviembre de ese mismo año, dictó un decreto de amnistía para Cisneros y su guerrilla, reconociéndole el grado de Coronel que él usaba, y a sus oficiales, los grados de Capitanes, Tenientes y Alféreces.

Dionisio Cisneros sólo respetaba al Gral. Páez, más no a su Gobierno ni jefes militares. Se quedó en los Valles del Tuy y Páez lo usará de vez en cuando en algunas operaciones militares, pero Cisneros no abandonó sus resabios de bandido, cosa que Páez lo disimulaba, hasta que cansado de sus atropellos, lo somete en 1846 a Consejo de Guerra, bajo el cargo de insubordinación, sedición y expoliación, siendo sentenciado a muerte y fusilado en San Luis de Cura (Edo. Aragua), el 13 de enero de 1847.

Así terminó sus días el temible Dionisio Cisneros, compadre del General Páez.






VIVENCIAS EN CAMPAÑA



Nuestra historia está llena de anécdotas ocurridas durante todo el trajinar, tanto de la guerra emancipadora, como en la etapa contemporánea. Muchos hombres, partícipes de estas contiendas, escribieron sus memorias, artículos, notas, y muchos de sus testimonios los encontramos diseminados en múltiples publicaciones. Tal es el caso del Coronel Antonio Martínez Sánchez, cuyo nombres se encuentra perdido en la historia, pero que desde soldado raso participó en durante su vida en diferentes revoluciones. Sus escritos fueron publicados en un libro denominado "Nuestras Contiendas Civiles", el cual es un recuento ligero de sus vivencias y pensamientos. Para ello veamos estos ejemplos:

En el mes de marzo del año 1892 estalla la Revolución Legalista, liderizada por el General Joaquín Crespo, quien persigue su objetivo de evitar que el Presidente Raimundo Andueza Palacios continuara en el Poder, al romper éste el hilo constitucional para perpetuarse en la Presidencia. Las anécdotas que vamos a relatar sucedieron durante la marcha del ejército legalista hacia Caracas, vía Los Valles del Tuy. La marcha pasaba por las poblaciones de San Casimiro y San Sebastián, interrumpida constantemente por encontrarse los caminos en muy mal estado y los ríos crecidos. Para cruzar el río Guárico,a la altura del "Paso del Medio",  se hacía necesario construir una tarabita, especie de mecanismo para pasar un río, sujeto a un grueso mecate amarrado de orilla a orilla. De esta manera, la tropa, sus equipos, parque, podían pasar de una manera segura.


Estando el General Pedro Vallenilla en medio del paso, montado en una mula, el animal se le puso difícil, tumbando al General al agua, quien tuvo que nadar, saliendo precisamente donde se encontraba el General Joaquín Crespo mirando el paso de la tropa. Al ver al General salir del agua, preguntó: ¿Quién es este hombre? Efectivamente, el General Vallenilla estaba irreconocible. Cuando entró al río era un militar de unos 35 años, luciendo unos cabellos y bigotes negros y lustrosos, mientras que cuando salió del río era un señor de unos 60 años, luciendo un cabello y bigote blanquecinos. El motivo fue que las cremas usadas en el cabello se habían diluido en el agua.

Otro caso fue el Comandante Guillermo Carranza, quien tirándosela de bravo, se había lanzado al agua con su caballo, sin precaución alguna para cortar la corriente. "Así se pasa un río", había exclamado. Pero cuando estaba en la parte honda, al caballo andaba por un lado y el Comandante por otro. Algunos soldados le gritaron: "¡Cuatro fuertes y te sacamos!". El Comandante contestó: "¡Pago solamente dos!", sumergiéndose de nuevo. Viendo los soldados que no flotaba, se tiraron al río y lo sacaron, habiendo perdido sus lentes, sombrero y paltó, preguntando: "¿Dónde estoy? Alguien le contestó: "En la esquina de San Francisco". Creyendo estar en dicho lugar, contestó: "¡Gracias a Dios!".

Después de unos combates entre el ejército legalista y el Gobierno, bajo fuertes lluvias, el General Crespo se había retirado, muy desmoralizado, al extremo que pensaba renunciar. Pero su salud se había resentido debido a las lluvias y el frío, enfermando gravemente de afección bronquial. La fiebre la había subido sobre los 40 grados y su respiración se hacía difícil. Gracias a los empeños del médico, General Juan Pietri, quien durante ocho días estuvo en la cabecera del General Crespo, éste salió del problema de salud que lo afectaba. Durante esos ocho días, el ejército legalista estuvo en consternación, en la espera de la recuperación de su jefe.









