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Las ocho estrellas de la Bandera Venezolana



                                    

1GUERRA FEDERAL
CAMPAÑA DEL GRAL. EZEQUIEL ZAMORA
Hemos establecido que el Gral. Ezequiel Zamora, después de su llegada a Coro, se había dedicado a organizar el Ejército Revolucionario. Para el 5 de marzo de 1859 ya tenía formada la escuadrilla de guerra, con cuatro goletas al mando del Cnel. Rodulfo Calderón. Los efectivos de tierra sumaban unos 2000 hombres, contándose entre ellos veteranos de la guerra de independencia. Colocó 1200 hombres en Coro, a las órdenes del Cnel. Tirso Salaverría y el resto del personal a su mando, formando la vanguardia, listo para incursionar sobre la Provincia de Yaracuy. Al mismo tiempo, el Gobierno había nombrado como Jefe de Operaciones contra Zamora, al Gral. León de Febres Cordero, quien organizó sus fuerzas también de tierra y mar. La escuadrilla estaba formada por tres goletas, un vapor y buques mercantes, a las órdenes del Cnel. José del Rosario Armas. Las fuerzas terrestres sumaban unos 1200 hombres. Igualmente movilizó fuerzas en una línea extendida desde Pto. Cabello hasta Barquisimeto.  El 10 de marzo de 1859, el Gral. Febres Cordero inició su expedición desde Pto. Cabello, apresando una de las dos goletas insurgentes en el área de San Juan de Los Cayos y tomando algunos elementos de guerra. El 14 de marzo atracó en La Vela de Coro, logrando la rendición del fortín de La Vela, luego de un intenso combate.

Mientras tanto, el Gral. Zamora había salido de Coro el 10 de marzo de 1859, incorporando fuerzas en su camino, ocupando San Juan de Los Cayos el 20 de marzo. El 23 de marzo se encontraba en Morón, estableciendo allí su Cuartel General. El Gral. Febres Cordero, quien había ocupado Coro, trató de regresarse al Centro, pero ya el Gral. Zamora el 23 de marzo había marchado hacia El Palito, Edo. Carabobo, destrozando las fuerzas del Gobierno en esa área. Fue la primera acción de guerra ganada por los revolucionarios, destacándose el Gral. José Desiderio Trías. El Gral. Febres nada pudo hacer para evitar este fracaso ni el Gral. José Antonio Páez, quien había sido nombrado Jefe de Operaciones de la Provincia de Carabobo.

El Gobierno nombró al Gral. José Laurencio Silva como Jefe del Ejército del Sur de Occidente y al Gral. José Escolástico Andrade como Jefe de Edo. Mayor y se prepararon para defender Valencia, pero el Gral. Zamora, siempre incorporando gente a su paso, inició su marcha hacia Yaracuy, tomando San Felipe el día 26 de marzo. El día 29 de abril, en asamblea abierta de ciudadanos en la plaza principal, instituyó una nueva entidad federal con el nombre de Estado Yaracuy. Continuó su marcha hacia Barquisimeto, siempre incorporando gente a su paso, contando con más de 2500 hombres. El 3 de abril sitió a Barquisimeto. El 5 de abril atacó en Araure fuerzas del gobierno en número de 600, al mando de los Cmdtes. Manuell Herrera y Juan Manuel García, a quienes derrotó. El día 6 de abril, continuó Zamora su marcha hacia Barinas, mientras el Gral. José Laurencio Silva se aproximaba a San Carlos de Cojedes, concentrando las divisones del Gral. Domingo Hernández, desde Nirgua, con las divisiones del centro.

En la ciudad de Barinas se encontraba al mando el Gral. Ramón Escobar, Ilustre Prócer de la Independencia, quien organizaba la defensa de la ciudad. El Gral. Zamora, en conocimiento de las fuerzas del Gral. Silva, quería operar rápido. En la madrugada del 16 de abril movió sus fuerzas sobre la ciudad de Barinas, no pudiendo rendirla después de 24 hrs. de combate. Zamora prefirió retirarse con grandes pérdidas, evitando el encuentro con el Gral. Silva, quien llegó a Barinas el día 19 de abril.
El Gral. Zamora se retira a San Lorenzo, incorporando más fuerzas, sumando unos 4000 hombres para enfrentarse al Gral. Silva, a quien respetaba por ser un Prócer de la Independencia, héroe de Junín, Ayacucho y Carabobo. Preparó su escenario en base a emboscadas y trincheras y se mantuvo en espera. El día 25 de abril, el Gral. Silva salió en busca del Gral. Zamora, con una fuerza de 3000 hombres, pero actuando con mucha cautela, viendo el desánimo de sus hombres, enfrentando muchas deserciones en un territorio adverso.

Ambos ejércitos se situaron frente a frente, pero ninguno se atrevió a salir a campo abierto. Realizaron maniobras de ataque, con ligeras escaramuzas, pero manteniendo la misma posición cada uno de ellos. Se respetaban mutuamente. Al amanecer del día 29 de abril, El Gral. Silva se retiró a la población de Obispos, vía Barinas, pero Zamora no le persiguió. Se dispuso a atacar el pueblo de Guanare, lo cual llevó a cabo el 10 de mayo de 1859, ciudad defendida por el Cmdte. Manuel Herrera. Se combatió durante dos días, sin lograr Zamora ocupar Guanare, cuando se escucharon detonaciones de artillería a distancia. Considerando Zamora que era el Gral. Silva, emprendió la retirada. Llegó el Gral. Silva a Guanare, reorganizando sus fuerzas. En virtud de críticas de su actuación en San Lorenzo, inclusive hasta tildarlo de traición, presentó su renuncia al cargo, siendo nombrado en su remplazo el Gral. José Escolástico Andrade.

Mientras tanto, el Gral. Zamora había decidido regresar a Barinas, tomando primero la población de Obispos. Barinas, ciudad defendida por sólo 400 hombres dejados allí por el Gral. Silva, al mando del Cmdte. Vicente Congas, abandona la ciudad al saber de la aproximación del Gral. Zamora, quien ocupó la ciudad el 18 de mayo sin disparar un tiro. Envió dos batallones en persecución del Cmdte .Congas, logrando rendirlo. El 22 de abril, el Gral. Zamora convocó una asamblea de ciudadanos, creando la entidad Estado Barinas y nombrando a las nuevas autoridades. Mientras tanto, los federales habían tomado las poblaciones de Barinitas, Las Piedras y Pedraza.

En el Gobierno, la situación era de crisis. El Gral. Páez también renunció a su cargo, resentido también por su papel de segundón. El ejército del Gral. Andrade estaba todo fracturado por las enfermedades, deserciones y por el temor producido por las fuerzas federales. El Gral. Carlos Soublette también renunció a su cargo de Director de Guerra, alegando razones de salud. Pesimista y muy desalentado, se retiró a San Carlos de Cojedes. La unión de liberales y conservadores en torno al Presidente de la República, Gral. Julián Castro, se hacía cada vez más inestable. El 7 de junio de 1859, el Presidente Castro hizo una jugada política: se retiró temporalmente de la Presidencia alegando enfermedad, pero viendo los movimientos del Vicepresidente Manuel Felipe de Tovar, se encargó nuevamente de la Presidencia a los cinco días de retirado, derogando una Junta de Guerra, creada por el Vicepresidente, por inconstitucional. Tomó una serie de medidas políticas, lo cual trajo más reacciones de los partidos Conservador y Liberal. Nombró una comisión de paz para negociar con el Gral. Falcón, reconocido como Jefe de la revooluciupón y aún en Curazao, sin éxito.  La revolución se extendía por todo el país. Ante ello, el Gral. Páez abandonó Venezuela hacia New York el 7 de julio de 1859. El país caía en un caos total.

Continuará…


REVOLUCIÓN FEDERAL (GUERRA FEDERAL): 2da. Parte. DESEMBARCO EN LA VELA DE CORO DEL GRAL. EZEQUIEL ZAMORA. 22 de Febrero de 1859


Inmediatamente que es informado en Curazao, el Gral. Ezequiel Zamora de los sucesos de Coro, dispuso que el Comité de la Revolución se trasladase inmediatamente a la Vela de Coro, sin esperar al Gral. Juan Crisóstomo Falcón, Jefe de la Revolución, quien se encontraba en Saint Thomas.  Acompañado del Gral. José Desiderio Trías (*), el Cnel. José Rosario González (**) y otros oficiales, desembarca en La Vela de Coro el 22 de febrero de 1859, dirigiéndose inmediatamente a Coro, donde se desempeñaba como Gobernador revolucionario Nicolás Zaldarriaga. El Gral. Zamora asumió el cargo de Jefe de Operaciones del Ejército de Occidente, mientras el Cnel. González era nombrado 2do. Jefe y enviado a  Paraguaná, dedicándose Zamora a la organización del ejército y al trabajo político. El Gral. José D. Trías fue enviado a la población de Capadare.

El 25 de febrero se reunieron los habitantes de Coro en la plaza principal, convocados por el Gobernador Zaldarriaga, mientras se organizaba un Gobierno provisional, con tres miembros principales con tres suplentes. Adoptaron la misma Bandera Nacional, pero anexándole siete estrellas como símbolo de las siete provincias que constituyeron la Federación en 1811. Ese mismo día, el Gobierno provisional ascendió a Zamora a General de División y a González a General de Brigada. Otra medida adoptada fue nombrar al Gobierno Central Provisorio, encabezado por el Gral. Juan Crisóstomo Falcón, además del  Lic. Antonio Leocadio Guzmán, Dr. José Manuel Garccía, José Gabriel Ochoa y Napoleón Arteaga. La revolución quedaba organizada en lo civil y militar.


Los sucesos de Coro fueron conocidos en Caracas el día 24 de febrero, causando la alarma y conmoción, tanto en los círculos oficiales como en la población. Enseguida el Ejecutivo hizo unos cambios en el Gabinete. Ya anteriormente, el 18 de febrero, había publicado unos indultos, como parte de una política conciliadora, para las facciones de Guanarito, la Sierra y Anaco, y dos días después otro indulto para los confinados desde septiembre de 1858. El 25 de febrero, el nuevo Gabinete presentó una exposición al Presidente Gral. Julián Castro, sobre las medidas a adoptar, basadas en la reivindicación del programa de la Revolución de Marzo de 1858, erradicar el de los partidos y propender a la unión de los venezolanos. Pero todas estas medidas llegaban un poco tarde, incluyendo la inclusión de un liberal y un conservador en el Gabinete.

Los liberales en Caracas comenzaron manifestaciones subversivas en las calles y plazas, repartiendo divisas amarillas con consignas escritas a favor de la Federación. El gobierno tuvo que emplear la fuerza para disolver a los amotinados. Por solicitud ante la Corte Suprema, ésta autorizó al ejecutivo para llamar a tres mil hombres a las armas y otras medidas constitucionales. Sin embargo, los tumultos continuaron, y las prisiones comenzaron a llenarse.

En virtud de que la revolución tendía a generalizarse en todo el país, el Presidente Castro nombró al Gral. León de Febres Cordero (***), como Jefe de Operaciones del Ejército. En las Provincias nombró a: Gral. Ramón Escobar, para Barinas; Cnel. Julián Ramos, para Portuguesa; Gral. Escolástico Andrade, para Cojedes y Portuguesa; y al Gral. José María Zamora, para el Oriente.

A partir de ahora, comenzarán los enfrentamientos militares, los cuales se mantendrán durante los siguientes cinco años.

