Revolución de Marzo: 4 de Marzo de 1858

    Como siempre hemos dicho, Venezuela ha estado signada por guerras civiles, pugnas por ambiciones de poder y por el estado de abandono, en el cual ha estado sumergida nuestra población, como producto de la mala aplicación de políticas públicas, con resultados catastróficos en materia de gestación de violencia social.

  Los hermanos Monagas, José Tadeo y José Gregorio, iniciaron en el año 1847 lo que los historiadores han llamado la Dinastía Monagógica, la cual trajo consecuencias funestas para la República. En 1847, el Gral. José Tadeo Monagas fue electo Presidente Constitucional para el período 1847-1850. Obviando por ahora, su gestión de gobierno, vemos que la sucede en la presidencia su hermano, el Gral. José Gregorio Monagas, para el período 1851-1854. Obviando nuevamente la acción de gobierno, nos encontramos que el próximo Presidente electo es el Gral. José Tadeo Monagas, para el período 1855-1858. Durante este último período las tensiones políticas y el descontento general van en aumento. El 1856, el Presidente Monagas esgrime la bandera de revivir la confederación colombiana y el Congreso lo autoriza para conversar con Nueva Granada y Ecuador. Cambia Monagas la Constitución y adquiere más poderes, con la intención de atornillarse en el poder. Como consecuencia, Monagas empezó a perder el apoyo de conservadores y liberales, obligándolos en el futuro a fusionarse en una decisiva coalición. Las maniobras del Presidente Monagas son tan claras en centralizar el poder de manera absolutista, que hasta su hermano, el Gral. José Gregorio Monagas, desilusionado, le recrimina su conducta política. En 1857 es promulgada la nueva Constitución, hecha a la medida para el Presidente Monagas: aumento del período presidencial de cuatro a seis años, reelección inmediata del Presidente y Vicepresidente. Lo más insólito del caso, es que se estipulaba que el Congreso quedaba facultado para nombrar el próximo Presidente a dedo, por una sola vez para el siguiente período presidencial. Como era de esperarse, el Congreso nombró al Gral. José Tadeo Monagas, para el período presidencial 1857-1862, sin consulta de la opinión popular.

  Tal situación, dio luz verde a la conspiración. El asunto era que no se ponían de acuerdo en el escogido para liderarla. Algunos conservadores voltearon hacia el Gral. José Antonio Páez. En marzo de 1857, llegó al país el Gral. Juan José Flores y muchos vieron en él la persona ideal para dirigir esta revolución. Era un prócer y había sido Presidente de Ecuador, pero al enterarse Flores de la situación, inmediatamente se marchó a Lima. Otras miradas voltearon hacia el Gral. Juan Crisóstomo Falcón, quien se negó rotundamente. Finalmente, las miradas se fijaron en el Gobernador de Carabobo, Gral. Julián Castro, quién aceptó de inmediato. Este oficial se manejó con pies de seda, ya que Monagas había sido advertido de la posible traición de este General, pero a pesar de los esfuerzos del Gobierno para descubrirlo fue en vano. Mientras tanto, la situación en Venezuela era caótica: la situación económica muy mala y deficitaria; la agricultura cafetera, la principal del país, se encontraba muy disminuida; y lo más grava, el Tesoro Público no podía cubrir los gastos de los servicios públicos.

  La fecha del alzamiento estaba prevista para mediados de marzo de 1858, pero circunstancias obligaron a adelantarla. Se esperaba un lote de armas para los rebeldes, las cuales debían llegar por Puerto Cabello. El Gral. Gabriel Guevara, Comandante del Castillo Libertador, se entera del eminente estallido de la revolución y sale el 3 de marzo para Caracas a informar al Presidente Monagas y al mismo tiempo alerta al Cnel. Pedro Estanislao Ramos, Comandante de Armas de Valencia. El Cnel. Ramos le informa al Gral. Julián Castro, quien convoca al comité revolucionario, y resuelven que el Cnel. Ramos partiera de inmediato hacia Puerto Cabello y tomara el Castillo Libertador. De inmediato comenzaron las acciones en cascada. Los revolucionarios comenzaron su trabajo de levantar en armas a los habitantes en diferentes regiones, mientras el Presidente Monagas, ya en conocimiento exacto de la revolución, solicita el 6 de marzo al Congreso facultades extraordinarias y nombre como Jefes de Operaciones a los Generales José Gregorio Monagas (Oriente), José Desiderio Trías (Caracas), José Laurencio Silva (Carabobo y Cojedes), Juan Crisóstomo Falcón (Occidente), Carlos Castelli (Aragua) y al Cnel. Mauricio Zamora (Chaguaramas y Unare). Ese mismo día, los revolucionarios, conservadores y liberales, se reunían con los habitantes de Valencia y firmaban un pronunciamiento, enunciando los postulados de la revolución: derrocar la tiranía monaguista, establecer un Gobierno democrático, velar por el manejo de las rentas, respetar la independencia de los poderes públicos, garantizar la libre expresión del pensamiento, entre otros.