CARACAS ES MEJOR CIUDAD QUE BOGOTÁ


Muchos de los oficiales extranjeros que vinieron a Venezuela desde Europa a luchar por nuestra independencia, escribieron páginas gloriosas en suelo patrio. Todavía no se ha hecho justicia a todos ellos, destacándose solo una pequeña porción, pero sin menosprecio de ninguna manera por el recuerdo y agradecimiento hacia todos. En algunos casos la personalidad del sujeto nos presenta aspectos dignos de ser comentados desde otro punto de vista, no siendo el biográfico. Este es el caso del Coronel James Rooke, oficial retirado del ejército británico, nacido en Dublín, Irlanda, en el año 1770. Venía Rooke de una familia militarista, en la cual abuelo y padre habían sido generales. El sigue la tradición militar, pasando por una serie de eventualidades, participando inclusive en la batalla de Waterloo, donde resultó herido, a las órdenes de Sir Arthur Wellesley, duque de Wellington, vencedor de Napoleón Bonaparte.

Rooke enviudó en 1814, trasladándose a Las Antillas en 1816, ya retirado del ejército, donde vivía su hermana, casándose nuevamente pero no siendo impedimento para que acudiera al llamado de su corazón por la causa independentista de Venezuela. Al año siguiente, en 1817, lo encontramos en Angostura, siendo admitido en el ejército con el grado de Teniente Coronel, ascendiendo a Coronel al año siguiente.


Desde el primer momento, Rooke se enamoró del campo venezolano. Siempre andaba contento y nada le hacía cambiar su opinión por el concepto de las cosas. Decía que el clima en los llanos era suave, saludable y superior a cualquier otro. Los soldados de su brigada eran los mejores del mundo y cuando uno de ellos moría, decía que se lo merecían y no se quejaba por la ausencia de alguno de ellos. Tenía fama de ser muy bueno, pero sin llegar a relajar la disciplina militar.

La única vez que se le vio disgustado fue en un enfrentamiento verbal que tuvo con uno de sus paisanos, el médico Foley, durante el inicio de la Campaña de Nueva Granada y que pudo haber pasado a mayores, de no ser por la intervención de sus compañeros. ¿Cuál fue el motivo de la disputa? Nada. Rooke sostenía que Caracas era mejor ciudad que Bogotá, mientras Foley opinaba lo contrario. La discusión terminó cuando les hicieron ver que ambos eran absurdos porque ninguno de los dos conocía ninguna de las dos capitales, ni siquiera por referencias de libros. Ambos personajes se rieron al instante y se abrazaron amistosamente.

En la batalla de Pantano de Vargas, el Coronel Rooke resistió con su brigada en forma extraordinaria. Sus hombres morían pero él decía que todo marchaba bien y que sostendrían las posiciones. Recibió una herida grave y en esas condiciones su único pensamiento era si Bolívar estaba satisfecho con su conducta y así lo preguntaba. Su brazo derecho tuvo que ser amputado, operación que experimentó siempre haciendo bromas acerca de la perfección de la mano que iba a perder. Sosteniendo el brazo amputado gritó: "Viva la Patria", preguntándole el cirujano: "¿Cuál Patria: Irlanda o Inglaterra?" Rooke meneó negativamente la cabeza y le contestó: "La que me ha de dar sepultura". Lamentablemente, tres días después murió por efectos de una gangrena posterior. Tenía 49 años de edad.





CUANDO EL GENERAL PABLO MORILLO RESPETÓLA VIDA DE UN VALIENTE PATRIOTA





Nuestra historia está llena de episodios épicos por donde se mire. Destacarlos es nuestra tarea y en ese trajinar nos vamos topando con ellos. La anécdota que vamos a reseñar ocurrió en el año 1820, cuando un escuadrón de caballería Dragones, al mando del comandante Mellao, perteneciente a las fuerzas patriotas del Coronel Juan Gómez, se encontraban en el poblado de Carache, Trujillo. 


El ejército del General español don Pablo Morillo se acercaba a dicho pueblo, resolviendo los patriotas enfrentar la amenaza, mientras separaban de las filas a los enfermos y discapacitados, enviándolos al pueblo cercano de Santa Ana, mientras el Coronel Juan Gómez permanecía con 30 hombres, con Mellao al frente, para enfrentar a Morillo.