CONTINUARÁ…


(*)Militar al servicio del Gral. José Tadeo Monagas desde 1855. En 1857 fue electo Senador por Barquisimeto. Durante la Revolución de Marzo fue nombrado Jefe de Opns. de Caracas. En 1859 se encontraba en el exilio y se unió al grupo del Gral. Ezequiel Zamora.
(**) Se desempeñó en acciones militares durante la Guerra de Independencia en 1821, en Coro y Maracaibo. El Libertador lo asciende a Capitán en 1827, retirándose del servicio activo. En 1848 combate al lado de Ezequiel Zamora. En 1855 fue Diputado al Congreso Nacional por Coro. En 1858 es exiliado a Curazao, uniéndose a las fuerzas del Gral. Zamora.
(***)Comenzó su carrera militar en 1813 en las filas realistas de Maracaibo, habiendo servido en Nueva Granada, el Cauca y el Perú. En 1820 se unió a las filas patriotas, proclamando la Independencia en Guayaquil, habiendo sido separado de las filas del Numancia por sus ideas revolucionarias. Pasa al Perú a las órdenes del Gral. José de San Martín. En 1822 sirve bajo las órdenes del Gral. Antonio José de Sucre, con el grado de Coronel, quien lo nombra Gobernador y Comandante Militar de Riobamba y Guaranda. Hace la Campaña del Perú y en 1824 regresa a Quito, siendo nombrado Comandante de Armas de Guayaquil. En 1827 asiste como Diputado por Maracaibo al Congreso de Bogotá. En 1828 vuelve al Ecuador siendo ascendido por el Mariscal Sucre a General, en 1829. En 1834 regresa a Venezuela y al lado del Gobierno del Gral. Páez combate la Revolución de las Reformas de 1835. Comandante de Armas de Maracaibo en 1842 y en 1848 se alzó con el Gral. Páez contra el Gobierno del Gral. José Tadeo Monagas. Sale al exilio y regresa en 1858 a Venezuela, siendo nombrado Ministro de Guerra y Marina y luego Diputado a la Convención Nacional de Valencia ese mismo año.



Revolución federal (Guerra Federal): 
20 Febrero  de 1859 (I Parte)


Hemos visto que las tensiones políticas se han agudizado desde el año 1858 con los sucesos que llevaron al poder al General Julián Castro, en la llamada Revolución de Marzo de ese mismo año. Los Generales Juan Crisóstomo Falcón y Ezequiel Zamora, han sido expatriados por decretos presidenciales. Ambos se habían negado a participar en los sucesos de marzo de 1858. El Gral. Falcón centra sus actividades en las islas de Bonaire, Aruba, Curazao y Saint Thomas. Desde el exilio inicia sus actividades como conductor del nuevo proceso revolucionario, encabezando las acciones de todos los exiliados políticos en las islas del Caribe. Es considerado Falcón por los liberales, como el jefe del movimiento que se está gestando. Mientras tanto, el General Ezequiel Zamora, cuñado de Falcón,  hace lo mismo desde Curazao, estableciendo contacto con otros miembros subversivos, manteniendo contacto permanente con el General Falcón.

Ya en 1859, la insurrección se ha extendido por todo el territorio venezolano. Los grupos armados, quienes han venido actuando desde el año anterior, comienzan a extenderse por el apure, oriente, occidente y llanos centrales. Mientras en el país la llama de la revolución arde, en el exilio se había constituido desde el año 1858, una Junta Patriótica, formada por el Dr. Félix María Alfonzo, Lic. Antonio Leocadio Guzmán, Ramón Anzola Tovar, Napoleón Arteaga y Carlos Sanabria. Ellos se encargaban de los trabajos revolucionarios y al efecto habían finalizado el programa a llevarse a cabo. 


Entre otros puntos tenemos: proclamación de un sistema federal; prohibición de la esclavitud, títulos nobiliarios, fueros excepcionales, monopolios y privilegios perpetuos; abolición de la pena de muerte; libertad absoluta de prensa; independencia electoral y judicial; democracia plena, etc. Este programa fue presentado al Gral. Falcón el 7 de diciembre de 1858, en Saint Thomas, en su carácter de Jefe de la Revolución, quien le dio su aprobación. Ahora le correspondía ocuparse del apoyo logístico para seguir adelante con el plan.

Mientras esto sucede en Saint Thomas, en Curazao y especialmente en Trinidad, los revolucionarios allí residentes organizaban invasiones por su cuenta, tanto al oriente como al occidente, sin intervención del Gral. Falcón, pero sin ánimos de desconocer su autoridad. Estos planes estaban listos para desencadenarse en el mes de febrero de 1859. 


El Gral. Ezequiel Zamora, desde Curazao, mantenía estrecha relación con los revolucionarios de Coro, promoviendo un movimiento insurreccional, el cual se adelantó a los planes previstos, estallando la noche del 20 de febrero de 1859. El Comandante Tirso Salaverría, designado por el Gral. Falcón como jefe del movimiento en Coro, en compañía de unos 70 hombres de su organización, a los gritos de ¡Viva la Federación! ¡Abajo el Gobierno!, se apoderaron, sin combatir, del cuartel de la guarnición y del parque, unos 900 fusiles, dos cañones y otros elementos de guerra. Inmediatamente se formó una Junta revolucionaria, formada por los Sres. Juan Navarrete, Pedro Torres, José Toledo y Nicolás Zalderriaga.

Al día siguiente, 21 de febrero, el Cmte. Salaverría publicó una proclama anunciando la revolución, sus alegatos y propósitos. Por medio de esta proclama, Salaverría lanza el primer grito a nombre de la Federación y reconocen como Jefe al Gral. Juan Crisóstomo Falcón, aunque esos grupos pertenecían al Comando del Gral. Ezequiel Zamora. Se iniciaba así la Revolución Federal, lo cual daría inicio al período llamado también de la Guerra Federal, y es después de la Guerra de Independencia, la guerra civil más cruenta que haya ocurrido en Venezuela, tratando de resolver los problemas políticos que no se concretaron en el período independentista.

Continuará...









Revolución de Marzo: 4 de Marzo de 1858


 Como siempre hemos dicho, Venezuela ha estado signada por guerras civiles, pugnas por ambiciones de poder y por el estado de abandono, en el cual ha estado sumergida nuestra población, como producto de la mala aplicación de políticas públicas, con resultados catastróficos en materia de gestación de violencia social.


Los hermanos Monagas, José Tadeo y José Gregorio, iniciaron en el año 1847 lo que los historiadores han llamado la Dinastía Monagógica, la cual trajo consecuencias funestas para la República. En 1847, el Gral. José Tadeo Monagas fue electo Presidente Constitucional para el período 1847-1850. Obviando por ahora, su gestión de gobierno, vemos que la sucede en la presidencia su hermano, el Gral. José Gregorio Monagas, para el período 1851-1854. Obviando nuevamente la acción de gobierno, nos encontramos que el próximo Presidente electo es el Gral. José Tadeo Monagas, para el período 1855-1858. Durante este último período las tensiones políticas y el descontento general van en aumento. El 1856, el Presidente Monagas esgrime la bandera de revivir la confederación colombiana y el Congreso lo autoriza para conversar con Nueva Granada y Ecuador. Cambia Monagas la Constitución y adquiere más poderes, con la intención de atornillarse en el poder. Como consecuencia, Monagas empezó a perder el apoyo de conservadores y liberales, obligándolos en el futuro a fusionarse en una decisiva coalición. Las maniobras del Presidente Monagas son tan claras en centralizar el poder de manera absolutista, que hasta su hermano, el Gral. José Gregorio Monagas, desilusionado, le recrimina su conducta política. En 1857 es promulgada la nueva Constitución, hecha a la medida para el Presidente Monagas: aumento del período presidencial de cuatro a seis años, reelección inmediata del Presidente y Vicepresidente. Lo más insólito del caso, es que se estipulaba que el Congreso quedaba facultado para nombrar el próximo Presidente a dedo, por una sola vez para el siguiente período presidencial. Como era de esperarse, el Congreso nombró al Gral. José Tadeo Monagas, para el período presidencial 1857-1862, sin consulta de la opinión popular.


Tal situación, dio luz verde a la conspiración. El asunto era que no se ponían de acuerdo en el escogido para liderarla. Algunos conservadores voltearon hacia el Gral. José Antonio Páez. En marzo de 1857, llegó al país el Gral. Juan José Flores y muchos vieron en él la persona ideal para dirigir esta revolución. Era un prócer y había sido Presidente de Ecuador, pero al enterarse Flores de la situación, inmediatamente se marchó a Lima. Otras miradas voltearon hacia el Gral. Juan Crisóstomo Falcón, quien se negó rotundamente. Finalmente, las miradas se fijaron en el Gobernador de Carabobo, Gral. Julián Castro, quién aceptó de inmediato. Este oficial se manejó con pies de seda, ya que Monagas había sido advertido de la posible traición de este General, pero a pesar de los esfuerzos del Gobierno para descubrirlo fue en vano. Mientras tanto, la situación en Venezuela era caótica: la situación económica muy mala y deficitaria; la agricultura cafetera, la principal del país, se encontraba muy disminuida; y lo más grava, el Tesoro Público no podía cubrir los gastos de los servicios públicos.

La fecha del alzamiento estaba prevista para mediados de marzo de 1858, pero circunstancias obligaron a adelantarla. Se esperaba un lote de armas para los rebeldes, las cuales debían llegar por Puerto Cabello. El Gral. Gabriel Guevara, Comandante del Castillo Libertador, se entera del eminente estallido de la revolución y sale el 3 de marzo para Caracas a informar al Presidente Monagas y al mismo tiempo alerta al Cnel. Pedro Estanislao Ramos, Comandante de Armas de Valencia. El Cnel. Ramos le informa al Gral. Julián Castro, quien convoca al comité revolucionario, y resuelven que el Cnel. Ramos partiera de inmediato hacia Puerto Cabello y tomara el Castillo Libertador. De inmediato comenzaron las acciones en cascada. Los revolucionarios comenzaron su trabajo de levantar en armas a los habitantes en diferentes regiones, mientras el Presidente Monagas, ya en conocimiento exacto de la revolución, solicita el 6 de marzo al Congreso facultades extraordinarias y nombre como Jefes de Operaciones a los Generales José Gregorio Monagas (Oriente), José Desiderio Trías (Caracas), José Laurencio Silva (Carabobo y Cojedes), Juan Crisóstomo Falcón (Occidente), Carlos Castelli (Aragua) y al Cnel. Mauricio Zamora (Chaguaramas y Unare). Ese mismo día, los revolucionarios, conservadores y liberales, se reunían con los habitantes de Valencia y firmaban un pronunciamiento, enunciando los postulados de la revolución: derrocar la tiranía monaguista, establecer un Gobierno democrático, velar por el manejo de las rentas, respetar la independencia de los poderes públicos, garantizar la libre expresión del pensamiento, entre otros.


La revolución va ganando adeptos en el pueblo. Tal situación es vista, tanto por los jefes militares como por el propio Congreso, cuerpo que se negó a declarar su apoyo al Presidente Monagas. Los encuentros militares que se dieron fueron de menor cuantía. Había una especie de letargo en el cumplimiento de las acciones encomendadas por el Gobierno. El Gral. Julián Castro ha sostenido conversaciones con algunos Jefes militares y llegado a ciertos acuerdos. El día 10 de marzo, marcha el Gral. Castro marcha desde el centro hacia Caracas, al frente de 4.000 hombres, mal armados pero resueltos a llegar hasta el final. El día 14 de marzo llegan a La Victoria, sumando un total de 5.000 hombres. Desde allí invitaron al Gral. Castelli a sumarse al movimiento. Mientras tanto, en Caracas, la situación para el Presidente Monagas es apremiante: el Congreso no lo apoya; los hombres se le han volteado, sus Generales designados como Jefes de Operaciones están en una incercia; y la escuadrilla revolucionaria está bloqueando La Guaira. En vista de ello decide renunciar a la Presidencia. El día 15 de marzo, Monagas y su familia se asilan en la Legación de Francia. El Congreso aceptó las renuncias respectivas y formaron una junta provisional de gobierno, mientras llegaban las autoridades revolucionarias y formaban su Gobierno. El 18 de marzo de 1858, entró el Gral. Julián Castro a Caracas, acompañado de los Generales José Desiderio Trías y Carlos Castelli, asumiendo la Presidencia provisional.
Así terminó esta incruenta revolución de apenas diez días que sacudió del poder el nepotismo de diez años. Juntos se abrazaron conservadores y liberales en busca de la felicidad para la patria… pero la paz aún no ha llegado. La Revolución Federal (la Guerra Federal) está en la antesala de los acontecimientos…




REVOLUCIÓN LA GENUINA. Septiembre de 1867



Terminada la Guerra Federal en el año 1863, la paz no llegó con dicho triunfo. De inmediato se vieron reacciones adversas a los federales, extendiéndose por todo el país las insurrecciones y pugnas por el poder. Habían desórdenes por doquier. La anarquía reinaba en el ambiente político, especialmente en las Provincias del Centro y Occidente. Cada quien entendía la Federación a su manera como consecuencia de que al pueblo no se le explicó la que significaba ese término y programas durante la Guerra Federal, ni después de consumada la victoria. Se hablaba de una Asamblea Nacional Constituyente pero no se sabía para qué y lo que representaba. En los Estados habían constantes pugnas por el poder. Se violaban las recién decretadas garantías. Este estado de tensión iba en aumento a medida que pasaban los meses y los problemas de corrupción, la falsa idea de haber acabado con el centralismo, los mismos errores del pasado retornando al presente y otros motivos, dieron pie a múltiples situaciones conflictivas  en casi toda la República, dando al traste con los principios de la Revolución Federal.