  La revolución va ganando adeptos en el pueblo. Tal situación es vista, tanto por los jefes militares como por el propio Congreso, cuerpo que se negó a declarar su apoyo al Presidente Monagas. Los encuentros militares que se dieron fueron de menor cuantía. Había una especie de letargo en el cumplimiento de las acciones encomendadas por el Gobierno. El Gral. Julián Castro ha sostenido conversaciones con algunos Jefes militares y llegado a ciertos acuerdos. El día 10 de marzo, marcha el Gral. Castro marcha desde el centro hacia Caracas, al frente de 4.000 hombres, mal armados pero resueltos a llegar hasta el final. El día 14 de marzo llegan a La Victoria, sumando un total de 5.000 hombres. Desde allí invitaron al Gral. Castelli a sumarse al movimiento. Mientras tanto, en Caracas, la situación para el Presidente Monagas es apremiante: el Congreso no lo apoya; los hombres se le han volteado, sus Generales designados como Jefes de Operaciones están en un estado  de incertidumbre; y la escuadrilla revolucionaria está bloqueando La Guaira. En vista de ello decide renunciar a la Presidencia. El día 15 de marzo, Monagas y su familia se asilan en la Legación de Francia. El Congreso aceptó las renuncias respectivas y formaron una junta provisional de gobierno, mientras llegaban las autoridades revolucionarias y formaban su Gobierno. El 18 de marzo de 1858, entró el Gral. Julián Castro a Caracas, acompañado de los Generales José Desiderio Trías y Carlos Castelli, asumiendo la Presidencia provisional.

  Así terminó esta incruenta revolución de apenas diez días que sacudió del poder el nepotismo de diez años. Juntos se abrazaron conservadores y liberales en busca de la felicidad para la patria… pero la paz aún no ha llegado. La Revolución Federal (la Guerra Federal) está en la antesala de los acontecimientos…

REVOLUCIÓN LA GENUINA. Septiembre de 1867



    Terminada la Guerra Federal en el año 1863, la paz no llegó con dicho triunfo. De inmediato se vieron reacciones adversas a los federales, extendiéndose por todo el país las insurrecciones y pugnas por el poder. Habían desórdenes por doquier. La anarquía reinaba en el ambiente político, especialmente en las Provincias del Centro y Occidente. Cada quien entendía la Federación a su manera como consecuencia de que al pueblo no se le explicó la que significaba ese término y sus programas durante la Guerra Federal, ni después de consumada la victoria. Se hablaba de una Asamblea Nacional Constituyente pero no se sabía para qué y lo que representaba. En los estados habían constantes pugnas por el poder. Se violaban las recién decretadas garantías. Este estado de tensión iba en aumento a medida que pasaban los meses y los problemas de corrupción, la falsa idea de haber acabado con el centralismo, los mismos errores del pasado retornando al presente y otros motivos, dieron pie a múltiples situaciones conflictivas  en casi toda la República, dando al traste con los principios de la Revolución Federal.