Al observar el General Morillo la maniobra del Coronel Gómez, envió en su contra una compañía de Húsares, teniendo que reforzarla con otra compañía, ya que Gómez no se intimidó con la primera, quien se replegaba ordenadamente, volvía sobre los húsares, lanceándolos, obligándolos a replegarse y continuando con la retirada. Viento el éxito parcial de los patriotas, el General Morillo se puso al frente de todo el regimiento de Húsares avanzando sobre Gómez, dificultándose la acción por lo accidentado del terreno, perdiendo Morillo varios hombres, lanceados por los patriotas, quienes continuaban la retirada.


El coronel Gómez tuvo pocas pérdidas, pero en un momento dado uno de sus dragones es derribado al caer muerto su caballo, quedándose solo en el campo. Apoyado sobre el cadáver del animal, el soldado tomó su lanza e hizo frente a toda la caballería española, matando a dos hombres españoles. Fue cercado y herido en múltiples partes del cuerpo, pero aún en esas condiciones, agarraba fuertemente el asta rota de su lanza y se defendía. Cuando los españoles se disponían a matarlo, Morillo gritó que no mataran a ese valiente. Fue conducido el soldado patriota al hospital de Carache, hasta que curó de sus heridas. A raíz de las negociaciones en relación al Armisticio que se celebraba entre los generales Bolívar y Morillo, este último entregó al soldado patriota, ya restablecido de sus heridas, al edecán del Libertador, Daniel Florencio O' Leary. 






CUANDO LOS MUERTOS RESUCITARON



Durante la guerra de independencia sucedieron muchos casos los cuales podemos catalogarlos como curiosos, cuando hombres fueron muertos en combate o ajusticiados por jefes realistas y sencillamente se levantaron de sus “tumbas” para continuar aportando glorias a la patria, gracias a su espíritu combatiente. Como ejemplo de ello, vamos a conocer algunos de esos casos:

El coronel Manuel Villapol, militar español al servicio del Rey, se pasó a las armas republicanas en 1810, participando en numerosas batallas y combates, pagando inclusive prisión en el castillo de Puerto Cabello. El caso al cual nos vamos a referir ocurrió durante la Batalla de Vigirima (Estado Carabobo), el 25 de noviembre de 1813. Villapol comandaba una de las fuerzas, bajo las órdenes del General José Félix Ribas, que atacó al coronel realista José Miguel Salomón, quien al frente de su ejército se encontraba atrincherado en la serranía, con ventajas por las pendientes y profundos barrancos. Precisamente, por uno de esos barrancos, cayó herido Villapol, dándosele por muerto. Allí estuvo veinticuatro horas, ya que se encontraba prácticamente dado por muerto, cuando fue encontrado por sus compañeros. El Libertador dijo de él en un discurso en Caracas el 2 de enero de 1814: “El bizarro coronel Manuel Villapol que desriscado en Vigirima, contuso y desfallecido, no perdió nada de su valor que tanto contribuyó a la victoria de Araure…”. Tres meses después, el 28 de febrero de 1814, Villapol pagó su deuda con la muerte al perder la vida en la batalla de San Mateo, combatiendo al sanguinario José Tomás Boves.

El siguiente episodio corresponde al oficial Celedonio Sánchez, bravo llanero, héroe de la acción de Las Queseras del Medio, en el Apure, bajo las órdenes del General José Antonio Páez, y que en 1821 se inmortalizó combatiendo en Carabobo, con el grado de teniente coronel y sirviendo como edecán del General Páez. El caso al cual nos vamos a referir ocurrió en Valencia en el año 1814, cuando el comandante realista José Tomás Boves, había sitiado dicha ciudad durante varios días, no logrando vencer la resistencia patriota al cabo de varios encuentros. Boves aceptó una capitulación honrosa presentada por los jefes patriotas, pero una vez firmada la misma no la acató, haciendo asesinar en masa a militares y civiles en forma inhumana. El oficial Sánchez se encontraba en esa oportunidad como uno de los defensores de la ciudad y fue mandado a decapitar por Boves, acto que se ejecutó en la plaza principal, en unión de otros prisioneros. Sánchez recibió un machetazo en el pescuezo, y dejado por muerto. En la noche, su esposa retiró el cuerpo para darle sepultura, pero al ser trasladado a su casa dio señales de vida. La familia, en su desesperación, llamó al cura del sitio, quien examinó la herida del pescuezo, notando que no era de gravedad. A riesgo de su vida, el sacerdote escondió a Sánchez bajo el altar de la iglesia hasta que, restablecido de su herida, pudo salir de la ciudad y reunirse con los combatientes patriotas.