Las denuncias de un posible estallido revolucionario se escuchaban desde el mes de julio de 1867 y el Gobierno le daba mucho crédito y tomaba sus previsiones. Se hablaba del alzamiento que liderizaría el General colombiano Tomás Cipriano de Mosquera, en combinación con algunos jefes militares venezolanos. A prisión fueron muchos sospechosos, quienes sólo recobraron su libertad al conocerse el derrocamiento del Gral. Mosquera, en Colombia. Pero los rumores seguían creciendo y se hablaba ahora de una revolución fusionista en los Estados del Centro. En los primeros días del mes de Septiembre de 1867, se constituía en Caracas un comité revolucionario formado por conservadores y liberales. Entre ellos figuraban los Generales Luciano Mendoza, Pedro Ezequiel Rojas, Dres. Guillermo Tell Villegas, Elías Rodríguez, Martín Sanabria, entre otros. El Jefe de la revolución era el Gral. Luciano Mendoza. Pero, como el Gobierno venía trabajando en base a sospechas, sometieron a prisión a varios ciudadanos quienes estaban involucrados en esta revolución, lo cual motivó al Gral. Luciano Mendoza a anticipara mediados de septiembre, el inicio de la revolución, haciéndolo en Turgua, Valles del Tuy, con escaso material de guerra y con el propósito de hacer preso al Presidente Mariscal Falcón.


El Gobierno nombró al General José Loreto Arismendi como Jefe del Distrito Militar de Barcelona y al General Antonio Guzmán Blanco, como Jefe del Ejército, para abrir una campaña contra los revolucionarios acaudillados por el Gral. Mendoza en los Valles del Tuy. El General Natividad Mendoza, hermano de Luciano, estaba apoyando la revolución concentrando tropas, al igual que lo hacían los Generales. Leoncio Quintana y Díaz Pinto. El Gral. Guzmán Blanco le solicitó una entrevista al General Luciano Mendoza, la cual se realizó en El Guapo, en la cual Guzmán le pedía a Mendoza depusieran las armas pacíficamente por la inutilidad del hecho. Mendoza le pidió plazo de cinco días, pero al final del mismo lo que hizo fue situar cuerpos de tropas en diferentes sitios, entre ellos Ocumare del Tuy, Yare y Soapire. Sin embargo, el Gral. Guzmán se había adelantado en los mismos al ver las intenciones de Mendoza, tomando especialmente la población de Güeime, siendo la altura principal entre Santa Lucía y Turgua, Mariches y Guarenas.

 
El día 11 de octubre de 1867, el Gral. Guzmán se apoderó de Fila de Mariche, tras un corto encuentro con los revolucionarios. Continuó Guzmán avanzando hacia La Esperanza, cuando el Gral. Natividad Mendoza le pidió una entrevista. En ella negociaba, por instrucciones de su hermano, el fin de la lucha. Hubo un pequeño inconveniente con el Gral. Luciano Mendoza que no aparecía, haciéndolo el día 13 de octubre, pactando con Guzmán un sometimiento decoroso. El 16 de octubre, ambos Generales, Guzmán y Mendoza, son recibidos por el Presidente Falcón, quien los atendió como viejos compañeros y amigos. El día 18 de octubre, el gobierno publicó un decreto de indulto general para todos los involucrados en esta revolución. Se llamó a la misma "La Genuina", porque sus miembros ofrecían practicar "genuinamente" los principios revolucionarios federalistas.

Pero la semilla de la revolución había germinado. Fue la mecha que prendió el inicio de  muchas revoluciones como resultado del descontento general, tanto del sector político-militar como de la población en general. De allí la importancia de conocer de esta revolución, porque de allí en adelante veremos al país sometido a múltiples revoluciones a lo largo de los próximos treinta y cinco  años.


 


El Fusilamiento del Gral. Matías Salazar


 
Hemos visto durante el desarrollo de nuestra historia patria, una constante vorágine revolucionaria, en la cual la paz ha estado muy distante de la vida del venezolano. Revoluciones y contrarrevoluciones son la nota constante en la vida cotidiana. En el mes de septiembre de 1869 estalla la Revolución Liberal. El país vivía una situación política asfixiante: los Estados convulsionados; el gobierno no tenía dinero y el malestar económico iba creciendo; las pasiones políticas dividían al país, el cual acababa de pasar por una revolución, La Revolución Azul, pero el malestar general iba en aumento. Habían ocurrido varios alzamientos y algunos de ellos llevaban la orientación de la Revolución Liberal, liderizada por Comités Revolucionarios, algunos dirigentes liberales y el propio General Guzmán Blanco, desde Curazao, donde se encontraba exiliado. No se pretende en esta página reseñar esta revolución, sino ambientar la actuación del General Matías Salazar, quien al frente de 800 hombres se ha declarado revolucionario, actuando con sus guerrillas en el área del centro, en Cojedes y Carabobo, mientras que en casi toda Venezuela se suceden alzamientos a favor de la revolución. El punto cumbre de esta revolución fue el desembarco del General Antonio Guzmán Blanco, en Curamichate, el 14 de febrero de 1870, quien inicia su campaña hacia el centro y Caracas. Gente de todos los pueblos acudían a incorporarse a su ejército. El General Matías Salazar se le une con todas sus fuerzas al paso del General Guzmán por Tinaco y Tinaquillo, en su marcha hacia Caracas. En fecha 25-27 de abril de 1870 se da la Batalla de Caracas. Guzmán contaba con unos 6.000 hombres y el General Matías Salazar tiene una destacada actuación en dicha batalla.


Pero la calma no ha llegado. La Resistencia Azul dará que hablar durante los siguientes años y ésta comienza a armarse y actuar en todo el país. El General Matías Salazar comandaba fuerzas en la región del centro del país, operando ahora contra las guerrillas en Cojedes y Carabobo. Mientras tanto un Congreso de Plenipotenciarios, con representación de 15 Estados, el 12 de Julio de 1870,  elige Presidente al General Guzmán Blanco y como Designados interinos a la Presidencia a los Generales José Ignacio Pulido y Matías Salazar. Sigue el General Salazar abriendo su compás de operaciones y ahora lo encontramos actuando en Barquisimeto.

 
Después de varias acciones bélicas, el General Matías Salazar abandona el occidente y se regresa a Valencia y toma una conducta un poco extraña, la cual fue seguida por varios militares liberales reaccionarios. El General Guzmán viene a Valencia y es enterado de la conducta irregular del General Matías Salazar; sin embargo,  confía plenamente en él y le da mando a dicho General, en contra de la opinión de varios de sus oficiales.  El 21 de mayo de 1871, el General Matías Salazar deserta, vía Portuguesa,  llevándose bajo engaño una División, la cual se regresa al darse cuenta de la maniobra. Una semana después, Matías Salazar se presenta en Valencia pidiendo indulgencia al General Guzmán. Entre someterlo a Consejo de Guerra o exiliarlo, el General Guzmán se decidió por el exilio, reconociéndole sus méritos al General  Salazar. Lo conminó a renunciar a la Presidencia del Estado Carabobo, nombramiento hecho anteriormente por Guzmán, y al cargo del 2do. Jefe del Ejército. El 2 de junio se embarca el General  Salazar rumbo a Estados Unidos ó Europa. Sin embargo, el  General Salazar rompió su promesa en el mes de agosto y se vino a Curazao, publicando un Manifiesto en contra del Gobierno del General Guzmán. Se puso en contacto con otros militares disidentes, comunicándose con familiares y amigos en Carabobo, incitándolos a levantarse en armas. Aspiraba el General Salazar que los Generales conservadores lo reconocieran como Jefe.

En el mes de enero de 1872, el General Salazar invade desde Cúcuta al Estado Táchira, acompañado de varios Generales, desplazándose hacia el centro del país. El General Guzmán Blanco, inicia desde Caracas en marzo de 1872, la Campaña contra el General  Salazar, al frente de 3.000 hombres y se desplaza hacia Valencia, situando su cuartel general en Tocuyito y ordenando a sus Generales un cerco amplio para atrapar el General  Salazar. Este tuvo varios enfrentamientos exitosos, pero finalmente fue acorralado en Potrerito, pereciendo varios de sus Generales, en una persecución implacable, en diferentes direcciones: en las sierras, montañas, pueblos, cayendo poco a poco prisioneros sus hombres. Con el cerco reduciéndose cada vez más, el 11 de mayo cayó el General  Salazar prisionero.

  Unos 151 Generales y jefes liberales presentes en Tinaquillo, le solicitaron por escrito el 12 de mayo de 1872, al General Guzmán  la pena de muerte para el General Matías Salazar, por el delito de traición. Al efecto Guzmán convocó a los Generales en Jefe para formar un Consejo de Guerra que conociera del caso. El día 15 de mayo se reunieron en Tinaquillo 23 Generales en Jefe en Gran Tribunal y en nueve horas y media fue sustanciado y resuelto este juicio. Fueron Presidentes del Tribunal el General José Ignacio Pulido, Ministro de Guerra y Marina en Campaña, y el General León Colina, Jefe de Estado Mayor General. (No es de extrañar tantos Generales en el ejército. El General Guzmán era de la idea que ascendiendo a bastantes oficiales al grado de General, dificultaba grandemente las posibilidades de alzamientos, ya que era muy difícil para ellos ponerse de acuerdo). El General Matías Salazar se declaró culpable de todos los cargos que se le imputaron, decidiendo el tribunal la pena de degradación y muerte, por concepto de alta traición al ejército y contra la causa liberal. El General Guzmán  ratificó la decisión.

El día 17 de mayo de 1872, a las doce del día, se llevó a cabo el fusilamiento del General Matías Salazar, en presencia del ejército, en las afueras de Tinaquillo. La parada la mandó el General en Jefe Julián Castro, ex-Presidente de Venezuela en el año 1858. Con este fusilamiento oficial, se violó la Constitución de 1864, la cual abolía la pena de muerte, al igual que el programa de la Revolución Federal. (El sitio actual del fusilamiento del General Salazar queda en el patio trasero de la "Heladería Víctor", de la familia Ortega, en Tinaquillo).