  Las denuncias de un posible estallido revolucionario se escuchaban desde el mes de julio de 1867 y el Gobierno le daba mucho crédito y tomaba sus previsiones. Se hablaba del alzamiento que liderizaría el General colombiano Tomás Cipriano de Mosquera, en combinación con algunos jefes militares venezolanos. A prisión fueron muchos sospechosos, quienes solo recobraron su libertad al conocerse el derrocamiento del Gral. Mosquera, en Colombia. Pero los rumores seguían creciendo y se hablaba ahora de una revolución "fusionista" en los Estados del Centro. En los primeros días del mes de Septiembre de 1867, se constituía en Caracas un comité revolucionario formado por conservadores y liberales. Entre ellos figuraban los Generales Luciano Mendoza, Pedro Ezequiel Rojas, Dres. Guillermo Tell Villegas, Elías Rodríguez, Martín Sanabria, entre otros. El Jefe de la revolución era el Gral. Luciano Mendoza. Pero, como el Gobierno venía trabajando en base a sospechas, sometieron a prisión a varios ciudadanos quienes estaban involucrados en esta revolución, lo cual motivó al Gral. Luciano Mendoza a anticipar a mediados de septiembre, el inicio de la revolución, haciéndolo en Turgua, Valles del Tuy, con escaso material de guerra y con el propósito de hacer preso al Presidente Mariscal Falcón.


    El Gobierno nombró al General José Loreto Arismendi como Jefe del Distrito Militar de Barcelona y al General Antonio Guzmán Blanco, como Jefe del Ejército, para abrir una campaña contra los revolucionarios acaudillados por el Gral. Mendoza en los Valles del Tuy. El General Natividad Mendoza, hermano de Luciano, estaba apoyando la revolución concentrando tropas, al igual que lo hacían los Generales. Leoncio Quintana y Díaz Pinto. El Gral. Guzmán Blanco le solicitó una entrevista al General Luciano Mendoza, la cual se realizó en El Guapo, en la cual Guzmán le pedía a Mendoza depusieran las armas pacíficamente por la inutilidad del hecho. Mendoza le pidió plazo de cinco días, pero al final del mismo lo que hizo fue situar cuerpos de tropas en diferentes sitios, entre ellos Ocumare del Tuy, Yare y Soapire. Sin embargo, el Gral. Guzmán se había adelantado en los mismos al ver las intenciones de Mendoza, tomando especialmente la población de Güeime, siendo la altura principal entre Santa Lucía y Turgua, Mariches y Guarenas.


    El día 11 de octubre de 1867, el Gral. Guzmán se apoderó de Fila de Mariches, tras un corto encuentro con los revolucionarios. Continuó Guzmán avanzando hacia La Esperanza, cuando el Gral. Natividad Mendoza le pidió una entrevista. En ella negociaba, por instrucciones de su hermano, el fin de la lucha. Hubo un pequeño inconveniente con el Gral. Luciano Mendoza que no aparecía, haciéndolo el día 13 de octubre, pactando con Guzmán un sometimiento decoroso. El 16 de octubre, ambos Generales, Guzmán y Mendoza, son recibidos por el Presidente Falcón, quien los atendió como viejos compañeros y amigos. El día 18 de octubre, el gobierno publicó un decreto de indulto general para todos los involucrados en esta revolución. Se llamó a la misma "La Genuina", porque sus miembros ofrecían practicar "genuinamente" los principios revolucionarios federalistas.

    Pero la semilla de la revolución había germinado. Fue la mecha que prendió el inicio de  muchas revoluciones como resultado del descontento general, tanto del sector político-militar como de la población en general. De allí la importancia de conocer de esta revolución, porque de allí en adelante veremos al país sometido a múltiples revoluciones a lo largo de los próximos treinta y cinco  años.

El Fusilamiento del Gral. Matías Salazar

    Hemos visto durante el desarrollo de nuestra historia patria, una constante vorágine revolucionaria, en la cual la paz ha estado muy distante de la vida del venezolano. 

 Revoluciones y contrarrevoluciones son la nota constante en la vida cotidiana. En el mes de septiembre de 1869 estalla la Revolución Liberal. El país vivía una situación política asfixiante: los Estados convulsionados; el gobierno no tenía dinero y el malestar económico iba creciendo; las pasiones políticas dividían al país, el cual acababa de pasar por una revolución, La Revolución Azul, pero el malestar general iba en aumento. Habían ocurrido varios alzamientos y algunos de ellos llevaban la orientación de la Revolución Liberal, liderizada por Comités Revolucionarios, algunos dirigentes liberales y el propio General Guzmán Blanco, desde Curazao, donde se encontraba exiliado. No se pretende en esta página reseñar esta revolución, sino ambientar la actuación del General Matías Salazar, quien al frente de 800 hombres se ha declarado revolucionario, actuando con sus guerrillas en el área del centro, en Cojedes y Carabobo, mientras que en casi toda Venezuela se suceden alzamientos a favor de la revolución. El punto cumbre de esta revolución fue el desembarco del General Antonio Guzmán Blanco, en Curamichate, el 14 de febrero de 1870, quien inicia su campaña hacia el centro y Caracas. Gente de todos los pueblos acudían a incorporarse a su ejército. El General Matías Salazar se le une con todas sus fuerzas al paso del General Guzmán por Tinaco y Tinaquillo, en su marcha hacia Caracas. En fecha 25-27 de abril de 1870 se da la Batalla de Caracas. Guzmán contaba con unos 6.000 hombres y el General Matías Salazar tiene una destacada actuación en dicha batalla.