Otro caso a relatar involucra a uno de los edecanes del Libertador Simón Bolívar en 1821, de apellido Ibáñez, Un año antes había sido hecho prisionero en un encuentro con fuerzas realistas cerca de la población de Ocaña, en Nueva Granada. Inmediatamente se ordenó su fusilamiento, el cual se ejecutó de inmediato. Ibáñez recibió un tiro en la cabeza y dos en la mano derecha. Una vez desfallecido, sus ejecutores lo despojaban de sus vestidos cuando súbitamente apareció una guerrilla patriota, poniendo en fuga a los realistas. El cuerpo de Ibáñez yacía en un charco de sangre. Los patriotas abrieron una fosa para enterrarlo y cuando se disponían a depositar el cadáver en el hoyo, Ibáñez dio señales de vida, quejándose del dolor de sus heridas. A este valiente oficial aún le quedaba mucho aliento para seguir luchando.

El último caso a considerar se trata del joven subteniente Pedro Buroz Tovar, quien a los 15 años se había alistado en el ejército del General Francisco de Miranda, en 1812, y ese mismo año fue herido en el combate de Los Guayos y dejado por muerto. Pasó toda la noche tendido en el campo, siendo recogido al día siguiente por unos campesinos y llevado a Valencia, donde fue recluido en la iglesia por el cura del pueblo, sanando sus heridas, en compañía también de su hermano Venancio, de 17 años quien fuera capturado en el mismo combate y se había fugado de los realistas. La nota triste es que ambos hermanos combatieron posteriormente en la Batalla de Araure, en 1813, siendo herido nuevamente Pedro y viendo morir a su hermano Venancio. Pedro Buroz muere en la Batalla de San Mateo, en 1814, a los 17 años de edad. Como dato adicional, otro hermano mayor, el Capitán Lorenzo Buroz, había muerto en un combate en las afueras de Valencia el 12 de agosto de 1811, sirviendo bajo las órdenes del General Miranda. Tenía 25 años de edad.

Casos como estos fueron repetitivos en nuestra historia y hoy los recordamos como hechos muy curiosos, dignos de ser comentados.




EL LLANERO Y LA DOMA DE CABALLOS


En los llanos la caballería era el arma principal durante la guerra de independencia. Le daba al ejército una excelente movilidad y facilidad para atravesar los caños y los ríos. En estas localidades geográficas la infantería era casi nula y esta era la principal ventaja del ejército llanero sobre los españoles. Los caballos y el ganado, primer rublo alimenticio de los llaneros, se encontraba en abundancia y sencillamente los patriotas los tomaban donde se encontraran.

El llanero a caballo era invencible. Diestros jinetes formando una sola unidad: hombre y caballo. De esa forma el manejo de la lanza era un arte, magistralmente ejecutado por los llaneros. Ya lo decía el refrán popular: “El hombre para ser hombre, tres cosas debe tener, buen caballo, buena silla y una zamba a quien querer”. Como domadores de potros salvajes, el llanero venezolano no tenía rival. Era un ritual que todos seguían. Lo hacían al “pelo”, es decir, saltando sobre el animal, sin silla alguna, tomándolo por las crines, empezando el caballo a dar saltos y corcovos, acompañado de dentelladas a las piernas del jinete. Era prácticamente un huracán desatado, y así, hombre y bestia, bailaban una desenfrenada danza hasta que el hombre vencía y apaciguaba al animal. Todo llanero era un excelente domador de caballos.

Pero domar un caballo en forma individual no era lo más impresionante. Había otra forma más espectacular, cuando se hacía por escuadrones. Se encerraban los animales para amansarlos en forma grupal. Al darse la orden de “a coger los caballos por escuadrones”, salía la tropa respectiva y cada hombre lazaba a su caballo, tapándole los ojos con un trapo y ensillándolo con las precauciones del caso. Una vez todos montados, les quitaban las vendas de los ojos y allí comenzaba el espectáculo de ver unos 500 hombres saltando al unísono sobre los caballos. A los flancos se colocaban oficiales en caballos mansos, no para socorrer al jinete que caía, sino para correr detrás del caballo suelto para que no se fuese con la silla, la cual consistía en algo rudimentario: una silla hecha de palo de madera aderezado con unas correas de cuero crudo. De allí en adelante, cada hombre tendrá en su caballo un amigo, el cual lo acompañará durante sus lances, conviviendo juntos en las buenas y en las malas.