 

Movimiento Revolucionario del Gral. Venancio Pulgar: 22 de junio de 1885



Venezuela ha pasado por varias transiciones políticas, en las cuales el poder pasa de manos de un grupo a otro. Desde el año 1870, los llamados liberales amarillos han gobernado al país, como productos de revoluciones e intentos de movimientos en contra. En el año 1884 es elegido el General Joaquín Crespo como Presidente de la República. Este hecho molestó mucho al General Venancio Pulgar, quien había sido candidato a la Presidencia de la República, quedando muy contrariado por los resultados favorables al General Crespo y el favoritismo expresado por el General Guzmán Blanco. En consecuencia, le pidió al Presidente Crespo lo enviara al exterior, a un consulado. Fue seleccionado para Liverpool, Europa, pero sorpresivamente, en vez de ir a dicho consulado, se fue a Trinidad y el 28 de mayo de 1884 publicó un Manifiesto, protestando la elección del General Joaquín Crespo, hombre impuesto en contra de la voluntad de los pueblos. Inició un trabajo de acercamiento a otros jefes revolucionarios en Las Antillas y Trinidad. En diciembre de ese mismo año, el General Pulgar escribe desde Trinidad a varios venezolanos en Las Antillas, participándoles de la próxima campaña revolucionaria sobre Venezuela, habiendo sido elegido Jefe Supremo de la misma, contando con el apoyo de la mayoría de los jefes militares, entre ellos los Generales José Ignacio Pulido y Eleazar Urdaneta. Habían reunido suficientes elementos de guerra, entre ellos dos vapores, y habían escogido al Oriente Venezolano para hacer sus incursiones, coordinadas por los diferentes comités establecidos y estrechamente en comunicación con algunos jefes disidentes.
 
El  día 22 de junio de 1885, estalló el grito revolucionario en la ciudad de Carúpano, a cargo del General Manuel Montes, quien al frente de algunos hombres marchó sobre la población de Cariaco. Ya para el 28 de junio se encontraban en Carúpano varios jefes revolucionarios, procedentes de Trinidad, encabezados por el General Venancio Pulgar, quien expidió una proclama, atacando al Gobierno y en especial al General Guzmán Blanco, de quien decía era quien gobernaba desde atrás. Llamaba mucho la atención de este ataque del General Pulgar al General Guzmán, habiendo sido su más leal servidor en asuntos políticos y militares (tal como lo veremos en la sección biográfica PERSONAJES). Su disgusto radica al no verse favorecido para la elección de Presidente de la República. Inmediatamente, el General Joaquín Crespo tomó sus medidas. Comisionó al General Víctor Barret de Nazaris, Ministro de Guerra y Marina, para operar en el Centro del país, mientras que el General José Antonio Velutini, Ministro de Crédito Público, era enviado al Oriente. Mientras el General Barret organizaba la escuadra en Puerto Cabello, el General Velutini atacaba el 2 de julio la plaza de Carúpano, ocupándola después de tres horas de combate, apresando a más de 200 hombres, entre ellos al General Críspulo Ortega.


El General Venancio Pulgar no se encontraba en Carúpano, sino a bordo del vapor revolucionario "Justicia", tomando rumbo hacia el Occidente y evitando cualquier encuentro con buques del Gobierno. Llega a Curazao el 11 de julio para buscar provisiones, desembarcando  en ese puerto varios revolucionarios, entre ellos los Generales Luis Level de Goda y Pedro Ezequiel Rojas. Posteriormente, salió de dicha isla sin rumbo definido. Mientras tanto, cuerpos revolucionarios se han insurreccionado en la isla de Margarita. El General Bartolomé Ferrer así lo informa al Presidente Crespo, quien le hace acusaciones de deshonor a su persona. Esta respuesta molestó mucho al General Ferrer, quien se puso a la orden del General del Gobierno José Antonio Velutini, con ánimos de demostrar cuán grande es su honor. Mientras tanto, el General Barret de Nazaris ha enviado dos buques de la Armada, al mando de los Generales A.M. Cotarro y Manuel Modesto Gallegos, quienes capturaron el 10 de julio, en los islotes de Los Frailes, al vapor revolucionario "Torito", apresando a todos los revolucionarios que en él se encontraban. Simultáneamente, el General Barret ordenaba al General  José  Antonio Velutini, una expedición para actuar sobre la isla de Margarita, desembarcando dicho General el día 11 de julio, ocupando Porlamar. Fueron atacados por unos 700 revolucionarios, siendo éstos cuerpos perseguidos hasta la ciudad de La Asunción, ciudad que fue atacada por Velutini el 13 de julio, tomándola tras tres horas de combate, cayendo presos los hermanos Eduardo y Andrés Ortega, los jefes de la revolución en la isla, entre otros.

El General Venancio Pulgar había retornado a Margarita, pero ante la situación planteada para su movimiento, optó por seguir rumbo a República Dominicana, mientras el Gobierno enviaba dos buques de guerra en su persecución, sin lograr alcanzarlos. El General José Antonio Velutini regresó a Caracas, siendo recibido como héroe nacional. Posteriormente, el Gobierno del General Joaquín Crespo gestionó en Santo Domingo la devolución del vapor revolucionario "Justicia", lo cual se concretó el 26 de julio de 1885.Así concluyó este movimiento revolucionario. 

Uno más de tantos acaecidos en nuestra patria desde los años 1830 hasta 1899.



 


 

Sistema de Recompensas en Venezuela

Lograda la Independencia y consolidada la República en el año 1830, no podemos afirmar que la paz estuvo canalizada en la naciente República. Las luchas antagónicas por mantenerse en el poder se iniciaron  de inmediato y los nuevos grupos armados, surgidos de las continuas luchas, pasan a convertirse en latifundistas, al recibir tierras como pagos a sus servicios prestados. La inmensa crisis social, como vacío dejado por la Independencia, continúa haciendo estragos en Venezuela y se inicia un proceso de revoluciones y asonadas, las cuales se van a mantener durante todo el siglo XVIII.


Los hombres que hicieron la Independencia se van a mantener en esas luchas intestinas desde 1830 a 1863, cuando triunfan los federalistas, dando así lugar al nacimiento de una nueva élite, la cual desplaza a los grupos que surgieron en 1830, representados por el General José Antonio Páez, dictador para el momento del triunfo federal. Entonces, viviendo Venezuela una gran crisis política, social, económica y militar, nos preguntamos cómo se iba a pensar en un sistema de recompensas militares para aquellos personajes que participaron en la Independencia de Venezuela, si eran ellos los que tenían encendido e incendiado al país.

El 12 de febrero de 1833, el Congreso de la República emite un Decreto en el cual se incorporaba al Ejército y Marina a los oficiales Generales, Jefes y Oficiales, quienes se encontraban exiliados y no podían retornar a la patria, debido a las medidas represivas anti bolivarianas tomadas en Venezuela y Colombia en 1830, y desde ese entonces vagaban por las Antillas, sin recursos y sin patria. Entre ellos se encontraban los Generales Rafael Urdaneta, Mariano Montilla, José Laurencio Silva, Justo Briceño, León de Febres Cordero, Renato Beluche, Pedro Briceño Méndez, Daniel Florencio O´Leary, Diego Ibarra, etc.  Esa medida de gracia fue solicitada por el General Carlos Soublette, Secretario de Guerra y Marina, incorporando a estos oficiales al ejército y marina, en los grados que ostentaban el 1ro de enero de 1830.

En el año 1836, el Gobierno tomó medidas para castigar a los oficiales involucrados en la Revolución de las Reformas, acaudillada por el General Santiago Nariño y oficiales recién reenganchados en Venezuela. Es decir, estos oficiales, héroes de la Independencia, nuevamente perdían sus empleos, grados, títulos, pensiones y condecoraciones de por vida, de acuerdo al Decreto emanado al respecto. Diez años después, en 1842, este Decreto fue revocado, concediéndoles el perdón a todos los involucrados en los hechos de 1835. Sin embargo, pasarían otros dos años para que se hiciera efectiva esta rehabilitación.
Hasta el momento, estos casos parecen increíbles que hayan sucedido, pero más sorprendente es lo acontecido con el Libertador Simón Bolívar, quien por Decreto del 17 de agosto de 1830, el Congreso de la República aprobada la proscripción del Padre de la Patria, perdiendo títulos y honores otorgados por Venezuela y Colombia. En el año 1833, el General José Antonio Páez, presentó ante el Congreso un proyecto de Decreto para hacer justicia al Libertador, siendo objeto de dura oposición en el Congreso e impugnado severamente. Las pasiones políticas se revolvían con mucha intensidad. Fue el Gral. Páez el autor principal de esta reacción contra el Libertador y al tratar de reparar su falta no pudo contener ese violento reaccionar, ni por la razón ni por la justicia. El Gral. Carlos Soublette, encargado de la Presidencia con motivo de la renuncia del Dr. José María Vargas en 1837, hizo lo propio, siendo negada nuevamente la solicitud. Finalmente en el año 1842, el Gral. José Antonio Páez, Presidente de la República, solicita al Congreso tal medida, siendo finalmente aprobada. Habían pasado 12 años desde la muerte de Bolívar para que se hiciera justicia en su nombre

Y revoluciones van y vienen produciéndose los mismos efectos: destierros, prisiones, exilios, perdón.  En el año 1844, el Congreso de la República, en un Decreto,  tomó en consideración a oficiales del Ejército Libertador de la época de la Independencia, quienes estaban pasando penurias y no se les había reconocido sus servicios; sin embargo, en el año 1859 este Decreto fue derogado, contemplando uno nuevo, con mayor amplitud para este contingente de héroes de la Patria. Hasta este momento las pensiones a muchos Oficiales del Ejército Libertador o a sus viudas, eran otorgadas en forma irregular pero no amparaban a todo el personal involucrado. Y había otra irregularidad: sólo se reconocían a Generales, Coroneles y altos Jefes. Pero... ¿Y los oficiales subalternos? ¿Y los soldados? Especialmente a estos últimos, quienes derramaron s sangre durante toda la lucha independentista, no les fue reconocida su participación por múltiples razones ni gozaban de monte pío. Esta situación fue enmendada en el año 1853, cuando fueron incluidos en el Decreto respectivo de ese año.


 
En el año 1854, el Congreso de la República creó la medalla de distinción con el busto del Libertador,  con la finalidad de honrar a los hijos de la Patria por sus méritos y servicios en el Ejército Libertador, pero esta recompensa ya había sido instituida en el Perú un año antes, con el mismo objeto. Para el año 1863, una vez finalizada la Guerra Federal, la mayoría de los hombres de la Independencia han desaparecido del plano político, ya sea por muerte o por ancianidad. Y es en este año cuando aparece el primer decreto coherente, de justicia, en el cual el Gobierno del Mariscal Juan Crisóstomo Falcón, Presidente de la República, decide que se ha cometido un acto inicuo con estos hombres de la Independencia, y que la Patria no ha estado agradecida a su esfuerzo por haberla emancipado. Hubo de esperar 39 años después de la Batalla de Ayacucho, para dar fehaciente muestra de agradecimiento a los hombres que hicieron la Independencia. Las guerras civiles conllevan a la destrucción de un país, de sus valores y de su historia.
 
Pero aquí no termina la historia sobre este punto. Hasta aquí llega la ingratitud, pero se abre otro capítulo, el cual veremos en la sección REALIDADES





Atentado al Congreso Nacional: 24 de enero de 1848



Venezuela sufría una grave crisis  económica desde 1842, creando un serio descontento ente los sectores del agro, quienes consideraban la política económica del Gobierno un fracaso. En el orden social todo era un hervidero y ya se habían visto algunas asonadas en años anteriores, en las cuales se vislumbraba el descontento social, especialmente  en la clase baja, formada por peones y jornaleros. Después de la Independencia, las masas campesinas y los esclavos no vieron cambio alguno en su status. La explotación del campesino sigue igual a la época colonial y los esclavos que pelearon durante la independencia son obligados a regresar a sus antiguas haciendas, originando que éstos desertaran, siendo perseguidos por las autoridades. El latifundio crecía cada vez más y los nuevos dueños de las tierras  son los Oficiales Jefes de la Independencia. Destacándose entre ellos el General José Antonio Páez, convertido en uno de los más ricos terratenientes.