    Pero la calma no ha llegado. La Resistencia Azul dará que hablar durante los siguientes años y ésta comienza a armarse y actuar en todo el país. El General Matías Salazar comandaba fuerzas en la región del centro del país, operando ahora contra las guerrillas en Cojedes y Carabobo. Mientras tanto un Congreso de Plenipotenciarios, con representación de 15 Estados, el 12 de Julio de 1870,  elige Presidente al General Guzmán Blanco y como Designados interinos a la Presidencia a los Generales José Ignacio Pulido y Matías Salazar. Sigue el General Salazar abriendo su compás de operaciones y ahora lo encontramos actuando en Barquisimeto.

    Después de varias acciones bélicas, el General Matías Salazar abandona el occidente y se regresa a Valencia y toma una conducta un poco extraña, la cual fue seguida por varios militares liberales reaccionarios. El General Guzmán viene a Valencia y es enterado de la conducta irregular del General Matías Salazar; sin embargo,  confía plenamente en él y le da mando a dicho General, en contra de la opinión de varios de sus oficiales.  El 21 de mayo de 1871, el General Matías Salazar deserta, vía Portuguesa,  llevándose bajo engaño una División, la cual se regresa al darse cuenta de la maniobra. Una semana después, Matías Salazar se presenta en Valencia pidiendo indulgencia al General Guzmán. Entre someterlo a Consejo de Guerra o exiliarlo, el General Guzmán se decidió por el exilio, reconociéndole sus méritos al General  Salazar. Lo conminó a renunciar a la Presidencia del Estado Carabobo, nombramiento hecho anteriormente por Guzmán, y al cargo del 2do. Jefe del Ejército. El 2 de junio se embarca el General  Salazar rumbo a Estados Unidos ó Europa. Sin embargo, el  General Salazar rompió su promesa en el mes de agosto y se vino a Curazao, publicando un Manifiesto en contra del Gobierno del General Guzmán. Se puso en contacto con otros militares disidentes, comunicándose con familiares y amigos en Carabobo, incitándolos a levantarse en armas. Aspiraba el General Salazar que los Generales conservadores lo reconocieran como Jefe.

    En el mes de enero de 1872, el General Salazar invade desde Cúcuta al Estado Táchira, acompañado de varios Generales, desplazándose hacia el centro del país. El General Guzmán Blanco, inicia desde Caracas en marzo de 1872, la Campaña contra el General  Salazar, al frente de 3.000 hombres y se desplaza hacia Valencia, situando su cuartel general en Tocuyito y ordenando a sus Generales un cerco amplio para atrapar el General  Salazar. Este tuvo varios enfrentamientos exitosos, pero finalmente fue acorralado en Potrerito, pereciendo varios de sus Generales, en una persecución implacable, en diferentes direcciones: en las sierras, montañas, pueblos, cayendo poco a poco prisioneros sus hombres. Con el cerco reduciéndose cada vez más, el 11 de mayo cayó el General  Salazar prisionero.