Los mismos españoles reconocieron la invencibilidad del llanero venezolano, por lo aguerrido y diestro, tanto en el manejo de la lanza como en los caballos. En los campos de batalla se movían a su antojo, ya sea en formaciones compactas o en forma individual. Podían quitar la silla del caballo en cualquier momento, sin bajarse del animal, pasar un río a nado abrazado al mismo y lo más importante: el uso excepcional de su enorme lanza, única en su especie, lo cual le permitía llegar al soldado enemigo con mucha antelación al esperado.






"O USTED ME FUSILA O YO LO FUSILO A USTED"


Hay casos en los cuales se puede vislumbrar cual será la conducta futura a seguir por alguna persona, en base a respuestas conflictivas en un momento dado. Tal es el caso de Francisco de Paula Santander, quien estuvo muy ligado a la vida del Libertador Simón Bolívar. Veamos el siguiente episodio:

Corría el año 1813 y Bolívar ha culminado exitosamente la Campaña de Cúcuta. Para el logro de los objetivos había contado con el apoyo del Coronel neogranadino Manuel del Castillo, Comandante Militar de Pamplona, pero ambos se habían distanciado por mutuas desavenencias propias del carácter fuerte, tanto de Bolívar como de Castillo, y que a la larga producirían fuertes roces y divisiones entre venezolanos y neogranadinos El Gobierno de la Unión le otorgó el mando del Ejército a Bolívar para la próxima campaña en Venezuela, quedando Castillo como segundo comandante, para disgusto de ambos.

Mayor Francisco de Paula Santander
Bolívar envía al Coronel Castillo para la población de La Grita, para eliminar la amenaza que representaba el Coronel realista Ramón Correa, refugiado allí desde su derrota en Cúcuta, a lo cual Castillo retardó deliberadamente por dos semanas las operaciones, apoyado en tales dilaciones por algunos de sus oficiales, entre ellos el Mayor Francisco de Paula Santander. Una vez completada la misión, Castillo convocó a un Consejo de Guerra en Táriba, sin autorización de Bolívar, con la intención de informar al Congreso neogranadino de las dificultades para iniciar la campaña en Venezuela y su desconfianza hacia el General Bolívar; sin embargo, el Congreso neogranadino autorizó a Bolívar a continuar con sus planes. Castillo, quien seguía mostrando signos de descontento, solicitó al Congreso su separación del mando, siendo reemplazado por el Mayor Francisco de Paula Santander.

Algunos oficiales adictos al Coronel Castillo le siguieron de regreso a Nueva Granada y había peligro que la división completa se desintegrara. Su nuevo comandante, el Mayor Santander, era adicto al Coronel Castillo y también deba muestras de descontento. Bolívar quiso cortar drásticamente con esta situación y saliendo de Cúcuta se presentó en La Grita, al tiempo que la tropa se formaba un tanto sospechosa. Le ordena a Santander iniciar la marcha a lo cual el oficial le contestó que no estaba dispuesto a cumplir con sus órdenes, respondiéndole Bolívar severamente: “Marche usted inmediatamente. No hay alternativa, marche usted: o usted me fusila o positivamente yo lo fusilo a usted”. La división inició la marcha, pero el Mayor Santander no se unió a la misma. Regresó a Nueva Granada, desprendiéndose Bolívar de estos dos jefes, quienes habían influenciado en el desaliento de las tropas. Lo demás es historia: la Campaña Admirable fue un triunfo total.

Con respecto al Mayor Francisco de Paula Santander, el destino y la guerra lo volverá a unir al General Simón Bolívar…




EL PRISIONERO DE VALENCIA


Desde Cumaná, trasladado a pie a lo largo de todo el camino, llega a Caracas un prisionero republicano en el año 1819. Fue llevado a esa capital para ser juzgado por las autoridades españolas por el delito de insurgencia; sin embargo, dada la distinción del prisionero, conversan con él y le solicitan sus servicios a la causa del Rey, negándose rotundamente ante tal requerimiento. En vista de su responsabilidad en las organizaciones de las expediciones de combatientes desde Europa a Venezuela, es trasladado a la ciudad de La Victoria y sometido a consejo de guerra, por órdenes directas del General de los Ejércitos del Rey Don Pablo Morillo. El veredicto fue de culpable por traición y condenado a muerte por fusilamiento, acto el cual se realizaría en la ciudad de Valencia. Nuevamente el prisionero recorrió a pie esa distancia, amarrado cual vulgar delincuente.