El año 1846 es un año eleccionario. Las pasiones políticas se desbordan. En los partidos políticos reina la anarquía. Liberales y conservadores no se ponen de acuerdo en los asuntos políticos internos. Los liberales llevan a la contienda a cuatro candidatos: los Generales Bartolomé Salom, José Gregorio Monagas, Coronel José Félix Blanco y el Sr. Antonio Leocadio Guzmán. Los conservadores se deciden por uno solo: el General José Tadeo Monagas. Pero los acontecimientos no se hicieron esperar. Estalla la Revolución Popular, lo cual sume a Venezuela en una violencia sin límites, con fusilamientos en los campos sin juicio, mientras que en los centros urbanos los tribunales condenaban a muerte sin cesar. La crisis política y social se comía al país y en medio de esta violencia, el país se centraba en las próximas elecciones presidenciales. El 20 de enero de 1847, se instaló el Congreso y tres días después es elegido el General José Tadeo Monagas, teniendo que irse a una segunda vuelta ya que ningún candidato había obtenido las dos cuartes partes del sufragio. Los liberales, quienes fueron con varios candidatos, perdieron estas elecciones al no estar unificados.
 
Antonio Leocadio Guzmán es detenido como cabecilla de la Revolución y juzgado de inmediato, siendo condenado a muerte. El General José Tadeo Monagas le conmuta la pena por destierro. Esta medida y otras medidas de tipo político, contrarias al pensamiento conservador, hicieron que éstos miraran con desconfianza al Presidente Monagas, quien ha dado muestras claras que no va a dejarse mandar por los grupos formados por paecistas, comerciantes y terratenientes, recibiendo el apoyo de liberales, quienes han comenzado a acercársele. 
 
Pero los grupos políticos manejan la tesis de acusar al Presidente Monagas ante el Congreso y piensan que lo mejor es instalar dicho Congreso en Puerto Cabello, por razones de seguridad. Monagas ha tomado sus medidas y he desmontado el aparato militar favorable al General Páez, pasando a retiro a oficiales y desarmando la milicia formada por liberales de la clase baja. Se forman dos grupos políticos: La Sociedad Patriótica, formada por los conservadores, y el Club de Diego Ibarra, formado por los defensores del Presidente Monagas. A comienzos del año 1840, los conservadores tienen montada su conspiración política. Intentarán acusar al Presidente Monagas de violar la Constitución y las Leyes de la República, en actos para los cuales se requiere aprobación del Consejo de Gobierno. Ya tienen montadas acciones post-Monagas, pero los liberales también tienen sus planes. El 23 de enero se instala el Congreso y ya había  un pre-acuerdo para el traslado de las sesiones a Puerto Cabello y el enjuiciamiento a Monagas, lo cual fue aprobado por la Cámara de Representantes, remitiendo el acuerdo al Senado, donde no se pudo discutir dicho asunto.



Al conocerse la decisión del Congreso, voces alarmadas dieron la noticia a la calle que el Secretario del Interior se encontraba detenido y ante rumores de que su vida peligraba comenzaron a exasperarse. Mientras tanto,  dentro del recinto corría el rumor que el pueblo iba a entrar por la fuerza a rescatar al Secretario. Comienzas los forcejeos en la entrada del local, mientras las piedras volaban por el aire. Uno de los guardias disparó, cayendo muerto el Capitán de Milicias Miguel Riverol, quien pretendía entrar al recinto en compañía de otros ciudadanos, muriendo por otro disparo el sastre Juan Maldonado. Comienzan los intercambios de disparos, mientras en la Cámara de Representantes el pánico se apodera de todos.  Cada quien intenta escapar por donde puede, por los balcones y tejados. El Coronel Guillermo Smith es herido y tres diputados, Juan Vicente Salas, Juan García y Francisco García Argote, son muertos al intentar salir a la plaza. La multitud asesina al rico oligarca Julián García, quien se encontraba disparando a la multitud. Otra víctima fue el Dr. Manuel María Alemán.


El Senado se encontraba reunido secretamente en otra sala, manteniéndose con las puertas cerradas. El Presidente José Tadeo Monagas se presentó en la plaza para conocer los hechos y escoltó personalmente a algunos Diputados. Fue vitoreado por el pueblo. Muchos conservadores, aterrados, huyen a esconderse o asilarse en legaciones extranjeras, en compañía de sus familiares. Otros huyeron a Curazao. En total murieron ocho personas: tres diputados conservadores, uno liberal, además de varias personas heridas, entre ellos el Diputado Santos Michelena, quien murió el 12 de marzo a consecuencia de sus heridas. La mayoría de los Diputados muertos fueron apuñalados. El Presidente Monagas y otros altos funcionarios, recorrieron las legaciones extranjeras, en busca de los congresistas, con el fin de que se reincorporaran a sus actividades. Algunos se negaron a volver. Al lograrse el quórum, el Congreso declaró restablecido el orden constitucional y se le otorgaron poderes especiales al ejecutivo para sofocar cualquier rebelión que surgiere en el país.

"La Constitución sirve para todo", había expresado Monagas en su residencia, reunido con sus allegados y haciendo un recuento de lo sucedido. Había salido fortalecido de esta crisis.


 
Civilistas contra Militaristas 1834-1835


El 25 de Enero de 1834 se instaló el 4to. Congreso Constitucional de la República, eligiéndose como Presidente del Cuerpo al Sr. Manuel Quintero. Uno de los asuntos pendientes era el relacionado con el reconocimiento, por parte de España, de la República de Venezuela. El 29 de septiembre de 1833 había muerto el Rey Fernando VII y el General José Antonio Páez, Presidente de Venezuela,  veía la oportunidad de enviar un Ministro público a Europa. Primero comisionó al Dr. Alejo Fortique, quien se desempeñaba como agente fiscal en Londres, para lograr la influencia del Gobierno Británico sobre España para tal fin. El 9 de diciembre de 1933, Páez designó el General Mariano Montilla con plenos poderes para negociar un tratado de amistad con España, usando inicialmente las garantías de Inglaterra de facilitarle la vía a través de su Ministro inglés en Madrid, si las circunstancias eran propicias. En Londres se le uniría el General Daniel Florencio O´Leary. Páez le envió una comunicación amistosa a la Reina Cristina, quien desempeñaba el Gobierno del Reino de España.

La atención pública se centró en los últimos meses del año, una vez clausuradas las sesiones del Congreso, en el próximo período electoral para escoger al 2do. Presidente de la República. Surgieron cinco candidatos: Los Generales Santiago Mariño, Bartolomé Salom y Carlos Soublette, por el estamento militar. Por la parte civil, los Doctores Diego B. Urbaneja y José María Vargas.

Para la época, el militarismo constituía la parte principal y nervio de la nación. Habían hecho la Independencia y por lo tanto el sucesor de Páez debía ser un militar, de los muchos virtuosos y brillantes existentes en la República. Además, ellos habían logrado la acción separatista de Colombia. Como adversarios de Vargas, decían que él no pertenecía a la revolución y que mientras consumía su tiempo aprendiendo ciencias en Europa, ellos peleaban para defender el suelo y que sería escandaloso colocarlo en la Presidencia. Así pensaban muchos, incluyendo al General Páez, quien veía en el General Soublette su reemplazo, ya que su figura y prestigio bastaba para  afrontar los males que amenazaban a la República, agitada por militares ambiciosos, contenidos por él. Oponerles una candidatura civil se veía con recelo, pero sin indiferencia, y a pesar de las presiones militares sobre Páez, éste actuó en forma discreta, prestando apoyo a todos, mientras la figura del Dr. José María Vargas se crecía, con luz propia, por sus grandes virtudes. Al grito de "poder civil" y pregonando la necesidad de hombres nuevos en la escena pública, la figura del Dr. Vargas se alzaba enorme en el panorama político, mientras el mismo Vargas se mostraba modesto, no buscando prosélitos y no sintiéndose preparado para conducir al país, ni tener la experiencia de la guerra de la Independencia. Así lo decía y así lo sostuvo en un manifiesto dirigido a los electores el 8 de agosto de 1834.

 
 El proceso electoral siguió con aparición de algunos disturbios en algunas provincias. Se hicieron las elecciones generales en todo el país y ningún candidato obtuvo la mayoría, quedando aplazado el proceso hasta que el nuevo Congreso lo ejecutara, de acuerdo con la Ley (El sistema electoral era de dos grados: las asambleas parroquiales y los colegios electorales. Los primeros elegían los electores a los colegios y éstos elegían al Presidente de la República, Vicepresidente, Senadores y Diputados). El nuevo Congreso se instaló el 20 de enero de 1835, nombrándose Presidente del Cuerpo el Dr. José Antonio Pérez de Velezco. Ese mismo día, el General Páez entregó el poder al Vicepresidente, Dr. Andrés Narvarte, de acuerdo al canon constitucional. Fueron muchos los agasajos de los distintos gremios políticos y sociales que recibiera el General Páez, especialmente por el respeto a la Ley, al retirarse a la vida privada. En su alocución de despedida y luego publicada, decía: "Veinticuatro años he estado consagrado al servicio público como soldado y últimamente como magistrado. En la vida privada disfrutaré de la dicha común...".

 El Dr. Vargas envió una comunicación al Congreso, con fecha 18 de enero de 1835, pidiéndoles lo excluyeran de la lista de candidatos. Vargas se adelantaba a los sucesos por venir y quería evitarle males a la República. Ya las fuerzas públicas estaban divididas en dos: el partido militar y el partido civilista. Estos últimos veían con mucho recelo la presencia militar en todos los sectores, en especial la administración pública, con mucha ambición de poder, y los intelectuales antepusieron ante ellos la regia personalidad el Dr. Vargas, como exponente del poder civil.



El 6 de febrero de 1835 se reunió el Congreso para decidir la cuestión electoral. Fueron necesarias tres votaciones para llegar a una decisión, resultando electo el Dr. José María Vargas. El día 9 de febrero prestó juramento de Ley. Ese fue un día de júbilo en la población. El General Páez se retiró a su hacienda de San Pablo, en Guárico, a unos 22 kms. al sur-este de los Dos Caminos.
Pero... los temores del Dr. José María Vargas pronto se harían realidad...




El peregrinar de los restos del Libertador (IV Parte)


Es el último de esta serie de artículos. En vista de que los hechos recientes son ampliamente conocidos en todo el país, sólo tomaremos algunas consideraciones generales del caso.


Venezuela se despertó sorprendida en la madrugada del día 16 de julio del 2010, cuando el Presidente de la República, Hugo Chávez Frías, anunció que se habían exhumado los restos del Libertador Simón Bolívar. Esta fue la culminación de una serie de anuncios hechos por el Presidente desde diciembre del año 2007, cuando aseveró desde el Panteón Nacional, que habían suficientes elementos que indicaban que el Libertador había sido asesinado en Santa Marta. Durante los dos años subsiguientes se siguieron haciendo pronunciamientos relativos al supuesto asesinato del Libertador y sobre la duda de que los restos depositados en el Panteón fueran realmente los del Libertador.

En el acto de exhumación estuvo presente el Presidente Chávez, acompañado de algunos de sus ministros y otras autoridades de su Gobierno, además de la comisión médico-científica y equipo técnico. En vista de lo secreto de este procedimiento, la hora de realización y otros elementos no del todo transparente, viene a colación lo dicho por el Embajador de Colombia, en la III reunión de la Comisión nombrada por la Asamblea Nacional Constituyente, en el año 1947, para investigar la denuncia formulada por el Dr. José Izquierdo, en relación al cráneo encontrado en la cripta de los Bolívar. En esa reunión del 13 de febrero de 1947, cuando se discutía la conveniencia de abrir o no el sarcófago de los restos del Libertador, el Embajador Fabio Lozano y Lozano expresó que en caso de abrir dicha urna, no debería hacerse a la ligera ni misteriosamente. De improviso y casi en secreto, podría ser imprudente. Se trata de un acto trascendental que no debe dejar asidero alguno a la duda o a la leyenda (El Cráneo del Libertador. Dr. José Izquierdo. Ediciones Edime. Caracas. Madrid, 1961). Estas afirmaciones hechas hace 63 años fueron proféticas, porque en el caso actual que nos ocupa, se hizo exactamente lo que el Embajador no recomendaba. Es por esta razón que han surgido diversos comentarios de diferentes sectores de la vida pública, dando lugar, a "la duda o a la leyenda". Igualmente es oportuno recordar que durante el acto de exhumación de los restos del Libertador, en Santa Marta, Colombia, en el año 1842, fue hecho en un acto público, con asistencia del Gobierno regional, autoridades eclesiásticas, militares, comisiones respectivas y público en general.