    Unos 151 Generales y jefes liberales presentes en Tinaquillo, le solicitaron por escrito el 12 de mayo de 1872, al General Guzmán  la pena de muerte para el General Matías Salazar, por el delito de traición. Al efecto Guzmán convocó a los Generales en Jefe para formar un Consejo de Guerra que conociera del caso. El día 15 de mayo se reunieron en Tinaquillo 23 Generales en Jefe en Gran Tribunal y en nueve horas y media fue sustanciado y resuelto este juicio. Fueron Presidentes del Tribunal el General José Ignacio Pulido, Ministro de Guerra y Marina en Campaña, y el General León Colina, Jefe de Estado Mayor General. (No es de extrañar tantos Generales en el ejército. El General Guzmán era de la idea que ascendiendo a bastantes oficiales al grado de General, dificultaba grandemente las posibilidades de alzamientos, ya que era muy difícil para ellos ponerse de acuerdo). El General Matías Salazar se declaró culpable de todos los cargos que se le imputaron, decidiendo el tribunal la pena de degradación y muerte, por concepto de alta traición al ejército y contra la causa liberal. El General Guzmán  ratificó la decisión.

    El día 17 de mayo de 1872, a las doce del día, se llevó a cabo el fusilamiento del General Matías Salazar, en presencia del ejército, en las afueras de Tinaquillo. La parada la mandó el General en Jefe Julián Castro, ex-Presidente de Venezuela en el año 1858. Con este fusilamiento oficial, se violó la Constitución de 1864, la cual abolía la pena de muerte, al igual que el programa de la Revolución Federal. (El sitio actual del fusilamiento del General Salazar queda en el patio trasero de la "Heladería Víctor", de la familia Ortega, en Tinaquillo).

Movimiento Revolucionario del Gral. Venancio Pulgar: 22 de junio de 1885




    Venezuela ha pasado por varias transiciones políticas, en las cuales el poder pasa de manos de un grupo a otro. Desde el año 1870, los llamados liberales amarillos han gobernado al país, como productos de revoluciones e intentos de movimientos en contra. En el año 1884 es elegido el General Joaquín Crespo como Presidente de la República. Este hecho molestó mucho al General Venancio Pulgar, quien había sido candidato a la Presidencia de la República, quedando muy contrariado por los resultados favorables al General Crespo y el favoritismo expresado por el General Guzmán Blanco. En consecuencia, le pidió al Presidente Crespo lo enviara al exterior, a un consulado. Fue seleccionado para Liverpool, Europa, pero sorpresivamente, en vez de ir a dicho consulado, se fue a Trinidad y el 28 de mayo de 1884 publicó un Manifiesto, protestando la elección del General Joaquín Crespo, hombre impuesto en contra de la voluntad de los pueblos. Inició un trabajo de acercamiento a otros jefes revolucionarios en Las Antillas y Trinidad. En diciembre de ese mismo año, el General Pulgar escribe desde Trinidad a varios venezolanos en Las Antillas, participándoles de la próxima campaña revolucionaria sobre Venezuela, habiendo sido elegido Jefe Supremo de la misma, contando con el apoyo de la mayoría de los jefes militares, entre ellos los Generales José Ignacio Pulido y Eleazar Urdaneta. Habían reunido suficientes elementos de guerra, entre ellos dos vapores, y habían escogido al Oriente Venezolano para hacer sus incursiones, coordinadas por los diferentes comités establecidos y estrechamente en comunicación con algunos jefes disidentes.

    El  día 22 de junio de 1885, estalló el grito revolucionario en la ciudad de Carúpano, a cargo del General Manuel Montes, quien al frente de algunos hombres marchó sobre la población de Cariaco. Ya para el 28 de junio se encontraban en Carúpano varios jefes revolucionarios, procedentes de Trinidad, encabezados por el General Venancio Pulgar, quien expidió una proclama, atacando al Gobierno y en especial al General Guzmán Blanco, de quien decía era quien gobernaba desde atrás. Llamaba mucho la atención de este ataque del General Pulgar al General Guzmán, habiendo sido su más leal servidor en asuntos políticos y militares (tal como lo veremos en la sección biográfica PERSONAJES). Su disgusto radica al no verse favorecido para la elección de Presidente de la República. Inmediatamente, el General Joaquín Crespo tomó sus medidas. Comisionó al General Víctor Barret de Nazaris, Ministro de Guerra y Marina, para operar en el Centro del país, mientras que el General José Antonio Velutini, Ministro de Crédito Público, era enviado al Oriente. Mientras el General Barret organizaba la escuadra en Puerto Cabello, el General Velutini atacaba el 2 de julio la plaza de Carúpano, ocupándola después de tres horas de combate, apresando a más de 200 hombres, entre ellos al General Críspulo Ortega.