¿De quién estamos hablando?. Este prisionero era el Capitán Johann von Uslar, conocido en nuestra historia como Juan Uslar. Había nacido en Loccum, Alemania, en 1779. Egresado del Real Colegio Militar de Windsor, con el grado de subteniente. En 1815, bajo las órdenes de Arthur Wellesley, duque de Wellington, participó en la Batalla de Waterloo, en la cual fue derrotado Napoleón Bonaparte. Para 1818 estaba de retiro y lo encontramos en Londres, organizando con el venezolano Luis López Méndez, el envío de expedicionarios a Venezuela. En 1819 arriba Uslar a la isla de Margarita, integrándose a las fuerzas del General Rafael Urdaneta, quien iniciaba una campaña sobre Barcelona y Cumaná. Exitosamente combatió en el Morro de Barcelona e infructuosamente sobre el puerto de Cumaná. Le ordenan trasladarse a Margarita, siendo interceptada la embarcación por una flechera española. Uslar se lanza al mar, tratando de escapar a nado pero es apresado, mientras sus dos acompañantes eran degollados. Vociferando en su lengua nativa, ya que no hablaba español, y por sus características físicas, comprendieron sus aprehensores que se trataba de un personaje importante, decidiendo llevarlo a Cumaná ante el Gobernador Cires.

Una vez conducido a Valencia, comenzó la tortura psicológica en espera del día del fusilamiento, acto que no se realizó, debido a que el General Pablo Morillo le conmutó la pena de muerte por trabajos forzados. Aquí se inicia el verdadero infierno de Uslar, ya que uniformado de presidiario común, encadenado sus pies, fue enviado a trabajar en la construcción del puente sobre el río Cabriales e igualmente en la reparación de la carretera Valencia - Puerto Cabello. Estas tareas tuvo que soportarlas estoicamente el joven oficial, bajo el sol ardiente valenciano, trabajando desde el amanecer hasta el atardecer, acompañando a otros 200 hombres, prisioneros como él, huéspedes de las diferentes cárceles locales. Su porte físico, extranjero, rubio, de bigotes distinguidos, reflejaban su ascendencia extranjera, mientras su rostro asumía el dolor interior, pero soportando con altivez el castigo al cual era sometido.

A mediados del año 1820 fue inaugurado el puente sobre el río Cabriales o puente Morillo como también se le llamó, y el mismo es una obra de ingeniería, existente aún en nuestros días. Posteriormente, casi a diario se oía la retreta en el lugar, tocada por bandas marciales españolas. Y como Dios no abandona a sus fieles, allí el Capitán Juan Uslar conoció a una joven valenciana de nombre María de los Dolores Hernández, hija de un coronel republicano, quien se había fijado en el joven prisionero y cuya familia siempre le llevaba alimento y remedios.

Juan Uslar fue liberado a finales del año 1820, a raíz del Tratado de Regularización de la Guerra, firmado por Bolívar y Morillo. A partir de allí se incorpora al Ejército Libertador, alcanzando la gloria en la Batalla de Carabobo, en 1821. Se mantuvo activo hasta 1825, dedicándose posteriormente al trabajo agrícola en Tocuyito, Estado Carabobo. Fue llamado al servicio nuevamente en 1848, culminando su carrera militar con el ascenso a General en Jefe, en 1863. ¿Y qué pasó con su amor valenciano?. Fue uno de los grandes motivos para permanecer en Valencia. Se casó con María de los Dolores en el año 1822, residenciándose en Valencia. Murió Uslar en 1866, los 87 años de edad, dejando tras de sí una hermosa descendencia, ejemplo de trabajo en esta tierra venezolana. Entre sus biznietos encontramos al Dr. Arturo Uslar Pietri.

El puente sobre el río Cabriales nunca fue olvidado en su vida y constantemente hacía sus caminatas por el mismo, henchido el pecho por el orgullo de haber obtenido los dones de la vida en este suelo patrio.