Sobre los hallazgos en esta exhumación, fue significativo encontrar una tercera cajita de plomo dentro de la urna, donde se encontró un acta de la Comisión, presidida por el Dr. José María Vargas, que en el año 1843 trabajó en la preservación de los restos del Libertador, y que se corresponde con lo que hemos visto en el artículo anterior, en cuanto al trabajo realizado, y lo encontrado en la urna recién abierta. Una vez verificados los resultados, la Comisión científica-técnica acreditada, procedió a medir los huesos, escanearlos, retiro de cuatro muestras dentales, con la finalidad de extraer muestras de ADN, para ser contrastadas con muestras similares de su hermana María Antonia, sepultada en el mausoleo de los Bolívar, en la Catedral de Caracas. Igualmente se hizo tomografía craneal, con el fin, entre otros, de recrear la imagen del rostro del Libertador.

El esqueleto, ensamblado y fortalecido, fue colocado en una urna de metacrilato, sellada al vacío y sujeta con tornillos de oro. Luego, esta urna fue colocada en otra de madera de cedrillo llanero y colocada en el sarcófago. Los resultados de esta exhumación pronto lo sabremos. La Academia Nacional de Historia y la Academia de Medicina deben participar en el manejo de esta asunto, porque caso contrario siempre existirá la duda y el recelo que un asunto científico sea manejado políticamente. Precisamente, en fecha 30 de julio del 2010, la Academia Nacional de la Historia se pronunció a través de un comunicado, rechazando categóricamente el acto de exhumación. 


Algunas de sus conclusiones señalan:
-Adhesión a las Conclusiones de la Mesa Redonda, realizada en 1964, por iniciativa de la propia Academia y la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina, con participación de historiadores, médicos, filósofos y críticos de arte. En dichas conclusiones apoyaron el trabajo realizado por el Dr. Próspero Reverend.

-No había ninguna razón para dudar, ni de la causa ni de la muerte del Libertador, ni de la identidad de los restos que reposan en el Panteón Nacional.
-El acto de exhumación  realizado sorpresivamente en la media noche del día 15 al 16 del presente mes, con el pretexto de averiguar tanto la causa de la muerte del Libertador así como la identidad de sus restos, fue absolutamente innecesario e injustificado.
-Dado que la osamenta mostrada por televisión se corresponde exactamente con lo descrito por el Dr. José María Vargas, es evidente que en los últimos 167 años los restos mortales se han conservado satisfactoriamente, lo cual es otra razón para afirmar la falta de justificación de la exhumación realizada.
-Que de haberse estudiado la materia a la luz de una consulta amplia, científica, desprejuiciada de todo carácter partidista o político, involucrando en tal consulta a las autoridades científicas nacionales expertas en la materia, el país se hubiera ahorrado de presenciar un espectáculo y retórica inédito en la historia venezolana y que quedará para siempre inscrito en los anales de Venezuela, como el irrespeto más grave que se le haya hecho al Libertador Simón Bolívar.
-Finalmente, exhortan al país entero, en todos los estratos de su población, a una reflexión íntima y a una plegaria que signifiquen y ofrezcan un desagravio al Padre de la Patria, inútilmente profanado en la tranquilidad de su sepulcro.

 
Pareciera que al final, el Libertador podrá descansar en paz para siempre... pero no es así. La cosa sigue. El Presidente Chávez anunció a todo el país, la construcción de un nuevo Panteón donde serán depositados los restos del Libertador, cuya ubicación no ha sido informada...


 
El Peregrinar de los restos del Libertador (III Parte)


El día martes 13 de diciembre de 1842, la goleta de guerra Constitución arribó al puerto de La Guaira, tras 23 días de navegación; sin embargo, el desembarco de los restos del Libertador se produjo el día 15, mientras se hacían los preparativos para los actos oficiales a llevarse a cabo. Los mismos estuvieron cargados de mucha emoción y solemnidad, mientras el público presente dejaba escapar lágrimas de dolor y respeto, destacándose entre ellos los Generales José María Carreño y Juan Uslar, quien vestía el uniforme militar usado por él en la Batalla de Carabobo, en 1821. Los honores fúnebres se realizaron en la Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol. El día 16 de diciembre, los restos fueron trasladados en hombros por los marineros de la goleta Constitución, escoltados por la Guardia de Honor formada por los alumnos de la Escuela Militar y dos compañías de milicias. El pueblo del litoral se volcó sobre las calles y la procesión tomó el viejo camino de los españoles en su ruta hacia Caracas, mientras las personas vitoreaban al Libertador, estando las casas vestidas con el luto para tal ocasión. 


En la entrada de Caracas, el pueblo aguardaba por el Libertador. En hombros fue conducido hasta el Templo de la Santísima Trinidad (futuro Panteón Nacional), mientras las campanas anunciaban la buena nueva. Esa noche se hizo una vigilia, mientras en los exteriores caía un torrencial aguacero, el cual no inmutó la intención de los presentes de permanecer allí, fieles a su sentimiento patriótico. Al día siguiente, 17 de diciembre, aniversario del fallecimiento de Bolívar, los oficiales generales, antiguos compañeros de armas del Libertador, condujeron el carro tirado por caballos, el cual llevaba la urna forrada en terciopelo negro. En procesión se hizo el traslado hasta el Templo de San Francisco, lugar asignado para los funerales y sitio donde le fue conferido a Bolívar el título de Libertador en el año 1813. El pueblo caraqueño se había volcado a las calles para acompañar al Libertador, tan igual como lo había hecho cuando Bolívar entraba a Caracas después de triunfar en alguna de sus campañas libertadoras. Las banderas de Venezuela, Nueva Granada, Ecuador, Perú y Bolivia ondeaban a su paso. Un soberbio arco triunfal fue el escenario para colocar la urna en una carroza asignada para tal fin. Esperaban el Presidente de la República, General José Antonio Páez, miembros de los Poderes Públicos, Cuerpo Diplomático, demás autoridades y funcionarios públicos.


El día 23 de Diciembre, nuevamente fueron trasladados los restos del Libertador desde el Templo de San Francisco hasta la Iglesia Catedral, al Panteón de la Santísima Trinidad de la familia Bolívar, siendo colocados al lado de sus padres, de su esposa María Teresa y de su hermana María Antonia. Allí descansarían en paz. La Comisión presidida por el Dr. José María Vargas continuó su trabajo, a fin de preservar de la completa destrucción la osamenta del Libertador. Inmediatamente después de las exequias, el Dr. Vargas se había encargado de dichos trabajos. En fecha 15 de marzo de 1843, el Dr. Vargas presentó su informe al Secretario de Estado en el Despacho de lo Interior (Obras Completas Dr. José María Vargas. Comisión Nacional del Natalicio del Dr. Vargas, 2da. edición. Caracas, 1986). Algunas de sus consideraciones fueron:

"En medio del montón de polvo y horrura que la urna de plomo contenía, resultado de la descomposición de todos los tejidos blandos del cuerpo y de los otros vestidos, se ha preservado el esqueleto casi completo, aunque algunos huesos pequeños han ya desaparecido, otros están casi pulverizados y todos los demás ennegrecidos y en proceso a la descomposición a causa de la humedad que en dicha urna se conserva.

Se procedió, pues, a nombrar dos jóvenes bien instruidos en anatomía, a saber: el Doctor Cosme Jiménez y el Bachiller Manuel Alvarado, que con el mayor cuidado y proligidad, entresacasen del montón de horruras todos los huesos, los limpiaran y lavaran con clururo de sal; los secaran bien, y después los cubriesen de barniz preservativo. Separados los huesos del polvo, y preparados como queda dicho, han sido ensamblados, formando el esqueleto, con alambres de plomo y de plata según las partes, y así conexionados, han sido cubiertos de varias capas de dicho barniz preservativo.

El esqueleto tiene las faltas siguientes: 1. La de los dedos anulares, y las segundas falanges de todos los otros dedos de las manos; excepto las de los pulgares. 2. La de algunos huesos del metatarso y todos los dedos de ambos pies. 3. La de la última muela o la cordal izquierda de la mandíbula superior, que en la primera vez que la urna fue abierta en esta ciudad estaba movido pero no faltaba; pero que después no ha sido hallada.



Todas las articulaciones o adaptaciones de los huesos del carpo y metacarpo, tarso y metatarso y de los dedos, así de las manos como de los pies, han sido hechas por medio de cera de modelar; no siendo posible por su blandura y casi desintegración unirlos por talados y alambres. Con la misma cera de modelar han sido llenados los espacios vacantes de las manos y los pies por la falta ya dicha de algunos huesecillos, por no introducir allí parte alguna extraña de los restos.

Se ha construido una urna de hoja de plomo, mucho más delgada que el pedazo que quedaba de la que tenía y que fue recortada... En el centro de la nueva urna de plomo está acomodado el esqueleto; y en dos cajoncillos, también de plomo que como apéndice están soldados al interior de aquella pieza, van todo el polvo y demás restos que contenía la caja con entera separación del cuerpo o esqueleto. Este ha sido envuelto en un manto negro de damasco, y de este modo y con una cuña grande de cedro bien barnizada para colocar la cabeza, ha sido acomodado en la urna de plomo que a presencia de todos los miembros de la Comisión ha sido soldada y puesta dentro de la madera, la cual cerraron con sus dos llaves... José Vargas, J.M. Carreño, Mariano Uztáriz".

Treinta y dos años más tarde, el General Antonio Guzmán Blanco, Presidente de la República de Venezuela, emitió el Decreto Nro. 1876, fe fecha 27 de mayo de 1874, declarando la Iglesia de la Santísima Trinidad de Caracas como Panteón Nacional, ordenando depositar allí los "restos de los Próceres de la Independencia y de los hombres eminentes que designe la Cámara del Senado a propuesta del Presidente de la República" (Biblioteca de la Academia de Ciencias Políticas: Leyes y Decretos de Venezuela. Caracas, 1982. Tomo V, p. 14). Esta iglesia había sido construída por Juan Domingo del Sacramento Infante, a mediados del siglo XVIII, y durante el terremoto de Caracas del año 1812, destruida casi en su totalidad. Culminada la obra el 28 de octubre de 1875, es un año después, el 28 de octubre de 1876, Día de San Simón, cuando se consagró el Panteón Nacional con el traslado de los restos del Libertador desde la Catedral de Caracas. Estos fueron colocados en un sarcófago de madera con revestimientos de oro y plata, realizado por el francés Emile Jaccquin. Igualmente fue trasladada la estatua, realizada en 1842 por el escultor italiano Pietro Tenerani. El sarcófago y la estatua fueron colocados en el sitio correspondiente al presbiterio, es decir, el altar.


En el año 1910, el General Juan Vicente Gómez, Presidente de la República, ordenó la reforma general del Panteón Nacional, concluyendo los trabajos en julio de 1811, con motivo del centenario de nuestra independencia. Nuevamente, en el año 1929, el General Gómez ordenó cambios generales en el edificio. En 1930, durante estos trabajos de remodelación, en virtud que el techo de la nave central del Panteón estaba en muy mal estado, hubo que sacar la urna de plomo del arca cineraria, para proteger los retos del Libertador. La urna fue llevada a un compartimiento al lado, colocándola sobre un entablado y sostenida por dos barriles de cemento. Se observó que la tapa de la urna estaba asentada sobre el cuerpo del esqueleto, sostenida por la frente, el pecho y los pies. Concluidas la reparaciones, la urna regresó a su lugar. El antiguo sarcófago de madera que contenía los restos del Libertador fue sustituido por uno de bronce, diseñado por el escultor español Chicharro Gamo y colocado sobre un basamento de mármol. Fue en esta remodelación cuando se colocaron las pinturas alegóricas e históricas de Tito Salas.