    El General Venancio Pulgar no se encontraba en Carúpano, sino a bordo del vapor revolucionario "Justicia", tomando rumbo hacia el Occidente y evitando cualquier encuentro con buques del Gobierno. Llega a Curazao el 11 de julio para buscar provisiones, desembarcando  en ese puerto varios revolucionarios, entre ellos los Generales Luis Level de Goda y Pedro Ezequiel Rojas. Posteriormente, salió de dicha isla sin rumbo definido. Mientras tanto, cuerpos revolucionarios se han insurreccionado en la isla de Margarita. El General Bartolomé Ferrer así lo informa al Presidente Crespo, quien le hace acusaciones de deshonor a su persona. Esta respuesta molestó mucho al General Ferrer, quien se puso a la orden del General del Gobierno José Antonio Velutini, con ánimos de demostrar cuán grande es su honor. Mientras tanto, el General Barret de Nazaris ha enviado dos buques de la Armada, al mando de los Generales A.M. Cotarro y Manuel Modesto Gallegos, quienes capturaron el 10 de julio, en los islotes de Los Frailes, al vapor revolucionario "Torito", apresando a todos los revolucionarios que en él se encontraban. Simultáneamente, el General Barret ordenaba al General  José  Antonio Velutini, una expedición para actuar sobre la isla de Margarita, desembarcando dicho General el día 11 de julio, ocupando Porlamar. Fueron atacados por unos 700 revolucionarios, siendo éstos cuerpos perseguidos hasta la ciudad de La Asunción, ciudad que fue atacada por Velutini el 13 de julio, tomándola tras tres horas de combate, cayendo presos los hermanos Eduardo y Andrés Ortega, los jefes de la revolución en la isla, entre otros.

   El General Venancio Pulgar había retornado a Margarita, pero ante la situación planteada para su movimiento, optó por seguir rumbo a República Dominicana, mientras el Gobierno enviaba dos buques de guerra en su persecución, sin lograr alcanzarlos. El General José Antonio Velutini regresó a Caracas, siendo recibido como héroe nacional. Posteriormente, el Gobierno del General Joaquín Crespo gestionó en Santo Domingo la devolución del vapor revolucionario "Justicia", lo cual se concretó el 26 de julio de 1885.Así concluyó este movimiento revolucionario. 

Uno más de tantos acaecidos en nuestra patria desde los años 1830 hasta 1899.




Sistema de Recompensas en Venezuela

    Lograda la Independencia y consolidada la República en el año 1830, no podemos afirmar que la paz estuvo canalizada en la naciente República. Las luchas antagónicas por mantenerse en el poder se iniciaron  de inmediato y los nuevos grupos armados, surgidos de las continuas luchas, pasan a convertirse en latifundistas, al recibir tierras como pagos a sus servicios prestados. La inmensa crisis social, como vacío dejado por la Independencia, continúa haciendo estragos en Venezuela y se inicia un proceso de revoluciones y asonadas, las cuales se van a mantener durante todo el siglo XVIII.


    Los hombres que hicieron la Independencia se van a mantener en esas luchas intestinas desde 1830 a 1863, cuando triunfan los federalistas, dando así lugar al nacimiento de una nueva élite, la cual desplaza a los grupos que surgieron en 1830, representados por el General José Antonio Páez, dictador para el momento del triunfo federal. Entonces, viviendo Venezuela una gran crisis política, social, económica y militar, nos preguntamos cómo se iba a pensar en un sistema de recompensas militares para aquellos personajes que participaron en la Independencia de Venezuela, si eran ellos los que tenían encendido e incendiado al país.

    El 12 de febrero de 1833, el Congreso de la República emite un Decreto en el cual se incorporaba al Ejército y Marina a los oficiales Generales, Jefes y Oficiales, quienes se encontraban exiliados y no podían retornar a la patria, debido a las medidas represivas anti bolivarianas tomadas en Venezuela y Colombia en 1830, y desde ese entonces vagaban por las Antillas, sin recursos y sin patria. Entre ellos se encontraban los Generales Rafael Urdaneta, Mariano Montilla, José Laurencio Silva, Justo Briceño, León de Febres Cordero, Renato Beluche, Pedro Briceño Méndez, Daniel Florencio O´Leary, Diego Ibarra, etc.  Esa medida de gracia fue solicitada por el General Carlos Soublette, Secretario de Guerra y Marina, incorporando a estos oficiales al ejército y marina, en los grados que ostentaban el 1ro de enero de 1830.