En el año 1947, Vicente Lecuna, Cristóbal Mendoza y Monseñor Nicolás Navarro, solicitaron al médico José Izquierdo, les ayudara a clasificar por sexo algunos huesos encontrados en la cripta de los Bolívar, en la Catedral de Caracas. Esta había sido violada por desconocidos, ya sea por curiosidad, codicia o por odios políticos. El Dr. José Izquierdo encontró en el suelo osamenta de caballo, perros, gallinas y numerosos huesos humanos, casi todos fragmentados, y una base de cráneo, con un corte de sierra revelador de una autopsia (El Cráneo del Libertador: Dr. José Izquierdo. Ediciones Edime. Caracas-Madrid, 1961). 
El Dr. Izquierdo, basado en su experiencia como profesor de Anatomía en la Universidad de Caracas, alarmado por este hallazgo, inmediatamente informó de ello a la Asamblea Nacional Constituyente, presidida por Andrés Eloy Blanco, solicitando la autenticación de los restos del Libertador en el Panteón Nacional, ya que el cráneo encontrado estaba barnizado, tal cual lo hiciera el Dr. Vargas, presentando además, un agujero anormal, que bien pudo servir para el ensamblaje hecho a dichos restos. Además, sostenía el Dr. Izquierdo, que al único miembro de la familia Bolívar que se la había hecho autopsia fue al Libertador. Indudablemente, que esta denuncia provocó un escándalo nacional. La Asamblea Nacional designó una comisión para comprobar la denuncia del Dr. Izquierdo. Estuvo formada por: Andrés Eloy Blanco, Mario Briceño Iragorry, Vicente Lecuna, Rafael Caldera, Enrique Velutini, Julio Lander Márquez, Simón Gómez Malaret, Juan Oropeza, Mariano Medina Febres, Ambrosio Perera, Luis M. Peñalver, Alfredo Celís Pérez, Ana Luisa Lovera y el Pbro. José R. Pulido Méndez.
La Comisión nombrada visitó la cripta de los Bolívar, acompañados de miembros de la prensa, observando los nichos violados y el cráneo en cuestión. En reuniones posteriores, la Comisión no estaba convencida de la denuncia del Dr. Izquierdo, ya que dichas afirmaciones no podían ser anatómicamente comprobadas por ningún especialista. Mientras tanto, la Corte Federal y de Casación se opusieron a que se abriera la urna con los restos del Libertador, por la incosistencia de la denuncia. Se hicieron varias reuniones de la Comisión con especialistas médicos e inclusive, con los embajadores de Panamá, Colombia, Perú, Ecuador y de Bolivia, quienes no estuvieron de acuerdo con abrir la urna en el Panteón Nacional, pero es interesante la opinión del embajador del Perú, en el sentido de que si se abría, debería hacerse en un acto público, porque se trata de los restos del Libertador y la expectación que hay es universal. El embajador de Colombia lo secundó en esta idea, para no dejar asidero alguno a la duda o a la leyenda. La Academia Nacional de la Historia fijó posición en cuanto a que no habían indicios de que ese cráneo correspondiera al trabajo realizado por el Dr. Vargas en el cráneo del Libertador. También consideró que en la cripta de los Bolívar se habían enterrado a varias personas, autopsiadas también, como el caso de la Sra. Josefa María Tinoco, madre de Fernando Bolívar, y cuyos restos habían sido trasladados desde el cementerio de Los Hijos de Dios hasta la Catedral y colocados en la cripta de los Bolívar. Inclusive, hasta negros esclavos estaban enterrados allí.

  La comisión se trasladó al Panteón Nacional y examinaron por fuera la urna de plomo que contenía los restos del Libertador, observando la forma de los huesos: pelvis, el sacro, los coxales, y se veía claramente la forma del cráneo. Esto era posible ya que a lámina de plomo era muy delgada. Lo visto también se correspondía con lo observado en el año 1930, cuando los trabajos de remodelación del Panteón. El informe de la Comisión concluyó que en el orden histórico no existía evidencia de profanación de los retos del Libertador; que en el orden técnico, el cráneo hallado por el Dr. José Izquierdo, no puede ser del Libertador porque no tiene los agujeros requeridos para las aldabillas de sostenimiento entre la bóveda y la base, hechos por el Dr. Vargas, y que vistos por fuera de la urna, se comprobó a través de las paredes de plomo, que es posible reconocerlos por sus detalles, ya que la capa de plomo es delgada y maleable.

El cráneo en cuestión desapareció de la cripta de los Bolívar, durante los sucesos del Golpe de Estado del año 1948.


El Peregrinar de los restos del Libertador (II Parte)

En el año 1833, el General José Antonio Páez, Presidente de la República y primer instigador del odio de los venezolanos hacia el Libertador, propone al Congreso Nacional la reinvindicación del nombre de Bolívar, siendo rechazada tal solicitud. El sentimiento antibolivariano está muy fresco aún. Igualmente, el General Carlos Soublette, encargado del Ejecutivo en el período 1837-1839, plantea el mismo asunto obteniendo similar rechazo. Por su parte, los deudos del Libertador habían hecho sus diligencias para traer los restos de Bolívar a Venezuela, accediendo el Gobierno de Nueva Granada a la solicitud de exhumación hecha por Fernando, María Antonia y Juana Bolívar, siendo negado este acto por el gobierno venezolano, alegando que esos restos pertenecían a la nación y sólo ella podía hacerlo.

A partir del año 1840, el nombre de Simón Bolívar es una bandera que mueven los partidos políticos, encontrando eco popular, especialmente en obras teatrales, en las cuales se exaltaba la figura del Libertador. El 5 de julio de 1841, en el aniversario de la independencia, el pueblo exterioriza y exalta apasionadamente el nombre de Bolívar y vitorea a los héroes de la independencia. Ese mismo año, el 28 de octubre, día de San Simón, la aclamación popular es determinante, aumentando su influencia en todos los sectores, tambaleándose la posición oficial de negativa a acceder a la amnistía y traída de los restos de Bolívar al país. El 5 de febrero de 1842 se instala el nuevo Congreso Nacional, siendo electo Presidente del mismo el Dr. José María Vargas. Es leído el mensaje del General Páez, Presidente de Venezuela en su 2do. mandato, de solicitud de amnistía y traída de los restos del Libertador como una necesidad nacional, siendo al fin aprobado por el Congreso, dictando el 30 de abril de 1842 el Decreto correspondiente, reconociéndole a Bolívar todos los títulos de honor y gloria decretados por Venezuela y Colombia, ordenando el traslado de sus cenizas desde Santa Marta y otras disposiciones en cuanto a los honores al Libertador.

El Ejecutivo nombró una comisión integrada por los Generales Francisco Rodríguez del Toro, Mariano Montilla y el Dr. José María Vargas para trasladarse a Santa Marta. El 13 de noviembre de 1842, zarpó la goleta de guerra venezolana Constitución, al mando del Capitán de Navío Sebastián Broguier, acompañada de la corbeta francesa Circé y del bergantín mercante Caracas, llevando a bordo a los cadetes de la Escuela de Matemáticas. En Santa Marta los esperaba el bergantín de guerra británico Albatros y el bergantín holandés Venus. Los integrantes de la comisión fueron finalmente el Dr. José María Vargas, quien la presidía, el General José María Carreño, el Sr. Mariano Uztáriz y el Presbítero Manuel Sánchez, en virtud de las sucesivas excusas de no poder asistir de otros generales nombrados. Inexplicablemente, al Sr. Fernando Bolívar, sobrino del Libertador, le fué negado el permiso para asistir a Santa Marta porque no había cupo en el buque destinado al efecto.

Una vez en Santa Marta, el acto de exhumación de los restos del Libertador Simón Bolívar se lleva a cabo el 20 de noviembre de 1842, a las cuatro y treinta minutos de la tarde. Se encontraban presentes, además de los integrantes de la comisión venezolana, los comandantes de los buques venezolanos y extranjeros, el General Joaquín Posada Gutiérrez, Gobernador de Santa Marta y Presidente de la Comisión designada por el Gobierno de Nueva Granada, miembros del clero y comisionados neogranadinos, autoridades regionales, la Guardia de Honor, ciudadanía en general y, por supuesto, el Dr. Alejandro Próspero Reverend y el Sr. Manuel Ujueta. La Guardia de Honor y comisión del Ecuador no pudo estar presente debido al mal tiempo en la ruta. Al momento se rompe la losa y se renueva la piedra sepulcral. La caja de madera externa estaba deshecha y la caja de madera interna, forrada con plomo, estaba entera, pero con daños visibles. Se abrió la urna y en su interior estaba el esqueleto, pocas prendas de vestir, las cajitas contentivas de las vísceras del Libertador. Los huesos de las piernas y pies estaban cubiertos con las botas de campaña, la derecha entera y la izquierda despedazada; pedazos de galón decaídos se hallaban a los lados de los muslos. Es decir, todo el vestido del Libertador se había pulverizado. Acto seguido, el Gobernador Posada preguntó en voz alta al Dr. Próspero Reverend y al Sr. Manuel Ujueta si reconocían en estos restos al Libertador de Colombia. Los señalados examinaron los restos, reconociendo el Dr. Reverend el cráneo que él aserró en forma horizontal durante la autopsia para examinar el cerebro, al igual que las marcas oblicuas de la sierra en las costillas. Tanto el Dr. Próspero Reverend como el Sr. Ujueta rspondieron con un "Sí" rotundo a la pregunta hecha por el General Posada.

Casi todos los presentes al acto lloraban en silencio, con respeto ante tal circunstancia tan especial. Varias personas se acercaron sobre el féretro para tomar pedados de la urna de madera como reliquia del Padre de la Patria, y hubo algunas, que inclusive sustrajeron huesos pequeños sueltos de la urna. Posteriormente, los huesos se acuñaron con cojines de seda, cubriéndolos con una sábana para evitar se desordenaran. Mientras tanto, algunos habitantes de Santa Marta mostraban su ira en las afueras, considerando tal acto como una profanación, simultaneamente confundidos con los honores que se le rendían al Libertador. Se levantó un acta de la exhumación, agregándose a la verificación de los restos, que desde el año 1830 y subsiguientes, no hubo otra sepultura en la Catedral.
Posteriormente, los restos fueron cuidadosamente colocados en una urna cineraria que la Nueva Granada consagró a tal fin. Dicha urna fué colocada en un catafalco sencillo y custodiado por la Compañía del Batallón Nro. 9, presentes en el lugar. La ceremonia terminó aproximadamente a las ocho de la noche, aunque las puertas del templo permanecieron abiertas hasta las diez, permitiéndosele a la población rendir su último tributo al Libertador. Esa misma noche, el General Joaquín Posada entregó al Dr. José María Vargas una solicitud en la cual la Nueva Granada pedía dejar en el mismo sitio del sepulcro en Santa Marta, la urna contentiva con el corazón de Bolívar. Tal solicitud fué aceptada de inmediato.

Al día siguiente, 21 de noviembre, continuaron los honores al Libertador. Pasada las cuatro de la tarde, se inició el cortejo fúnebre hacia el muelle. El féretro era cargado en hombros por los oficiales y vecinos, quienes se alternaban dicho honor. Las ventanas y puertas de la ciudad mostraban luto y un silencio marcaba el respeto de la procesión, roto únicamente por el rugir de los tambores de la banda marcial del batallón, la cual abría la marcha. La población acompañaba los restos del Padre de la Patria hacia su destino final. En el muelle se rindieron los últimos honores y el General Posada dirigió la sentida alocución de despedida, la cual no pudo terminar debido a lo emotivo del momento.