    En el año 1836, el Gobierno tomó medidas para castigar a los oficiales involucrados en la Revolución de las Reformas, acaudillada por el General Santiago Mariño y oficiales recién reenganchados en Venezuela. Es decir, estos oficiales, héroes de la Independencia, nuevamente perdían sus empleos, grados, títulos, pensiones y condecoraciones de por vida, de acuerdo al Decreto emanado al respecto. Diez años después, en 1842, este Decreto fue revocado, concediéndoles el perdón a todos los involucrados en los hechos de 1835. Sin embargo, pasarían otros dos años para que se hiciera efectiva esta rehabilitación.

Hasta el momento, estos casos parecen increíbles que hayan sucedido, pero más sorprendente es lo acontecido con el Libertador Simón Bolívar, quien por Decreto del 17 de agosto de 1830, el Congreso de la República aprobada la proscripción del Padre de la Patria, perdiendo títulos y honores otorgados por Venezuela y Colombia. En el año 1833, el General José Antonio Páez, presentó ante el Congreso un proyecto de Decreto para hacer justicia al Libertador, siendo objeto de dura oposición en el Congreso e impugnado severamente. Las pasiones políticas se revolvían con mucha intensidad. Fue el Gral. Páez el autor principal de esta reacción contra el Libertador y al tratar de reparar su falta no pudo contener ese violento reaccionar, ni por la razón ni por la justicia. El Gral. Carlos Soublette, encargado de la Presidencia con motivo de la renuncia del Dr. José María Vargas en 1837, hizo lo propio, siendo negada nuevamente la solicitud. Finalmente en el año 1842, el Gral. José Antonio Páez, Presidente de la República, solicita al Congreso tal medida, siendo finalmente aprobada. Habían pasado 12 años desde la muerte de Bolívar para que se hiciera justicia en su nombre y revoluciones van y vienen produciéndose los mismos efectos: destierros, prisiones, exilios, perdón.  En el año 1844, el Congreso de la República, en un Decreto,  tomó en consideración a oficiales del Ejército Libertador de la época de la Independencia, quienes estaban pasando penurias y no se les había reconocido sus servicios; sin embargo, en el año 1859 este Decreto fue derogado, contemplando uno nuevo, con mayor amplitud para este contingente de héroes de la Patria. Hasta este momento las pensiones a muchos Oficiales del Ejército Libertador o a sus viudas, eran otorgadas en forma irregular pero no amparaban a todo el personal involucrado. Y había otra irregularidad: sólo se reconocían a Generales, Coroneles y altos Jefes. Pero... ¿Y los oficiales subalternos? ¿Y los soldados? Especialmente a estos últimos, quienes derramaron su sangre durante toda la lucha independentista, no les fue reconocida su participación por múltiples razones ni gozaban de monte pío. Esta situación fue enmendada en el año 1853, cuando fueron incluidos en el Decreto respectivo de ese año.

    En el año 1854, el Congreso de la República creó la medalla de distinción con el busto del Libertador,  con la finalidad de honrar a los hijos de la Patria por sus méritos y servicios en el Ejército Libertador, pero esta recompensa ya había sido instituida en el Perú un año antes, con el mismo objeto. Para el año 1863, una vez finalizada la Guerra Federal, la mayoría de los hombres de la Independencia han desaparecido del plano político, ya sea por muerte o por ancianidad. Y es en este año cuando aparece el primer decreto coherente, de justicia, en el cual el Gobierno del Mariscal Juan Crisóstomo Falcón, Presidente de la República, decide que se ha cometido un acto inicuo con estos hombres de la Independencia, y que la Patria no ha estado agradecida a su esfuerzo por haberla emancipado. Hubo de esperar 39 años después de la Batalla de Ayacucho, para dar fehaciente muestra de agradecimiento a los hombres que hicieron la Independencia. Las guerras civiles conllevan a la destrucción de un país, de sus valores y de su historia.


Pero aquí no termina la historia sobre este punto. Hasta aquí llega la ingratitud, pero se abre otro capítulo, el cual veremos en la sección REALIDADES.