Le correspondió al Dr. José María Vargas responder al General Posada. Fueron colocados los restos en una falúa de la goleta Constitución, la cual fué escoltada hasta dicha goleta y ésta a su vez escoltada por los buques venezolanos y extranjeros. Pero el traslado no fue del todo tranquilo como se deseaba. La nave Constitución encalló el 7 de diciembre en la isla Gran Roques, bamboleándose y amenazando con hundirse, llevándose consigo los restos del Libertador. Pasado el gran susto, logran arribar al puerto de La Guaira el 13 de diciembre de 1842, manteniéndose allí hasta el día 15, cuando se produjo el desembarco de los restos del Padre de la Patria. Al fin se había cumplido su última voluntad.

Continuará...

El Peregrinar de los restos del Libertador Simón Bolívar (I Parte)

Cuando el Libertador Simón Bolívar dictó su última proclama, fechada en San Pedro Alejandrino el 10 de diciembre de 1830, concluía la misma sentenciando: “si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro“. Bolívar no estaba alejado de la gran verdad que ello implicaba si no se daban las condiciones para que bajara tranquilo al sepulcro y descansar en paz para siempre. Sus restos han estado peregrinando desde ese entonces hasta la fecha actual, sin poder descansar en paz. Si observamos los subsiguientes acontecimientos, lo podemos apreciar mejor. Hasta el presente año, partiendo desde 1830, la unión nunca llegó a los países por él libertados y más bien la desunión se ha incrementado como resultado de la fragmentación de partidos políticos, con sus cargas de odio, rencillas, ambición de poder, lo cual ha resultado en constantes guerras civiles a lo largo de nuestra historia venezolana, específicamente, y todas basadas en el ideal bolivariano.

Nos remontamos al año 1830. Simón Bolívar muere el 17 de diciembre de 1830. El Dr. Alejandro Próspero Reverend, su último médico de cabecera, realizó el protocolo de autopsia ese mismo día a las cuatro de la tarde, culminando la misma a las ocho de la noche, encontrándose entre otros datos, que tenía dañado los pulmones y que las pleuras pulmonares estaban adheridas a los costales. Basándose en los resultados de esta autopsia, el Dr. Reverend concluyó que “según este examen es fácil reconocer que la enfermedad de que ha muerto S.E. El Libertador, era en principio un catarro pulmonar que habiendo sido descuidado pasó al estado crónico, y consecuentemente degeneró en tisis tuberculosa. Fue, pues esta aficción morbífica la que condujo al sepulcro al General Bolívar… etc.” (La Ultima Enfermedad, los Últimos momentos y los Funerales de Simón Bolívar Libertador de Colombia y del Perú, por su médico de cabecera el Doctor A. P. REVEREND. Ediciones Concejo Municipal D.F. 1983, p. 25 y Documentos para la historia de la vida pública del Libertador, de Blanco y Azpúrua, Ediciones de la Presidencia de la República, 1978, Tomo XIV, p. 477).
Terminada la autopsia, el cadáver fue trasladado a Santa Marta, a la casa que inicialmente habitó Bolívar. Se va a proceder el embalsamamiento, pero el único boticario del pueblo estaba enfermo, por lo cual tuvo el Dr. Reverend que hacerlo él solo, con las limitaciones del caso, finalizando al inicio del nuevo día. Hubo problemas hasta para vestirlo, teniendo que usarse una camisa del General Laurencio Silva.
Las exequias se llevaron a cabo el 20 de diciembre. Su primera tumba fue en una bóveda perteneciente a la familia Díaz Granados, al pié del Altar de San José, en la nave derecha de la Catedral de Santa Marta, y sobre su tumba no se colocó ninguna lápida sepulcral que señalara su nombre, a fin de evitar sus restos fueran profanados por sus enemigos, ya fueran colombianos o venezolanos. El odio hacia el Libertador era impresionante por parte de aquellos que se habían confabulados para accesar al poder. Inclusive, hasta tenían planes para desenterrarlo y arrojar sus restos a las profundidades del mar, donde no pudieran ser rastreados y extraídos en el futuro.
En el año 1832, el General Francisco de Paula Santander, a su llegada a Colombia después de haber sido designado como Presidente de la República, visitó Santa Marta y específicamente el sitio donde estaba sepultado el Libertador. En tono airado pateó varias veces la tumba, exclamando: “Aquí estás enterrado!”. (Manuel Ujueta y Bisais: Nicolasa Ujueta de Hamilton, Beyco Editores. Manizalez, Colombia, 1942).

En el año 1834, un terremoto asoló Santa Marta, agrietándose la tumba del Libertador, permaneciendo así en el tiempo, sin arreglos. Posteriormente, a finales del año 1837, la tumba se hundió y los enemigos de Bolívar arrojaban tierra y piedras directamente sobre el ataúd, el cual se encontraba a la vista. Los restos de Bolívar no fueron tocados, por encontrarse los mismos en el interior de una caja de plomo, sufriendo sólo magulladuras, pero la caja de madera si sufrió daños, ya que estaba podrida.

Termina el período presidencial del General Santander, asumiendo la Presidencia de Colombia el Dr. José Ignacio de Márquez, ciudadano bolivariano, cesando de inmediato la persecución a éstos, permitiéndole al Sr. Manuel Ujueta y Bisais, antiguo Jefe Político de Santa Marta, quien en el pasado había cuidado celosamente la tumba del Libertador, regresar de Jamaica y encontrarse con el feo panorama que representaba la tumba del Libertador, en deplorable estado, desde el terremoto de 1834. Inmediatamente, Ujueta corre a la Catedral y como todavía no habían embaldosado el sitio, mandó a suspender la obra y ante la falta de respeto de los trabajadores, que por falta de recursos iban a sellar la urna abierta sin más ni más. Optó por llevar la urna con los restos del Libertador para su casa.
Esto le trajo consecuencias fuertes, ya que el Gobernador de Santa Marta se le apareció en su casa con una guardia al segundo día, y tras un posible enfrentamiento, tuvo que entregar la urna con los restos, pero los mismos le fueron devueltos al tercer día, ya que un grupo de venezolanos venían a reclamarlos y que para darle cumplimiento a la última voluntad del Libertador, pero con reales intenciones de desaparecerlos en las profundidades del mar. Ujueta los enfrentó, contando con el apoyo del Gobernador, quien había preferido pasarle la responsabilidad a Ujueta, quien admite que no estaba seguro si los restos entregados por el Gobernador eran los mismos sustraídos el día anterior. Al cuarto día, ya los trabajos de reparación de la bóveda de la familia Díaz Granados estaban listos, y nuevamente fueron trasladados a la misma, después de haber limpiado la suciedad que tenían los restos expuestos al aire del Libertador. (Escritos de Ujueta, Santa Marta,Colombia, 7 y 8 de agosto de 1843).

En el año 1839, regresa a Santa Marta, su tierra natal, el General Joaquín Anastacio Márquez, antiguo oficial del Batallón Rifles, 1ra. de la Guardia, y tuvo la iniciativa, pagando los gastos por cuenta propia, de disponer la construcción de un nuevo sepulcro para los restos del Libertador, considerando que era el sitio que le correspondía a la magnificiencia del Libertador, y se apoyó en el Sr. Manuel Ujueta y Bisais. El sitio escogido fue en la nave central, bajo la cúpula dando frente al presbiterio. Son trasladados a esta nueva tumba en julio de 1839 y fue colocada una lápida de mármol, mandada a hacer en los Estados Unidos, costeada por el mismo General Márquez, citando que allí se encuentran los restos del Libertador de Colombia y el Perú. (Esta lápida se encuentra en la actualidad en el Museo Bolivariano de Caracas). Se pensaba que al fin los restos del Libertador descansarían en paz… nada más incierto…

Hasta aquí la primera parte de este recorrido. Continuaremos próximamente.



5 de julio de 1811: Declaración de Independencia de Venezuela

Recordando un poco los sucesos que antecedieron a esta magna fecha, nos encontramos con lo acontecido en España cuando el Rey Carlos IV abdica a favor de Fernando VII, el 19 de marzo de 1808, y luego éste último también abdica dos meses después en Bayona, Francia, ante Napoleón Bonaparte, quien ha invadido España, colocando en el trono a su hermano José Bonaparte. Estos sucesos trajeron consecuencias en España y provincias del reino. Se han creado juntas para resguardar los derechos de Fernando VII en el exilio y tienen repercusión en Caracas, cuando el Cabildo local propone crear una junta similar a las iniciadas en España, pero no se lograron resultados.
El 19 de mayo de 1809 es nombrado Capitán General de la Provincia de Venezuela Vicente Emparan y Orbe. Durante su mandato continuaron las conspiraciones, siendo develada una de gran importancia, cuya fecha de realización era para el 1ro. de abril de 1810. Muchos de los conjurados fueron enviados a diferentes provincias. La ciudadanía caraqueña, valga decir la burguesía, resolvió reunirse en Cabildo, manifestando al Capitán General de la necesidad de formar una Junta. Finalmente, el 19 de abril de 1810 se dan los sucesos ya conocidos de Caracas y se forma la Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII. Se invitaron a otras provincias de Venezuela a secundar el movimiento, no recibiendo el apoyo de las Provincias de Coro y Maracaibo. Fue arduo el trabajo de buscar también el apoyo en el exterior. Pero, la situación en Venezuela no estaba bien. Se inician combates en Coro en busca del sometimiento de dicha Provincia, sin resultados. La situación política era alarmante. Habían voces a favor de mantenerse con Fernando VII y voces en contra. La Junta Suprema resolvió convocar a elecciones para elegir Diputados a un Congreso Nacional, a reunirse en 1811. En noviembre de 1810 fueron electos los 42 representantes de las Provincias de Caracas, Cumaná, Margarita, Bercelona, Mérida, Tujillo y Barinas. La Provincia de Guayana, que inicialmente se había adherido a la Junta Suprema, cambió su posición en apoyo absoluto al Rey.
El Congreso Nacional se instala el 02 de marzo de 1811 en Caracas, con asistencia de 30 Diputados presentes. Las sesiones se realizaron en la casa del Conde de San Javier, mudándose luego a la Capilla del Seminario Santa Rosa. El presidium estuvo formado por: Felipe Fermín Paúl, Presidente; Mariano de La Cova, Vice-Presiente; y Miguel José Sanz y Antonio Nicolás Briceño, Secretarios. El 19 de abril de 1811 fué dramático. Se conmemora un año de la creación de la Junta Suprema, pero algunos miembros de la Sociedad Patriótica, organización política, revolucionaria, pro-independentista, conmemoran el aniversario destrozando las efigies de Carlos IV y Fernando VII, voceando: "Venezuela libre". Entre los participantes se encontraban Miranda, Bolívar, Ribas y Salias, entre otros. La Sociedad Patriótica se había transformado en un centro de agitación y en un fuerte grupo de presión, siendo su instigador principal Francisco de Miranda.
Las discusiones en el Congreso Nacional son intensas: grupos a favor y otros en contra de la independencia definitiva de España. El 4 de julio de 1811 la Sociedad Patriótica exige en nombre del pueblo, la declaración de independencia. El 5 de julio fue grandioso. Las discusiones fueron de mucho calor y después de 30 intervenciones, la sesión termina con la "declaración absoluta de independencia de Venezuela". Se nombra una comisión para que redacte un acta, la cual fue realizada el día 6 de julio por Juan Germán Roscio y Francisco Isnardi. En la sesión del día 7 de julio se leyó y fue aprobada, suponiéndose que fue firmada ese mismo día por los Diputados presentes en el Congreso. Esta Acta de Independencia fue presentada al Ejecutivo Nacional, presidido por Cristóbal Mendoza, quien ordena su publicación en un bando, para el 14 de julio, aunque ya había sido publicada el día 11 en el Semanario "El Publicista de Venezuela". El día 16 de julio fue publicada en la "Gaceta de Caracas". El manuscrito original del Acta de Independencia se extravió, motivado a los sucesos de guerra posteriores, no siendo localizada hasta el presente, pero Francisco Isnardi transcribe al Libro de Actas del Congreso, la sesión del 5 de julio, suscribiéndola los Diputados a partir del 17 de agosto de 1811. Esta Acta es la que se encuentra actualmente en el Congreso de la República, siendo la misma auténtica, jurídica y constitucional.